viernes, 19 de febrero de 2010

LAS TRAMPAS DE PFIZER

Publicado por Miguel Jara el 18 de Febrero de 2010

En los últimos días numerosos medios de comunicación han publicado noticias sobre la falsificación de medicamentos, con cifras por cierto escandalosas. Todas provenían de una única fuente, la multinacional farmacéutica Pfizer, que hace unos años emprendió una campaña de marketing del miedo que esconde intereses que han de conocerse. De nuevo la habilidad con el marketing de una compañía ha conseguido que buena parte de los medios de comunicación masivos hayan participado, de buena fe o por ignorancia, en una campaña publicitaria a coste cero. Escribo la “habilidad” porque sin duda el laboratorio (número uno del mundo) ha sabido “tocar la fibra sensible” de la población (mass media mediante) con un tema real, el tráfico de medicamentos falsos es un hecho (y grave ya que pone en jaque la salud pública, como tantos fármacos legales, incluso del propio laboratorio impulsor de esta campaña de marketing del miedo).

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Pero ¿por qué Pfizer da a conocer el estudio que ha realizado sobre el estado de la falsificación de medicamentos en el mundo? ¿Qué persigue el laboratorio al difundir estas ”informaciones”? Medicamentos falsificados; un mercado negro en el que se comercian y que pone en peligro la vida de los ciudadanos; fallos en la distribución de fármacos que pueden provocar que una persona fallezca al no encontrar un medicamento indispensable; elevado número de muertes cada año por efectos adversos de los preparados farmacológicos. Éstas son tres situaciones reales provocadas en buena parte por los enormes intereses económicos que han crecido alrededor del negocio del medicamento. Pero al mismo tiempo son el medio perfecto para infundir temor en la población, una manera muy solvente de prepararla para venderle soluciones preparadas de antemano aunque lo que se cuente sólo sea la parte “humana” del asunto: que el 10% de los medicamentos que hay en el mercado son falsos y que por ello multitud de personas se hayan en peligro (cosa que repito es cierta, los medicamentos son productos tóxicos en sí mismos).

¿Quién no aceptaría la imposición de “tecnologías duras” por su propio bien ante una situación extrema? Que muchos medicamentos que hay en las farmacias sean peligrosos e ineficaces y que en nuestra sociedad estemos sobremedicados no importa tanto. Desde hace algunos años algunos laboratorios farmacéuticos desarrollan campañas de lobby (otros lo llaman comunicación) de diferente intensidad destinadas a crear ciertos temores para impulsar aplicaciones encaminadas a controlar absolutamente toda la cadena del medicamento, desde que sale del laboratorio, pasando por su tránsito en las farmacias, hasta que llega al botiquín casero.

El medicamento más falsificado del mundo es Viagra (de Pfizer). En enero de 2006 Pfizer realizó su primer envío del producto desde Francia a clientes de Estados Unidos con un etiquetado de identificación por radiofrecuencia (RFID):

“en su reciente iniciativa de lucha contra la falsificación en la industria farmacéutica, con el propósito de proteger la seguridad del paciente. [...] Las etiquetas de identificación por radiofrecuencia incorporan el código electrónico del producto en cada embalaje, caja y pallet de Viagra, y las farmacias y distribuidores mayoristas utilizan escáneres electrónicos, diseñados especialmente para este fin, que realizan transmisiones vía Internet hacia un website seguro de Pfizer”, explicaba una nota de prensa de esta compañía.

Las aplicaciones RFID se utilizan desde hace tiempo para el seguimiento de productos y personas mediante etiquetas que portan en su interior microchips que emiten radiofrecuencias que pueden ser recogidas y analizadas a cierta distancia por un aparato denominado transpondedor. Éste a su vez puede almacenar y enviar la información a otro punto mucho más lejano desde el que puede controlarse el objeto —o persona, insisto—, que se está siguiendo. Éste es pues uno de los intereses de Pfizer ocultos tras su presunto interés por la falsificación de medicamentos (entre ellos los suyos).

Menos reconocido es el objetivo de Pfizer de utilizar la tecnología RFID para eliminar, en la medida de lo posible, las denominadas “importaciones paralelas”. Ésta es una práctica legal que se produce cuando un distribuidor de la Unión Europea (UE), alemán, por ejemplo, compra lotes de cualquier fármaco en España, cuyo precio es más bajo, para luego venderlo en su país, cuyos precios son más caros y así obtener un beneficio extra. Las compañías farmacéuticas consideran que esto les provoca “pérdidas” (no ganancias) y presionan ante las autoridades de la Unión Europea para que se establezca un precio único para cada medicamento dentro de sus fronteras.
En breve seguiremos ofreciendo más datos paradójicos sobre este tipo de campañas.

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