Esta es la temperatura ideal para dormir (diga lo que diga tu pareja)
¿Con la calefacción puesta? ¿Una manta más? Suele ser motivo de conflicto de pareja: lo que para uno es una calidez agradable, para el otro es un frío polar. Expertos y estudios dicen la última palabra
Las noches de frío propician el baile de ropa de cama: tú quieres más mantas y tu pareja se niega. Tú subes la calefacción y él o ella la apaga. Te pongas la indumentaria que te pongas, quieres que se arrime a ti, y sí, se arrima, pero solo para que hagas de manta apoyándose toda la noche en tu hombro y enroscándose a ti como si de una culebra se tratara, pero no de sangre caliente, porque sus helados pies te hacen replantearte si, efectivamente, será mejor subir la calefacción, poner un edredón más gordo y, ya de paso, una manta zamorana. ¿Por qué casi ninguna pareja tiene el mismo termómetro a la hora de encontrarse con Morfeo?
Puestos a alcanzar un consenso, recurramos a los expertos. ¿Cuál es la temperatura idónea para un sueño reparador? Para el doctor Michael Breus, psicólogo especialista en problemas de sueño y autor de Buenas noches, la temperatura óptima para un correcto descanso debe estar entre los 15ºC y los 18ºC. Es decir, tirando a fría. Darío Acuña, médico especialista en el sueño de la clínica Neolife, apuesta por un poquito más de calor, "entre 17ºC y 20ºC". Pero, aunque esto es lo correcto, no satisface por igual a todos los miembros de una pareja y esos cinco grados de margen pueden crear auténticos conflictos de cama.
“Con la alteración de la percepción térmica existe una disminución de la producción nocturna de melatonina, lo que contribuye a la mala calidad del sueño”
Darío Acuña, médico especialista en el sueño
Percepción térmica y calidad del sueño
Dormir a una temperatura que no es la adecuada puede influir en la calidad de nuestro descanso. "En una habitación incómodamente caliente o fría es más fácil que nos despertemos", recuerda el doctor Ralph Downey III, jefe de Medicina del Sueño de la Universidad de Loma Linda (California) en una entrevista a WebMD.Incluso si dormimos, añade, el nivel de confort de la temperatura de la habitación influye especialmente en la calidad de la fase REM, durante la cual soñamos.
Se debe, según Darío Acuña, a una cuestión de hormonas. "Con la alteración de la percepción térmica existe una disminución de la producción nocturna de melatonina, lo que contribuye a la mala calidad del sueño", señala este especialista. "Los cambios de sensaciones de frío a calor pueden producirnos un sueño menos profundo y una sensación subjetiva (y objetivable) por la mañana de un mal descanso".
Por otra parte, debido a la oscilación térmica, a medida que transcurre la noche el ambiente es cada vez más frío (media hora después del amanecer la temperatura alcanza su nivel más bajo). Esto, unido que la temperatura corporal también desciende durante la noche, según un informe del portal especializado Sleepdex(pero no tanto como la temperatura ambiente), las últimas horas de sueño pueden ser las más inestables. Lo ideal sería, por tanto, que la temperatura de la habitación fuera la misma desde que nos metemos entre las sábanas hasta que los primeros rayos de sol empiezan a filtrarse por la persiana.
“Muchas parejas pactan abrazarse antes de dormir. Con el abrazo, se reduce la producción de cortisol, la hormona del estrés y mejora el descanso”
Marián Ponte, psicóloga y sexóloga
¿De qué depende ser friolero o caluroso?
Según la doctora Milagros Merino, responsable de Medicina del Sueño del Hospital Ruber Internacional, la sensibilidad o intolerancia al frío puede ser un síntoma de hipotiroidismo, anemia, fibromialgia… pero también el género (normalmente las mujeres son más frioleras), la edad (a más edad mayor sensación de frío aunque durante la menopausia, las mujeres tienen ‘el termostato’ más elevado) o la actividad mental (hay personas que durante el sueño su cerebro esta revolucionado) también pueden influir en la temperatura percibida.
La sensibilidad térmica o percepción térmica se debe a dos tipos de sensores en mamíferos: los que detectan calor (es decir, temperaturas por encima de la temperatura corporal) y los que detectan frío (temperaturas por debajo de la temperatura corporal). Los termoreceptores captan la información de la temperatura y la envían al cerebro a través de la medula para conservar el equilibrio interno. Factores hormonales, la grasa corporal o una enfermedad subyacente pueden alterar la percepción de la temperatura.
Bien, pero ¿podemos entrenarnos para ser menos frioleros? Sí: aumentando la temperatura interna antes de meternos en la cama mediante ejercicio, bebida y comida muy caliente, tomando una ducha y, por supuesto, usando ropa adecuada.
Quedarse en tablas
Y esto, el pasar frío o calor mientras dormimos, y las nefastas consecuencias que tiene para nuestra salud, hace que muchas parejas se pasen la vida haciendo la guerra sucia: abriendo la ventana cuando uno de los dos está dormido o subiendo la calefacción sin avisar. Lo que no solo hará que los dos duerman peor; además, generará problemas en la relación. "Muchas parejas pactan abrazarse antes de dormir y cuando tienen sueño se separan y escogen el espacio que necesitan. Con el abrazo, se reduce la producción de cortisol, la hormona del estrés y mejora el descanso", dice Marián Ponte, psicóloga y sexóloga del centro de Psicología Adala(Barcelona).
Para evitar discusiones, lo mejor que podéis hacer es acordar una temperatura, a medio camino entre vuestras dos preferencias, pero si no hay acuerdo siempre se pueden tomar medidas alternativas: la persona más friolera puede abrigarse más y la que tiene calor renunciar al pijama, elegir la zona de la habitación más fría o caliente, una sábana doble por un lado… "Comprar una cama más grande —aconseja el doctor Breus— también puede ser una opción. Mayor espacio, y así la persona más calurosa puede alejarse y evitar el calor que desprende el otro". Aunque es posible que esto influya en la relación; una investigación llevada a cabo por el psicólogo y profesor de la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido), Richard Wiseman, en la que colaboraron mil personas, remarca que las parejas que duermen a menos de 2,5 cm son más felices que las que lo hacen a más de 75 cm. Ponerse de acuerdo es más romántico… y barato.
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