La hidatidosis está más presente entre la población de lo que se pensaba
La hidatidosis es una enfermedad parasitaria vinculada al contacto con animales en entornos rurales y doblemente olvidada porque se piensa que la higiene ha hecho que pase a la historia. Sin embargo, no es así, según un estudio internacional, en el que han participado cerca de 25.000 personas de Bulgaria, Rumanía y Turquía. La investigación, que se enmarca dentro de un amplio proyecto europeo con participación española, ha detectado quistes hidatídicos en personas de todas las edades.
Ovejas en Rumanía. / Pixabay
La hidatidosis es una grave patología parasitaria causada por larvas de un tipo de gusano denominado Echinococcus granulosus que puede pasar del perro al hombre a través de hospedadores intermedios como el ganado, especialmente, las ovejas.
Hasta ahora existían muy pocos datos epidemiológicos de esta enfermedad parasitaria que afecta tanto a animales como al ser humano y que, lejos de erradicarse, sigue muy presente en la población rural de Bulgaria, Rumanía y Turquía, países que abarca esta investigación, y probablemente también en otros contextos.Un grupo internacional de investigadores en el que participa el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA, centro del CSIC) ha publicado un estudio en la revista The Lancet Infectious Diseases que demuestra que la prevalencia de la hidatidosis es más alta de lo que se pensaba.
Tras realizar pruebas ecográficas a cerca de 25.000 personas de forma voluntaria en los años 2014 y 2015, los investigadores hallaron quistes hidatídicos en el 0,41% de los casos tanto en Rumanía como en Bulgaria y en el 0,59% en Turquía. Los diagnósticos de la enfermedad incluyen todas las edades, también niños, y todas las provincias estudiadas.
El trabajo se enmarca dentro del proyecto europeo HERACLES, que finalizará el próximo mes de septiembre tras cuatro años de investigaciones. Entre los diversos objetivos de esta iniciativa, uno de los más importantes era la realización de un cribado poblacional en los tres países elegidos, que se llevó a cabo con ecógrafos portátiles, al tiempo que se adiestraba al personal sanitario de las zonas rurales en el manejo de estos aparatos, que sirven para diagnosticar muchas otras enfermedades. Una vez finalizado el proyecto, el equipamiento se donaba a centros de salud locales y los pacientes eran derivados a los hospitales correspondientes para su tratamiento.
Por lo tanto, “este proyecto tenía un gran valor añadido”, destaca Mar Siles, firmante del artículo y directora del IRNASA. En cuanto al estudio epidemiológico en sí mismo, no se había hecho antes de forma tan amplia. "Queríamos definir cuántos habitantes sufrían esta enfermedad entre la población rural y se ha visto que el porcentaje era bastante más grande de lo esperado según las referencias que teníamos”, añade.
Una enfermedad doblemente olvidada
“Es una enfermedad olvidada”, asegura la investigadora, “pero en los países desarrollados está doblemente olvidada porque la gente cree que ya no existe y no es verdad”. Gracias a la higiene, los casos se han reducido notablemente en las últimas décadas en países como España, pero aún así “yo recibo dos o tres llamadas al año de pacientes crónicos que han llegado a casos extremos en los que incluso se plantean amputaciones”.
Además, “las estadísticas oficiales subestiman claramente el número de personas afectadas”, tal y como evidencia este estudio. Aunque los datos pertenezcan a Bulgaria, Rumanía y Turquía, es probable que en el oeste del continente europeo la situación también esté subestimada.Como en otras enfermedades olvidadas, el escaso número de pacientes hace que no tenga interés económico y que resulte casi imposible acceder a financiación para realizar estudios tanto epidemiológicos como de diagnóstico y tratamiento, que presentan todavía muchas dificultades. En este sentido, el carácter de enfermedad olvidada hace que falten especialistas con un conocimiento profundo de esta patología, necesarios para una atención adecuada a los pacientes.
“Está muy extendida la idea de que ya no existe, que solo hay pacientes residuales de hace 30 años, pero aquí también hemos hecho estudios y hemos visto que aún hay transmisión, evidenciada por la presencia de casos pediátricos autóctonos. El problema es que tarda mucho en dar síntomas, puedes contraer la enfermedad y que pase más de una década antes de que se manifieste”, comenta la experta.
Un proyecto europeo con excelentes resultados
La revista The Lancet Infectious Diseases le ha querido dar especial relevancia a esta investigación colocándola en su portada del mes de julio de 2018, además de dedicarle un editorial. “Consideran que ha sido extraordinario que hayamos obtenido financiación para estudiar esta enfermedad que no importa a nadie más que a los pacientes”, destaca Mar Siles.
El balance del proyecto HERACLES es “muy positivo” en todos sus aspectos, no solo en la parte de investigación epidemiológica. “Se ha creado un registro europeo de pacientes y la Organización Mundial de la Salud nos ha solicitado una guía de manejo clínico muy práctica que servirá para orientar a los médicos”, comenta.
El IRNASA ha colaborado en todas las vertientes del proyecto, pero especialmente en las relacionadas con la biología molecular, como el desarrollo de nuevas dianas para el diagnóstico, y también en la creación de una colección de muestras de la enfermedad.
Otro de los aspectos destacados del proyecto se centró en la búsqueda de nuevos fármacos, en concreto, en “una nueva formulación que permite aumentar la solubilidad de un compuesto que ha sido patentada dentro del proyecto”. Ahora esta parte del trabajo puede derivar en un nuevo proyecto europeo para el que ya se ha solicitado financiación dentro del programa Horizonte 2020. El objetivo sería comenzar a realizar ensayos con pacientes.
Referencia bibliográfica
Tamarozzi, Francesca et al. (2018). "Prevalence of abdominal cystic echinococcosis in rural Bulgaria, Romania, and Turkey: a cross-sectional, ultrasound-based, population study from the HERACLES project". The Lancet Infectious Diseases 18(7): 769–778 julio de 2018. DOI: https://doi.org/10.1016/S1473-3099(18)30221-4
No hay comentarios:
Publicar un comentario