Por qué los ancianos son el blanco preferido por los estafadores
Científicos encuentran el centro de la incredulidad del cerebro. Su deterioro debilita la capacidad de distinguir engaños
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Un grupo de investigadores ha localizado el área del cerebro en la que residen la credulidad y la duda. Una zona que puede explicar —al menos en parte— por qué hay personas más crédulas y otras más escépticas. Por qué los ancianos y los niños pequeños son más susceptibles a creer cualquier cosa y, por tanto, de ser engañados.
El estudio comparó la credibilidad que otorgaban a distintos anuncios una serie de personas separadas en tres grupos. Algunas con una lesión en la zona «sospechosa», otras con daños cerebrales varios y, por último, sujetos sanos. Según sus resultados, los pacientes con lesiones en la zona ventromedial del córtex prefrontal (vmPFC) —situada a la altura de la frente, sobre los ojos— eran casi dos veces más crédulos que los demás. Incluso cuando se les señalaban las afirmaciones difíciles de creer y se les apuntaban los motivos para dudar.
«Este estudio es el primero que ofrece evidencias directas y no anecdóticas de que daños en la zona ventromedial del córtex prefrontal aumenta la credulidad», explican los investigadores en su artículo, publicado en la revista científica Frontiers in Neuroscience.
Los ancianos, más vulnerables
Las personas mayores son más susceptibles a ser víctimas de afirmaciones malintencionadas, exageraciones y estafas. Un estudio del Instituto Nacional de Justicia de EE.UU. cifró en el 12% el porcentaje de estadounidenses de más de 60 años de los que alguien se había aprovechado para sacar provecho económico. Si se suman otro tipo de engaños, evidentemente el porcentaje aumenta.
Los científicos responsables de este trabajo ofrecen una explicación al fenómeno. «Hemos postulado que buena parte del proceso de poner en duda algo en lo que previamente se creía recae sobre la vmPFC. Ésta, en ancianos, tiene tendencia a perder de manera brusca su integridad estructural y su funcionalidad asociada», explican. «Postulamos, por tanto, que la vulnerabilidad a información capciosa, a engaños y al fraude en ancianos es el resultado de un déficit en el proceso de la duda, del que se encarga ésta zona».
Aproximadamente a partir de los 60 años, la zona en cuestión empieza a «estropearse», explica Daniel Tranel, miembro del grupo que ha llevado a cabo la investigación. Aun así, aclara, el ritmo al que se produce el deterioro puede variar mucho de persona a persona.
Test de credulidad
A los participantes en el estudio —21 con daños en vmPFC, 18 con otras lesiones en el cortex prefrontal y otros sanos— se les mostraban una serie de anuncios claramente engañosos. Después se les preguntaba cuánta credibilidad le daban, y si comprarían el producto anunciado.
Los pacientes con lesiones en vmPFC fueron el doble de crédulos. Aceptaban como válidas las afirmaciones de los anuncios casi dos veces más que el resto de grupos. Incluso cuando se les señalaba que eran engañosos y los motivos. También estaban más dispuestos a comprar dicho producto, aun después de las pertinentes explicaciones.
«Desde el punto de vista del comportamiento, suspendieron el examen en todos los sentidos», explicó Natalie Denburg, supervisora durante estos tests. «Se creyeron los anuncios más que los demás, y también demostraron más intención de comprarlos. Analizados en su conjunto, fueron los más vulnerables a ser engañados». Aun así, constató, el número de pacientes del estudio es pequeño para sacar conclusiones definitivas.
Un grupo de investigadores ha localizado el área del cerebro en la que residen la credulidad y la duda. Una zona que puede explicar —al menos en parte— por qué hay personas más crédulas y otras más escépticas. Por qué los ancianos y los niños pequeños son más susceptibles a creer cualquier cosa y, por tanto, de ser engañados.
El estudio comparó la credibilidad que otorgaban a distintos anuncios una serie de personas separadas en tres grupos. Algunas con una lesión en la zona «sospechosa», otras con daños cerebrales varios y, por último, sujetos sanos. Según sus resultados, los pacientes con lesiones en la zona ventromedial del córtex prefrontal (vmPFC) —situada a la altura de la frente, sobre los ojos— eran casi dos veces más crédulos que los demás. Incluso cuando se les señalaban las afirmaciones difíciles de creer y se les apuntaban los motivos para dudar.
«Este estudio es el primero que ofrece evidencias directas y no anecdóticas de que daños en la zona ventromedial del córtex prefrontal aumenta la credulidad», explican los investigadores en su artículo, publicado en la revista científica Frontiers in Neuroscience.
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