Amianto: la parálisis por el análisis en la retirada de dicho tóxico
Como sabéis, me estoy ocupando con especial interés del asunto del amianto. Ya conocía los daños que provoca en la salud,
no sólo de los trabajadores de las fábricas sino de toda la población
pues con dicho mineral se hacen numerosos utensilios cotidianos. Fue Paco Puche, librero, editor, activista al que conocí en mi último viaje a Argentina, quien me presentó a Paco Báez, un empleado de oficina y miembro de Comisiones Obreras en la fábrica de fibrocemento Uralita en Sevilla, la empresa española mayor productora de amianto.
¿Cuánto tiempo lleva la retirada del amianto del ámbito laboral? Paco, que es una de las personas que más sabe del amianto o asbesto, me contesta que esta pregunta admite dos respuestas, según nos estemos refiriendo sólo a España o al ámbito mundial.
Quienes no han participado, con matices, de ese desconocimiento generalizado, han sido las multinacionales del amianto, que deliberadamente -hay pruebas- han practicado durante décadas una política de ocultamiento de la verdad, de minimización de la percepción del riesgo y en definitiva, de embrollar, para sumir a las autoridades en la incertidumbre y en la inacción: es… “la parálisis por el análisis”.
Entre éstas, además de trabajadores y ex trabajadores, están sus familiares, contagiados por la polución del polvo de amianto acarreado a los hogares -generando, eventualmente, casos del llamado “mesotelioma familiar“, en el que más de un miembro de una misma familia resulta afectado- y también afectando, por lo que respecta al mesotelioma, a los vecinos del entorno de los focos industriales de la polución: astilleros, fábricas en las que se ha utilizado en el proceso de producción, incorporándolo al producto fabricado, minas, canteras, etc.
La supervivencia, en el caso del mesotelioma, tras el diagnóstico, suele reducirse a sólo unos cuantos meses: aproximadamente, entre 6 y 18, en la generalidad de los casos, pero han habido ejemplos, en los que esa supervivencia se ha reducido a sólo semanas.
¿Cuánto tiempo lleva la retirada del amianto del ámbito laboral? Paco, que es una de las personas que más sabe del amianto o asbesto, me contesta que esta pregunta admite dos respuestas, según nos estemos refiriendo sólo a España o al ámbito mundial.
En efecto, el primer paso para poder afrontarlo, es tener conocimiento del mismo y aquí nos topamos con una dificultad: el extraordinariamente dilatado tiempo de latencia, es decir, el intervalo que transcurre entre el inicio de la exposición al amianto -que es laboral, principal, pero no exclusivamente- y el surgimiento de los síntomas que permiten diagnosticar la mortal enfermedad.Todo ello ha condicionado mucho la identificación de la causa, tanto por parte de sus víctimas como, en menor grado, por parte del conocimiento experto de médicos, autoridades sanitarias, políticos, abogados de los demandantes, etc.
En el caso del mesotelioma, cáncer incurable, generalmente asentado en la pleura, que en la práctica podemos caracterizar casi como exclusivamente específico de esa causa, ese tiempo de latencia se prolonga hasta los 40 años. Existen casos registrados en los que puede llegar hasta los 50 ó 60 y hasta más de 70 años. La media suele estar entre los 30 y los 40.
En el caso de las otras patologías asociadas -asbestosis, que también es específica de la contaminación por amianto y el cáncer de pulmón-, la demora en aflorar la enfermedad también es prolongada, aunque no tanto como en el caso del mesotelioma.
Quienes no han participado, con matices, de ese desconocimiento generalizado, han sido las multinacionales del amianto, que deliberadamente -hay pruebas- han practicado durante décadas una política de ocultamiento de la verdad, de minimización de la percepción del riesgo y en definitiva, de embrollar, para sumir a las autoridades en la incertidumbre y en la inacción: es… “la parálisis por el análisis”.
En el caso concreto de España -comenta Báez-, el conocimiento experto ya asumía la realidad del problema desde la década de los años 40 del pasado siglo y a partir del 1960, para el caso del mesotelioma, al igual que en el resto del mundo. Nuestros jueces, con harta frecuencia, suelen decir otra cosa, exonerando de responsabilidad a las empresas, pero hay pruebas documentales contundentes de que eso no fue así.Es necesario advertir, que además de las tres enfermedades asociadas que ya hemos mencionado, el amianto provoca toda una serie de trastornos inmunológicos y derivados (metástasis, síndromes paraneoplásicos, daño iatrogénico, etc), que, sin reconocimiento en el cuadro de enfermedades profesionales, vienen a amargarle la existencia a las víctimas.
Por lo que respecta a los trabajadores, sólo hasta la década de los 70 no accedieron a ese conocimiento, pues antes estuvieron atribuyendo a sus enfermedades el carácter de común, no asociadas al trabajo, en general, ni al amianto, en particular. Sólo a partir de la alerta directa proporcionada por los doctores López Areal por un lado y Rodríguez Roisín y Picado por otro, los trabajadores tuvieron conocimiento de su verdadera situación (prácticamente, todos “tocados”) y a partir de ahí se emprendió la lucha contra esa situación, aunque muy mediatizados por su temor a perder el empleo.
Entre éstas, además de trabajadores y ex trabajadores, están sus familiares, contagiados por la polución del polvo de amianto acarreado a los hogares -generando, eventualmente, casos del llamado “mesotelioma familiar“, en el que más de un miembro de una misma familia resulta afectado- y también afectando, por lo que respecta al mesotelioma, a los vecinos del entorno de los focos industriales de la polución: astilleros, fábricas en las que se ha utilizado en el proceso de producción, incorporándolo al producto fabricado, minas, canteras, etc.
La supervivencia, en el caso del mesotelioma, tras el diagnóstico, suele reducirse a sólo unos cuantos meses: aproximadamente, entre 6 y 18, en la generalidad de los casos, pero han habido ejemplos, en los que esa supervivencia se ha reducido a sólo semanas.
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