¿Sientes que siempre tienes la
razón? Lo siento, es problema
de tu cerebro
- Creemos en lo que queremos creer y no en lo más evidente
No es inseguridad. No es ego. No es miedo. La explicación por la cual siempre crees tener la razón (incluso cuando no la tienes) puede explicarse científicamente. Se acabaron las excusas.
Para ponernos en frecuencia, comenzaré con un ejemplo. Estamos en la Francia del siglo XIX, concretamente en el año 1894. Dentro de una papelera, un cúmulo de pequeños trozos de papel es descubierto por un grupo de oficiales franceses. En la reconstrucción del mismo descubren que dentro de sus filas hay un topo, alguien que ha estado vendiendo sus secretos a militares alemanes.
Comienza una profunda investigación y todas las sospechas cayeron sobre un nombre: Alfred Dreyfus. Sin antecedentes, con un comportamiento ejemplar, nada hacía que cayeran sobre él tales conjeturas. Aunque había una cosa: Dreyfus era el único oficial judío dentro de ese rango del ejército y los militares franceses eran muy antisemitas.
Compararon su escritura, buscaron profundamente dentro de su apartamento algún símbolo de espionaje, registraron sus archivos y no encontraron nada, ¿cuál fue la conclusión? Dreyfus no solo era culpable sino que, además, era astuto porque había conseguido esconder cualquier tipo de prueba antes de que pudieran encontrarla.
¿Pero por qué? ¿Por qué los oficiales estaban tan convencidos que, incluso, llevaron a este hombre a cumplir una cadena perpetua? Y es aquí justamente donde damos paso a la ciencia.
Los científicos llaman a este tipo de casos de “razonamiento motivado”. Este fenómeno respalda que nuestros deseos inconscientes, nuestras motivaciones y nuestros miedos cambian la manera en la que interpretamos la información.
Percibimos algunas de nuestras creencias como puntos aliados”
Es así como percibimos algunas ideas o algunas de nuestras creencias sobre lo que nos rodea como puntos aliados. Queremos ganar. Queremos defenderlas y justamente todo lo que se presente contrario a nuestro pensamiento es directamente “el enemigo”.
Muy probablemente, muchos de nosotros jamás hemos sido perseguidos por las terribles sospechas de unos oficiales franceses antisemitas pero sí nos hemos visto en mitad de debates de deportes o política.
Es así como cuando un árbitro (por poner un ejemplo fácil de reconocer)marca una falta a favor de nuestro equipo, encontramos rápidamente todas las razones por las cual estamos de acuerdo.
Si sucede al revés y la falta es para el equipo contrario -efectuándose exactamente lo mismo- el “razonamiento motivado” detecta varios motivos por los cual el árbitro se equivoca enormemente.
El “razonamiento motivado” se encuentra afectado por nuestras aspiraciones, metas y expectativas. Así que ahora la próxima vez que estés discutiendo con un amigo o con tu pareja date el beneficio de la duda, detente un segundo y reflexiona porque es muy posible que no lleves la razón.
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