Por ello, el rey (55 años) pretende pasar unas tranquilas vacaciones en la metrópoli china, que ya visitó en las Navidades de 2015 con su mujer Lalla Salma y sus dos hijos, el príncipe heredero Moulay Hassan y la princesa Lalla Khadija. En cambio, este viaje lo ha hecho acompañado de un pequeño séquito de hombres de confianza. Las semanas transcurren con calma mientras el pueblo marroquí se pregunta por qué su soberano pasa tanto tiempo fuera de su reino. No obtiene respuestas hasta que la estancia asiática del comendador de los creyentes (título que también ostenta como máxima autoridad religiosa en Marruecos) se tuerce a finales de febrero.Lunes 29 de enero. Un Boeing 747 aterriza en Hong Kong después de salir la noche anterior de Agadir (Marruecos) y hacer una parada en Bombay (India). A bordo del avión va el rey Mohamed VI. Se siente cansado, hinchado, el cuerpo le pesa, no duerme bien y con frecuencia le duele el pecho. Su médico personal, Abdelaziz Maaouni, le ha recomendado que se tome un largo descanso tras detectarle unos días antes una alteración en su ritmo cardíaco.
Un «susto» en el corazón es la causa. La auscultación hecha por dos médicos de Hong Kong no diagnostica nada bueno. Y no son tan discretos como los doctores franceses que habitualmente atienden al rey. Tampoco a los fieles marroquíes que le acompañan, les da tiempo a imponer su hermético protocolo antifiltraciones.
Un diplomático que se encuentra en ese momento en la misma residencia que Mohamed VI se entera entonces de que el rey de Marruecos padece desde hace años una enfermedad autoinmune llamada sarcoidosis. Al monarca lo trasladan de urgencia a París, donde el 26 de febrero es operado con éxito de una arritmia cardíaca.
Un equipo de seis médicos, con el doctor Maaouni y el cardiólogo francés Olivier Thomas al frente, le practican una ablación por radiofrecuencia (destrucción del tejido del corazón que provoca el ritmo cardíaco anormal) en el Hospital Ambroise Paré, al oeste de la capital francesa. Horas después, la agencia oficial de noticias marroquí (MAP) se encargó de tranquilizar a los súbditos publicando una fotografía del rey convaleciente en una cama rodeado de su familia. De casi toda, porque faltaba su esposa. Entonces, los rumores de la enfermedad devinieron en rumores de divorcio.
Domingo 11 de noviembre. En el Arco de Triunfo de París tiene lugar la ceremonia conmemorativa del centenario del armisticio entre las potencias Aliadas y Alemania tras la Primera Guerra Mundial. Acuden 70 jefes de Estado y de Gobierno.
En primera fila del acto llama la atención que estén sentados Mohamed VI y su hijo, Moulay Hassan, que tan sólo tiene 15 años. Están escoltados a su derecha por Justin Trudeau (primer ministro canadiense) y a su izquierda por Donald y Melania Trump (EEUU); Angela Merkel (Alemania); Emmanuel y Brigitte Macron (Francia), y Vladimir Putin (Rusia). Nadie entiende qué hace el rey de Marruecos sentado allí.
Terminó convertido en el protagonista involuntario del evento. Mientras Macron pronuncia su discurso de paz, Mohamed VI se echa una micro siesta. Hasta tres veces cierra los ojos y cabecea delante del mundo entero. A unos centímetros, otra escena acapara la atención mediática: la de un incrédulo Trump mostrando con la mirada su enfado por la siesta del rey alauí. «Está siempre muy cansado y se hincha a pastillas. Estamos preocupados», confiesa un político marroquí que fue ministro hace unos años y que tiene una estrecha relación con la familia real alauí.
"Han intentado taparlo"
«Una fuente médica del hospital Ambroise Paré me reconoció que la enfermedad de Mohamed VI es la sarcoidosis, que afecta a sus pulmones, riñones, ojos, corazón y se trata con cortisona». El que habla es Said Salmi, periodista de investigación de Al Jazzera, productor audiovisual y profesor de geopolítica en la Universidad Franche-Comté de París. «Desde Rabat siempre han intentado taparlo, pero esta información me la ha confirmado un familiar del rey. Su gente dice que Mohamed VI cree que morirá prematuramente debido a su enfermedad, que por eso se está ausentando tanto de Marruecos estos últimos años, porque quiere disfrutar y aislarse de los problemas», sentencia Salmi.
«Por eso también está formando a su hijo, llevándole a todas las cumbres y actos internacionales de relevancia, para que esté preparado cuando tenga que ocupar el trono. Cada vez se habla más de que su abdicación no está muy lejos», añade un ex diplomático marroquí que reside en Francia.
Seis meses antes de la operación de corazón, en septiembre de 2017, a Mohamed VI le extirparon un tumor en el ojo izquierdo en el Hospital de Oftalmología Quinze-Vingt, también en París. Esos días se difundió en las redes sociales una llamativa fotografía del rey en un centro comercial con una camiseta negra con el rostro de un indio estampado, un sombrero gris y un parche blanco en el ojo. La operación había sido un éxito.
Un doctor de aquel centro médico, que pide no desvelar su identidad, repite el mismo nombre de la enfermedad que habían nombrado Sami y el diplomático de Hong Kong. «Sí, aquí se ha hablado de que Mohamed VI tiene sarcoidosis. Por eso tuvo lo del ojo y el corazón. Y también, si miras su historial, ha tenido infecciones en los pulmones y en las piernas, teniendo que usar varias veces muletas para caminar», explica el sanitario francés.
Desde Rabat, una fuente del Ministerio del Interior, reconoce que su rey padece una enfermedad autoinmune, pero no confirma si es sarcoidosis. Asegura que lo desconoce, y pide discreción. Lo mismo dice otro político marroquí del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) que tiene mucha amistad con una de las tres hermanas del soberano. «El país ahora está viviendo un momento delicado, con muchas protestas, y muchos de nuestros jóvenes marchándose a Europa. Lo que necesitamos ahora es estabilidad y no hablar de si el rey está enfermo o no. Eso mostraría fragilidad y no nos conviene», afirma.
En enero de 2017, durante la presentación en París de un informe sobre las fortalezas y debilidades del Magreb, el político Jean Glavany, que fue ministro de Agricultura y director de gabinete del presidente francés François Mitterrand, también mencionó la enfermedad de Mohamed VI. «Todo el mundo sabe que padece una enfermedad de evolución lenta, que se le trata a golpe de cortisona». Sus declaraciones trajeron mucha polémica. A Glavany le obligaron a rectificar (Rabat presionó al Gobierno francés) y pidió perdón.
«Desde 2009, cuando se empezó a hablar de que el rey tenía una enfermedad después de que estuviera convaleciente por una supuesta gastroenteritis, su salud siempre ha sido un tema tabú que estaba prohibido tocar. La Policía ha detenido y multado a periodistas que han escrito sobre ello», cuenta un ex agente de los Servicios de Inteligencia del reino alauí, que también pide anonimato por miedo a represalias. «Hace tres años, un colega médico que era muy cercano a su padre, el rey Hassan II, me reconoció que lo que tenía Mohamed VI era sarcoidosis, por eso sufrió con frecuencia dolores en muchas partes del cuerpo», sentencia esta fuente.
Enfermedad crónica
Pero, ¿qué es exactamente la sarcoidosis? «A priori es una enfermedad crónica pero benigna que toca cualquier órgano del cuerpo, sobre todo el pulmón. Puede afectar al ojo, a los riñones, provocar sensación de ahogo al respirar, fibrosis en el pulmón, dolor torácico y causar una arritmia cardíaca; también provoca astenia (fatiga) y fiebre», explica el doctor Fernando Pedraza Serrano, neumólogo en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid. «Aún no se ha podido demostrar la causa de la enfermedad, pero hay teorías que hablan de que puede ser algo microbiológico, derivado de una especie de microbacteria, que es una bacteria prima hermana de la tuberculosis. El tratamiento de entrada es con corticoides y la mayoría de los pacientes suele responder bien», añade el doctor Pedraza.
En España hay una Asociación Nacional de Enfermos de Sarcoidosis, con 170 pacientes inscritos y con más de 500 personas en su registro de enfermos. «Habíamos escuchado que Mohamed VI también la padecía», cuenta Mariola Grunwald, vicepresidenta de la asociación. «En siete de cada 10 casos, la enfermedad deja de hacer estragos después de un tiempo. Pero a otras personas nunca se les pasan los síntomas. En la asociación tenemos a gente completamente asintomática y otras personas en silla de ruedas y con oxígeno las 24 horas».
Mariola explica que el índice de mortalidad es muy bajo, que no hay estadísticas claras, pero que en Europa, donde la prevalencia es de 15 personas por cada 100.000, las muertes apenas llegan al 1% si no se complica con otra enfermedad.
«He leído que Mohamed VI se quedó dormido durante la celebración de un acto. Los afectados por la sarcoidosis tienen seis veces más de posibilidades de padecer trastornos de sueño que la población sana. Las corticoides que tomamos hinchan muchísimo y afecta a la musculatura y a la movilidad. Quizás por eso Mohamed VI engorda con frecuencia», añade Mariola.
Desde Rabat, oficialmente, con rostro y nombre, nadie quiere hablar de la posible enfermedad del rey. Ni lo confirman ni lo desmienten. Tampoco en las clínicas de París donde le han tratado quieren hacer ningún comentario. «Tenéis que preguntar por qué ha cancelado en los últimos años tantos viajes y reuniones de Estado», insiste el abogado Mohamed Ziane, que fue ministro de Derechos Humanos con Hassan II y ahora lidera el Partido Liberal marroquí.
La primera vez que se informó de una enfermedad del rey fue en 2009, cuando su médico personal, Maaouni, comunicó que padecía un «rotavirus con signos digestivos y deshidratación». El periodista Driss Chahtane, director del diario Al Michaal, fue condenado a un año de cárcel y a pagar 10.000 dirhams (923 euros) cuando intentó explicar a sus lectores, con ayuda de un médico, en qué consisistía ese «rotavirus».
En 2012 aparecieron imágenes que dieron que hablar del rey apoyado en un bastón, sin que nadie precisara los motivos de la dolencia. Los viajes cancelados de los que habla el abogado Mohamed Ziane empezaron en 2014, cuando la agencia oficial del reino comunicó que Mohamed VI suspendía una visita oficial a China por «un síndrome agudo de gripe con fiebre de 39,5 grados, complicado por bronquitis».
En 2015 canceló su agenda por una «gripe aguda» y no pudo asistir a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Y en enero de 2017, el año en el que Mohamed VI se pasó más de 100 días fuera de Marruecos -la mayor parte del tiempo estuvo en París, alojado en su palacio de Betz, un pueblo a 60 kilómetros de la capital-, se canceló la visita de Estado ya organizada del rey Felipe VI y la reina Letizia a Rabat, alegando desde el Ministerio de Asuntos Exteriores español «motivos de agenda». Aunque días después trascendieron fotografías de Mohamed VI cenando en París con una actriz y paseando por los Campos Elíseos.
«Parece que ha fijado su residencia en París», protesta un taxista de Tánger. Aunque es difícil encontrar en Marruecos a alguien que critique abiertamente a su monarca. Sigue imponiendo respeto y adoración el hombre cuyo retrato está omnipresente en todos los lugares públicos.
Mohamed VI es el líder religioso, jefe del Gobierno, de las Fuerzas Armadas y del poder judicial. También es el mayor empresario del país, con un holding (máximo accionista del Grupo ONA) con intereses en sectores que van desde la banca, la industria, el turismo y la telefonía hasta el carbón y la pesca. Según la revista Forbes, su fortuna asciende a 5,7 billones de dólares, siendo el hombre más rico de Marruecos y el quinto de toda África. Su nombre aparecía en la lista Falciani de clientes del banco suizo. Tiene más de una decena de palacios en el reino y cientos de coches.
Hace unos meses saltó la noticia de que el reloj que lleva, de oro blanco de 18 quilates y más de mil diamantes incrustados, cuesta más de un millón de euros... «Y mientras, su gente tiene que salir en patera a España y jugarse la vida porque él y los suyos se quedan con todo», critica Youssef, un joven de Alhucemas que salió en patera hasta las costas andaluzas el pasado verano. «Esperemos que su hijo -Moulay Hassan-, cuando le toque gobernar, lo haga con más cabeza y corazón y acabe con las grandes desigualdades que tenemos».
Esposa desaparecida
Youssef habla de un adolescente heredero al trono que ya despacha con temple y soltura con reyes y jefes de Estado, como se vio en la cumbre de París el pasado domingo. El rey de Marruecos fue el único mandatario que acudió con su hijo y no con su esposa, como sí hicieron muchos de los presidentes que asistieron. El 21 de marzo la revista ¡Hola! publicó que Mohamed VI y Lalla Salma se habían divorciado. Nadie en el reino lo ha confirmado ni desmentido. La última foto de Salma se hizo el 12 de diciembre de 2017. Desde entonces nadie ha vuelto a saber nada de ella.
El hijo mayor de la pareja estudia rodeado de un grupo de otros cuatro jóvenes procedentes de distintas regiones del país. Algunos de familias pobres que fueron seleccionados por los captadores de talento del reino por su inteligencia. Algo muy habitual en la casa real alauí. El rey quiere que su hijo madure como él lo hizo, acompañado de adolescentes de distintas clases sociales.
En diciembre de 2017, el semanario marroquí Al Ayam publicó que Moulay Hassan empezaría a estudiar aviación en el Colegio Real Preparatorio de Técnicas Aeronáuticas (CRPTA) en Marrakech y que se sacaría el título de oficial militar y de ingeniero aeronáutico, eligiendo una rama más científica que su padre, que escogió el camino de las letras estudiando Derecho. Quizás por eso el príncipe recibió un ostentoso regalo a cuenta de las arcas de su país el pasado julio: un Gulfstream G650 (aeronave) con un sistema de protección contra misiles.
El jueves, el príncipe heredero no estuvo presente en el encuentro entre Mohamed VI y Macron, en el que inauguraron el primer tren de alta velocidad del Magreb, que unirá Tánger con Casablanca. Las relaciones históricas entre Marruecos y Francia siguen siendo infranqueables. Muchos negocios unen a ambos países. Y también otro asunto más delicado: la salud del rey.
No hay comentarios:
Publicar un comentario