PREMIO NOBEL
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Thomas Südhof
'La ciencia no sólo necesita dinero, también estructuras'
Südhof durante su charla con El Mundo en Baeza.| Manuel Cuevas
- El investigador alemán charla con ELMUNDO.es poco después de ganar el Nobel
- '[El premio] es algo maravilloso, pero no cambia lo que voy a hacer'
- 'Cada vez hay más investigadores sin fondos para trabajar'
"¿Habla usted en serio?". Ésa fue la primera reacción del alemán
Thomas C. Südhof al recibir la llamada del Comité del Instituto
Karolinska para comunicarle que le habían otorgado el Nobel de Medicina por su trabajo en el campo de la comunicación neuronal. Iba en un coche alquilado camino de la localidad jiennense de Baeza para participar en un taller de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA). "Llevaba conduciendo casi cuatro horas y empezaba a estar realmente infeliz cuando el teléfono sonó y me puse realmente feliz",
comentaba a ELMUNDO.es en el patio renacentista de la citada
institución, dejando ver una gran sonrisa que hacía empequeñecer sus
ojos tras unas gafas de montura metálica, sencillas, como el resto de su
indumentaria.
Vestido con un polo blanco, unos vaqueros y sandalias oscuras con calcetines, podría pasar por uno más de los numerosos turistas que llegan a la ciudad Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, el goteo constante de periodistas, llamadas y mensajes deja ver que no se trata de uno más.
"La primera sensación que experimenté fue sorpresa por el premio, no lo esperaba. Lo segundo, agradecimiento, un sentimiento de alegría porque es un reconocimiento maravilloso y un gran honor. Y sobre todo, este premio no es sólo para mí, sino para un campo, la transmisión sináptica, un área que ha sido un poco descuidado", explicaba Südhof, para quien el Nobel es una gran oportunidad para conseguir visibilidad para su trabajo.
"Es una sensación maravillosa", reconocía, un tanto abrumado aún por una noticia que ha hecho que a mitad de la tarde no hubiera comido nada. "No estoy seguro de que mi ponencia haya sido muy comprensible comprensible -reía, refiriéndose a su intervención en el curso, donde lo han recibido en pie y entre aplaudos-. Cambia la perspectiva, pero no el hecho de que haya un montón de cuestiones que me gustaría discutir, conseguir respuestas, explorar. Es algo maravilloso, pero no cambia lo que voy a hacer".
Lo que quiere hacer es seguir investigando, conseguir respuestas a algunas preguntas como el funcionamiento de la sinapsis, sus fallos, el porqué de esos errores y su relación con algunas enfermedades serias, como el autismo o la esquizofrenia, cuyo origen se encuentra en la comunicación neuronal. "Sabemos cómo funcionan a nivel molecular, a un nivel muy básico, pero no sabemos, por ejemplo, cómo se forma la sinapsis", comentaba.
"Diferentes neuronas hablan lenguas diferentes. El cerebro está compuesto por billones o trillones de neuronas que hablan unas con otras. Puedes visualizarlo como muchísima gente trabajando junta, en distintos proyectos... Nosotros sabemos mucho de lo principal que hacen, pero hay muchísimas cosas que no entendemos y que son cruciales en el tratamiento de enfermedades. Creo que eso es muy importante", apuntaba el investigador, haciendo hincapié en que si no se entienden los procesos vinculados a las patologías, no es posible tratarlas.
"Tenemos que ser pacientes. La comprensión completa es un poco demasiado, me conformo con saber más", decía el alemán, que reclama más apoyos para la ciencia. "No es sólo cuestión de dinero; también se necesita estructura. En Estados Unidos probablemente menos que en España, pero aun así hay una creciente falta de fondos, por lo que hay cada vez más investigadores que no tienen dinero para trabajar".
En cualquier caso, insistía, lo principal es la asignación de las partidas. "Desafortunadamente, el reparto del dinero es cada vez menos meritorio, y menos dinero significa más dificultades para distribuirlo entre quienes lo merecen. Creo que se necesitan fondos estables para la ciencia, pero también que los poderes que administran el dinero lo hagan basándose en quién hace un buen trabajo", concluía el flamante Nobel, que pronto volverá a la Universidad de Standford, donde da clases desde 2008.
Vestido con un polo blanco, unos vaqueros y sandalias oscuras con calcetines, podría pasar por uno más de los numerosos turistas que llegan a la ciudad Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, el goteo constante de periodistas, llamadas y mensajes deja ver que no se trata de uno más.
"La primera sensación que experimenté fue sorpresa por el premio, no lo esperaba. Lo segundo, agradecimiento, un sentimiento de alegría porque es un reconocimiento maravilloso y un gran honor. Y sobre todo, este premio no es sólo para mí, sino para un campo, la transmisión sináptica, un área que ha sido un poco descuidado", explicaba Südhof, para quien el Nobel es una gran oportunidad para conseguir visibilidad para su trabajo.
"Es una sensación maravillosa", reconocía, un tanto abrumado aún por una noticia que ha hecho que a mitad de la tarde no hubiera comido nada. "No estoy seguro de que mi ponencia haya sido muy comprensible comprensible -reía, refiriéndose a su intervención en el curso, donde lo han recibido en pie y entre aplaudos-. Cambia la perspectiva, pero no el hecho de que haya un montón de cuestiones que me gustaría discutir, conseguir respuestas, explorar. Es algo maravilloso, pero no cambia lo que voy a hacer".
Lo que quiere hacer es seguir investigando, conseguir respuestas a algunas preguntas como el funcionamiento de la sinapsis, sus fallos, el porqué de esos errores y su relación con algunas enfermedades serias, como el autismo o la esquizofrenia, cuyo origen se encuentra en la comunicación neuronal. "Sabemos cómo funcionan a nivel molecular, a un nivel muy básico, pero no sabemos, por ejemplo, cómo se forma la sinapsis", comentaba.
"Diferentes neuronas hablan lenguas diferentes. El cerebro está compuesto por billones o trillones de neuronas que hablan unas con otras. Puedes visualizarlo como muchísima gente trabajando junta, en distintos proyectos... Nosotros sabemos mucho de lo principal que hacen, pero hay muchísimas cosas que no entendemos y que son cruciales en el tratamiento de enfermedades. Creo que eso es muy importante", apuntaba el investigador, haciendo hincapié en que si no se entienden los procesos vinculados a las patologías, no es posible tratarlas.
"Tenemos que ser pacientes. La comprensión completa es un poco demasiado, me conformo con saber más", decía el alemán, que reclama más apoyos para la ciencia. "No es sólo cuestión de dinero; también se necesita estructura. En Estados Unidos probablemente menos que en España, pero aun así hay una creciente falta de fondos, por lo que hay cada vez más investigadores que no tienen dinero para trabajar".
En cualquier caso, insistía, lo principal es la asignación de las partidas. "Desafortunadamente, el reparto del dinero es cada vez menos meritorio, y menos dinero significa más dificultades para distribuirlo entre quienes lo merecen. Creo que se necesitan fondos estables para la ciencia, pero también que los poderes que administran el dinero lo hagan basándose en quién hace un buen trabajo", concluía el flamante Nobel, que pronto volverá a la Universidad de Standford, donde da clases desde 2008.
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