miércoles, 18 de mayo de 2011

El cáncer ‘lava’ más blanco




Invertir en la lucha contra el cáncer es siempre una buena acción… o no. Ángel Suárez Flores, más conocido como ‘Cásper’, un delincuente español que alcanzó celebridad en 2001 tras robar varios valiosos cuadros a la empresaria Esther Koplowitz, había encontrado en tan loable fin la mejor manera de ‘lavar’ el dinero que obtenía con sus delictivas actividades. Pretendía, de hecho, blanquear gran parte de su último botín, de 50 millones de euros, invirtiendo en empresas farmacéuticas de Argentina, Venezuela y República Dominica que tienen en marcha tratamientos experimentales contra esta enfermedad. El dinero lo había conseguido presuntamente después de vender un alijo de 2.000 kilos de cocaína que él y su banda habían robado en octubre a un grupo de narcotraficantes en Alicante.

La Policía había detectado que en los últimos cuatro meses que ‘Cásper’ había viajado a estos tres países sudamericanos y a Camerún, país en el que supuestamente planeaba blanquear otra parte del botín participando en la construcción de un puerto de la localidad de Krivi, para hacer negocios que dejasen ‘muy blanco’ el botín. Por ello, los agentes que llevaban cerca de dos años tras sus pasos decidieron detenerlo el pasado 12 de mayo a él y a 21 integrantes de su banda. De este modo, evitaron que los millones acabaran fuera de España y, por tanto, del alcance de la Justicia.

Cuando la Policía y la Guardia Civil entraron a las 5.30 de la madrugada en el ático de lujo en el que vivía junto a su mujer y sus hijos en Majadahonda (Madrid), el delincuente dio muestras de su célebre frialdad. No opuso resistencia y, como se ve en el vídeo que Interior ha repartido a los medios de comunicación, ni siquiera parecía inmutarse cuando la policía registraba la casa. De hecho, según me recordaba uno de los agentes que estuvo presente en el arresto, para lo único que se dirigió a los miembros de las Fuerzas de Seguridad fue para preguntarles si la colaboración entre Policía y Guardia Civil funcionaba bien. Al parecer, no terminaba de creerse que hubiera agentes de ambos cuerpos juntos en su detención.

Lo que no sabía tampoco es que la crónica de su arresto comenzó a escribirse en junio de 2009, después de que la Policía sospechase de un viaje que hizo a Manilva, en la provincia de Málaga, desde donde se desplazaba con asiduidad a la cercana Algeciras (Cádiz). Los investigadores que intentaron controlar sus movimientos y los de sus hombres estaban convencidos de que el delincuente -considerado por los expertos policiales como uno de los ‘malos’ más inteligentes de nuestro país- preparaba un nuevo golpe. Pero, ¿cuál? Hasta entonces, se le consideraba el máximo experto en butrones a bancos, esa especialidad delictiva que consiste en abrir un agujero en las paredes blindadas de los bancos para saquear sus aparentemente invulnerables cajas fuertes.

Sin embargo, ‘Cásper’ y su gente habían cambiado para entonces de delito favorito y lo que en realidad estaban preparando era lo que términos policiales se conoce como ‘vuelco’, es decir, el robo de alijos de drogas a otros delincuentes, para lo que llegan a hacerse pasar por policías, con sus uniformes, armas y chapas incluidas. El supuesto alijo debía llegar a la localidad gaditana en un contenedor a bordo de un barco procedente de Costa Rica, pero no sabían -ni ellos ni la policía- en cuál. Dispuestos a todo para localizarlo, la banda decidió secuestrar al empreado de una empresa del puerto para que les señalase cuál era. ¿Cómo? Le torturaron y le llegaron a cortar con un hacha el dedo gordo del pie.

Sin embargo, la víctima nada sabía y nada pudo decirles, pero tan asustado quedó que no dijo a nadie quién le había secuestrado. A su familia le explicó que el apéndice lo había perdido tras un accidente con un coche en el puerto. Y al médico que le atendió, cuando podaba un árbol. De hecho, la policía tampoco supo de este secuestro hasta muchos meses después. En ese momento, para los agentes ‘Cásper’ simplemente había sido incapaz de dar el ‘vuelco’ de la cocaína y había regresado a Madrid con el rabo entre las piernas.

A partir de entonces, la Policía sometió a Ángel Suárez a un control tan estrecho como lo permitían sus elevadas medidas de seguridad, que incluían sofisticados sistemas electrónicos -incluidas cámaras ocultas en falsas ramas de árbol o camufladas en botones de camisas- como viajes de más de 500 kilómetros sólo para mantener reuniones de diez minutos o el cambio semanal de los teléfonos móvil. Para todo ello contaba con la ayuda de un numeroso grupo de colaboradores, entre ellos un español llamado Jorge experto en informática y un manitas en el arte de forzar cerraduras, un búlgaro que se había convertido en su mano derecha. También contaba con un grupo que ‘solucionaba’ los problemas y diferencias con otros delincuentes a mamporros y con amenazas.

Con uno de ellos, un joven domiciliado en Humanes (Madrid), ‘Cásper’ viajó el 28 de agosto de 2010 a Córdoba y cometió uno de sus primeros grandes errores. Agobiado por la falta de dinero tras el fracaso del golpe de Algeciras, Suárez supuestamente pretendía reunirse con un empresario de esta capital andaluza para ‘recordarle’ que le debía un dinero que le había prestado para un oscuro negocio. Lo que no sabía es que el amenazado había denunciado días antes las presiones y la Guardia Civil esperaba a los matones cerca del domicilio del empresario. Allí fue detenido Suárez cuando viajaba en un vehículo donde había pistola. Sin embargo, estuvo poco tiempo preso. Su joven acompañante dijo que el arma era suya y ‘Cásper’ salió bien parado. O eso creía él, porque a partir de ese momento la Guardia Civil se sumó a las pesquisas.

Con los dos cuerpos policiales coordinados, los seguimientos sobre los movimientos del célebre delincuente se estrecharon aún más. Así supieron que ‘Cásper’ y sus hombres habían conseguido por fin dar un ‘vuelco’ en el último puente de El Pilar en Alicante: era el alijo de 2.000 kilos de cocaína que en los siguientes meses revendieron por 50 millones de euros, según las estimaciones policiales. En enero, de hecho, todos los integrantes de la banda empezaron a gastar a manos llenas, incluido ‘Cásper’, que comenzó a viajar a todo lujo en busca de inversiones rentables a sus millonarios ingresos.

De hecho, cuando Policía y Guardia Civil decidieron detener a todos, en los registros de los domicilios de cada uno de los integrantes de la banda encontraron entre 30.000 y 40.000 euros en metálico para ‘sus gastos’. Era la parte del botín que Suárez supuestamente les había entregado por su ‘colaboración’. También hallaron once armas de fuego simuladas, dos auténticas y ocho placas policiales, así como varios uniformes de Policía y Guardia Civil supuestamente utilizados en los ‘vuelcos’. También recuperaron nueve dispositivos electrónicos de seguimiento por GPS con los que supuestamente controlaban a los narcos a los que pretendían robar, 30 ordenadores portátiles, 80 teléfonos móvil y numerosas microcámaras para ser utilizadas camufladas en los lugares más dispares. Además, encontraron un completísimo kit de butronero, incluido un traje ignífugo, 200.000 euros en metálico, 5.000 dólares y más de 100 vehículos de alta gama.

La investigación trata ahora de determinar el entramado empresarial creado supuestamente por la banda para blanquear el dinero de sus robos y, de hecho, ya ha bloqueado un gran número de inmuebles en las provincias de Madrid, Valencia y Guadalajara, así como diversos productos financieros. La lucha contra el cáncer, aunque ‘lave’ más blanco, tendrá que esperar.

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