Aquí se cruzaron los neandertales con los primeros humanos modernos
Un cráneo descubierto en Israel es la evidencia más antigua de que cohabitamos y nos cruzamos con la otra especie humana inteligente hace 55.000 años
Se sabe desde hace tiempo que los europeos hemos heredado cerca del 4% de nuestros genes de los neandertales,
la otra especie humana inteligente que reinaba en el Viejo continente
cuando los primeros hombres modernos llegaron a Europa. Y eso significa
que ambas especies tuvieron por fuerza que cruzarse en algún momento. ¿Pero dónde y cuando? Esa es la cuestión.
Ahora, una nueva investigación revela que las características de un cráneo parcial descubierto recientemente en la cueva Manot, en Israel, muestran la evidencia más antigua que tenemos de que los humanos modernos, nuestros antepasados directos, cohabitaron en esa zona con los neandertales y se cruzaron con ellos hace 55.000 años.
El hallazgo, que desafía la hipótesis según la cual las dos
especies pudieron cruzarse hace 45.000 años en algún lugar de Europa,
se publica esta semana en Nature. "Se sospechaba que los humanos
modernos y los neandertales estuvieron en el mismo lugar y al mismo
tiempo, pero no existían evidencias físicas de tales encuentros -afirma
Bruce Latimer, paleontólogo de la Case Western Reserve University y uno
de los firmantes del artículo-. Ahora, con este nuevo cráneo fósil, las
tenemos".
Descubrir que los neandertales vivieron en otros lugares
del Mediterráneo Oriental, además de los ya conocidos, sitúa a las dos
especies en la misma área y más o menos al mismo tiempo. La cueva Manot
se encuentra en una región que los neandertales ocupaban de forma
periódica, quizá cuando el hielo que cubría Europa les forzaba a emigrar
hacia áreas más cálidas, como ésta.
Manot es una cueva prehistórica que contiene una secuencia
arqueológica impresionante y depósitos y cavidades espectaculares. Hasta
ahora se han realizado en su interior cinco campañas de excavación
entre 2010 y 2014. La cueva, además, se encuentra justo en medio de la
única ruta terrestre practicable para que los antiguos humanos salieran
de África hacia Oriente Medio, Asia y Europa. "Los humanos modernos y los neandertales -afirma Latimer- probablemente se encontraron mientras buscaban alimento".
El fragmento de cráneo, que apareció recubierto por una
pátina de minerales producidos por la humedad del interior de la cueva,
permitió a los investigadores Miryam Bar-Matthews , Avner Ayalon y Gal
Yas'ur, del Servicio Geológico israelí, utilizar para su datación la
técnica del uranio-torio y determinar que el fósil tenía una antiguedad
comprendida entre los 50.000 y los 60.000 años.
Según Latimer, el cráneo contenía un cerebro relativamente pequeño (cerca de 1.100 cm. cúbicos) con respecto a la media de los humanos modernos, que se sitúa en los 1.400 cm. cúbicos.
«Moño occipital»
Pero lo más interesante es que varios rasgos del cráneo se parecen extraordinariamente a los de los hombres modernos.
En particular, los investigadores quedaron intrigados por la ausencia
del "moño occipital", una formación ósea situada en la parte posterior
del cráneo y muy común entre los neandertales.
El propósito de este abultamiento craneal, cuya forma
recuerda a la del bollo de pan de un perrito caliente, pero con una
ranura en el centro, es completamente desconocido. Y resultaba muy
significativo que en el fósil de Manot, igual que en la mayoría de los
humanos modernos, esa estructura estuviera ausente.
Se desconoce si el cráneo perteneció a un hombre o a una
mujer, ya que el arco superciliar, uno de los rasgos que permite
diferenciar el sexo de los fósiles, no ha aparecido. Lo que sí está
claro es que perteneció a un adulto, y que el fósil no está relacionado
con otros huesos y dientes de ejemplares jóvenes que también se han
encontrado en la misma cueva.
En palabras de Mark G. Hans, otro de los firmantes del
trabajo de Nature, "todo esto nos lleva a pensar que hay probablemente
más fósiles en la cueva, y que sería posible encontrar allí otros huesos
asociados al cráneo".
El cráneo fue descubierto en 2008 por un grupo de
espeleólogos que exploraban una zona inédita de la cueva que había
permanecido sellada por lo menos durante 30.000 años. El fósil pasó
después a manos de Israel Hershkovitz, profesor de anatomía y
antropología de la Universidad de Tel Aviv y primer firmante del
artículo. Y desde 2012 la Case Western Reserve University trabaja en la
cueva gracias a un acuerdo de diez años con las autoridades israelíes.
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