Cumplen 1 año bebés afectados por zika y aumentan problemas
RECIFE, BRASIL
Dos semanas antes de cumplir el año, José Wesley Campos comenzó a ser alimentado a través de una sonda enganchada a la nariz después de quedarse desnutrido por no poder pasar alimentos por la boca.
Aprender a comer es el último en la lista de retos para este bebé y muchos otros niños que nacieron con cabezas pequeñas, después de que sus madres quedaron infectadas con el virus del zika en Brasil.
"Me duele mucho verlo así. Yo no quería esto para él", dijo la madre de José, Solange Ferreira, quien rompió en llanto mientras mecía al bebé en sus brazos.
Un año después de la aparición de los primeros casos de recién nacidos con microcefalia, médicos e investigadores dicen que hay reportes de varias complicaciones para la salud de estos bebés, como dificultad para deglutir, convulsiones que empeoran, y problemas de visión y audición.
Aunque los especialistas dicen que se requieren más estudios, los problemas aparecen con más frecuencia y seriedad en los niños que nacen con microcefalia vinculada al zika, que en pacientes que nacen con el mismo problema debido a otras infecciones como rubeola, herpes o por causas genéticas. Los médicos identifican ya un patrón que incluso ahora utilizan el término síndrome de zika congénito.
"Estamos viendo una gran cantidad de convulsiones y ahora están teniendo muchos problemas para comer, por lo que ya tenemos muchos niños con indicaciones de sondas", dijo la doctora Vanessa Van der Linden, una neuróloga pediatra en Recife, que fue una de las primeras en sospechar que el virus del zika estaba detrás del brote de microcefalia.
Hasta hace un año no se sospechaba que el zika, que se transmite principalmente a través de mosquitos, causaba defectos de nacimiento. Sin embargo, un importante aumento de casos en el noreste del país desató una alarma alrededor del mundo y desde entonces varios artículos académicos han confirmado la causa.
Además de la cabeza reducida, otras posibles consecuencias del zika en los bebés han comenzado a surgir. El 7% de los pacientes que Van der Linden y su equipo han recibido nacieron con las articulaciones de los brazos y piernas deformes debido a una condición conocida como artrogriposis, que no había sido previamente vinculada a la microcefalia.
El diagnóstico de los casos se ha complicado en algunas ocasiones con bebés que nacieron sin señales de microcefalia, pero cuya cabeza dejó de crecer proporcionalmente al transcurrir los primeros meses de vida. También hay otros bebés que fueron infectados con el virus en el útero, que no tienen microcefalia, pero han desarrollado otros problemas como un paciente de Van der Linden, que comenzó a tener dificultades para mover la mano izquierda.
"Sobre los casos leves, no tenemos un diagnóstico claro", dijo Van der Linden. "Estamos escribiendo la historia de esta enfermedad".
Una mañana reciente, José reposaba sobre una colchoneta azul con nada más que su pañal y unos zapatos cafés. Una terapeuta presionaba su torso esquelético con el propósito de despejar sus vías respiratorias que están congestionadas.
José, a quien The Associated Press ha visitado tres veces en el último año, tiene la misma capacidad que un recién nacido. Con los ojos cruzados, sigue los objetos de cerca con lentitud. Su cabeza aún es inestable y pesa menos de 6 kilos, por debajo de los 10 kilos promedio para un bebé de su edad, según el gobierno de Brasil.
Sus problemas al respirar hacen que su llanto suene como si hiciera gárgaras. Sus piernas se endurecen como troncos cuando alguien lo carga, debido a problemas musculares. Para ver, tiene que usar unos lentes de armazón azul, aunque al usarlos se molesta con facilidad.
Arthur Conceiçao, otro bebé que cumplió un año en días recientes, tiene convulsiones todos los días a pesar de tomar un medicamento para la epilepsia. Él también comenzó a tomar fórmula de alto contenido calórico a través de un tubo en la nariz después de que parecía ahogarse al beber.
"Es el sueño de toda madre ver a su hijo abrir la boca y comer bien", dijo Rozilene Ferreira, su mamá. "Pero aquí, cada día es algo nuevo".
Investigadores evalúan a varios grupos de mujeres para determinar si el momento en el que el virus infecta a las embarazadas influye en la gravedad de los casos, explicó Ricardo Ximenes, investigador del Instituto Fiocruz en Recife.
Además, tres grupos de bebés cuyas madres fueron infectadas por el virus zika están bajo estudio. Los grupos se dividen en bebés que nacen con microcefalia, los que nacen con cabezas de tamaño normal pero con problemas neurológicos por daño cerebral y bebés que no han tenido ningún síntoma o retrasos en su desarrollo.
Al nacer, la cabeza de Bernardo Oliveira medía 34 centímetros, dentro del rango normal. Barbara Ferreira pensó que su hijo se había salvado de la epidemia que había causado defectos en varios recién nacidos en las maternidades de su ciudad de Caruaru, 130 kilómetros al oeste de Recife.
Sin embargo, Bernardo lloraba día y noche. El pediatra dijo a Ferreira que eso era normal en las primeras semanas y que después del tercer mes su bebé se calmaría. Por el contrario, el llanto empeoró y Ferreira lo llevó a un evento financiado por el gobierno donde neurólogos analizaban varios casos de pacientes con sospecha de daño cerebral.
"A finales del segundo mes y comienzos del tercero, su cabeza dejó de crecer"", recordó Ferreira. "Con 3 meses y 20 días, mi Bernardo fue afectado por el virus del zika después de todo. No sabía qué hacer".
En Brasil, el gobierno ha reportado 1.949 casos de microcefalia u otras malformaciones cerebrales en el último año. Entre esos, solo 321 han sido confirmados como consecuencia del zika, aunque el Ministerio de Salud sostiene que el resto probablemente son también por el virus, pero los exámenes para comprobarlo aún no pueden diagnosticar todos los casos.
El ministro de Salud, Ricardo Barros, explicó que los nacimientos con microcefalia se redujeron un 85% en los meses de agosto y septiembre en comparación con el mismo período del 2015, cuando ocurrieron los primeros casos. Barros agregó que las familias están muy conscientes del virus y se protegen más del mosquito.
A pesar de todos los problemas y efectos que trae la infección de zika congénito, algunos bebés con el síndrome muestran señales esperanzadoras.
Joao Miguel Nunes Silva, de 11 meses, logra ponerse de pie impulsándose con sus manos agarradas a la barra de su corral mientras juega al cucú con su madre, Rosileide da Silva.
"Me llena de orgullo," expresó Silva. "Me hace sentir que las cosas van a estar bien".
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