lunes, 29 de octubre de 2018

El Roto

¿Y SI SE PASA DE TIEMPO Y NACE CON LESIÓN CEREBRAL?


VIOLENCIA OBSTÉTRICA (1/4)Violencia obstétrica: las prácticas agresivas que sufren las mujeres en el parto

Episiotomías, cesáreas programadas, partos inducidos, maniobras bruscas, técnicas invasivas… Activistas y asociaciones denuncian que la sociedad patriarcal también maltrata a las mujeres cuando dan a luz. Esta es la primera entrega de cuatro artículos sobre el tema que no pretende cuestionar la labor vital de los profesionales de la sanidad pública, representados a través de SEGO, sino dar voz a las quejas y reivindicaciones de algunas defensoras de los derechos sexuales y reproductivos.



Asociaciones y activistas denuncian la violencia obstétrica que sufren las mujeres, como la episiotomía. / XIMENA SILVA
(EL PARTO ES NUESTRO)

La mujer como sujeto pasivo. La parturienta sin capacidad de decisión sobre su propio cuerpo, ni sobre el de quien le sobreviene. La infantilización (¿qué pasa, barriguitas?) de la embarazada (¡ey, mami!). La ausencia de información o la falta de respeto. La sumisión o el sometimiento ante la figura masculina del médico o, si se prefiere, ante una visión machista de la medicina: en los paritorios puede haber ginecólogas, aunque en la planta superior con las jerarquías hemos topado, como denuncian las defensoras de los derechos sexuales y reproductivos.
Todo ello podría ser violencia obstétrica, pero también el trato inhumano y las prácticas invasivas, como la episiotomía —incisión quirúrgica en la vulva para facilitar la salida del feto y evitar desgarros en el perineo, según el diccionario de la RAE—, la maniobra de Hamilton —tacto vaginal con movimiento circular del dedo, que produce dolor y puede acarrear sangrados— o la maniobra de Kristeller —antes, se presionaba con los puños o el antebrazo sobre el fondo uterino para que la cabeza del bebé descendiese; ahora, según las recomendaciones de los propios profesionales, sólo debe practicarse en la segunda fase del parto, cuando la cabeza ya está encajada, para facilitar la salida de la criatura—.
En general, la violencia obstétrica también sería el parto inducido, es decir, cuando tiene lugar antes de que comiencen de forma natural las contracciones uterinas, mediante la administración de oxitocina —que provoca la dilatación cervical y las posteriores contracciones— o la amniorexis —la OMS no recomienda provocar la rotura del saco amniótico o bolsa de aguas como un procedimiento rutinario, si bien puede suceder de manera espontánea—. Aunque en algunas ocasiones son inevitables, las cesáreas programadas pueden engrosar el concepto y, pese a que pueden contar con el consentimiento de la propia parturienta, no están exentas de polémica, como sucede con las sedaciones.
"Las episiotomías y las cesáreas innecesarias son síntomas de una sociedad que sufre de machismo, misoginia y patriarcado”, asegura la activista Jesusa Ricoy, fundadora del movimiento contra violencia obstétrica The Roses Revolution Movement. “Las mujeres hemos sido adoctrinadas para entender que el parto es así. Es decir, se nos educa para aguantar: nuestro cuerpo es secundario, no se puede hablar de él porque se considera algo sucio y, si sufrimos secuelas de un corte en la vulva, se presupone que no tenemos por qué disfrutar del sexo como el hombre”.
Ricoy, madre de dos hijos y una hija, trabaja como profesora de educación perinatal en Londres. Aunque considera que las cesáreas son “un gran problema que muestra la falta de capacidad de decisión sobre nuestros cuerpos”, en el Reino Unido se ha encontrado con una paradójica situación: hay hospitales, asegura, que se niegan a practicarlas si lo desea sólo la madre. “Es fascinante que el mismo sistema que nos ha machacado con las cesáreas, nos diga ahora que no son buenas, negando la libertad de elección de la mujer, que es lo realmente importante”.
Elena Gil, portavoz de la asociación El Parto es Nuestro, cree que cuando una mujer se queda embarazada es vulnerable. “Resulta muy fácil someterte, hacerte sumisa o incluso mentirte. Ante un riesgo para el bebé, haces lo que sea para salvarlo, por eso es sencillo meter miedo a una embarazada, pese a que no haya tanto riesgo”, explica la representante de una entidad que busca mejorar la atención a madres e hijos durante el embarazo, el alumbramiento y el posparto. “No te dan la opción de valorar las posibilidades y elegir”.
Jesusa Ricoy Olariaga, activista matriarcal y profesora de educación perinatal. / VERÓNICA PÉREZ KARLESON
Dolores Ruiz Berdún, quien ejerció de matrona durante veinte años en la sanidad madrileña, redunda en la misma idea. “En el momento en que la mujer entra en el hospital, parece que tienes que dejarte hacer y no puedes decidir. Antes la mujer elegía la persona que la atendía y ahora, no”, asegura la hoy profesora de Historia de la Ciencia en la Universidad de Alcalá de Henares, quien no advierte más episodios de violencia obstétrica en países católicos como Italia, Grecia o España, un factor que Ricoy achaca al peso del machismo y la religión.

Cesáreas y partos inducidos
No creo que influya tanto la cuestión cultural o religiosa, como el hecho de que las sociedades sean igualitarias, pues consideran que las mujeres son ciudadanas de pleno derecho”, añade Ruiz Berdún quien pone el ejemplo de Francia: “Sin esa tradición, la atención al parto está casi peor que aquí”.
Patricia fue sometida a una cesárea después de que le indujesen el parto, provocado según ella porque le rompieron la bolsa amniótica tras practicarle la maniobra de Hamilton. La operación quirúrgica para extraer al bebé, pues, no estaba prevista, pero tuvo que llevarse a cabo porque no dilataba lo suficiente.
Más allá de su caso concreto, considera que se practican demasiadas. “Todas lo sabemos: de mis trece compañeras de clases de preparación al parto —al margen de la sanidad pública—, ocho fueron sometidas a cesáreas. Y no me refiero a que fueran programadas, sino de urgencias, por el motivo que fueran”. Un informe publicado en The Lancet refleja que en nuestro país se llevan a cabo en uno de cada cuatro partos. En concreto, en el 26,6%, por encima del 10-15% recomendado, un porcentaje superado en Europa sólo por Italia, Portugal y Alemania. Los datos, de 2015, incluyen las cesáreas llevadas a cabo en la sanidad pública y en la privada.
Patricia terminó con una abertura en su abdomen para que pudiesen extraer al niño, pues la oxitocina no produjo el efecto deseado. En ese momento, no quedaba otra. Así, un nombre propio más pasaba a engrosar la anónima estadística. En 2015, el 29,8% de los partos en Extremadura fueron por cesárea, seguida de la Comunitat Valenciana (29,7%), Catalunya (28,6%) y Ceuta y Melilla (28,5%), según datos del Movimiento Natural de la Población difundidos por el Instituto Nacional de Estadística. La lista, por comunidades autónomas, la cierra Euskadi (15,7%), Navarra (17,3%) y, a una apreciable distancia, Asturias (20,2%).

La recomendación, pues, rebajaba en cinco puntos el tope máximo que había fijado desde 1985 la comunidad sanitaria internacional, señalaba la
 OMS en un comunicado, donde advertía de sus inconvenientes. “Puede ser necesaria cuando el parto vaginal suponga un riesgo para la madre o el niño —por ejemplo: parto prolongado, sufrimiento fetal o presentación anómala—. No obstante, también puede ser causa de complicaciones importantes, discapacidad y muerte, sobre todo en entornos que carecen de instalaciones” adecuadas.Ese mismo año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalaba que en el mundo se estaban practicando demasiadas cesáreas, ya que los nuevos estudios habían revelado que “el número de muertes maternas y neonatales disminuye cuando dicha tasa se acerca al 10%, pero no hay pruebas de que las tasas de mortalidad mejoren cuando se supera esa cifra”.
España, por tanto, supera con creces la recomendación de la OMS, aunque el porcentaje se dispara en la sanidad privada (35%), a gran distancia de la pública (22%), como ha denunciado El Parto es Nuestro, que considera que en nuestro país se practican cesáreas a la carta o que no responden al bienestar de la parturienta y su prole. Hace dos años, publicaban el informe Nacer en horario laboral, que básicamente señalaba eso mismo: los nacimientos tienen lugar, sobre todo, de lunes a viernes.
Campaña de El Parto Es Nuestro contra la violencia obstétrica y la maniobra de Kristeller. / XIMENA SILVA
Tomando como referencia la Comunidad de Madrid, cuyos datos podrían ser extrapolables a otras regiones, la asociación criticaba la planificación de los partos por razones de agenda. Según datos del INE recogidos entre 1975 y 2010, era infrecuente nacer en un día festivo y, especialmente, en fechas señaladas como el 1 y el 6 de enero, el 15 de agosto, el 12 de octubre, y el 24 y 25 de diciembre.
“Estas cifras indican que los partos son inducidos y que las cesáreas se programan por razones organizativas”, asegura Elena Gil, quien explica por qué se practican más cesáreas en unos hospitales que en otros. “En la sanidad pública, te atiende una matrona y en la privada, tu ginecólogo, quien suele programar el parto tanto por sus necesidades como por la confianza que ha generado con la embarazada”.

Partos inducidos y cesáreas programadas

La tasa de cesáreas en España, según la portavoz de El Parto es Nuestro, se mantiene estable y tiende a reducirse. “El caballo de batalla son las inducciones, porque no se deja que el embarazo siga su curso. De ese modo, se normaliza la inducción en la semana cuarenta —cuando puede durar dos más—, lo que implica el uso de fórceps y ventosas, al tiempo que resulta más complicado llevarlo a cabo sin anestesia epidural, con lo que eso conlleva”.
La situación, a su juicio, ha mejorado: “Hace quince años se escuchaban atenciones al parto que aterrorizaban”, recuerda Gil. Por no hablar de cuando parió su madre, quien no guarda un especial recuerdo de su paso por una abarrotada sala de dilatación. “Entonces, el llamado parto sin dolor consistía en que te dormían y, cuando te despertaban, tenían al bebé en brazos. De ese modo, se producía una disociación y una ruptura en el proceso de vínculo. Por supuesto que hemos avanzado, basta pensar en los casos de bebés robados, que se llevaban a cabo en esas circunstancias”.

En cuanto a las
 cesáreas programadas, explica que conviene distinguir entre la asistencia pública y la privada, pues estima que mientras que en los primeros hospitales se llevan a cabo en el 20-25% de los partos, en los segundos pueden llegar a alcanzar el 45%. “En este contexto, la paciente es el centro de la asistencia y prima su autonomía, pero la propia mujer piensa que la cesárea le va a garantizar la seguridad y que con la operación todo irá bien”, explica el coordinador de la Unidad de Medicina Fetal del Hospital Virgen de la Arrixaca (Murcia).Juan Luis Delgado
, presidente de la sección de Medicina Perinatal de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), deja claro que actualmente la maniobra de Kristeller no está indicada, pues fuerza el suelo pélvico y carece de sentido practicarla. “Cuando la mujer está agotada, hay que ayudarla presionando el fondo del útero para corregir la posición del bebé y enderezarlo. Ahora bien, rechazamos de plano que un profesional se suba encima de ella para empujar con fuerza, pues aumenta la posibilidad de desgarro uterino y la rotura de vísceras”.
“Entonces se produce un choque entre la decisión y la evidencia científica, pues la cesárea no garantiza el bienestar del feto y tiene unas secuelas a corto plazo para la madre”, advierte Delgado, quien saca a colación una de las razones del aumento de las cesáreas: el incremento de demandas a los profesionales: “Las pacientes no asumen ninguna adversidad que pueda producirse en el paritorio —porque puede haber problemas no achacables a la asistencia al parto— y buscan a un culpable, lo que genera una tensión en el gremio y, consecuentemente, un aumento de la tasa de cesáreas”. Es decir, el especialista en Medicina Perinatal achaca muchas operaciones quirúrgicas “a la presión de la paciente y a la aplicación de una medicina defensiva”.

Cortar por lo sano: las episiotomías

Elena Gil se muestra optimista respecto a la episiotomía: “Cuando escucho a nuestras madres, alucino, porque antes era una práctica generalizada, si bien se han reducido drásticamente. Del 90% hemos pasado a un 40%, una tasa que sigue siendo alta, aunque supone un avance importante”. Juan Luis Delgado, quien antes distinguía entre los centros médicos públicos y privados, también discrimina los centros médicos por su tamaño. “En los hospitales más grandes, hay menos episiotomías y cesáreas, mas no se puede generalizar. En todo caso, los resultados son mejores porque hay más servicios y mayores equipos”.
Juan Luis Delgado y Dolores Ruiz Berdún.
La portavoz de El Parto es Nuestro insiste en la idea de que “los ginecólogos intervienen como si el parto fuese un problema, mientras que las matronas tienen una visión más fisiológica del parto, si bien es verdad que la situación está cambiando”. Ricoy, la activista matriarcal, considera que la intervención es excesiva y se produce, incluso, con el visto bueno de las parturientas: “Los médicos cuentan con el beneplácito de muchas de nosotras por una cuestión educativa y cultural: Me han salvado, piensan. La complicidad existente es terrible”.

“En cambio, si no es muy importante, como no incapacita a ojos de la sociedad, no pasa nada. La mujer debe asumirlo, porque es el precio o el peaje a pagar por tener un bebé”. Ricoy —quien no acostumbra a hablar de parto natural, sino de parto fisiológico— también carga contra las parejas que miran hacia otro lado: “He visto a maridos que intentaban acallar las quejas de su pareja, como la imposibilidad de practicar sexo, argumentando razones del tipo:
 Pero el bebé está muy bien, ¿verdad?”.Las secuelas de una episiotomía pueden ser físicas, mas también psicológicas. “Las mujeres, en general, tienen problemas, pero el abanico de la gravedad es amplio y su tiempo varía. Sobre todo en el posparto, pueden sufrir dolores durante el coito [dispareunia o coitalgia] e incontinencia urinaria e, incluso, fecal”, detalla Elena Gil, quien señala que esos casos requieren la intervención de fisioterapeutas y la aplicación de otros tratamientos.
Juan Luis Delgado asegura que se practican las episiotomías estrictamente indispensables. “Cuando nos ayudamos con ventosas o fórceps, la episiotomía sistemática no es necesaria. No hay que acelerar los tiempos, ni forzar el parto, ni hacer maniobras intempestivas. Ésa es la tendencia actual, porque a veces el corte es un factor predisponente para el desgarro”. El presidente de la sección de Medicina Perinatal de SEGO lo tiene claro: “Hay que explorarla continuamente y dejar que evolucione. Sólo debe practicarse cuando sea necesario, por ejemplo cuando haya una barrera que impida que el niño salga con normalidad. El problema es que a veces no queda otra solución, si bien no hay tanta incidencia: son excepcionales”.
Patricia, la embarazada que fue sometida a una cesárea después de que supuestamente le indujesen el parto con la maniobra de Hamilton, cree que la sociedad ignora el sufrimiento de muchas mujeres. “La violencia obstétrica está muy arraigada y naturalizada. Aunque todos hemos oído casos a familiares o amigas, muchos lo ven como algo normal y necesario”, opina. “Cuando hay un nacimiento, para ellos lo único importante es que el bebé y la mamá estén vivos, quitándole hierro al resto de detalles, ¡cómo si así ayudarán!”, se queja. “No le dan importancia a las secuelas que ese hecho va producir en la vida de la mujer —y que, en la mayoría de los casos, va a vivir en silencio —, ni tampoco a los efectos negativos que esos actos pueden producir en el bebé, a corto o largo plazo”.
Delgado, en cambio, opta por la prudencia. Entiende, por ejemplo, que la incontinencia no tiene por qué ver con la episiotomía, pues a su juicio intervienen otros factores: el propio proceso del embarazo, el tamaño del bebé e incluso un desgarro natural causado por la lesión de algún músculo que sostiene la pelvis.

El coordinador de la Unidad de Medicina Fetal del Hospital Virgen de la Arrixaca (Murcia) insiste en que los profesionales persiguen el bienestar de la madre, por lo que considera “agresivos” algunos comentarios al respecto de las defensoras de los
 derechos sexuales y reproductivos. Sin embargo, la matriactivista Jesusa Ricoy minimiza el enfado de los profesionales: “No me importa lo que les parezca a los ginecólogos, sino lo que sienten las madres”. Y no duda en ir más allá: “Ese discurso respecto a la violencia obstétrica me recuerda al de la violación, porque hay mujeres que se sienten violadas en una sala de partos. Si tanto respetas tu profesión, empieza a preguntarte por qué es así”.“Nos duele e incluso nos repugna esa terminología. Denominarla violencia obstétrica es absolutamente confrontacionista y creemos que no se pueden llevar las cosas a ese extremo”, afirma el miembro de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia. “Si una mujer tiene secuelas por una episiotomía, habrá que analizar si ésa ha sido verdaderamente la causa”.

EL SER HUMANO ES UN ANIMAL Y TIENE CONCIENCIA...PORQUE LOS DEMÁS NO LA VAN A TENER.......................

¿Tienen conciencia los animales?

Dirección de producto, Inra
Investigador, Inra
En 2012, científicos de todos los ámbitos, entre ellos el célebre físico Stephen Hawking, afirmaban con voz unánime que los animales estaban dotados de conciencia. Así, en su Declaración de Cambridge sobre la conciencia, señalaban que “los humanos no son los únicos que poseen los sustratos neurológicos que producen la conciencia”. Desde entonces, se han llevado a cabo numerosos estudios sobre la cognición animal.
El pasado 18 de octubre de 2018, la editorial Quae publicó un libro que ofrece un balance sobre la cuestión de la conciencia de los animales. La obra sintetiza los resultados de un trabajo de evaluación multidisciplinarllevado a cabo por el Inra (Instituto Nacional de la Investigación Agronómica de Francia) a petición de la Unidad de “Salud y bienestar de los animales” de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
Los resultados de la evaluación se presentaron en mayo de 2017 ante los miembros de la red europea de bienestar animal. El informe completo se publicó en inglés en abril de 2017 (se puede consultar un resumen en español en el sitio web del Inra).
Para realizar este trabajo de evaluación, el Inra movilizó a 17 investigadores franceses de diversas disciplinas: biólogos, filósofos, sociólogos y juristas, que examinaron la bibliografía internacional en la materia y, finalmente, retuvieron 659 referencias. El análisis de esos textos y su síntesis inédita se presentan en esta publicación, y permitirán a los lectores ponerse al día sobre esta compleja cuestión.

Un nuevo enfoque de la conciencia

Para llevar a cabo este trabajo, en primer lugar ha sido necesario tomar como base el concepto de conciencia en los seres humanos, teniendo en cuenta las aportaciones recientes de la neurobiología en este ámbito (a este respecto, véase el libro del neuropsicólogo Antonio Damasio, L’Ordre étrange des choses. La vie, les sentiments et la fabrique de la culture). En el libro la conciencia se define del siguiente modo: “Experiencia subjetiva que el individuo tiene del entorno, su cuerpo y sus propios conocimientos”, que le confiere la habilidad de percibir el mundo y resolver problemas.
En su planteamiento clásico, la conciencia se presenta en función de dos componentes: el nivel y el contenido de conciencia. El nivel de conciencia se refiere a los estados de conciencia, que van desde el coma hasta la alerta. El contenido de la conciencia tiene que ver con la percepción subjetiva del entorno y de uno mismo, así como con la evaluación y el control de los estados mentales.
Para poner en funcionamiento esta conciencia, existen diferentes estructuras nerviosas que interactúan entre ellas y que se asocian a un núcleo central, encargado de gestionar las reglas de los ritmos biológicos, así como el estado de alerta. Dichas estructuras permiten la aparición de competencias cognitivas a veces complejas, como la atención, el aprendizaje, la memorización, las emociones y la evaluación de una situación. Un solo estímulo puede activar varias de esas estructuras, pero las interacciones entre ellas producen interpretaciones e intenciones y provocan acciones conscientes.
El resultado de esas interacciones presenta una complejidad mayor que la que se obtiene sumando las activaciones de esas diferentes estructuras. Esta propiedad emergente es lo que constituye la conciencia.
La tayra esconde sus plátanos para recuperarlos una vez que han madurado.  Foto: Ulrich Peters/Flickr
La tayra esconde sus plátanos para recuperarlos una vez que han madurado.  Foto: Ulrich Peters/Flickr

Conclusiones de los estudios recientes

Los estudios recientes, consultados en el marco de este trabajo de evaluación multidisciplinar, permiten poner en entredicho algunas afirmaciones sobre la incapacidad de los animales para ser conscientes de sí mismos, evaluar sus conocimientos o incluso tener recuerdos.
Los estudios disponibles sobre el comportamiento, las facultades cognitivas y la neurobiología también muestran, en general, la existencia de contenidos elaborados de conciencia en algunos animales, como los mamíferos y las aves. Para ilustrar esos contenidos, los autores del libro han decidido desarrollar diferentes facetas de los componentes de la conciencia, como las emociones, la metacognición, la gestión del tiempo, el comportamiento social y las interacciones con los humanos.
La posibilidad de evaluar el propio conocimiento, también denominada “metacognición”, se consideraba hasta hace poco como una competencia de nivel superior presente solo en el ser humano. Los nuevos dispositivos experimentales y los avances neurobiológicos han permitido, tras los trabajos de Smith sobre los delfines, mostrar que esta competencia también se da en varias especies de mamíferos terrestres (simios, roedores) o marinos (delfín) y en aves (paloma).
También se ha tenido durante mucho tiempo el convencimiento de que los animales estaban “atrapados” en su presente. Sin embargo, se ha demostrado, en algunas aves y algunos mamíferos, la existencia de una memoria episódica que permite al animal recordar episodios concretos, capacidad que se creía exclusivamente humana.
Por último, hay experimentos que demuestran que los animales pueden planificar sus actividades futuras. Por ejemplo, la tayra (Eira barbara), un mustélido de América Central y del Sur, oculta plátanos verdes y vuelve a buscarlos cuando ya están maduros.
Por su parte, las relaciones de los animales entre ellos y con el ser humano presentan una gran flexibilidad, ya que permiten una adaptación a múltiples situaciones. Así, por ejemplo, la chara californiana y la ardilla gris ponen en práctica estrategias para proteger sus escondites de comida mediante tácticas de confusión, construyendo escondites falsos que varían en función del público.
Por último, el individuo tiene la noción de sus compañeros y de las reacciones de estos: se trata de una “teoría de la mente”, que consiste en la capacidad de atribuir estados mentales a otros individuos. Por otra parte, se han observado en los animales ciertas formas de empatía (por ejemplo, el caso de las ratas que liberan a un congénere de su jaula) y de engaño (por ejemplo, dando información falsa a otros congéneres).

Un campo de investigación incipiente

En el marco de este trabajo de evaluación interdisciplinar, también ha sido necesario definir el papel funcional que desempeña la conciencia animal: esta parece permitir respuestas adaptadas a las diferentes situaciones y es, probablemente, fruto de adaptaciones específicas a los entornos en los que estos animales evolucionan.
Esta conciencia existe en numerosas especies y presenta características variables, que van desde una forma de conciencia limitada a unos pocos elementos, observada en algunos invertebrados, hasta una conciencia compleja, que se observa en grandes simios, y también en algunos mamíferos y aves. Sin embargo, no se ha demostrado que esta capacidad abarque el conjunto de las competencias que se dan en los humanos.
Esta síntesis de los trabajos actuales publicados sobre la conciencia animal ha permitido proponer vías de investigación para completar los conocimientos en la materia. Hoy en día, esos conocimientos todavía tienen carácter fragmentario y se basan en un número muy escaso de especies.
Conocer con mayor profundidad el universo mental de los animales permitiría mejorar el bienestar en los sistemas de ganadería e impulsar la reflexión ética sobre los animales de producción.

DE ALLI SE FUERON LOS MOLES A ARGENTINA EN 1911


Así eran las joyas prehistóricas de un poblado granadino de unos 7.000 años


El municipio de Montefrío en Granada guardaba un tesoro de entre 7.500 años y 4.500 años de antigüedad. Un equipo de científicos de la Universidad de Granada ha documentado los primeros objetos de adorno personal de la prehistoria reciente en el poblado de Los Castillejos, habitado hasta la época medieval.

<p>Algunos de los elementos dentados hallados en el yacimiento del poblado de Los Castillejos en Granada. / Claudia Pau et al.</p>
Algunos de los elementos dentados hallados en el yacimiento del poblado de Los Castillejos en Granada. / Claudia Pau et al.
Durante el Neolítico, las poblaciones ya manejaban la piedra, y diseñaban y fabricaban joyas de diversos materiales, como las que se han encontrado en un poblado de Andalucía oriental, en el paraje de las Peñas de los Gitanos situado a 1.050 metros sobre el mar. Esta área fue habitada desde la prehistoria hasta la Edad Media. 

En el
 yacimiento, un equipo de científicos halló entre los años 1991 y 1994 varios objetos de adorno personal. Ahora los arqueólogos Claudia Pau y Juan A. Cámara Serrano de la Universidad de Granada han podido identificar seis categorías diferentes de adornos: colgantes, cuentas, elementos anulares y cónicos, alfileres y elementos dentadosEl poblado de Los Castillejos forma parte de un conjunto arqueológico más amplio y fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 1996 e incluye cuevas, abrigos, poblados y necrópolis entre las que destaca la necrópolis megalítica
En el estudio, publicado en la revista Arqueología, los expertos determinaron el uso y la antigüedad de cada una de las joyas en función de su morfología y los materiales empleados. 
Adornos personales
Adornos cónicos del Neolítico medio encontradas en Granada. / Claudia Pau et al.

Evolución de las joyas 

Según los científicos, varios tipos de objetos son recurrentes a lo largo del tiempo. “Aparecen en las fases más antiguas y desaparecen y vuelven a encontrarse en las fases más recientes, mientras que otras joyas caracterizan solo algunos periodos culturales”, señala a Sinc Claudia Pau. 

Así,
 los brazaletes en concha aparecen por primera vez en el Neolítico Medio (inicios del V Milenio A.C.) y continúan en todo el Neolítico reciente (hasta el último tercio del IV Milenio A.C.). El estudio recalca que esta distribución cronológica de los brazaletes de concha puede tener importantes implicaciones para la datación de las primeras fases de utilización de contextos megalíticos donde estos brazaletes suelen ser frecuentes. Es el caso de los diseños fabricados con conchas. “Los elementos anulares en piedra caracterizan el sexto milenio antes de cristo, mientras que los brazaletes en concha son más recientes”, apunta la experta. 
“Por ello, podemos proponer que muchos sepulcros megalíticosestuvieron en uso por lo menos desde el Neolítico final. Además, hay tipologías que están presentes solo en los niveles más recientes, como las cuentas bitroncocónicas (con formas en plano circular)”, aclaran los autores. 
Los arqueólogos apreciaron además un cambio en la forma de los colgantes rectangulares; “desde formas muy irregulares en las etapas más antiguas se pasará a formas subrectangulares con los ángulos redondeados y finalmente a formas más rectas en los ejemplares más recientes”. 
“Las formas y las trazas de uso permiten señalar que las cuentas, los colgantes y algunos elementos anulares se utilizarían para confeccionar adornos complejos como collares y pulseras, o para decorar la cabeza o las vestimentas, mientras que otros elementos anulares se utilizarían como adornos para las muñecas, los antebrazos o los tobillos”, concluyen. 
Referencia bibliográfica: 
Claudia Pau y Juan A. Cámara Serrano. “Los primeros objetos de adorno personal de la prehistoria reciente del poblado de Los Castillejos en Las Peñas de los Gitanos (Montefrío, España)” Arqueología 2018