Tres de cada diez mujeres no tienen orgasmos y se resignan
Las causas pueden ser orgánicas o emocionales. El dato surge de un estudio realizado por el hospital Durand entre casi 400 casos. Los especialistas dicen que atenta contra la estabilidad de la pareja. Y recomiendan hacer una consulta para revertirlo.
Lo primero que me bloquea es la inseguridad con mi cuerpo: que no estoy depilada, que con la luz prendida ni se te ocurra, que se me notan los rollos. El problema es que cuando todo pasa por la mente y no por los sentidos es muy difícil excitarse lo suficiente y después se hace una bola de nieve: para no tener que dar explicaciones una termina acostumbrándose a fingir el orgasmo, y cuando te acostumbrás a que las relaciones sexuales acaban cuando termina él, hasta terminás renunciando a la posibilidad de intentar llegar a un orgasmo”, cuenta Paula. Su historia podría parecer la de una señora mayor resignada al disimulo. Pero Paula tiene 26 años, y no es la única.
Un estudio del área de Disfunciones Sexuales de la División Urología y Ginecología del hospital Durand, entre casi 400 casos, demostró que 3 de cada 10 mujeres tienen trastornos del orgasmo. Sin embargo, 6 de cada 10 encuestadas manifestaron que su vida sexual es satisfactoria. ¿Verdad o conformismo? “La alteración en esta fase de la respuesta sexual puede deberse a causas orgánicas: depresión, medicación antidepresiva, trastornos hormonales (hipotiroidismo), dolor en el coito o causas fisiológicas como la menopausia. Pero cuando no aparecen causas orgánicas debemos considerar factores inherentes a la educación sexual, tabúes o causas emocionales como las fobias sexuales. Es cierto que muchas mujeres se resignan porque perduran resabios de la mujer que sólo debe conformar al varón, donde la masturbación es mala palabra y en donde les cuesta indicarles a sus parejas qué es lo que les gusta”, explica a Clarín Amado Bechara, profesor de urología de la UBA y jefe del sector disfunciones sexuales del Durand. “Si cuando esa mujer se masturba tiene orgasmos, el problema no es del orgasmo sino de sus vínculos. Es muy frecuente ver mujeres que pierden todo el erotismo cuando tienen que practicar sexo oral o cuando tienen que mostrarse desnudas con la luz prendida”, describe Adolfo Casabe, urólogo y miembro del equipo.
Paula sabe que su respuesta sexual “a mitad del camino” conspira contra la posibilidad de tener una pareja estable. Beatriz Literat, jefa del departamento de disfunciones sexuales de Halitus, habla de eso: “Muchas mujeres creen que, al no tener orgasmos, son defectuosas, entonces no se quieren exponer: tener sexo ocasional con un desconocido las libera de tener que rendir cuentas. Pero quienes tienen pareja suelen tener otro problema: ellos quieren saber si terminaron o no y ellas sienten eso como un acoso o una exigencia”.
Y es ahí donde suele naturalizarse la idea de fingir: “Fingir la excitación o el orgasmo tiene que ver con conformar al otro, evitar el conflicto, pero lo que se esconde es una enorme falta de comunicación y de confianza”, dice Bechara. Lo dice Paula: “Lo que pasa es que una no se pone en primer lugar, ni en la cama ni en la vida. Siempre como un “service” del otro. Al no pedir, no recibís. Te quedás calladita, le hacés de todo y si vos no pudiste, nadie se entera”.
Así, las fobias aparecen como fantasmas a los que se van acostumbrando a domar. “Existen fobias sexuales como el miedo a ser penetradas o al dolor en la relación sexual que limitan la posibilidad de relacionarse sexualmente. Afectan la excitación y el orgasmo y pueden afectar el deseo”, dice el sexólogo y psiquiatra, Adrián Helien.
En muchos casos, esas fobias tienen su raíz en situaciones de abuso: se calcula que 3 de cada 10 mujeres que consultan vivieron alguna situación de abuso sexual.
“El gran cambio para que una mujer logre el orgasmo consiste en dejar de esperar que el varón se lo dé y sólo con penetración, y entender que debe
La buena noticia es que los trastornos de las distintas fases de la respuesta sexual (deseo, excitación u orgasmo, dolor sexual) tienen solución. Habrá que dejar de hacer lo que el avestruz y entender que su ausencia o su retraso no tiene por qué ser una cadena perpetua.
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