«La neurociencia hará transparente nuestro cerebro, como de cristal»
Este especialista publica un libro divulgativo con los últimos estudios
A Coruña
Amor Pan analiza en este libro las repercusiones de la llamada revolución neurocientífica.
Sorprende y fascina. También provoca escalofríos.
Habla de técnicas que permiten escanear el cerebro para pulsar resortes
que ni conocemos: saber si está averiado y por eso cometemos un delito,
si mentimos, dónde está la empatía o por qué consumimos un producto y no
otro: «Se trata de detectar por neuroimágenes qué es lo que experimenta
el consumidor cuando adquiere un producto... Ya se está investigando
cómo determinados olores entran directamente en ciertas zonas neuronales
para incitar al consumo». De esta revolución neurocientífica escribe
José Ramón Amor Pan (A Coruña, 1966) en su nuevo libro Bioética y
Neurociencias. El volumen, de casi 800 páginas y cuyos subtítulo es Vino
viejo en odres nuevos, es fruto de cuatro años de trabajo y se presenta
mañana, martes, a las 20.00 horas en la sede de Afundación.
-¿Por qué ese subtítulo?
-Los grandes temas que están detrás son los de
siempre, los de la filosofía y la ética, solo que están con un nuevo
ropaje, con nueva presentación, con algunos elementos novedosos.
-¿Como cuáles?
-La libertad, si somos o no somos realmente libres.
Hay experimentos que parecen indicar que no lo somos, pero eso no es
cierto. De ahí el subtítulo: la manía de reducir el ser humano a sus
neuronas ya estaba en el materialismo del siglo XIX. Hago una crítica
contra este neurocentrismo o el neuroexistencialismo.
-¿Cómo valora las actuales técnicas de neuroimagen?
-Se quieren llevar más allá del ámbito estrictamente
médico y esto puede generar no pocos problemas éticos y legales. Se
habla ya de un neuroderecho, es decir, podemos admitir como prueba en un
juicio un escáner cerebral en el que se demuestre que ese cerebro tiene
dañada una parte concreta y eso ha hecho que cometiera el delito. ¿Qué
demuestra ese escáner? Hay gente que con la misma zona cerebral dañada
no han cometido delitos. En Estados Unidos ya se hace para detectar si
estás mintiendo en un interrogatorio o, con esta obsesión por la
seguridad, plantean si en los aeropuertos podríamos utilizar un escáner
cerebral para el control de la inmigración...
-¿Escanear el cerebro?
-Sí, y si se activa determinada zona estaría diciendo
la verdad y si activa otra mintiendo... Seríamos de cristal,
transparente y bien limpito, y eso daría mucha información sobre
nosotros, pero al mismo tiempo seríamos altamente manipulables que es lo
que me preocupa. La neurociencia ha dado en los últimos 15 años unos
avances espectaculares y tenemos que estar muy satisfechos. Los enfermos
de alzhéimer con los implantes cerebrales han vuelto a tener una gran
calidad de vida. Ahora bien, usar fármacos para mejorar y potenciar
nuestras facultades cognitivas, la memoria, la capacidad de alerta, de
concentración es muy peligroso. Este consumo se está extendiendo
masivamente, muchas veces con un control nimio o inexistente. Según
datos de varios comités nacionales de ética el 34 % de los fármacos que
se están usando como neuromejoradores se compran en Internet.
-Parece ciencia ficción...
-Todo lo que hayas visto en películas de ciencia
ficción en este momento tiene ya visos de realidad. La bioética tiene
que propiciar un debate informado y sereno sobre estos temas y de ahí
este libro que, aunque es un tocho de 784 páginas, he intentado hacerlo
de tal manera que sirva para ese debate informal de la ciudadanía.
José ramón Amor Pan Autor del libro «Bioética y Neurociencia»
«Me preocupa que intereses militares o económicos guíen las investigaciones neurocientíficas»
«En Galicia la bioética sigue sin tomarse en serio;
somos la única comunidad autónoma histórica que no tiene un centro de
bioética, cuando en el mundo ya hay centros de neuroética, algo que yo
critico, porque creo que no tiene entidad propia. En Galicia llevo
clamando 15 años y seguimos sin tener centro superior». Esto sostiene
Amor Pan.
-¿Hay gente para ese centro?
-Habría una masa crítica, pero para que surja un
centro tiene que haber alguien que ponga dinero, si bien ni las
instituciones públicas ni las privadas parecen tener interés en la
bioética. En cambio el centro de neuroética de Oxford lo paga una
fundación japonesa. Las grandes universidades del mundo tienen todas un
centro bioética y, a mayores, se están creando unidades sobre estos
temas, sobre el pos humanismo, sobre la neuroética... Se dan cuenta de
que hay que reflexionar sobre esto. En Estados Unidos el poshumanismo
tiene una presencia mediática y en las universidades muy potente.
-¿La financiación condiciona esas investigaciones?
-Me preocupa que sean los intereses económicos,
militares o nacionales los que puedan guiar las investigaciones
neurocientíficas. En este sentido, el discurso de Obama hace un par de
años al presentar el proyecto Brain es de antología: «No podemos
permitirnos perder estas oportunidades mientras que el resto de las
razas del mundo van por delante. Tenemos que aprovecharlas. No quiero
que los próximos descubrimientos de nuevos puestos de trabajo sucedan en
China, India o Alemania. Quiero que sucedan aquí, en los Estados Unidos
de América».
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