viernes, 16 de noviembre de 2018

THE BIG SPANISH SHOAH


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CreditGracia Lam
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Cuando mi hermano se acercaba al final de una recuperación tranquila y rápida de una reciente operación de baipás a corazón abierto debido a un bloqueo del 80 por ciento en la arteria más importante del corazón, retomó un hábito de muchos años: beber muchas tazas de café cargado al día. Me opuse, pero él insistió en que la cafeína no le afectaba, es decir, no le impedía dormir.
Sin embargo, cuando me percaté de la facilidad con que se molestaba o irritaba por situaciones menores muchas veces en un día, decidí investigar qué se sabe sobre los efectos de tener tanta cafeína en el cuerpo y si podría contribuir al padecimiento de efectos perjudiciales de estrés en el corazón.
La cafeína es por mucho la droga sin receta que más se vende en Estados Unidos, pues la consumen de manera regular unos noventa millones de adultos al día en café, té, refrescos y bebidas energéticas y en algunos medicamentos con receta y de venta libre.
Las cantidades pueden variar de forma significativa. Una taza de 237 mililitros de café preparado puede contener entre 95 y 165 miligramos de cafeína, mientras que una taza de café instantáneo tiene 63 miligramos. Un café expreso de 29 mililitros tiene entre 47 y 64 miligramos; 237 mililitros de té negro, entre 25 y 48 miligramos; 237 mililitros de té verde, entre 25 y 29 miligramos; 237 mililitros de refresco de cola, entre 24 y 46 miligramos, mientras que una bebida energética de 355 mililitros puede tener hasta 300 miligramos. Se pueden encontrar cantidades mucho más pequeñas en el chocolate, el café descafeinado, algunos dulces e incluso en algunos alimentos como los waffles.
No quiero que me malinterpreten: no estoy en contra de la cafeína. Bebo unas dos tazas y media de café con cafeína al día, “rebajado” con mucha leche. Además, en algunas ocasiones me como algunos granos de café cubiertos de chocolate como refrigerio.
En dosis moderadas, la cafeína tiene efectos positivos para la mayoría de las personas. Es un estimulante del sistema nervioso central que aumenta el estado de alerta, alivia la fatiga y mejora la concentración y el enfoque. Para la gente que participa en actividades deportivas, puede mejorar el rendimiento. Incluso puede fomentar la pérdida de peso, pues de forma temporal elimina el apetito y provoca que el cuerpo produzca calor y energía al momento de digerir la comida. Consumido con moderación, el café incluso ha estado relacionado con la reducción del riesgo de padecer varios tipos de cáncer.
Si no fuera por la cafeína, sospecho que habría más accidentes de gente que se queda dormida detrás del volante. No me atrevo a conducir distancias largas sin una taza de café a la mano, y a menudo me tomo una taza antes de ir a un concierto, a la ópera o a una obra de teatro. Sin embargo, también sé que no debo tomar en exceso para no volverme tolerante al efecto estimulante de la cafeína y que ya no me ayude a permanecer despierta cuando en verdad lo necesito.
La Administración de Alimentos y Medicamentos aconseja una ingesta diaria máxima de 400 miligramos, la cantidad que tienen dos o tres tazas de café con cafeína, según la marca y el tostado. No obstante, ¿qué sucede si, como mi hermano, consumes seis o más tazas de café al día? Aunque no te altere el sueño, esa cantidad de cafeína se ha asociado con un ritmo cardiaco irregular, presión alta, nerviosismo, irritabilidad y ansiedad, todo lo que puede tener efectos inadecuados en la función cardiovascular.
La cafeína incrementa la secreción de la principal hormona productora de estrés en el cuerpo, el cortisol, mejor conocido por provocar una respuesta instintiva cuando percibes una amenaza o una crisis. Cuando el hipotálamo y la glándula pituitaria estimulan las glándulas suprarrenales, estas producen cortisol, el cual desvía otras funciones corporales a fin de que haya una respuesta pronta y eficaz ante el estrés o el peligro.
Una sacudida repentina de cortisol provoca un aumento en la presión arterial, en la velocidad del ritmo cardiaco y en el nivel de energía, lo cual sin lugar a dudas permitió que algunos de los primeros humanos escaparan de más de un león hambriento que los pudiera estar persiguiendo. En la actualidad, solo unos cuantos debemos preocuparnos de ser presas de una bestia salvaje. No obstante, muchas personas viven en un estado casi constante de estrés bioquímico, con el sistema de alarma del cuerpo encendido a máxima potencia todo el día.
Un flujo constante de demasiado cortisol puede dar como resultado una variedad de problemas de salud, entre ellos ansiedad, depresión, problemas de memoria, concentración y sueño, así como aumento de peso y —en efecto, querido hermano— enfermedades cardiacas.
Aunque las respuestas del cortisol a la cafeína son reducidas en gente que lo consume todos los días, no se eliminan, como lo demostró un ensayo controlado que realizó un equipo de investigación multidisciplinaria. En un informe publicado en 2005 en la revista Psychosomatic Medicine, el equipo dirigido por William R. Lovallo, experto en estrés del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oklahoma, concluyó que “las elevaciones crónicas de la secreción de cortisol podrían tener consecuencias en la salud a largo plazo”.
Entre los posibles efectos perjudiciales que enlistó el equipo se encuentran una serie de respuestas alteradas del sistema inmunitario y del sistema nervioso central, déficits de la memoria y cambios cerebrales en el funcionamiento del lóbulo frontal y del sistema límbico involucrados en factores críticos como la resolución de problemas, el juicio, la motivación, la atención, la memoria, el aprendizaje, las emociones y la empatía.
Para la gente que está en riesgo de padecer una enfermedad cardiaca, tal vez el efecto adverso más grave del consumo excesivo de cafeína es su capacidad de elevar la presión arterial. Como lo informó el equipo de Lovallo, “la ingesta diaria de cafeína no erradica la respuesta de la presión arterial a la cafeína”, incluso en hombres y mujeres jóvenes y saludables.
Otros estudios han demostrado que, en gente con hipertensión o que está en riesgo de desarrollarla, las respuestas del cortisol a la cafeína son exageradas. En un primer estudio, Lovallo y sus colegas encontraron que “los hipertensos limítrofes y las personas que tienen un historial familiar positivo tienen respuestas más rápidas y prolongadas del cortisol a la cafeína que las personas de bajo riesgo”.
Mi hermano está en tratamiento por hipertensión desde hace mucho tiempo y ahora está muy consciente de que debe mantener una dieta baja en sodio. Sin embargo, tal vez sería aun más útil si también redujera la cantidad de cafeína que consume de forma regular y remplazara ese café con cafeína por un descafeinado, una sugerencia que rechazó de manera categórica cuando se la propuse.
Desde entonces, he encontrado otra razón cardiovascular para que mi hermano y otras personas consideren reducir la cantidad de cortisol que viaja por su torrente sanguíneo de forma rutinaria. En un estudio de 2012 hecho en el Reino Unido con 466 hombres y mujeres saludables de un promedio de 62 años de edad, sin antecedentes o señales de enfermedades coronarias, se encontró que en el 40 por ciento de los sujetos que reaccionaron a una tarea estresante con un aumento significativo del cortisol se incrementaron de manera importante los depósitos de calcio en las arterias coronarias en el transcurso de tres años. Los altos niveles de calcio están asociados con una mayor cantidad de placa arterial y un mayor riesgo de infarto.
Incluso en una muestra de mujeres jóvenes y saludables, los investigadores encontraron que había una relación entre el aumento de la presión sanguínea por estrés y un incremento del 24 por ciento en la probabilidad de desarrollar depósitos de calcio en las arterias coronarias trece años después.
Así que, como sucede con la mayoría de las cosas buenas de la vida, con la cafeína, la moderación es la clave para maximizar los beneficios y al mismo tiempo minimizar los riesgos.

IGUAL TE SEGUIRÁN ENGAÑANDO EN EL PESAJE

Un científico pesa en una báscula en 1929

Desde hoy el kilo dejará de ser lo que conocemos

La Conferencia Internacional de Pesos y Medidas votará hoy la redefinición histórica del Sistema Internacional de Unidades que afectará al amperio, al kelvin, al mol y al kilogramo


Cuando cualquiera pide un kilo de naranjas en la frutería o se sube a una báscula y observa con terror cómo ha aumentado su peso tras las vacaciones, no se suele plantear qué es, en realidad, un kilogramo. ¿Por qué pesa lo que pesa? ¿Qué se toma de referencia? ¿Quién decidió que fuera la unidad básica de masa? Los que tengan frescos los conocimientos de la escuela podrán contestar que esta medida se define como «la masa de un decímetro cúbico de agua destilada a la altura del mar y a cuatro grados centígrados de temperatura». Sin embargo, debido a lo complicado que era reproducir estas condiciones en un laboratorio, se decidió crear, allá por el siglo XIX un molde, un «kilo perfecto» en forma de cilindro, construido a partir de una aleación de platino e iridio, que serviría de muestra ideal para otros prototipos que se repartirían por el mundo. Así es como nació en 1889 el «Gran Kilo» («le Grand Kilo» en francés, también llamado «Gran K», «prototipo internacional del kilogramo» para los científicos e IPK por sus siglas en inglés), que ha sido la referencia de la unidad básica de masa durante 129 años. Hasta hoy, que será relevado por la física cuántica.
Los expertos en metrología llevan advirtiendo durante décadas que, al contrario de lo que la lógica pueda dictar, a pesar de los esfuerzos por conservarlo intacto protegido por tres urnas y alejado del gran público,el «Gran K» ha variado de masa. En concreto, debido a razones que los científicos no consiguen explicar del todo, el IPK ha perdido en un siglo alrededor de 50 microgramos, el peso de un copo de nieve. Y, por insignificante que parezca, con el actual desarrollo de la ciencia -con las teorías cuánticas a la cabeza- y la tecnología -como el Big Data o la nanomedicina-, esta pequeña diferencia puede suponer todo un abismo.

El futuro necesita precisión

«Con el actual grado de desarrollo, no nos podemos fiar de un objeto del siglo XIX que fluctúa. Solo hay que imaginar lo que supone en tecnologías tan precisas como el GPS o la radiación de tumores un ligero cambio, aunque sea mínimo: se puede traducir en una diferencia de kilómetros o en curar o matar a una persona», explica José Manuel Bernabé, director del Centro Español de Metrología (CEM), quien habla con ABC desde Versalles, Francia, donde están reunidos desde el pasado martes representantes de todo el mundo con motivo de la vigésimo sexta Conferencia General de Pesos y Medidas. Un encuentro histórico [que puedes seguir en directo a través de este enlace] en el que hace unos días se acordó de antemano -para que no hubiera sorpresas y debido a la importancia del tema- votar hoy a favor de la mayor redefinición del Sistema Internacional de Unidades (SI) en base a las constantes fundamentales. Así, el kilogramo, la última unidad básica cuya referencia es un objeto físico, pasará a definirse por la constante de Planck, relacionada con la teoría de la mecánica cuántica. Y no será el único cambio: también se modificará cómo se mide el amperio (en base a la carga del electrón), el kelvin (tomando la constante de Boltzmann) y el mol (según la constante de Avogadro).
A pesar de que las constantes fundamentales suenen a complejas fórmulas matemáticas modernas, lo cierto es que llevan teorizándose desde el siglo XIX: el propio Max Planck, cuyos estudios definirán ahora el kilogramo, planteó la idea que lleva su nombre por primera vez en 1900. «El problema es que hasta ahora no teníamos el desarrollo científico y tecnológico para demostrar realmente estas constantes», explica Bernabé. Ya en 2007 se planteó formalmente la necesidad acuciante de cambiar estas unidades básicas. Se hizo un primer intento en 2011 y un segundo en 2014, pero la humanidad no estaba preparada. De hecho, incluso tampoco ha estado claro que el SI puediera redefinirse en la actual convención, ya que los últimos experimentos se realizaron el año pasado. «Las últimas pruebas coherentes que nos dieron unos valores aceptables terminaron en 2017, por lo que todo esto, aunque histórico, no se nos ocurrió ayer», señala el responsable de la delegación española en la conferencia.
El cambio, no obstante, no entrará en vigor hasta el próximo 20 de mayo de 2019, coincidiendo con el Día de la Metrología, que conmemora la primera reunión de este órgano en 1875. «Aunque no habrá casi consecuencias para el ciudadano de a pie, resulta un tremendo cambio para la comunidad científica, ya que contará con herramientas mucho más precisas para superar los retos que nos plantean las nuevas tecnologías. Podremos avanzar mucho más rápido», recalca Bernabé.

El segundo, próxima parada

Con la redefinición del SI -que solo afectará directamente al kilogramo, al amperio, al mol y al kelvin, aunque también será revisada la forma en la que están escritas las definiciones del segundo, el metro y la candela, para que sean «coherentes con las nuevas definiciones»-, surge la duda de si el cambio será permanente, como pensaron en su tiempo los creadores del Sistema Métrico Internacional (precursor de nuestro actual SI). «En teoría, las constantes fundamentales son inmutables y no se prevé ningún cambio. Se buscaba que fueran universales y, de hecho, lo son tanto que un marciano podría desarrollar un kilogramo de forma tan perfecta como nosotros en Madrid», dice medio en broma, medio en serio el director del CEM.

Sin embargo, todavía queda una unidad básica en el punto de mira: el segundo. «Ahora mismo su patrón son los ciclos de un átomo de cesio -medidos por relojes atómicos-. Pero los relojes ópticos son mucho más precisos, por lo que adoptarlos sería un salto exponencial para la ciencia y la tecnología», afirma Bernabé, quien de momento solo piensa en la votación de hoy en Versalles, que acabará con cómo conocemos esta medida desde hace más de un siglo. «Pero como con el kilo, hasta no estar seguros, no se redefinirá el segundo. Y eso probablemente no ocurra al menos hasta 2030», vaticina.
SIN EFICACIA PROBADA

Acupuntura, reiki, osteopatía, flores de Bach... ¿funcionan?

Repasamos cuatro de las pseudoterapias más populares que podrían quedar expulsadas de los centros sanitarios cuando el plan del Gobierno sea una realidad

Olga Pereda / Valentina Raffio
El 60% de los españoles creen que la acupuntrua funciona, según los datos de la Fundación para la Ciencia y Tecnología.
El 60% de los españoles creen que la acupuntrua funciona, según los datos de la Fundación para la Ciencia y Tecnología.
El Gobierno ha presentado su plan contra las pseudoterapias, que tiene por objetivo proteger la salud de las personas. Cuando el proyecto sea una realidad, las terapias alternativas estarán expulsadas de los centros sanitarios y las universidades. El listado que manejan los ministerios de Sanidad y Ciencia incluye más de cien prácticas pseudocientíficas, cuyos (presuntos) beneficios en la salud carecen de evidencia científica. Algunas terapias, sin embargo, gozan de prestigio social. Repasamos cuatro de las más populares.   

1. Acupuntura

¿Qué es? Insertar agujas por todo el cuerpo para mejorar la salud.
¿Cuál es su origen? La evidencia más antigua de esta práctica fue hallada en el corazón de Europa, aunque desde China se insiste en que es originaria de Oriente. La leyenda cuenta que un soldado que luchaba en la guerra de Mongolia -año 2600 a.C.- fue alcanzado por una flecha. No solo no le mató sino que le curó de una enfermedad. En la antigua China se pensaba que las enfermedades eran causadas por demonios dentro del cuerpo humano, así que insertar agujas en el cuerpo podría matar a los demonios.
¿En qué se basa? La acupuntura -que tiene muchas escuelas- está basada en el 'qi', (supuesto) flujo de energía vital. Siguiendo esta teoría, las enfermedades son debidas a desajustes en dicho flujo y el reto de la acupuntura es pulsar los puntos clave para reajustar el 'qi'.
¿Funciona? En 2003, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe en el que se decía que la acupuntura era eficaz en 28 afecciones, desde las náuseas hasta el derrame cerebral. Sin embargo, después se comprobó que el estudio de la OMS fue extremadamente engañoso: demasiados ensayos considerados, muchos de los cuales eran procedentes de China, según destacan el catedrático de Medicina Edzard Ernest y el periodista científico Simon Singh en su ensayo '¿Truco o tratamiento? La medicina alternativa a prueba' (editado en España por Capitán Swing). A día de hoy lo que se sabe es que no hay evidencia científica del 'qi' y que la acupuntura funciona como placebo para una amplia gama de afecciones. “Un tratamiento que depende tanto del efecto placebo es esencialmente un tratamiento falso. La acupuntura funciona solo porque hay pacientes que tienen fe en esa práctica”, concluyen los autores de '¿Truco o tratamiento?'

2. Reiki

¿Qué es? Colocar las manos encima del cuerpo del paciente.
¿Cuál es su origen? Lejos de ser una técnica milenaria, fue inventada en 1922 por el japonés Mikao Usui, que durante un peregrinaje por un monte de Kioto alcanzó un estado de iluminación y aprendió “milagrosamente” la técnica, explica Luis Alfonso Gámez, divulgador, periodista científico de 'El Correo' y socio fundador de Círculo Escéptico.
¿En qué se basa? En la llamada energía universal que tiene cada persona (la ciencia no ha demostrado su existencia). Sus defensores aseguran que equilibra la energía, desbloquea emociones, ayuda a superar miedos y nos conecta con nosotros mismos.
¿Funciona? No. Una niña de 11 años, Emily Rose, desmontó el mito y en 1998 se convirtió en el autor más joven que ha firmado un artículo de investigación en la prestigiosa revista de la Asociación Médica Americana. El reiki no tiene beneficio alguno sobre la salud y tampoco efectos secundarios.

3. Osteopatía

¿Qué es? Un masaje que, según sus promotores, “recupera el equilibrio mecánico del conjunto de los tejidos corporales musculoesqueléticos, nerviosos, viscerales y circulatorios”.
¿Cuál es su origen? El precursor de la osteopatía fue el estadounidense Andrew Taylor Still. Al final de la guerra de Secesión, una epidemia de meningitis mató a tres de sus hijos y se empezó a cuestionar la medicina convencional, “basaba en fármacos de dudosa eficacia, remedios que él siempre consideró tóxicos y nocivos para el organismo”, según ROE (Registro de los Osteópatas de España). Intentó buscar una nueva medicina más acorde a las leyes de la naturaleza y a partir de 1874 empezó a ejercer una medicina basada en el enfoque manual que denominó osteopatía.
¿En qué se basa? De acuerdo con la osteopatía, el estado de los huesos, músculos y articulaciones tiene repercusión en el resto del cuerpo humano. De este modo, un osteópata “corrige problemas de equilibrio y movilidad en la estructura ósea y muscular de nuestro cuerpo para, por ejemplo, mejorar el riego sanguíneo y curar una dolencia en el estómago”. 
¿Funciona? El Grup de Recerca en Comunicació Científica (GRECC) recuerda que parte de los principios bajo los que Still concibió la osteopatía han sido probados falsos a lo largo del siglo XX. De acuerdo con las críticas, la osteopatía no tiene ningún beneficio que no tenga cualquier otro tipo de masaje terapéutico.

4. Flores de Bach

¿Qué es? Un conjunto de 38 preparados artesanales no farmacológicos, elaborados a partir de una maceración de flores en agua a las que se añade brandy como conservante.
¿Cuál es su origen? El médico Edward Bach (Inglaterra, 1886) consideraba que las dolencias eran una manifestación física de los desequilibrios emocionales y se dedicó a buscar remedios en las plantas.
¿En qué se basa? La Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico deja claro que la terapia floral “no tiene como objetivo actuar sobre la dolencia directamente, sino sobre la forma de ver la vida que tiene el paciente y su estado de ánimo”. Para ello, Bach realizó una clasificación de siete actitudes causantes de problemas de salud. Entre ellos, el temor, la apatía y la sociedad.
¿Funciona? El Grup de Recerca en Comunicació Científica asegura que los principios de preparación de estos remedios son similares a los de la homeopatía, aunque su preparación se basa en diluciones más bajas. “Los estudios -concluyen- han demostrado la ausencia de principios activos en las plantas usadas y, por tanto, su capacidad de producir efectos resulta nula”. Por otro lado -recuerda el GRECC- estos preparados contienen una proporción importante de alcohol, que se usa como conservante y que puede contribuir a cierto efecto placebo.