martes, 6 de mayo de 2014

Lo que el Viagra no puede ocultar

Recuperar el vigor sexual es motivo suficiente para que muchos hombres se automediquen con la pastilla azul, sin pasar por una evaluación médica. Pero la falta de erección puede ser un síntoma de una enfermedad cardiovascular que, diagnosticada a tiempo, puede evitar complicaciones mayores.      

Viagra.
Los hombres maduros (por encima de la quinta década de la vida) quieren mantener la energía sexual. Se sienten jóvenes y bien dispuestos a retomar las riendas de su propia existencia tironeada hasta ese momento por responsabilidades varias, como el ejercicio de la paternidad y el trabajo. Avanzar por sendas más tranquilas, con menos intereses materiales y más dedicados a disfrutar son algunas de las convicciones que aparecen dentro de este programa mental de cambios. Los hombres saben que este momento de sus vidas es una oportunidad única para combinar juventud interior y experiencia. Y el resultado debería ser menos exigencias y más disfrute.
El cuidado del cuerpo con dietas o ejercicio, así como el estar atento a la moda juvenil y a temas de actualidad, ayuda a que los hombres se sientan rejuvenecidos, aunque no es garantía de vigor sexual. Llevar en el bolsillo “la pastillita azul” es un pasaporte de éxito cuando el varón está convencido de que esta ayuda externa mitiga la preocupación de “fallar”.
Los hombres saben que mientras el fármaco actúe su cabeza no estará librando la batalla entre “podré o no podré”. Muchos hombres maduros recurren a la pastillita azul como reaseguro de confianza. En estos varones, el mito de que la erección es privativa del adulto joven actúa como un factor predictivo de la impotencia.
Los sexólogos saben del poder que ejercen los mitos o creencias erróneas en la construcción de una idea inhibitoria. Para los hombres ver, tocar, y sentir el pene erecto será fuente de estima y seguridad  personal. Y no importa si se logra “naturalmente”  o con la ayuda de un fármaco.
Recuperar la erección cuando se ha perdido (basta con un único, o unos pocos episodios de falta de erección) es motivo suficiente para que muchos varones se automediquen con citrato de sildenafil o sus derivados, sin pasar por la evaluación médica necesaria. La falta de erección puede ser un síntoma de una enfermedad vascular que, diagnosticada a tiempo, puede evitar complicaciones mayores.     

Disfunción eréctil y enfermedades cardiovasculares
En la actualidad se ha demostrado el estrecho vínculo que existe entre la disfunción eréctil (DE) y la disfunción endotelial (DEnd). La DE se considera como síntoma centinela de una probable enfermedad cardiovascular. Hoy sabemos que los factores de riesgo más importantes a tener en cuenta son la diabetes, el aumento de la presión arterial, el tabaquismo, la obesidad y el sedentarismo. Y todos, y cada uno de ellos, son coadyuvantes en la producción de patologías del endotelio. La DE es una enfermedad que aumenta con la edad, observándose en aproximadamente un 50 % de hombres entre los 40 y 70 años.
El endotelio es la capa de células que reviste todas las arterias corporales y sus  funciones tienden a mantener la homeostasis (equilibrio) vascular sistémico. Si un hombre comienza con DE una de las posibles causas a evaluar es la disminución de la irrigación sanguínea en los cuerpos cavernosos del pene por aterosclerosis, lo cual sugiere que si esto sucede en el pene, podría estar afectando también otras arterias corporales, sobre todo las coronarias.
Por lo tanto, la pérdida de la erección podría ser el primer síntoma de una enfermedad cardíaca que, detectada a tiempo, podría evitar un  infarto agudo de miocardio. La asociación, comprobada científicamente, entre ambas patologías obliga a los médicos a actuar en forma preventiva cuando un paciente consulta por DE, sobre todo si existen factores de riesgo. La realización de pruebas de laboratorio (glucemia, dosaje de insulina, hemoglobina glicosilada, colesterolemia total, HDL, LDL, triglicéridos) es indispensable, además de solicitar estudios cardiológicos específicos.   

Por el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.

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