Cuba libre
Activista por los derechos Lgbti, directora del
Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) de Cuba, diputada en la
Asamblea Nacional, hija del presidente Raúl Castro y sobrina de la
leyenda Fidel, en realidad alcanza un solo concepto para presentar a
Mariela Castro Espín: militante revolucionaria del siglo XXI. Soy la
entrevistó en el marco de la XXVII Conferencia Mundial de la Asociación
Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA)
para evaluar las disputas ideológicas libradas, las que están en
construcción y las que se vienen.
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Por Diana Sacayán y Diego Bocchio
Su
perfil militante se espeja sin distorsiones cuando uno la tiene frente a
frente: es cálida y accesible, ávida por conocer otras experiencias y
siempre lista para discutir sobre política. No se inquieta frente a las
preguntas más críticas y contesta apasionada. En la reunión anual de
ILGA, en la Ciudad de México, 500 representantes de la militancia global
llamaron a “descolonizar los cuerpos”, una premisa que Latinoamérica
debatió sin disociarla de la necesidad más amplia de “descolonizar los
pueblos”. La preocupación no se concentró solamente en la franja del
mapa que suele aparecer en el foco mediático, de Africa a Rusia, sino
también en la violencia en países “centrales” de Europa y en algunos
estados de EE.UU. No faltaron los trapitos sucios para lavar en la
azotea de la propia casa: intersex y bisexuales interpelaron a la
llamada “hegemonía gay”, al igual que en su momento lo hicieran con toda
precisión lesbianas y trans.
La conferencia consensuó un documento que reclamó Verdad y Justicia
por los estudiantes secuestrados en Guerrero y hubo un repudio
estruendoso a la administración Peña Nieto. A su vez –por iniciativa
argentina– se condenó el “bloqueo genocida” de EE.UU. sobre Cuba, con
adhesiones que incluyeron a activistas estadounidenses presentes.El tono político de la conferencia fue anunciado el primer día por Castro Espín, cuya presentación de apertura en el foro parlamentario junto a autoridades latinoamericanas, asiáticas y europeas permitió insertar la discusión Lgbti en el marco de las luchas por la justicia social de los pueblos de nuestro continente. No se trata ni debe tratarse de una lucha aislada.
Reconociéndose como continuadora de las luchas de otras referencias militantes (entre ellas su propia madre), impulsó el debate para la construcción de un nuevo paradigma en derechos Lgbti en el seno del Partido Comunista, la llave maestra que abre todas las puertas en Cuba, pues lo que allí se define luego se vuelve política pública nacional.
“Se han visto muchos cambios en la sociedad cubana en estos 50 años, desde un paradigma emancipador del ser humano. Trabajar por los derechos Lgbti era una asignatura pendiente de la política social cubana: la justicia social debe abarcar todas las temáticas.”
Miserias del hombre nuevo
En Cuba en los años ’60, entre otros oprobios, se destinó a homosexuales a instalaciones de “reeducación” similares a campos de trabajo. Un caso emblemático fue la opresión que soportó, hasta que no soportó más, el escritor Reinaldo Arenas, reflejado en su autobiografía Antes que anochezca, que Hollywood no se privó de evocar como un festín, peroel Hombre Nuevo nació arrastrando viejas concepciones y la segregación por orientación sexual no estuvo ajena. Muchos años después, el gobierno revolucionario pidió perdón y rectificó sus políticas. Ya en 1995, en la conferencia mundial sobre la mujer celebrada en Beijing, la delegación cubana fue la única de toda América latina en defender todas las referencias contra la discriminación por orientación sexual.
Hoy, Castro Espín es la cara visible del paradigma de pleno respeto a la diversidad sexual que construye Cuba.
¿Qué autocrítica hacés sobre la ferocidad con que Cuba trató a los homosexuales? Por ejemplo, las escuelas de reeducación...
–Autocrítica no puedo hacer porque yo no he tenido nada que ver. Sí hago una valoración crítica. Esas escuelas funcionaron poco más de tres años, entre el ’65 y el ’69. En Cuba, en 1959 triunfó un proceso revolucionario que provocó cambios radicales en nuestra sociedad, en nuestra economía y en nuestras conciencias, la generación de nuestros padres fue la más sacrificada en este proceso: mi propia generación ha hecho sacrificios importantes en su participación en los cambios revolucionarios y las nuevas generaciones están incorporándose también, con su propio lenguaje. No bastó el proceso revolucionario para cambiar todos los esquemas previos. En el mundo se reproducían y se siguen reproduciendo miradas que conducen a inequidades y a discriminación. Despojarse de todos esos esquemas de pensamiento no es tan sencillo. En el salto cualitativo que dio la Revolución a una nueva sociedad, son los mismos seres humanos procedentes de distintas partes los que reproducen los esquemas que habían aprendido. En los años ’60, ’70, ’80 hubo expresiones homofóbicas y transfóbicas muy fuertes, mientras la mayoría de las discriminaciones, el racismo, la misoginia, se iban superando.¿Se está revisando ese pasado? ¿Te parece que sirve hacerlo?
–Estamos haciendo una investigación sobre la homofobia en las unidades militares que revela que en aquellos años lo verdaderamente homofóbico era el procedimiento de reclutamiento al servicio. Se segregaba a grupos de homosexuales, a grupos religiosos y otros grupos que eran identificados en forma peyorativa. Hubo un momento en el que también se opinó que los homosexuales no podían ser maestros, porque transmitían “el mal ejemplo”. Eso para mí fue lo peor que pasó, peor que las unidades militares que a los tres años de creadas se cerraron. Queremos recoger toda esa historia, ponerla sobre la mesa y crear los mecanismos para que nunca más se discrimine, ya sea por ignorancia u otro motivo. Tampoco se le puede pedir más a la Revolución Cubana en un contexto en el que las ciencias médicas patologizaban la homosexualidad. El mundo entero era homofóbico. Y todavía hoy desde la medicina patologizan a las personas travestis y transexuales. No se le podía pedir en aquella época a la Revolución Cubana que fuera más extraordinaria de lo que fue. Quien cree en un proceso de búsqueda de justicia, espera de la revolución que sea perfecta.¿Cuba sigue siendo homofóbica?
–Alguna vez dije que era una homofobia blanda, no violenta. No existen crímenes de odio, pero se da un tipo verbal contra los homosexuales, contra las mujeres. Existen ciertos lugares donde vemos homosexuales con una personalidad tremenda y se imponen, pero existen otros que necesitan ayuda, porque no tienen esa personalidad y los aplastan con una mirada. Yo he escuchado cuando alguno ha querido entrar al Partido, pero dicen: “Ese no tiene condiciones”. Entonces existen personas que se toman prerrogativas que no están escritas, pero se las toman, porque son culturales. Y como no se ha hablado lo suficiente y aún no se desarticulan esas ideas, prejuicios y la mala onda, estamos tratando de que se hable en distintos espacios, académicos, culturales, artísticos y de los medios.En ILGA contaste lo mucho que cuesta concretar los cambios y cómo, siempre que se quiere avanzar en ampliaciones de derechos, se erigen resistencias. ¿Cuáles fueron las claves y los desafíos para poder avanzar en la agenda Lgbti en Cuba?
–Las claves pasan por haber creado un programa nacional de educación y salud sexual, haber introducido el enfoque de género en el campo académico a fines de los ’80, principios de los ’90. Después, identificar que había que generar experiencias valiosas, pero sostenibles. Muchas veces se crean buenas propuestas, pero que luego no pueden sostenerse en el tiempo.¿Por ejemplo?
–Trabajar en estrategias de educación permanente que favorezcan las actualizaciones, acompañadas por campañas de bien público sobre temáticas específicas. Estudiar, enseñar, aprender. Cuando asumo en el Cenesex, en 2000, un grupo de transgéneros me pide ayuda y entonces empiezo a estudiar sobre el tema, porque considero que, si no, no las puedo ayudar. Sus demandas en ese momento eran el acceso a una cirugía de reasignación sexual, el cambio en el documento y que la policía dejara de molestarlas. Yo les digo que tengo que estudiar el tema y les digo que trabajemos en conjunto para poder hacer una estrategia y que busque un cambio en el conjunto de la población. Ahí empezamos a trabajar una estrategia de atención integral que contemplara más ampliamente la integración social. Formar a las transexuales como activistas ha sido uno de los elementos clave del programa. La investigación científica ha sido otro elemento clave para dar insumos a las propuestas de decisión. El intercambio con otras organizaciones a nivel regional y mundial también. Otro factor ha sido la intersectorialidad en el trabajo, que participen distintas organizaciones de la sociedad civil junto al Estado.Haber empezado a celebrar el día internacional contra la homofobia en 2007 ha sido otro factor fundamental.
–Desde ese momento comenzó un diálogo más generalizado sobre estas temáticas, en el que todo el mundo se sintió convocado. Y empezó a aparecer el tema en la televisión. Las novelas brasileñas ayudaron mucho al presentar entre sus personajes parejas gays felices, parejas lesbianas felices.Escapar al signo trágico como único desenlace...
–¡Exactamente! ¿Por qué siempre terminaban muriendo las parejas? Ahora la televisión nacional está intentando replicar el modelo de lo que muestran las novelas brasileñas, todavía sin la misma calidad.¿Hubo alianzas estratégicas?
–Las primeras alianzas estratégicas fueron con la Federación de Mujeres Cubanas y el Ministerio de Salud. Después se fue involucrando al Ministerio de Educación y a la Unión de Jóvenes Comunistas para introducir nuevos elementos desde lo ideológico, un proceso no exento de complejidades, pero eso no quiere decir que no se pueda.¿Cómo surge la idea del Cenesex?
–Para implementar las ideas que se iban discutiendo en 1989 en estas alianzas que te cuento. En el Partido Comunista fue muy duro entender estos temas, llevó mucho tiempo, pero había que discutirlo allí.¿Por qué?
Mariela Castro Espín |
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