domingo, 8 de julio de 2018


De dónde viene el complejo de inferioridad

Suele originarse en la infancia o adolescencia y por razones muchas veces mínimas.


Norberto Abdala, psiquiatra.

Tengo un sobrino de 25 años que vivió acomplejado por ser petiso y gordo. Se le burlaban los compañeros y siempre se sintió menos que los demás. Ahora está peor porque no quiere ir al trabajo y anda triste. ¿Qué le parece? ¿Tendrá que ir a un psicólogo?  María Rosario Q., La Banda.

La palabra “complejo” proviene del latín “complectere” y significa “abrazar” o “abarcar” y desde un punto de vista psicológico se lo considera como una fuerza invisible que apresa e impone condiciones a un individuo.
Un complejo resulta de conflictos psicológicos inconscientes, es decir, instalados fuera del campo de la conciencia.
Alfred Adler (1870-1937) fue un médico austríaco que, después de especializarse en oftalmología, se sintió atraído por las incipientes teorías psicoanalíticas que desarrollaba Sigmund Freud.
Dentro del enfoque de este último existían sólo dos complejos: el Complejo de Edipo y el Complejo de Castración y que, de sus adecuadas o inadecuadas resoluciones, dependerían la estructura de la personalidad y/o diferentes cuadros clínicos.
Adler fue el primer analista que describió la existencia de otro, el de Inferioridad, lo cual le costó que fuera separado de la asociación oficial de psicoanálisis.
Allí afirmó que “todos tenemos un sentimiento de inferioridad pero no se trata de un trastorno, sino de un estímulo que nos impulsa a esforzarnos y desarrollarnos. El complejo de inferioridad se convierte en una condición patológica sólo cuando esa sensación de insuficiencia nos abruma y, en vez de estimularnos, nos deprime e inhibe nuestro desarrollo”.
Quien lo padece de este último modo, automáticamente se compara con los demás y siente que vale menos, que tiene pocas capacidades y condiciones, sufre mucho y, lo que es peor, suele actuar de manera tal que termina reafirmado la pobre opinión que tiene de sí mismo, como en una profecía auto-cumplida.
Presenta dos vivencias primordiales: sentir que no está a la altura de los otros y tener una autoestima muy devaluada.
Cualquier persona y en alguna ocasión se puede sentir inferior si se compara con otro que es mejor o superior en algo específico, pero es una normal vivencia pasajera y referida a esa situación determinada.
Por el contrario, quien sufre de complejo de inferioridad lo percibe de manera permanente e intensa, que involucra prácticamente casi todas las áreas de su vida.
Si hubiere que señalar las expresiones más características serían:
1) Timidez para manejarse en relaciones sociales; 2) Dificultad para tomar decisiones; 3) Necesidad de agradar a los demás; 4) Pobre valoración propia; 5) Imposibilidad para reconocer sus capacidades; 6) Evitación de situaciones que le parezcan complejas; 7) Necesidad de justificarse o disculparse todo el tiempo; 8) Pensar obsesivamente en su dificultad.
Suele originarse en la infancia o adolescencia y por razones muchas veces mínimas y muy variadas como, por ejemplo, alguna característica física (ser más alto o más bajo que los otros, considerar que su nariz es muy grande), psíquica (ser poco inteligente, tímido) o familiar (vergüenza a sus orígenes, recibir muchas recriminaciones y exigencias, violencia entre los padres).
Pero, en realidad, lo que determina su origen no son los hechos sino la interpretación subjetiva que hace de los mismos y de su propia esencia.
Para evitar el sufrimiento y posibles depresiones futuras, es imprescindible un adecuado tratamiento.

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