Esta semana me he ido encontrando - y me consta que no he sido el único - a numerosos contactos compartiendo bulos de lo más variopinto en Twitter, blogs y, sobre todo, Facebook, que parece el servicio definitivo donde convergen todos los "fakes" que circulan por la red. Seguro que a muchos os sonará lo de los 56 días de Hollande o aquello de que en España hay 445568 "políticos profesionales", sin olvidar los típicos escritos con barbaridades que se atribuyen a un escritor de prestigio para darle más credibilidad (como uno en el que supuestamente Jose Luis Sampedro llama "hijo de p." a cierto político).
Lo más interesante es que, al menos en mi caso, me he encontrado que estos bulos han sido compartidos por gente inteligente y con criterio, con la que se puede hablar razonadamente. Siendo así ¿cómo es posible que en la era de internet, con tantas fuentes para poder contrastar rápidamente los datos estos bulos tengan tanto recorrido? ¿cómo en la era de los blogs, de la posibilidad de tener comentarios y con miles de ojos vigilando, estamos peor que cuando circulaban los powerpoints en las cadenas de correo?
Seguramente la primera causa es la predisposición que tenemos todos a otorgar verosimilitud a aquello que queremos creer, cuando nos dicen precisamente aquello que queremos escuchar. Y ahí todos podemos caer en la tentación de darle a ese compartir en el preciso instante en que hemos sido compensados con ese instante de reafirmación de nuestros prejuicios sobre cualquier tema. Si uno quiere creer que Hollande ha arreglado Francia y ha abierto miles de centros de investigación y guarderías apretando a las grandes empresas en un plis plas o que la crisis en España es culpa de los cientos de miles de políticos que nos cuestan dinero y que con quitarlos ya estará todo arreglado y el coste de compartirlo es tan bajo (un click), no es de extrañar la capacidad de viralidad de estos bulos.
No creas nada que no venga con los enlaces a las fuentes para poder contrastarlo
De un tiempo a esta tarde me he impuesto no otorgar carta de verosimilitud a ningún tipo de información que no venga acompañado de los enlaces a las fuentes de quien ha desarrollado la pieza para poder contrastar, profundizar y analizar la fiabilidad de lo que me están contando.
Y esta exigencia de enlaces no se agota en quien ha sido la fuente del -todavía presunto - bulo, esas páginas del tipo "nuevomediotovaiamasarmarillis
Si el medio o el blogger no me proporciona sus fuentes ya sea con enlaces o al menos citándolas, si no me explica cómo ha conseguido averiguar eso que afirma, por mi parte el contenido pasa a estar en "cuarentena" y no lo tomo por cierto hasta que informaciones posteriores lo confirmen más allá de la duda razonable.
Una era de información y contenidos "curados" por los usuarios
En una web en la que los contenidos llegan a nosotros porque "nos los descubren", el rol del usuario a la hora de compartir y emitir otras señales sociales (votar, comentar) cada vez es más relevante en el proceso completo de la información. Este ciclo no acaba ni mucho menos con la publicación, en ese momento empieza el escrutinio público y la distribución y cada vez vamos a necesitar mecanismos para que los desmentidos de los bulos afloren.¿Qué mecanismos tenemos a día de hoy? Para empezar siempre considero más fiable un contenido de un medio con comentarios abiertos y una pieza que haya pasado el filtro de los "curators" (perdón por el anglicismo, pero las traducciones "comisario" o "filtro" no me acaban de convencer) que tengo por referencia o de una comunidad tipo Menéame. En los sistemas de comentarios hecho de menos mecanismos de meritocracia como el que tenemos en Weblogs SL, la visibilidad la otorga la propia comunidad, de forma que si un comentario desmiente la noticia o la matiza, es muy probable que otros usuarios lo voten y lo sitúen el primero. También estoy pendiente de proyecto como Fixmedia, cuyo objetivo es precisamente "mejorar las noticias" con información adicional.
En todo caso, estos mecanismos son insuficientes a día de hoy. Una era en la que los ciudadanos son una pieza clave en la calidad y la distribución de la información debería llevarnos a potenciar el sentido crítico, a desarrollar mecanismos para filtrar y discriminar y para intentar tener la responsabilidad de que lo que distribuimos tiene al menos un alto grado de verosimilitud y podemos trazar el origen de la información. El disponer de enlaces a las fuentes para poder contrastarlo debería ser una primera base para conseguirlo.
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