No existe ningún estudio científico riguroso que avale la homeopatía
Convulsiones, dificultad para respirar, letargo, somnolencia excesiva, debilidad muscular, enrojecimiento de la piel, estreñimiento, dificultad para orinar. Estos son algunos de los síntomas que presentaban más de 400 bebés en Estados Unidos cuyos padres les habían administrado pastillas homeopáticas con la intención de hacerles más llevadero el proceso de dentición. Por desgracia, el caso no sólo se saldó con molestias innecesarias para unos cuantos centenares de niños, 10 de ellos perdieron la vida por haber consumido pastillas homeopáticas de belladona.
Afortunadamente, se trata de un caso aislado porque la homeopatía no hace nada, literalmente. No existe ni una sola investigación rigurosa que ilustre sus beneficiospero sí que existen siete estudios Cochrane, los más exigentes del mundo, que arrojan una única conclusión unánime y tajante: la homeopatía es inútil para tratar dolencias y enfermedades.
Tan extremadamente inútil que existen numerosos casos sólidamente documentados en los que sus protagonistas fallecieron por dar la espalda a la medicina tradicional para tratarse exclusivamente con homeopatía y otras pseudoterapias.
Casos como el de la australiana Penelope Dingle, que decidió no tratarse médicamente de un cáncer de colon para el que tenía una alta tasa de superviviencia y, en su lugar, optó por tratar su enfermedad con dieta y homeopatía que acabaron con su muerte. Casos como el de Francesco Bonifazi, un niño de siete años que padecía una otitis y que fue tratado sólo con remedios homeopáticos, lo que acabó derivando en una encefalitis que le causó la muerte. Casos como el de Gloria, un bebé de menos de un año que falleció porque sus padres decidieron obviar los tratamientos prescritos para el eccema de la pequeña y en su lugar optaron por tratamientos homepáticos.
Cualquiera puede ser un homeópata
"La homeopatía es una pseudoterapia que no es tolerable usar ni siquiera de forma combinada con la medicina porque pone al mismo nivel algo que es científico con algo que no lo es y supone abrir la puerta a la magia, a un área de engaño de algo que no es real", afirma Vicente Baos, médico de familia y miembro del observatorio contra las pseudoterapias de la organización médica colegial.
Esta pseudociencia no es ni siquiera una técnica médica. "No forma parte de los estudios médicos oficiales. Los homeópatas no están evaluados ni acreditados y un homeópata puede médico, farmacéutico o tu vecino", advierte Baos.
"El peligro fundamental de la homeopatía es la perdida de oportunidad y tiempo en el caso de que la persona necesite el tratamiento. Se ven casos en urgencias donde el tratamiento médico real se está sustituyendo por la homeopatía y hace que su estado se agrave mucho incluso con consecuencias fatales", advierte el abogado experto en homeopatía y miembro del Círculo Escéptico, Fernando Fías.
Aunque no hay pruebas científicas que demuestren para qué sirve la homeopatía, desde el Ministerio de Sanidad se los ha denominado oficialmente "medicamentos". Un nombre que no responde a su condición real y que ha provocado que incluso la propia ministra, Dolors Monserrat, haya señalado públicamente la ineficiencia de estos remedios al afirmar que "no hay evidencia terapéutica sobre los mismos".
El dilema ético de llamar a la homeopatía medicamento
"La homeopatía es la parte acientífica de la ciencia por costumbres sociales y presiones económicas", afirma Baos. "Un medicamento necesita estar aprobado en base a eficacia y seguridad para opciones concretas y no han demostrado eficacia. Es una muy llamativa contradicción entre lo que las leyes recogen para la homeopatía y lo que es un medicamento", señala.
Por otro lado, Frías explica el peligroso componente moral de esta decisión política. "Si algo no funciona como medicamento, no es ético venderlo como un medicamento". Sin embargo, las directivas europeas y el miedo del Estado a enfrentarse a una multa han terminado por hacer que el Ministerio de su brazo a torcer. "La industria de la homeopatía denunció a España por atentar contra la libre competencia y ante las amenazas de sanción han querido llevar a cabo la legalización de estos productos", indica.
Según Frías, la legalización de los productos homeopáticos como medicamentos se hará en condiciones muy favorables para esta industria. "Se les van a aplicar tasas más bajas de las que realmente correspondería", avisa. El letrado explica que entre tasas anuales de producto, tasas de autorización, tasas de renovación y otros tributos y multas por haber estado vendiendo productos no autorizados suponen "una amnistía fiscal encubierta para la homeopatía".
Actualmente es imposible saber cuántos productos homeopáticos hay en el mercado español. El Ministerio abre ahora un plazo de tres meses para que los fabricantes de estos productos se apunten en la lista ministerial. Según explica Frías, se trata de un procedimiento para las empresas que tienen productos en el mercado desde 1994 pero el abogado denuncia que el Ministerio "no exige ningún trámite para demostrarlo y que de facto se puede apuntar cualquiera".
La homeopatía, sin autorización y registro
Después de estos tres meses, Frías explica que el Ministerio se encargará de hacer las evaluaciones de los productos homeopáticos que, hoy por hoy, "no tienen ni autorización, ni registro como establece la ley" y hasta que se cumplan todos los plazos, "se les va a seguir permitiendo la venta".
El problema de la homeopatía es que no existe una definición a nivel legal sobre lo que son estos productos. Un vacío jurídico que se traduce en una suerte de ley de la selva. Según advierte Frías, "un producto homeopático a nivel legal es básicamente lo que dicen los homeópatas porque no hay una definición sólida" y cualquiera puede ser un homeópata sin tener que estudiar una carrera, obtener un certificado de aptitud profesional o cualquier otro requisito.
Entonces, ¿compraría usted un medicamento aunque no cure? Esta es la pregunta que deberían plantearse los millones de españoles que adquieren productos homeopáticos. Una cantidad que, según a quién se le pregunte, oscila entre un 8% de la población (3,6 millones de personas) según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y un tercio de los españoles, 15 millones, según los datos que maneja esta industria.
Sin embargo, bien por desconocimiento, superstición o tradición, varios millones de españoles consumen productos homeopáticos para tratar problemas leves como la gripe, graves como el cáncer o de carácter psiquiátrico como el déficit de atención y la hiperactividad. En realidad, hay productos homeopáticos para, supuestamente, tratar cualquier dolencia hasta trascender los límites de lo absurdo.
Homeopatía hecha con el Muro de Berlín
Existen incluso remedios homeopáticos fabricados a partir del Muro de Berlín que, según afirman los homeópatas, sirve para tratar la depresión, la narcolepsia, el insomnio y hasta las posesiones demoniacas.
En realidad, los productos homeopáticos son pequeñas bolitas (normalmente de sacarosa y lactosa) que se encuentran rociados por una disolución acompañada de una fórmula que incluye las letras CH y un número. Puede ser CH10, CH30, etc. Una disolución CH1 significa que un mililitro de la sustancia original (extracto de belladona, muro de Berlín, etc) se ha mezclado con 99 mililitros de hago. Una disolución CH2 supondría tomar un militro de la disolución anterior y mezclarlo con 99 mililitros de agua. De modo que, en el caso de las disoluciones CH30, las más habituales en homeopatía, este proceso debería repetirse durante 30 veces.
Para entender cuánta cantidad de sustancia original existe en una disolución CH30, el libro Bad Science recurre a una metáfora: "Imagina una esfera de agua con un diámetro de 150 millones de kilómetros (es la distancia que hay entre la Tierra y el Sol). La luz tarda ocho minutos en recorrer esa distancia. Imagina una esfera de agua de ese tamaño con una molécula de una sustancia disuelta en ella: eso es una dilución 30 CH".
"Cuando se ha logrado esa disolución las bolitas se pulverizan con agua con una proporción que normalmente es de una gota por cada tres bolitas y dejan que se sequen", afirma Frías.
Entonces, ¿cuánto hay de la sustancia original que se publicita en las etiquetas de los productos homeopáticos en cada bolita? Pues realmente, nada. Es imposible encontrar cualquier traza de la sustancia original, salvo que la disolución se haya realizado mal y, dependiendo de la tintura madre que se haya empleado (muro de Berlín, belladona, etc) su consumo puede resultar inocuo o letal, como sucedió a los 10 niños en Estados Unidos.
Un millón de dólares para quién demuestre su utilidad
Pese a la imposibilidad de encontrar rastro de cualquier cosa que no sea agua, alcohol, lactosa, sacarosa y otros elementos inocuos para el organismo, los homeópatas aluden a "la memoria del agua", un principio que puede resumirse en que el agua recuerda las sustancias con las que se ha encontrado en contacto y mantiene sus propiedades para explicar los supuestos efectos curativos de sus bolitas.
"En España están exentos de controles de farmacovigilancia y exámenes periódicos. Solo están sometidos a unos controles: los de productos sin indicación terpéutica aprobada en los que los fabricantes tienen que demostrar simplemente que el compuesto está lo suficientemente diluido", cuenta Frías. Además, Baos explica que "no cumplen con los criterios científicos de medicamento ni parten de una terapia científica evaluada".
Es por eso que ningún estudio científico, incluidos los 7 estudios Cochrane que desmontan sus efectos, ha conseguido demostrar que la "memoria del agua" exista. De hecho, la James Randi Foundation ofrece desde hace años un premio de un millón de dólares para quien demuestre la existencia de esta teoría en la que radican los supuestos efectos curativos de la homeopatía.
"En el fondo la homeopatía es como una creencia religiosa a la que sus partidarios defienden con la dedicación que un religioso que defiende sus creencias", explica Frías.
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