Sólo con lavarse las manos se pueden reducir en un 50 por ciento las diarreas infantiles
Lavarse
las manos con agua y jabón puede reducir en un 50% las diarreas
infantiles y en un 25% las infecciones respiratorias, informó la OPS en
el Día Mundial de esta práctica, que este año lleva como lema "Ayuda
para que más niñas y niños lleguen a su 5° cumpleaños".
Según
datos aportados por la OPS, la influenza y neumonía y las enfermedades
infecciosas intestinales son, respectivamente, la tercera y cuarta causa
de muerte en menores de 5 años en América. Por año, alrededor de 190
mil niños de esa edad fallecen en la región.
Por eso, la OPS insiste en la práctica de lavarse las manos especialmente en los momentos críticos, es decir, después de usar el inodoro y antes de comer o preparar una comida.
Además, el lavado de manos es una de las 16 prácticas familiares claves para fomentar el crecimiento y desarrollo saludable de los niños menores de 5 años promovidas por la Organización Mundial de la Salud y Unicef.
Según datos de la Alianza Global entre los Sectores Público y Privado para Promover el Lavado de Manos (PPPHW, por sus siglas en inglés), en 2011 y a nivel global, las muertes de niños menores de cinco años se redujeron en 600.000 niños con respecto a 2008, cuando tuvo lugar la primera celebración del Día Mundial del Lavado de Manos, que pasó de realizarse en algunas ciudades a convertirse en un movimiento de todos los países.
De hecho, a partir del esfuerzo coordinado de los países de la región, las Américas lograron establecer en 2011 un récord Guinness: 740.870 personas se lavaron las manos al mismo tiempo, lo que permitió batir el récord anterior logrado por Bangladesh en 2009.
Los niños y escolares son los principales destinatarios del Día Mundial del Lavado de Manos ya que actúan como agentes de cambio al llevar a sus hogares y comunidades las buenas prácticas de higiene que aprenden en la escuela.
En esta línea, el ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires y la Dirección General de Cultura y Educación promovieron una jornada de concientización en las escuelas.
“Son los niños quienes padecen de manera desproporcionada de diarrea y enfermedades respiratorias, que en muchas ocasiones los lleva a la muerte”, explicó el ministro de salud provincial, Alejandro Collia.
"Lo bueno es que si desde las áreas de salud y educación de los gobiernos logramos, junto con los docentes, enseñarles a incorporar el hábito del lavado de manos con agua y jabón, ellos mismos pueden ser parte de la solución”.
El contacto con las bacterias y microorganismos presentes en las heces suele ser el inicio de múltiples infecciones.
“Se genera el circuito ano-mano-boca y es así como las personas nos contagiamos virus como el de la hepatitis y otros microorganismos que generan infecciones gastroinstestinales y respiratorias”, explicó Luis Crovetto, director provincial de Atención Primaria.
Crovetto recordó que cuando se desató la pandemia de gripe A H1N1 logró instalarse en la comunidad una mayor conciencia respecto del hábito de lavarse las manos con agua y jabón.
Sin embargo “con el desarrollo de la vacuna ese hábito que resulta tan económico como redituable para prevenir numerosas infecciones se fue diluyendo y ya no son tantos los que lo practican a diario”.
Los especialistas recordaron que no basta con mojarse un poco las manos: se trata de hacerlo a conciencia, con agua potable y jabón, frotando las palmas y dorsos de las manos y entre los dedos, además de las uñas y muñecas. Luego se debe enjuagar muy bien. Todo el procedimiento no debe durar menos de 30 segundos.
Uno de los momentos en los que hay que lavarse las manos indefectiblemente es al regresar al hogar, en lo posible antes de tocar cualquier otra cosa. Esto evita contaminar con agentes patógenos traídos de la calle los objetos de la casa.
El segundo momento clave es luego de ir al baño por el riesgo de contacto con bacterias y gérmenes imperceptibles que suelen estar presentes en la zona genital.
También resulta elemental lavarse antes de preparar alimentos, después de tocar mascotas y antes de entrar en contacto con bebés y chicos pequeños, que son los que tienen el sistema inmune menos desarrollado y resultan más vulnerables a todo tipo de gérmenes, bacterias y virus.
El médico austríaco Samuel Semelweiss fue el primero en darse cuenta que el lavado de manos evitaba muertes. Sin embargo, ese descubrimiento de mediados del siglo XIX fue desdeñado por sus contemporáneos que lo tildaron de loco. En 1858 la comisión de la Academia de Medicina de París rechazó sus tesis. Más tarde sí se enfermó de Alzheimer y murió en la más sórdida de las demencias.
Muchos años después lo reivindicó nada menos que Luis Pasteur quien reconoció en Semmelweis al descubridor de la asepsia.
Por eso, la OPS insiste en la práctica de lavarse las manos especialmente en los momentos críticos, es decir, después de usar el inodoro y antes de comer o preparar una comida.
Además, el lavado de manos es una de las 16 prácticas familiares claves para fomentar el crecimiento y desarrollo saludable de los niños menores de 5 años promovidas por la Organización Mundial de la Salud y Unicef.
Según datos de la Alianza Global entre los Sectores Público y Privado para Promover el Lavado de Manos (PPPHW, por sus siglas en inglés), en 2011 y a nivel global, las muertes de niños menores de cinco años se redujeron en 600.000 niños con respecto a 2008, cuando tuvo lugar la primera celebración del Día Mundial del Lavado de Manos, que pasó de realizarse en algunas ciudades a convertirse en un movimiento de todos los países.
De hecho, a partir del esfuerzo coordinado de los países de la región, las Américas lograron establecer en 2011 un récord Guinness: 740.870 personas se lavaron las manos al mismo tiempo, lo que permitió batir el récord anterior logrado por Bangladesh en 2009.
Los niños y escolares son los principales destinatarios del Día Mundial del Lavado de Manos ya que actúan como agentes de cambio al llevar a sus hogares y comunidades las buenas prácticas de higiene que aprenden en la escuela.
En esta línea, el ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires y la Dirección General de Cultura y Educación promovieron una jornada de concientización en las escuelas.
“Son los niños quienes padecen de manera desproporcionada de diarrea y enfermedades respiratorias, que en muchas ocasiones los lleva a la muerte”, explicó el ministro de salud provincial, Alejandro Collia.
"Lo bueno es que si desde las áreas de salud y educación de los gobiernos logramos, junto con los docentes, enseñarles a incorporar el hábito del lavado de manos con agua y jabón, ellos mismos pueden ser parte de la solución”.
El contacto con las bacterias y microorganismos presentes en las heces suele ser el inicio de múltiples infecciones.
“Se genera el circuito ano-mano-boca y es así como las personas nos contagiamos virus como el de la hepatitis y otros microorganismos que generan infecciones gastroinstestinales y respiratorias”, explicó Luis Crovetto, director provincial de Atención Primaria.
Crovetto recordó que cuando se desató la pandemia de gripe A H1N1 logró instalarse en la comunidad una mayor conciencia respecto del hábito de lavarse las manos con agua y jabón.
Sin embargo “con el desarrollo de la vacuna ese hábito que resulta tan económico como redituable para prevenir numerosas infecciones se fue diluyendo y ya no son tantos los que lo practican a diario”.
Los especialistas recordaron que no basta con mojarse un poco las manos: se trata de hacerlo a conciencia, con agua potable y jabón, frotando las palmas y dorsos de las manos y entre los dedos, además de las uñas y muñecas. Luego se debe enjuagar muy bien. Todo el procedimiento no debe durar menos de 30 segundos.
Uno de los momentos en los que hay que lavarse las manos indefectiblemente es al regresar al hogar, en lo posible antes de tocar cualquier otra cosa. Esto evita contaminar con agentes patógenos traídos de la calle los objetos de la casa.
El segundo momento clave es luego de ir al baño por el riesgo de contacto con bacterias y gérmenes imperceptibles que suelen estar presentes en la zona genital.
También resulta elemental lavarse antes de preparar alimentos, después de tocar mascotas y antes de entrar en contacto con bebés y chicos pequeños, que son los que tienen el sistema inmune menos desarrollado y resultan más vulnerables a todo tipo de gérmenes, bacterias y virus.
El médico austríaco Samuel Semelweiss fue el primero en darse cuenta que el lavado de manos evitaba muertes. Sin embargo, ese descubrimiento de mediados del siglo XIX fue desdeñado por sus contemporáneos que lo tildaron de loco. En 1858 la comisión de la Academia de Medicina de París rechazó sus tesis. Más tarde sí se enfermó de Alzheimer y murió en la más sórdida de las demencias.
Muchos años después lo reivindicó nada menos que Luis Pasteur quien reconoció en Semmelweis al descubridor de la asepsia.
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