Querida suscriptora, querido suscriptor,
Escribo esta carta después de haberme enfadado y preocupado mucho. CTXT tiene tres años y medio de vida, 173 números, 8.400 artículos, y nunca hemos recibido tantos ataques como cuando hemos sometido el acto de follar –“practicar el coito”, según la cuarta acepción del DRAE– a un debate desde una perspectiva feminista. Escribo para entender qué ha pasado, por si en la revisión de artículos, tuits y mails encuentro una respuesta. También para animaros a participar en la discusión, para que me ayudéis a comprender y me hagáis dudar.
El movimiento #MeToo, la sentencia de La Manada –que todas y todos lloramos–, el 8M… han revelado que la nueva revolución feminista tiene mucho que ver con la violencia sexual. Entre 2008 y 2015, 2.484 mujeres, casi una al día, han sufrido acoso sexual laboral en España, según datos de la Inspección de Trabajo. Miles de mujeres son violadas cada año en nuestro país; según los datos de Interior, se denuncia de media una violación cada ocho horas desde 2009. Una de cada cinco españolas sufre acoso en las redes sociales, según Amnistía Internacional. Casi mil mujeres –y también sus hijos, hermanas, amigas...– han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en los últimos 15 años en España. El sexo es una de las formas de sometimiento machista y por eso tenemos que repensarlo. Entre todas. Entre todos.
Vamos a los hechos.
En el número 170 de la revista publicamos una tribuna de Beatriz Gimeno con el título Sexo y empatía. Las bases éticas del follar. La autora, firma habitual de nuestro medio, defendía grosso modo –los resúmenes impiden matices– la necesidad de introducir la empatía en el sexo, es decir, “preocuparse por el otro o la otra, por su bienestar”. “El sexo casual, el sexo con muchas o muchos, el sexo con desconocidas/os… el sexo como sea, siempre que se sepa que ahí, al otro lado, hay un ser humano, una mujer, con su propio deseo y con el mismo derecho a que dicho deseo sea atendido y respetado”. Gimeno, además, celebraba la oportunidad que tenía el feminismo de hablar más de sexo: “El elefante blanco que está en una habitación y nadie parece ver”.
Dos semanas más tarde, salió en CTXT el artículo Follar con empatía: otra lección puritana que se disfraza de feminismo, firmado por Loola Pérez. La tribuna iba más allá de la réplica a Gimeno, pero es evidente que también lo era: “Lejos de abdicar aquí, las vacas sagradas del –ismo de moda echan más leña al fuego...”. Pérez criticaba que se hablara de “sexo patriarcal para criminalizar aquellas situaciones donde el varón tiene la iniciativa sexual o donde el deseo no es correspondido”. A su juicio, ese es un “intento muy feo de condenar, por un lado, al hombre como eterno enemigo y crear, por otro, la idea de que el sexo es territorio hostil para las mujeres”.
Antes de seguir con los hechos hago un receso explicativo, el mismo que me vi obligada a difundir en Twitter. Ambos artículos se publicaron en CTXT como tribunas de opinión, dentro de la sección de Feminismos y con un espacio similar en portada. La línea editorial de un medio se plasma en sus editoriales. Los artículos de opinión responden a las tesis de sus autoras. Y los debates consisten en confrontar distintas visiones y argumentos.
El artículo de Gimeno suscitó polémica, pero no más que cuando hemos debatido sobre prostitución. La tribuna de Pérez, sin embargo, prendió una mecha que derivó en ataques feroces a su autora y a CTXT. Dos días después de la publicación del artículo, nuestra cuenta de Twitter se inundó de comentarios y menciones contra las tesis de Pérez. Las críticas a los autores y sus argumentos no son nuevos para nosotros, llevamos mucho tiempo debatiendo, pero sí lo era la brutalidad de esos ataques. Por primera vez, además, se acusaba a CTXT por publicar un artículo. No estaban yendo contra una opinión, estaban yendo contra un medio por publicarla. Era una embestida contra nuestra/vuestra/la libertad de expresión.
Aquella mañana hablé con las dos mujeres a las que recurro en estos casos: Nuria Alabao y Adriana Mora. Las dos son especialistas en feminismo, valientes y excepcionalmente formadas. Ambas coincidían en la pertinencia del debate. Después me llamó alertado Gerardo Tecé, responsable de nuestras redes sociales. Optamos por abrir un hilo en Twitter explicando el contexto del artículo. No sé si fue una decisión correcta. ¡Estábamos justificando la publicación de una tribuna de opinión! Os dejo aquí los cuatro tuits:
“Buenos días. Estamos percibiendo que el artículo publicado el pasado miércoles ha generado bastante polémica dentro del feminismo. Abrimos un hilo para contaros la intrahistoria y explicar un par de cosas sobre el papel de la prensa”.
“Tras la publicación de una pieza de @BeatrizGimeno1 (la enlazada abajo), dimos con unos comentarios en redes sociales criticando este artículo con un prisma que nos pareció interesante. Así que le ofrecimos la tribuna de CTXT para confrontar opiniones”.
“Es precisamente lo que debe hacer un medio de comunicación. Poner sobre la mesa debates necesarios y afrontarlos con valentía. Y el debate del feminismo no solo es necesario: es fundamental e inmenso”.
“En CTXT seguiremos trabajando del mismo modo. Cuando abrimos un debate, decidimos hacerlo con todas las consecuencias. Aportando distintos puntos de vista. Quienes critican hoy esta pieza, tienen las puertas de CTXT abiertas para contestar. Para debatir”.
“En CTXT seguiremos trabajando del mismo modo. Cuando abrimos un debate, decidimos hacerlo con todas las consecuencias. Aportando distintos puntos de vista. Quienes critican hoy esta pieza, tienen las puertas de CTXT abiertas para contestar. Para debatir”.
Personalmente, comparto algunos argumentos de las dos autoras. Pero mi opinión vale tanto como la de cualquiera. Lo que sí defiendo sin ambages es la publicación de los dos artículos. Nos han hecho avanzar y debatir mucho [Lionel S. Delgado se ha sumado a la polémica esta semana: Follamos para ser hombres. Los límites de la empatía como puerta de la virilidad]. Pero, sobre todo, no encuentro ninguna razón contundente para censurar ninguno de ellos. Lo siento, pero me niego a asumir como machista a quien dentro del feminismo no piensa como yo.
Al final, la sorpresa viene porque los ataques han salido de la izquierda. Entenderán que el resto no entre a valorar si el follar tiene límites éticos, si la empatía es necesaria o si podemos caer en el puritanismo. Una parte de la izquierda ha optado por cuestionar nuestra honestidad, nuestro rigor y la libertad de expresión [recuerdo el artículo 19 de la Declaración de Derechos Humanos: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”] por una tribuna de opinión que no comparte. Y no, no vale el argumento de que también publicaríais un artículo a favor de la pena de muerte –para confrontar uno en contra– o una defensa del supremacismo. Saben que no. Hay cuestiones que no admiten discusión. El feminismo sí; hubo otras lectoras, menos combativas en las redes, que aplaudieron el debate.
En CTXT las editoras somos dos mujeres: mi compañera Mónica Andrade y yo, que además ejercemos como directoras adjuntas. Tenemos un consejo editorial paritario lleno de mujeres fabulosas; decenas de colaboradoras; muchas firmas femeninas. A principios de este año firmamos un compromiso feminista que nos obliga a revisarnos constantemente. Intentamos aprender para equivocarnos menos. Pero además de mujeres feministas somos periodistas, y compartimos la tarea de sacar adelante un medio de comunicación. CTXT no es un un órgano de partido. No tiene mochilas ni favores. Por eso lo hicimos. Para eso lo hicimos. Las líneas rojas son los derechos humanos, la defensa de nuestro oficio y la libertad.
Hablemos de follar y de todo. Seamos mejores.
Os dejo mi correo (jimenez@ctxt.es).
Gracias por leerme. Compartir estas líneas con vosotros es una medicina.
Vanesa
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