viernes, 30 de noviembre de 2018


  • Unos artefactos de piedra hallados en Nwya Devu en la meseta tibetana.
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Los primeros asentamientos de seres humanos en la meseta tibetana, a más de 4600 metros sobre el nivel del mar, se crearon hace entre 40 000 y 30 000 años.
Una investigación liderada por Xiaoling Zhang, arqueólogo de la Academia China de Ciencias de Pekín, ha confirmado la presencia de seres humanos en Nwya Devu, el yacimiento paleolítico más elevado del mundo, donde el equipo ha encontrado más de 3600 objetos, entre ellos productos de piedra, cuencos de cerámica y espadas, además de dos tumbas dañadas, ha informado este viernes China Daily.
El tipo de herramientas halladas, muy poco comunes en el norte de China, revela que las poblaciones tibetanas podrían haber interactuado con sus coetáneos de Mongolia y de Siberia, explica el diario.
Los científicos sospechan que esas poblaciones estaban compuestas por cazadores que seguían manadas de gacelas, caballos, yaks y puede que rinocerontes, se detalla en el estudio, publicado en la revista Science.
Por otra parte, los investigadores sospechan que el “techo del mundo” también fue el lugar a través del cual se trasladó hacia el sur del continente el ADN de los denisovanos, unos humanos arcaicos estrechamente relacionados con los neandertales y los humanos modernos.
Esto resulta clave para comprender la adaptación de los humanos a condiciones tan extremas como las del Tíbet, puesto que el ADN de los denisovanos permitía una mayor capacidad para tolerar las grandes altitudes.
De este modo, el hallazgo de Nwya Devu aportaría el primer signo de actividad humana a gran altura de la historia, remontándose a la época del Pleistoceno.

¿y si hay muchas cunas?


Mohamed Sahnouni, responsable del proyecto, durante los trabajos en Ain Hanech
Mohamed Sahnouni, responsable del proyecto, durante los trabajos en Ain Hanech - M. Sahnouni

Descubren en Argelia una nueva cuna de la humanidad

El hallazgo de herramientas de 2,4 millones de años sugiere la presencia de homínidos en el norte de África mucho antes de lo que se creía y reescribe los orígenes de nuestra historia





Hace 2,6 millones de años, un primate excepcional marcó nuestro destino mientras deambulaba por la orilla de un río en el Gran Valle del Rift en África. Al homínido primitivo se le ocurrió recoger un canto rodado y tallarlo a golpes hasta obtener un filo cortante con el que despedazar la carne de los animales. Esa primera tecnología, llamada olduvayense o modo I, tan rudimentaria y sencilla que sus creadores la abandonaban despreocupadamente tras usarla, fue un salto en la conciencia humana. Ya no estábamos ligados al yugo de la selección natural, a diferencia del resto de criaturas del planeta. Nuestra fuerza ya no dependía solo de que las manos apretaran y los dientes mordieran. Teníamos cuchillos para cortar y rebanar.

El mapa muestra Ain Boucherit y otros yacimientos de industria olduvayense
El mapa muestra Ain Boucherit y otros yacimientos de industria olduvayenseM.S.

Hasta ahora, se creía que tuvo que transcurrir mucho tiempo hasta que, a través de migraciones, la misma escena se reprodujera en el resto del continente madre. Sin embargo, un nuevo estudio,publicado en la revista «Science» y dirigido por un equipo del Centro Nacional de Investigación para la Evolución Humana (CENIEH), sugiere que esa revolución no ocurrió solo una vez en un único lugar. Los científicos han descubierto por primera vez en Argelia, a miles de kilómetros de las fosas tectónicas del este del continente madre, utensilios de piedra y carnicería de hace 2,4 millones de años, casi contemporáneos a los de Gona en Etiopía. El hallazgo indica que ya entonces había homínidos en la región, lo que reescribe un importante capítulo de la prehistoria y respalda la idea, como ya venían sospechando muchos investigadores, de que pudo existir más de una cuna de la humanidad.
Tras más de diez años de duras excavaciones en el yacimiento argelino de Ain Hanech en Sétif, los científicos desenterraron 22 metros de sedimentos en un área llamada Ain Boucherit hasta dar con una veintena de artefactos tallados y múltiples huesos con marcas de corte en dos niveles, uno de 2,4 millones de años y otro de 1,8 millones. Los científicos dataron el lugar con modernas técnicas de paleomagnetismo y resonancia paramagnética electrónica, una antigüedad que corroboraron con la de los animales encontrados en las inmediaciones. «Fue una auténtica sorpresa que fueran tan antiguos como los de Etiopía», asegura por teléfono desde Argelia Mohamed Sahnouni, coordinador del programa de arqueología del CENIEH y líder del proyecto.


Hasta la médula ósea


Una herramienta de Ain Boucherit
Una herramienta de Ain BoucheritS.M.

Sahnouni explica que los artefactos de Ain Boucherit son, con sutiles variaciones, «prácticamente iguales» a la industria lítica olduvayense de África Oriental. Están fabricados con piedra caliza y sílex de rocas locales e incluyen cantos tallados y herramientas de corte de bordes afilados utilizadas para el procesamiento de cadáveres de animales. Los homínidos recogían las rocas de los antiguos cauces de arroyos cercanos, a los que todavía se puede acceder. Entonces, «realizaban impactos a fin de obtener aristas cortantes. Eran fáciles de coger con una mano y las utilizaban para cortar huesos y separar la carne», apunta a ABC Josep Parés, geocronólogo del CENIEH y coautor del estudio. «Algunos creen que las lajas que se desprendían también pudieron servir para cortar elementos más débiles, como pieles», añade.
Junto a los materiales arqueológicos, en el yacimiento también aparecieron fósiles de mastodontes, elefantes, caballos, rinocerontes, hipopótamos, antílopes, cerdos, hienas y cocodrilos. Muchos de estos huesos, especialmente los de las extremidades, las costillas y los restos craneales, tienen marcas producidas por los homínidos, lo que sugiere que fueron despellejados y descarnados. Igualmente, se aprecian extracciones de médula ósea. En lo que es todo un regalo arqueológico, los hallazgos demuestran que estos ancestros primitivos no eran meros carroñeros. No está claro si cazaban, pero sí que aprovechaban la carne y la médula de los animales de todos los tamaños y que competían de forma exitosa con el resto de carnívoros.

El primer homo


Hueso de un bóvido con marcas de una herramienta de piedra excavada en Ain Boucherit. La imagen inferior muestra en primer plano las marcas de corte
Hueso de un bóvido con marcas de una herramienta de piedra excavada en Ain Boucherit. La imagen inferior muestra en primer plano las marcas de corteI. Cáceres

Quiénes fueron los fabricantes de esas herramientas es una pregunta que los investigadores aún no pueden responder. «Sencillamente, no lo sabemos», reconoce Sahnouni. Actualmente, no se han encontrado restos de homínidos en África del Norte que sean contemporáneos de los primeros artefactos líticos. De hecho, ocurre lo mismo en África del Este. Sin embargo, el descubrimiento reciente en Etiopía de una mandíbula parcial ha mostrado la presencia del primer Homo hace aproximadamente 2,8 millones de años, con mucha probabilidad el mejor candidato también para ser el creador de los materiales hallados en el este y el norte de África.
Como explica Sileshi Semaw, científico del CENIEH y coautor del estudio, pudieron ser «los descendientes de los homínidos contemporáneos de Lucy -la famosa Australopithecus afarensis, de aproximadamente 3,2 millones de años-, que probablemente deambulaban por el Sahara». Como recuerda Sahnouni, «los primeros homos tenían una anatomía más adaptada a un régimen alimenticio basado en la carne, de ahí la industria lítica. Pero no se puede determinar la especie».

La aparición de estos artefactos en Ain Boucherit puede explicarse de dos maneras: o se produjo una rápida expansión de esa tecnología desde el este de África o se desarrolló en dos lugares diferentes casi al mismo tiempo. El responsable del estudio es partidario de la segunda hipótesis. «La humanidad surgió en distintos puntos más o menos al mismo tiempo. Hay más de una cuna de la humanidad. En realidad, toda África lo es», subraya. Por ese motivo, el investigador cree que pueden producirse nuevos descubrimientos similares en el norte del continente. Y no solo eso. Las próximas investigaciones se centrarán en la búsqueda de los fósiles de los creadores de esas herramientas en yacimientos cercanos a Ain Boucherit, lo que podría desvelar el misterio de quiénes fueron en realidad.

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Confirmada la mayor longevidad asociada al consumo de café


Tras estudiar durante una década a 20.000 personas, investigadores españoles han ratificado que el consumo de café se relaciona con una mayor longevidad. Los beneficios de la ingesta están especialmente presentes en las personas más mayores.
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<p>Estos investigadores encontraron beneficios claros de consumir café sobre el riesgo de mortalidad por todas las causas. / CIBEROBN</p>
Estos investigadores encontraron beneficios claros de consumir café sobre el riesgo de mortalidad por todas las causas. / CIBEROBN
Científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red de Obesidad y Nutrición (CIBEROBN) han encontrado mayor longevidad asociada al consumo de café tras estudiar a 20.000 voluntarios, graduados universitarios de toda España, durante una media de diez años.
La investigación constató que, con paridad en factores relevantes como la edad, consumir café habitualmente se asocia significativamente a una menor mortalidad. El efecto se observó tanto en el café con cafeína como con el descafeinado; tanto soluble como de máquina.
Según los datos del estudio, publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, la protección era más fuerte en personas con 55 o más años y mostraba una clara tendencia dosis respuesta en el rango de consumo de entre 1 y 6 tazas al día.
Adela Navarro, cardióloga del Sistema Navarro de Salud y autora del estudio, afirma que ya se sabía que esos supuestos riesgos de hipertensión arterial no existían a largo plazo. “Ahora encontramos beneficios claros sobre el riesgo de mortalidad por todas las causas. Esto avala los beneficios de su consumo”.
Estefanía Toledo, profesora de la Universidad de Navarra y directora del trabajo, afirma que los resultados apuntan en la misma dirección que los de otras cohortes más recientes y que han usado métodos rigurosos para valorar el efecto del café, como el estudio EPIC o el EUREYE-Spain.
Pero un aspecto novedoso de la nueva investigación es que los beneficios se mantenían incluso con consumos de 4-6 tazas de café al día y estaban especialmente presentes en las personas más mayores, donde la mortalidad está causada fundamentalmente por enfermedades crónicas.

¿Más café, menor mortalidad?

Así, cuanto mejor se controlaban las posibles explicaciones alternativas a la causalidad, más clara quedaba la asociación inversa: a más café, menor mortalidad total. 
Según los autores, “no hay riesgo de que el estudio se vea afectados por el problema de los exconsumidores enfermos, es decir, aquellos que dejarían el café por tener ya una enfermedad previa.
Para los expertos, los beneficios tampoco podrían explicarse por un solo componente, ya que el café “es una mezcla compleja de sustancias y entre ellas muchas tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias y parece lógico pensar que actúen en sinergia”.
“Cuando defendemos una dieta o unos hábitos saludables, parece que le estamos quitando a la gente todo lo que les gusta. Hay muchas personas a las que el café les encanta. Estos datos son sólidos y se conocen ya a ciencia cierta”, concluye Miguel A. Martínez-González, otro de los autores.
Referencia bibliográfica:
A. Navarro, M.A. Martínez-González, A. Gea, G. Grosso, J.M. Martín-Moreno, E. López-García, N. Martín-Calvo y E. Toledo. American Journal of Clinical Nutrition.