Células de pacientes infartados pueden regenerar su propio tejido cardiaco dañado
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Científicos españoles transforman células destinadas a convertirse en vasos sanguíneos en músculo cardiaco y comprueban su efecto reparador comparable a las de cordón umbilical
Las propias células de la sangre de pacientes que han
sufrido un infarto de miocardio son capaces de restaurar el tejido
dañado del corazón. Así lo ha demostrado un equipo de investigadores de
las Universidades de Granada, Jaén, Málaga, Miami y del Hospital
Universitario Virgen de la Victoria de Málaga que han logrado que las
denominadas células progenitoras endoteliales (EPC), aquellas que están
destinadas a convertirse en vasos sanguíneos, se diferencien hacia
células de músculo cardiaco (cardiomiocitos).
Esta posibilidad de cambiar su función se debe a que se
encuentran en una fase inicial en la que las células aún no están
maduras y, por tanto, tienen plasticidad, es decir, se pueden reconducir
para que se conviertan en tejido cardiaco. «Hasta ahora se sabía el
papel beneficioso de estas EPC en patologías donde se reduce el diámetro
de los vasos sanguíneos, como la cardiopatía isquémica y la enfermedad
arterial periférica. Sin embargo, poco se sabía sobre su potencial para
restaurar el tejido dañado del corazón», explica el responsable del
proyecto en la Universidad de Granada, Juan Antonio Marchal.
Para esclarecer su papel, los científicos analizaron in
vitro la capacidad de convertirse en células cardiacas de muestras de
EPCs aisladas a partir de sangre de pacientes con infarto agudo de
miocardio y las compararon con EPCs obtenidas a partir de sangre de
cordón umbilical, una fuente donde ya se conoce que existen células
madre capaces de regenerar tejido cardiaco.
Terapia celular
«Es la primera vez que se desarrolla esta comparación.
Nuestros datos indican que células progenitoras endoteliales (EPCs)
obtenidas a partir de ambos orígenes, sangre de pacientes y cordón
umbilical, tienen plasticidad y funciones similares y sugieren una
eficacia terapéutica potencial en la terapia celular cardiaca», asevera
el investigador cuyo trabajo se publica en la revista «Cytotherapy».
Esta terapia pasaría por inyectar estas células en la zona
de la lesión. «Tras un infarto, se produce un efecto llamada de estas
EPC desde la médula ósea, donde se encuentran normalmente, hasta el
corazón, para reparar la lesión. Es el efecto 'Homing'. Sin embargo,
este mecanismo no logra trasladar suficientes células como para
regenerar por completo el tejido dañado», explica.
Por eso, la futura terapia que proponen los expertos
ayudaría a los pacientes con ese proceso de regeneración. Además, al
tratarse de células propias se evitan posibles rechazos. «La inyección
de células ya se hace,
pero nosotros hemos demostrado la capacidad de estas células propias
del paciente infartado, de ahí que no se produzcan efectos secundarios»,
aclara. «No obstante, es necesario desarrollar protocolos de expansión
en el laboratorio de estas células del propio paciente para que podamos
obtener un número adecuado que tuviera el efecto beneficioso una vez
introducidas en los pacientes», precisa.
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