Jordi Montero: “Hasta hace muy poco a las personas que se quejaban del dolor sin tener una lesión, en la medicina tradicional las insultábamos"
Empecemos con la mala noticia: "El dolor crónico no se cura, no nos engañemos".
Lo dice así, sin matices, el doctor Jordi Montero, especialista en neurología y neurofisiología.
Tras más de cuatro décadas estudiando este complejo fenómeno, dice que "no hay que aspirar a curarlo en el sentido clásico, como se cura una pulmonía, una infección o un dolor agudo".
No obstante, los pacientes sí tienen algo positivo a lo que aspirar: "mejorar la calidad de vida dejando el dolor aparte".
Pero para saber cómo lograrlo, primero hay que entenderlo, y para eso escribió su libro "Permiso para quejarse", que presenta esta semana en Colombia durante el Hay Festival de Cartagena.
Antes, accedió a contestar las preguntas de los lectores de BBC Mundo. Estas son sus respuestas a una selección de 10.
1. ¿En qué punto se diagnostica a una persona con dolor crónico? (Yenni Castillo, Ciudad de Guatemala, Guatemala)
El diagnóstico de dolor crónico está definido por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor. Se considera un dolor como crónico cuando dura más de seis meses, generalmente son años, y para el que no existe la evidencia de daño causal.
El dolor crónico es diferente del dolor agudo. El dolor agudo, el dolor por antonomasia, es debido a un daño. Y es un sistema que tenemos todos los animales necesario para la vida. En el libro digo que es "un invento maravilloso" porque, como el miedo, como el asco, son fenómenos que conducen al animal a evitar algo que lo puede dañar.
El dolor agudo se puede tratar, existen medicamentos extraordinariamente útiles en las dos o tres últimas generaciones para tratarlo. Y por eso cuando aparece un dolor crónico se busca un medicamento como el del dolor agudo, pero no existe.
El dolor agudo, la sensación de daño, causa una emoción, y las emociones son capaces de generar memorias"
2. Si el dolor crónico está ligado a las emociones, ¿por qué se produce? (Tatiana Morantes, Bogotá, Colombia)
Hasta hace muy poco la causa de ese dolor crónico era absolutamente desconocida y a las personas que se quejaban de ese dolor sin daño, sin lesión, durante meses y años, la medicina convencional los catalogaba como cuentistas, histéricos, simuladores... Los insultábamos.
Ahora sabemos que esto no es así.
Los nuevos conocimientos de neurobiología y sobre todo las nuevas técnicas de imagen funcional, como las imágenes de resonancia magnética, permiten observar experimentalmente la actividad cerebral cuando el cerebro está actuando: y hemos visto cómo las personas que tienen dolor crónico tienen exactamente la misma actividad cerebral que las personas con dolor agudo.
Esas personas no se quejan sin motivo, realmente están sufriendo dolor.
El problema está en que la generación de esa actividad cerebral se produce de forma automática, inconsciente, involuntaria después de que se ha producido una sensibilización y una memoria de dolor.
Generalmente después de que se ha producido un dolor agudo, por daño, esas personas que normalmente tienen unas condiciones emocionales determinadas, son capaces de grabar, de memorizar ese dolor, de manera que va a repetirse cada vez que se evoque, por ejemplo con un simple tacto sobre la zona dolorosa que lo puede poner en marcha.
Estamos ante errores en el funcionamiento de nuestras redes cerebrales que se han sensibilizado, que han hecho una memoria de este dolor y que lo van a repetir de forma automática e involuntaria. Las emociones siempre están detrás.
3. Si los dolores físicos crónicos están sumamente ligados a las emociones, ¿la cura es un tratamiento médico clínico o uno psiquiátrico? (Gabriela, Córdoba, Argentina).
Cuando estamos hablando de psiquiatría y de neurología y de psicología, estamos hablando del cerebro. Y el cerebro solo se puede explicar en el siglo XXI con una visión biológica y evolutiva.
En cuanto intentamos entender cómo funciona el cerebro, tropezamos inmediatamente con el concepto de las emociones, que ahora en el siglo XXI entendemos que es central en el cerebro de los animales: son las que gobiernan.
Como dijo Einstein en una ocasión, el cerebro intuitivo, que es el cerebro emocional, es el eje de nuestro funcionamiento, y el cerebro regional, la inteligencia, es su servidor.
Las personas que tienen dolor crónico tienen exactamente la misma actividad cerebral que las personas con dolor agudo"
Estamos dándole mucha importancia al servidor y lo importante son las emociones.
Usted se enamora por emociones, elige la comida por emociones, hace amigos por emociones, vota por emociones. Y después busca una serie de razones que justifican estas emociones.
Pues bien, el dolor agudo, la sensación de daño, causa una emoción, y las emociones son capaces de generar memorias.
4. Me intriga conocer cómo identificar la emoción que se relaciona con el dolor. (Dalia Icea, México)
Cuando uno se pincha, se quema o se rompe un hueso, sufre un gran trastorno emocional. La sensación de daño es una patada para las emociones, causa estrés emocional que hace que todo el cerebro cambie ante la señal de peligro.
El dolor agudo es como una señal para los bomberos que avisa que hay un fuego, y todo el cerebro se convulsiona, se conmueve.
El problema con el dolor crónico es que hay una gran sensibilidad a que se desencadenen esas redes que significan dolor.
Podríamos comparar esa hipersensibilidad con este ejemplo: imagínese un pequeño mosquito que al volar por una joyería llena de alarmas las va activando y las hace sonar todas.
No es que no exista el mosquito, pero está produciendo una gran sensación de alarma. Eso ocurre con el dolor crónico.
Los pacientes han desarrollado una hipersensibilización, de manera que la más mínima emoción es capaz de generar un intenso dolor.
Y ese dolor es verdad, se están quejando de lo que notan porque las alarmas efectivamente están sonando. Lo que no existe es daño.
5. ¿Cómo se pueden controlar las emociones para disminuir el dolor? (Álvaro Enrique Soto Salguero, Ciudad de Guatemala, Guatemala y Claudia Orozco, Tijuana, México)
Esa es la gran pregunta del siglo XXI. Ahora que empezamos a entender este fenómeno, hemos de intentar conocerlo más para saber cómo controlarlo.
Lo ideal es que los pacientes con dolor crónico se conviertan en alumnos con dolor crónico que estudian neurociencia. Igual que uno puede estudiar astronomía o filología uno puede estudiar el cerebro y entenderse a sí mismo, conocerse a sí mismo.
Nosotros ya no vamos a cambiar nuestras emociones, que son incambiables. Pero nos podemos entender más y procurar establecer estrategias, trucos, conocimientos que permitan relativizar todas estas cuestiones.
Cuanto más nos conozcamos a nosotros mismos mejor podremos torear y apañarnos con nuestra construcción emocional, que ya la tenemos hecha.
Entender es el gran truco, por eso escribí el libro "Permiso para quejarse", porque las personas que sufren dolor crónico deben entender lo que les está sucediendo.
6. Cuando sabes que el dolor crónico es emocional y decides hacer algo al respecto, ¿realmente se aleja de tu vida de una vez por todas? ¿O las recaídas son normales? (Grecia, Miami, Estados Unidos)
El dolor crónico no se cura, no nos engañemos, porque las memorias no se pierden.
Usted nunca va a olvidar el nombre de su padre.
De hecho, muchos pacientes con dolor crónico que vienen a la consulta, a medida que se hacen mayores y están mejorando entra la sospecha de si está entrando el Alzheimer.
Porque las personas con demencia, pobres, tienen dolor agudo pero no lo recuerdan y pierden el dolor crónico como pierden la memoria.
Así que no debemos pensar que se puede curar como el dolor agudo, con un opiáceo. El dolor crónico se va a quedar ahí.
Lo más importante es que la persona entienda qué es lo que le sucede para que le haga perder importancia, no busque una enfermedad que no tiene, huya de la medicina convencional y por supuesto de las paramedicinas, que no se gaste el dinero en eso.
Y que entonces intente moverse.
Si alguien tiene un dolor desde hace cinco años y no tiene una enfermedad detrás, es que no existe esa enfermedad"
Sabemos que el movimiento es antiálgico y disminuye el dolor crónico. Las personas que se mueven, y que mueven su cerebro, obviamente, que están ocupados en otros temas, pueden mejorar su dolor agudo.
El buen conocimiento de lo que sucede y el movimiento son las dos grandes estrategias.
La tercera estrategia es mimar las emociones de cada uno.
7 y 8. Dos preguntas complementarias: ¿Cómo lidiar con las personas que cuando se les insinúa que sus problemas tienen un importante componente emocional lo toman como una ofensa? (Carina Díaz, Guantánamo, Cuba) y ¿cómo lidiar con la gente que me dice que no es real lo que siente? (Yeroslava Navarro, Querétaro, México)
Las personas con dolor crónico están sufriendo dolor de verdad. La única matización que yo establezco es que este dolor verdadero no se genera en un daño sino en un error involuntario de nuestro cerebro.
Lo más importante es una buena información: estudiar un poco de neurociencia. Se puede seguir el blog extraordinario de uno de los grandes maestros de este tema, Arturo Goicoetxea, un neurólogo español que me enseñó a mí.
O quien quiera profundizar también puede buscar en la web información de Lorimer Moseley, un neurocientífico australiano que ha escrito un libro fantástico en inglés que se llama Explain pain ("Explica el dolor"). En su página web también hay muchas explicaciones sobre qué pasa en el cerebro con el dolor crónico y mucha información sobre los beneficios del movimiento.
Yo creo que lo que más puede ayudar a las personas con dolor crónico es que se puedan entender: que sepan que de lo que se quejan es cierto. Porque realmente es un insulto decirles que lo están haciendo voluntariamente, que se lo están imaginando o simulando. No son actores.
Lo único sobre lo que se puede reflexionar es sobre cuál es la causa de ese dolor, no que no lo tengan.
9. He aprendido a vivir con dolor constante. ¿Qué me recomienda para mejorar mi calidad de vida? (Clifford Ramírez Barreto, Managua, Nicaragua).
El primer truco es entender el dolor, el segundo truco es moverse y el tercero es cuidar las emociones.
Lo que yo le aconsejo muchas veces a las personas es que se busquen otros problemas, problemas solucionables. Y que estén absolutamente ocupados en otros problemas, que dejen de estar hablando todo el día del dolor y dándole vueltas.
Y sobre todo que dejen de esperar de la medicina convencional una cura milagrosa, que dejen de buscar una enfermedad que no tienen.
El peligro de buscar una enfermedad que no existe es que le encuentren algo que no tiene: que le den un diagnóstico falso, que le quiten el dinero o lo operen innecesariamente"
Si alguien tiene un dolor desde hace cinco años y no tiene una enfermedad detrás, es que no existe esa enfermedad. Una enfermedad cancerosa, inmunológica, inflamatoria, infecciosa, a los seis meses ha dado la cara y te ha matado. Entonces, alguien con dolor crónico que esté tranquilo: no se morirá de esto.
El peligro de buscar una enfermedad que no existe es que le encuentren algo que no tiene: que le den un diagnóstico falso, que le quiten el dinero o lo operen innecesariamente. Eso va a empeorar su dolor.
Yo tengo muchos pacientes que veo con dolor crónico que entran en este proceso de entenderlo bien y al cabo del tiempo me comentan que todavía tienen dolor pero que ahora ya no les importa, que se han buscado otros problemas y que ahora procuran llevar una vida de calidad dejando el dolor aparte.
10. ¿Qué herramientas se les pueden dar a los niños para prevenir el dolor crónico? ¿Se puede evitar el aprendizaje "social", por convivencia, en niños? (Adriana Colorado, Guadalajara, México).
Lo primero es tratar bien el dolor agudo, para evitarlo. Si no tuviéramos dolor agudo habría mucho menos dolor crónico, no lo aprenderíamos, no se podrían generar memorias de dolor.
Por otro lado está el cuidado emocional: yo creo que en la educación de los niños los aspectos emocionales son principales. Que los niños tengan en sus progenitores imágenes emocionalmente estables es fundamental.
Si no tuviéramos dolor agudo habría mucho menos dolor crónico, no lo aprenderíamos, no se podrían generar memorias de dolor"
Por ejemplo a veces yo tengo que sacar a niños de la consulta médica que están observando con los ojos enormes el dolor de su madre o de su padre. No es beneficioso que los niños estén mirando este espejo de dolor.
También hay que escapar de esa visión más tradicional, cultural debido a la religión, del dolor como un castigo por una culpa. Hay que tener cuidado con esa visión del siglo XIX y XX que ha influido muchísimo en este aspecto.
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