miércoles, 25 de julio de 2018



Evidencias humanas en China de hace 2,12 millones de años



Descubren evidencias de que los humanos vivían en Asia mucho antes de lo pensado. Se trata de herramientas líticas de hace 2,12 millones de años. Esto indicaría que nuestros antepasados salieron de África mucho antes de lo pensado, o como una minoría de científicos cree, podrían haber evolucionado en Asia.



Hasta la fecha, las evidencias más antiguas de humanos fuera de África, eran los restos fósiles de Dmanisi, en Georgia. Se trata de Homo erectus de 1,85 millones de años de antigüedad. Los que le seguían son los restos fósiles y herramientas líticas de China e Indonesia, que van de 1,5 a 1,7 millones de años de antigüedad.


Los restos reportados en Nature son 96 puntas y filos de piedra descubiertas en Shangchen, en el centro de China. Herramientas líticas que seguramente nuestros parientes de antaño utilizaban para descarnar los huesos de sus presas, ya que junto con los restos materiales, se descubrieron fósiles de antílopes, venados y cerdos.


El equipo de paleoantropólogos, liderado por Zhaoyu Zhu, del Instituto de Geoquímica de la Academia de las Ciencias de China, pasó años intentando datar con precisión estos restos líticos, ya que sabían que sería controvertida una fecha tan antigua. Utilizaron lo que se conoce como datación paleomagnética, que detecta los cambios en el polo magnético terrestre, ya que estos cambios quedan reflejados en todas las rocas del planeta.

Uno de los datos más interesantes del estudio es sin duda que el yacimiento donde fueron descubiertas las herramientas fue utilizado durante cientos de miles de años, desde hace 2,12 millones de años hasta hace 1,26 millones atrás.

Pero sin duda lo más importante de este descubrimiento es que nuestro género humano puede haber salido y entrado en África más de una vez a lo largo de los millones de años que tenemos de historia evolutiva.

Esta fecha también nos dice que nuestros antepasados ya podían lidiar con una amplia variedad de ambientes y climas, como nuestra propia especie, los Homo sapiens. No se sabe qué especie perteneciente al género humano fabricó las herramientas reportadas en Nature, pero es probable que haya sido una anterior a Homo erectus.

Estas nuevas dataciones permiten que se replantee cómo pensamos la evolución de nuestro género humano. Asia siempre tuvo un espacio secundario en la evolución de nuestro género humano, pero cada año tiene más restos para aportar, que ahondan en la variedad y la antigüedad de la ocupación de ese inmenso continente.

Fig. 4

chiquitos pero de un bocado grande


Los dientes de los pigmeos tienen un tamaño similar al de los homínidos


Un estudio liderado por la Universidad de Alicante desvela que los dientes de los pigmeos no han evolucionado y se parecen más al de las especies homínidas de hace un millón de años. El trabajo abre nuevas líneas de investigación de una sociedad con un fenotipo particular que vive aislada en una selva cerrada con un modo de vida ancestral.

<p>Muestras moldes dentales de pigmeos Baka obtenidas en Le Bosquet (Camerún). / Roberto Ruiz / UA</p>
Muestras moldes dentales de pigmeos Baka obtenidas en Le Bosquet (Camerún). / Roberto Ruiz / UA
En la selva tropical de África Central habitan en la actualidad grupos de cazadores-recolectores denominados pigmeos –término usado por Homero para designar a poblaciones míticas de baja estatura– caracterizados por una altura en edad adulta no superior a 1,55 metros. Se trata de una sociedad de gran interés para la biología evolutiva porque su genética es muy parecida a la de nuestros ancestros. Además, son poblaciones que siguen viviendo como hace 200.000 años, al margen de la industrialización. 

Moldes dentales 
Un trabajo liderado por Alejandro Romero, investigador del Departamento de Biotecnología de la Universidad de Alicante, acaba de resolver un paradigma sobre esta población única en el mundo: la alometría negativa en pigmeos en relación a la altura y el tamaño dental, es decir, que la baja estatura de estas poblaciones se asocia a dientes grandes. Por tanto, afirma el investigador, “los factores morfogenéticos que controlan el tamaño dental deben ser independientes de aquellos que determinan el crecimiento postnatal”.
La investigación, cuyos resultados se han publicado en la revista , publicado en la revista científica American Journal of Physical Anthropology se ha llevado a cabo con moldes dentales in vivo de 120 individuos juveniles (15/16 años) y adultos (máximo de 35 años) de ambos sexos en pigmeos Baka de Le Bosquet (Camerún), en plena selva tropical de África Central, comparados con tribus vecinas de bantúes no pigmeas de mayor estatura, los Mvae y Yassa (de entre 1,65 y 1,70 metros de altura).
Estos moldes han servido para diseñar réplicas de alta resolución en el laboratorio del Departamento de Biotecnología de la UA y, a partir de imágenes digitales, se han registrado medidas morfológicas relativas al tamaño de los dientes anteriores y postcaninos.
El análisis de estos moldes ha revelado de forma sorprendente un significativo mayor tamaño de los dientes en pigmeos Baka con respecto a poblaciones bantúes, quienes mostraron además un dimorfismo sexual casi ausente. “Los datos genómicos que se disponen identifican además señales de adaptación diferencial poligénica entre pigmeos y bantúes involucradas en el crecimiento y la altura. En concreto, el modelo del diente en pigmeos no ha evolucionado y se parece más al de las especies homínidas de hace un millón de años", explica Romero.

Cazadores-recolectores 
A diferencia de otros estudios científicos anteriores, este es el primero que se ha realizado con muestras de individuos vivos tras más de diez años de campañas de trabajo sobre el terreno y gracias a una misión de monjas francesas que, desde los años 80, han apuntado la fecha de los nacimientos de niños Baka en Le Bosquet.
"Se trata de un censo de edad único en el mundo correspondiente a una tribu de cazadores-recolectores que permite analizar rigurosamente los cambios en el desarrollo de los individuos", destaca el investigador.
Esto significa que por primera vez en la historia se puede conocer a un baka niño o adolescente y saber su edad exacta. “De ahí que este trabajo sea único y excepcional y abre nuevas líneas de investigación acerca de una sociedad que presenta un fenotipo particular ya que vive aislada en una selva cerrada tropical y mantiene un modo de vida ancestral”, apunta Romero.
El trabajo del investigador de la UA, ha contado con el referente internacional en el estudio de la biología de pigmeos Fernando Ramírez-Rozzi, del UPR 2147 CNRS Université Paris V, y Alejandro Pérez-Pérez de la Universidad de Barcelona.


Guerra a los pendientes en bebés: ¿a favor o en contra?

Kylie Jenner, pequeña del clan Kardashian, acaba de reabrir el debate tras agujerearle las orejas a su hija de cinco meses. Una pediatra, una psicóloga y una experta en igualdad nos dan su opinión.

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Guerra a los pendientes en bebés: ¿a favor o en contra?
Las hijas de Kylie Jenner, Khlóe Kardashian y Gisele Bündchen y sus pendientes. FOTO: INSTAGRAM
Kylie Jenner, pequeña del clan Kardashian, acaba de reabrir el debate. La multimillonaria hecha a sí misma más joven de todos los tiempos, según Forbes, publicaba un vídeo junto a su hija Stormi en redes sociales y sus seguidores no tardaron en reparar en que la bebé de cinco meses llevaba pendientes. “No impongas tus preferencias estéticas dolorosas en los cuerpos de los bebés que no tienen voz”, escribía en Twitter Vonny Leclerc, colaboradora de The Guardian.Otros tantos comentarios en la misma dirección se mezclaron con las experiencias de mujeres hispanas, indias o africanas que aseguraban llevar las orejas perforadas desde la más tierna infancia sin mayor problema. La confrontación de opiniones del patio de Twitter es sintomática de un debate que, de cuando en cuando, vuelve a aparecer en medios y conversaciones cotidianas. ¿Es necesario esperar a que las niñas tengan edad suficiente para elegir si quieren agujerearse las orejas o los padres pueden decidir por ellas? ¿Son los pendientes una marca de género en la infancia que debería superarse?

En Estados Unidos –al igual que en el Norte de Europa– la tradición de ponerle pendientes a las bebés no está tan arraigada como en España o Latinoamérica y suele ser frecuente que las chicas se los hagan durante la adolescencia o una vez cumplida la mayoría de edad. En nuestro país, la tradición de agujerear las orejas de las niñas existe desde tiempos inmemoriales (la costumbre está tan arraigada que ni siquiera hay estudios que expliquen su origen o su significado) y la mayoría de las mujeres adultas españolas probaron la aguja antes que los potitos. Sin embargo, muchos padres se cuestionan ahora si es lícito intervenirel cuerpo de sus retoños sin su consentimiento.
“Hace tiempo llevar pendientes sí que era determinante para distinguir el bebé niño de la niña, y era casi obligatorio hacerlo. Actualmente ya no reviste tanta trascendencia ni condiciona demasiado el futuro de las niñas, pues pueden dejar de ponerse pendientes si no quieren llevarlos”, explica a S Moda Juana Gallego, directora del Observatorio para la Igualdad de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y codirectora del Máster de Género y Comunicación de la UAB.“Ahora bien, yo soy partidaria de no hacérselos, y que sean ellas las que tomen la decisión cuando les apetezca, igual que hacen los chicos, que se hacen agujeros o piercings cuando quieren, pero no se les impone desde el nacimiento. Es una cuestión que muy bien pueden elegir las personas cuando crecen, y no deben ser los padres/madres los que decidan por las niñas”, añade la experta en igualdad.
Desde el punto de vista médico, los recién nacidos apenas sienten dolor al taladrarse las orejas. Y, desde luego, es mucho menor que el que experimentará un adulto. “El cartílago de un bebé es tan blandito que la molestia que sienten al ponerle los pendientes es más pequeña que la que provoca una vacuna.Muchas veces lloran más cuando se le ajusta la tuerca que durante la perforación en sí”, cuenta Virginia Díaz-Argüelles, pediatra experta en neonatos en la clínica Santa Elena de Madrid. Según concede la doctora, lo más importante es utilizar unos pendientes hipoalergénicos y elegir un momento en el que el bebé esté tranquilo, por ejemplo, después de tomar el pecho. “Esperar 48 horas desde el nacimiento para ponérselos es suficiente. En muchos hospitales se ofrece este servicio y las propias enfermeras los colocan. En las farmacias, sin embargo, piden que el bebé haya sido vacunado contra el tétanos por prevención, pero lo cierto es que están protegidos contra esta enfermedad gracias a la vacuna de la madre”, añade. Y puntualiza: “En cualquier caso es decisión de los padres pero, bajo mi experiencia, sigue siendo muy frecuente ponerlos”.

Los pendientes son un regalo muy común por parte de familiares y amigos tras el nacimiento de una niña, antes si quiera de saber si los padres tienen pensando hacerle los agujeros. Junto a los vestidos rosas, los lazos descomunales y los pijamas azucarados, siempre se cuelan un par de aretes, unas perlitas o unos brillantes. Y por femenino que el resulte el look de la bebé, para muchos no estará claro que se trata de una niña si sus orejas permanecen intactas. Razones suficientes para que muchos padres se animen con los pendientes y motivos de sobra para que a otros tantos les espante la idea. “El trato que recibe un niño y una niña es diferente desde el nacimiento. A un niño se le trata de una manera mucho más enérgica, mientras que con las niñas se tiene más delicadeza. El que un bebé no lleve pendientes puede enseñarnos a comportarnos con él de una manera neutra, independientemente del sexo”, apunta la psicóloga sanitaria Bárbara Zapico. En su opinión, los pendientes están asociados a un género y, por tanto, a unas expectativas que se “deben” cumplir a largo plazo. “Si el niño no se siente a gusto con su género y no cumple lo que se espera de él, puede suponer una sensación de frustración. Sin embargo, si desde pequeñas las niñas no llevan pendientes, las expectativas generadas sobre ellas a largo plazo pueden desvanecerse desde ese inicio, dando lugar a una menor frustración”, señala la experta.
En el caso de que los padres decidan esperar, la pregunta es recurrente: ¿a qué edad una niña es suficientemente madura o está preparada para elegir si quiere agujerear su cuerpo? “No creo que exista una edad determinada”, contesta la psicóloga. “Hay niños/as que llevan pendientes desde el nacimiento y otros que con 15 años ya tienen medio cuerpo con piercings, consentido por sus padres. La pregunta sería, ¿a qué edad es uno lo suficientemente maduro como para saber que si se hace un agujero en la oreja es porque realmente quiere y no porque esté socialmente aceptado?”, plantea la especialista.
Mientras que muchas agradecen a sus padres no haber tenido que pasar por el trance ni el dolor en edad consciente, otros tantos se empeñan en derribar una tradición destinada, quizá, a perderse. “Creo que tenderá a desaparecer, aunque como las costumbres son tan persistentes y tan difíciles de cambiar, puede que aún tarde un poco”, sostiene Gallego. Kim Kardashian (que le puso un par de diamantes a su hija North West antes de su primer cumpleaños), Gisele Bündchen (que inmortalizó a la suya en Instagram con pendientes de oro a los siete meses) o Kloé Kardashian (ídem), entre otras madres de renombre, seguirán mientras tanto destapando la caja de Pandora cada vez que decidan taladrar las orejas de sus retoños y compartirlo con el mundo.

LA "CALO" NO ES LO QUE MATA

Nuevo estudio en ‘PLoS Medicine’

La población española muere cada vez menos por calor


El calentamiento climático es un hecho y ya se refleja en la evolución de las temperaturas estivales en España. Sin embargo, en contra de lo previsto, no ha hecho aumentar la mortalidad atribuible al calor. El análisis de los datos entre 1980 y 2015 sugiere que la población española está mejor adaptada al calor en la actualidad que décadas atrás. 

<p>La temperatura estival ha aumentado en más de un grado en España desde 1980. / Jeremy Bishop</p>
La temperatura estival ha aumentado en más de un grado en España desde 1980. / Jeremy Bishop
El cambio climático se ha traducido en un aumento de más de 1ºC en las temperaturas estivales en España desde 1980. A pesar de ello, y en contra de las predicciones, la mortalidad atribuible al calor ha registrado una tendencia a la baja, lo cual sugiere que la población española se ha ido adaptando para reducir su vulnerabilidad a las temperaturas de verano. Estas son las conclusiones de un estudio coordinado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), una institución impulsada por la Fundación Bancaria "la Caixa".
La investigación, publicada en PLoS Medicine, ha analizado las temperaturas y las defunciones diarias registradas en 47 capitales de provincia españolas en los veranos comprendidos entre 1980 y 2015. Los resultados revelan la existencia de dos tendencias opuestas: de un lado, un aumento progresivo de la temperatura estival media a razón de 0,33 ºC por década y, del otro, un decrecimiento paulatino del riesgo de mortalidad asociada al calor. Ambos factores, considerados en conjunto, han supuesto una leve disminución de la mortalidad atribuible al calor, del orden de medio punto porcentual por década.

“Somos menos vulnerables al calor gracias a una adaptación de la sociedad a las temperaturas elevadas y también al desarrollo socioeconómico experimentado durante las últimas décadas. Factores como las mejoras en el parque de viviendas, la popularización del aire acondicionado, los avances en los servicios de salud y la realización de campañas de concienciación podrían haber contribuido a la tendencia observada”, afirma Joan Ballester, autor sénior del estudio e investigador de ISGlobal. “Sin embargo, todavía no sabemos si esta tendencia a la baja se mantendrá en caso de que el cambio climático se agudice en el futuro”, añade.
“Se suele dar por sentado que el cambio climático irá acompañado de un aumento en la mortalidad asociada al calor, especialmente en sociedades en las que la edad media de la población es cada vez mayor. Sin embargo, en nuestro estudio observamos que esto no tiene que ser necesariamente así si al mismo tiempo se da, como en el caso de España, un descenso general y sostenido de la vulnerabilidad a las temperaturas moderadas y extremas”, explica Hicham Achebak, primer autor del estudio e investigador de ISGlobal y de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).  
Más muertes en mujeres
La tendencia general a la baja observada tanto en mortalidad atribuible al calor como en vulnerabilidad frente a temperaturas elevadas cuenta con una gran excepción: las muertes por causas respiratorias, que no han dejado de aumentar desde 1980, sobre todo en el caso de las mujeres. “El envejecimiento de la población y el incremento en la incidencia de determinadas enfermedades crónicas son algunas de las causas que podrían explicar esta tendencia”, apunta Hicham Achebak.
Por otra parte, el análisis segregado por sexos permitió observar la existencia de una brecha de género, ya que las muertes atribuibles al calor son más altas en el caso de las mujeres que de los hombres, así como también su vulnerabilidad a temperaturas moderadas y extremas. Aunque esta brecha de género se ha reducido en magnitud, ha persistido de forma sistemática cada año a lo largo de las últimas cuatro décadas.
Actualmente, los investigadores trabajan en una réplica de este estudio con datos de toda Europa. Se prevé que los resultados estén disponibles en los próximos meses.