Cuando mi hermano se acercaba al final de una recuperación tranquila y rápida de una reciente operación de baipás a corazón abierto debido a un bloqueo del 80 por ciento en la arteria más importante del corazón, retomó un hábito de muchos años: beber muchas tazas de café cargado al día. Me opuse, pero él insistió en que la cafeína no le afectaba, es decir, no le impedía dormir.
Sin embargo, cuando me percaté de la facilidad con que se molestaba o irritaba por situaciones menores muchas veces en un día, decidí investigar qué se sabe sobre los efectos de tener tanta cafeína en el cuerpo y si podría contribuir al padecimiento de efectos perjudiciales de estrés en el corazón.
La cafeína es por mucho la droga sin receta que más se vende en Estados Unidos, pues la consumen de manera regular unos noventa millones de adultos al día en café, té, refrescos y bebidas energéticas y en algunos medicamentos con receta y de venta libre.
Las cantidades pueden variar de forma significativa. Una taza de 237 mililitros de café preparado puede contener entre 95 y 165 miligramos de cafeína, mientras que una taza de café instantáneo tiene 63 miligramos. Un café expreso de 29 mililitros tiene entre 47 y 64 miligramos; 237 mililitros de té negro, entre 25 y 48 miligramos; 237 mililitros de té verde, entre 25 y 29 miligramos; 237 mililitros de refresco de cola, entre 24 y 46 miligramos, mientras que una bebida energética de 355 mililitros puede tener hasta 300 miligramos. Se pueden encontrar cantidades mucho más pequeñas en el chocolate, el café descafeinado, algunos dulces e incluso en algunos alimentos como los waffles.
No quiero que me malinterpreten: no estoy en contra de la cafeína. Bebo unas dos tazas y media de café con cafeína al día, “rebajado” con mucha leche. Además, en algunas ocasiones me como algunos granos de café cubiertos de chocolate como refrigerio.
En dosis moderadas, la cafeína tiene efectos positivos para la mayoría de las personas. Es un estimulante del sistema nervioso central que aumenta el estado de alerta, alivia la fatiga y mejora la concentración y el enfoque. Para la gente que participa en actividades deportivas, puede mejorar el rendimiento. Incluso puede fomentar la pérdida de peso, pues de forma temporal elimina el apetito y provoca que el cuerpo produzca calor y energía al momento de digerir la comida. Consumido con moderación, el café incluso ha estado relacionado con la reducción del riesgo de padecer varios tipos de cáncer.
Si no fuera por la cafeína, sospecho que habría más accidentes de gente que se queda dormida detrás del volante. No me atrevo a conducir distancias largas sin una taza de café a la mano, y a menudo me tomo una taza antes de ir a un concierto, a la ópera o a una obra de teatro. Sin embargo, también sé que no debo tomar en exceso para no volverme tolerante al efecto estimulante de la cafeína y que ya no me ayude a permanecer despierta cuando en verdad lo necesito.
La Administración de Alimentos y Medicamentos aconseja una ingesta diaria máxima de 400 miligramos, la cantidad que tienen dos o tres tazas de café con cafeína, según la marca y el tostado. No obstante, ¿qué sucede si, como mi hermano, consumes seis o más tazas de café al día? Aunque no te altere el sueño, esa cantidad de cafeína se ha asociado con un ritmo cardiaco irregular, presión alta, nerviosismo, irritabilidad y ansiedad, todo lo que puede tener efectos inadecuados en la función cardiovascular.
La cafeína incrementa la secreción de la principal hormona productora de estrés en el cuerpo, el cortisol, mejor conocido por provocar una respuesta instintiva cuando percibes una amenaza o una crisis. Cuando el hipotálamo y la glándula pituitaria estimulan las glándulas suprarrenales, estas producen cortisol, el cual desvía otras funciones corporales a fin de que haya una respuesta pronta y eficaz ante el estrés o el peligro.
Una sacudida repentina de cortisol provoca un aumento en la presión arterial, en la velocidad del ritmo cardiaco y en el nivel de energía, lo cual sin lugar a dudas permitió que algunos de los primeros humanos escaparan de más de un león hambriento que los pudiera estar persiguiendo. En la actualidad, solo unos cuantos debemos preocuparnos de ser presas de una bestia salvaje. No obstante, muchas personas viven en un estado casi constante de estrés bioquímico, con el sistema de alarma del cuerpo encendido a máxima potencia todo el día.
Un flujo constante de demasiado cortisol puede dar como resultado una variedad de problemas de salud, entre ellos ansiedad, depresión, problemas de memoria, concentración y sueño, así como aumento de peso y —en efecto, querido hermano— enfermedades cardiacas.
Aunque las respuestas del cortisol a la cafeína son reducidas en gente que lo consume todos los días, no se eliminan, como lo demostró un ensayo controlado que realizó un equipo de investigación multidisciplinaria. En un informe publicado en 2005 en la revista Psychosomatic Medicine, el equipo dirigido por William R. Lovallo, experto en estrés del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oklahoma, concluyó que “las elevaciones crónicas de la secreción de cortisol podrían tener consecuencias en la salud a largo plazo”.
Entre los posibles efectos perjudiciales que enlistó el equipo se encuentran una serie de respuestas alteradas del sistema inmunitario y del sistema nervioso central, déficits de la memoria y cambios cerebrales en el funcionamiento del lóbulo frontal y del sistema límbico involucrados en factores críticos como la resolución de problemas, el juicio, la motivación, la atención, la memoria, el aprendizaje, las emociones y la empatía.
Para la gente que está en riesgo de padecer una enfermedad cardiaca, tal vez el efecto adverso más grave del consumo excesivo de cafeína es su capacidad de elevar la presión arterial. Como lo informó el equipo de Lovallo, “la ingesta diaria de cafeína no erradica la respuesta de la presión arterial a la cafeína”, incluso en hombres y mujeres jóvenes y saludables.
Otros estudios han demostrado que, en gente con hipertensión o que está en riesgo de desarrollarla, las respuestas del cortisol a la cafeína son exageradas. En un primer estudio, Lovallo y sus colegas encontraron que “los hipertensos limítrofes y las personas que tienen un historial familiar positivo tienen respuestas más rápidas y prolongadas del cortisol a la cafeína que las personas de bajo riesgo”.
Mi hermano está en tratamiento por hipertensión desde hace mucho tiempo y ahora está muy consciente de que debe mantener una dieta baja en sodio. Sin embargo, tal vez sería aun más útil si también redujera la cantidad de cafeína que consume de forma regular y remplazara ese café con cafeína por un descafeinado, una sugerencia que rechazó de manera categórica cuando se la propuse.
Desde entonces, he encontrado otra razón cardiovascular para que mi hermano y otras personas consideren reducir la cantidad de cortisol que viaja por su torrente sanguíneo de forma rutinaria. En un estudio de 2012 hecho en el Reino Unido con 466 hombres y mujeres saludables de un promedio de 62 años de edad, sin antecedentes o señales de enfermedades coronarias, se encontró que en el 40 por ciento de los sujetos que reaccionaron a una tarea estresante con un aumento significativo del cortisol se incrementaron de manera importante los depósitos de calcio en las arterias coronarias en el transcurso de tres años. Los altos niveles de calcio están asociados con una mayor cantidad de placa arterial y un mayor riesgo de infarto.
Incluso en una muestra de mujeres jóvenes y saludables, los investigadores encontraron que había una relación entre el aumento de la presión sanguínea por estrés y un incremento del 24 por ciento en la probabilidad de desarrollar depósitos de calcio en las arterias coronarias trece años después.
Así que, como sucede con la mayoría de las cosas buenas de la vida, con la cafeína, la moderación es la clave para maximizar los beneficios y al mismo tiempo minimizar los riesgos.
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