Medicina del futuro
La idea es construir tejidos, órganos o piezas de repuesto para tratar enfermedades hoy incurables
Pocas líneas de investigación son capaces de despertar tantas
esperanzas como la naciente medicina regenerativa, la idea de construir
tejidos, órganos o piezas de repuesto para tratar enfermedades hoy
incurables. La herramienta central de esta nueva disciplina son las
células madre, células inmaduras que poseen la capacidad de convertirse,
o diferenciarse, en todos los tipos de tejido adulto del cuerpo —desde
neuronas del cerebro hasta islotes del páncreas pasando por todo lo
demás— y cuyo genoma se puede obtener del paciente de modo que el
material trasplantable sea genéticamente idéntico a él y no produzca
rechazo inmunológico. El descubrimiento de un nuevo tipo de células
madre por Shinya Yamanaka, último premio Nobel de Medicina, está
situando a Japón como el líder emergente de la disciplina. Las células
madre iPS, o de pluripotencia inducida, se obtienen retrasando el reloj
de simples células de la piel para que recuperen su primitiva condición
inmadura. Esto evita de un plumazo las principales objeciones religiosas
y políticas contra la medicina regenerativa, que se oponen al uso de
embriones humanos de dos semanas.
Japón ha puesto en las células iPS lo mejor de sus recursos científicos, que son muchos, y ya están empezando a dar resultados. En apenas dos semanas hemos conocido dos investigaciones importantes destinadas a obtener retinas para los ciegos e hígados de repuesto para los enfermos que mueren en la cola de los trasplantes. El primer proyecto entrará en pocos meses en ensayos clínicos —los primeros con células iPS— y el segundo puede tardar unos 10 años en llegar a la práctica médica, pero ambos se basan en trabajos muy solventes y rompedores sobre la biología del desarrollo humana. Y es seguro que habrá más en cartera.
Pese a todo lo anterior, la mayor parte de los científicos, incluidos los japoneses, insisten en la necesidad de seguir trabajando en paralelo con todas las líneas abiertas, incluidas las células madre embrionarias y los avances biomecánicos que combinan células con materiales artificiales innovadores. El objetivo es muy importante, y no tiene sentido dejarse la mitad de las herramientas olvidadas en un cajón.
Japón ha puesto en las células iPS lo mejor de sus recursos científicos, que son muchos, y ya están empezando a dar resultados. En apenas dos semanas hemos conocido dos investigaciones importantes destinadas a obtener retinas para los ciegos e hígados de repuesto para los enfermos que mueren en la cola de los trasplantes. El primer proyecto entrará en pocos meses en ensayos clínicos —los primeros con células iPS— y el segundo puede tardar unos 10 años en llegar a la práctica médica, pero ambos se basan en trabajos muy solventes y rompedores sobre la biología del desarrollo humana. Y es seguro que habrá más en cartera.
Pese a todo lo anterior, la mayor parte de los científicos, incluidos los japoneses, insisten en la necesidad de seguir trabajando en paralelo con todas las líneas abiertas, incluidas las células madre embrionarias y los avances biomecánicos que combinan células con materiales artificiales innovadores. El objetivo es muy importante, y no tiene sentido dejarse la mitad de las herramientas olvidadas en un cajón.
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