viernes, 23 de noviembre de 2018

El fin de "la brecha del placer": los juguetes sexuales también se rinden a la revolución feminista


El vibrador 'Crescendo' se moldea a todos los cuerpos. AITOR HERNÁNDEZ-MORALES

Mujeres jóvenes y formadas toman el poder en una industria, la del placer incluso femenino, dominada clásicamente por los hombres
Desde que existen los seres humanos, existen los juguetes sexuales. Ya en 23.000 a.C. tribus alemanas utilizaban consoladores de piedra y en la edad de Cristo los patricios romanos coleccionaban falos hechos de marfil y hueso; los marineros españoles del siglo XVI se llevaban muñecas sexuales -las llamadas "damas de viaje" de paño- al ultramar, y los médicos victorianos utilizaban vibradores para controlar la "histeria femenina".
Durante el siglo pasado la producción de estos objetos se convirtió en toda una industria, pero el estigma asociado con el placer hizo que el sector siempre estuviera dominado por hombres de reputación dudosa. Los objetos producidos eran poco estilosos y de mala calidad, y sobretodo ideados exclusivamente para provocar el placer masculino.
En los últimos años, sin embargo, esa tendencia ha cambiado gracias a un pequeño grupo de pioneras altamente calificadas que han liderado una auténtica revolución feminista del mundo de los juguetes sexuales. Liberadas de los prejuicios del pasado, estas mujeres jóvenes y formadas se han abierto paso y fundado algunas de las empresas más populares de un sector cuyo valor actual supera los 13.000 millones de euros.

Productos más atractivos y fáciles de manejar



Polly Rodríguez (St. Louis, 1986) es la CEO de Unbound, empresa que produce una variedad de vibradores y joyas que pueden utilizarse para provocar placer sexual. Licenciada en Economía, la ex consultora de Deloitte y asesora de la senadora estadounidense Claire McCaskill se interesó por el mundo de los juguetes sexuales cuando fue a comprar uno por primera vez mientras se recuperaba de un cáncer.
"Me diagnosticaron un cáncer colorrectal con 21 años y tuve que someterme a tratamientos de radiación. Mis médicos me avisaron de que el tratamiento me impediría tener hijos más tarde, pero no me dijeron nada sobre el impacto que tendría sobre mi vida sexual", cuenta, "les dio vergüenza explicarme que el tratamiento me provocaría la menopausia precoz, así que no entendí qué estaba pasando con mi cuerpo".
"Afortunadamente, una enfermera me dio información y me aconsejó comprar un vibrador para volver a descubrir lo que me daba placer, pero cuando fui al sex-shop de mi ciudad quedé horrorizada", continúa, "el sitio era turbio y te hacía sentir que estabas haciendo algo sucio. Los productos eran aún peores: feos, de material sospechoso, poco adecuados para mujeres".
La experiencia fue tan impactante que Rodríguez empezó a investigar y llegó a la conclusión que no existían productos ideados para mujeres. Fue entonces que decidió fundar su empresa, cuyos juguetes sexuales son radicalmente distintos a los consoladores fálicos que han dominado el mercado durante décadas. Los vibradores tienen colores alegres y formas redondeados, con un diseño ergonómico que facilita su uso.
"Hasta ahora los juguetes sexuales estaban hechos desde la perspectiva de lo que hombres piensan que mujeres desean en la cama. Nuestros productos han sido creados por diseñadoras que son plenamente conscientes que el 70-80% de las mujeres llegan al orgasmo por estimulación clitoral. Los objetos fálicos -el clásico consolador grande y grueso- dan poco placer, y por eso hemos desarrollado vibradores más cómodos de manejar y con un diseño que resulta realmente atractivo".


Además de la apuesta estilística -que permite que algunos productos tengan una función doble como accesorios de moda-, esta nueva generación de mujeres en el sector de los juguetes sexuales muestra un fuerte interés en implementar avances tecnológicos en estos objetos de placer. "Empleamos las nuevas tecnologías para facilitar la vida de nuestros clientes. El vibrador Palma, por ejemplo, es un anillo vibrador; la velocidad e intensidad de las pulsaciones se controla moviendo la mano, empleando la misma tecnología que controla la orientación de la pantalla en los smartphones".

'Cerrar la brecha del placer'

Alex Fine (Nueva York, 1989), CEO de Dame Products, es otra de las caras más visibles del colectivo, al liderar una empresa que genera más de cinco millones en ventas anuales. Junto a Janet Lieberman -ingeniera licenciada por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT)-, la sexóloga con máster en psicología clínica de la Universidad de Columbia ha creado una empresa líder que se ha aprovechado de avances tecnológicos para desarrollar productos cuyo objetivo es cerrar la llamada "brecha del placer".
"Hay numerosos estudios que demuestran que mientras el 91% de los hombres llegan al orgasmo cuando tienen sexo, apenas el 39% de las mujeres consiguen el mismo hito", explica Fine, que aparece en la lista de '30 talentos con menos de 30 años' de la revista Forbes este año. "Nuestros productos están hechos con y para personas con vulvas, y tenemos un laboratorio que utiliza impresoras 3-D para crear diferentes modelos con el fin de enriquecer la vida sexual de nuestros clientes".
"Pese al valor económico del sector, sigue siendo uno que está coartado por las perspectivas dominantes de nuestra sociedad, que siguen viendo el placer y la masturbación como algo malo. Publicitar nuestros productos es complicado, porque claramente se favorecen los productos que facilitan el placer masculino. Facebook e Instagram permiten anuncios de productos como Viagra, pero prohíben cualquier tipo de publicidad de productos que faciliten el placer femenino", denuncia.


Fine enfatiza que el despertar feminista del sector no implica una ofensiva en contra de los hombres. "No hay una guerra, sino una reivindicación que todas las partes deben sacar el máximo placer del acto sexual. Muchos de nuestros juguetes están pensados para complementar el sexo en pareja; el Eva II, por ejemplo, sirve para estimular el clítoris a la vez que se tiene sexo penetrativo. Cualquier persona que esté a favor de compartir el placer estará a favor de nuestros productos".
Stephanie Alys (Londres, 1989), co fundadora de MysteryVibes, señala que la irrupción de mujeres en el mundo de los juguetes sexuales ha llevado a productos mucho más diversos, y más enfocados en las necesidades individuales de los usuarios: "Creo que somos más conscientes de que el placer no tiene género, ni tampoco se conforma a un tipo de cuerpo particular. Estamos explorando eso, creando productos que buscan provocar el orgasmo, juguetes sexuales flexibles que se moldean al cuerpo de cada uno".
Alys dice que, como casi todas las otras industrias, el movimiento #MeToo ha tenido su impacto sobre la industria de los juguetes sexuales, y contribuido a dar mayor atención al papel de las mujeres del sector: "En este negocio hubo mucho machismo durante mucho tiempo. Algunos hombres partían de la idea de que si eras en una mujer que trabajaba en algo relacionado con el placer, eras una facilona, y las propuestas indecentes eran frecuentes".
"El movimiento nos ha permitido revindicar nuestra posición, y creo que estos productos también ayudan reafirmar el poder y la independencia de las mujeres. Es una forma de revindicar nuestra sexualidad y, sobre todo, nuestro derecho a disfrutar del sexo".

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