jueves, 28 de mayo de 2009

TEMAS PENDIENTES DE LA SALUD MUNDIAL

Un Príncipe de Asturias con tres causas pendientes: sida, tuberculosis y malaria

@Ana I. Gracia



El último brote de Gripe A que surgió hace un mes en México ha dejado al descubierto la ineficiencia de la OMS por controlar la aparición de epidemias infecciosas de origen animal, capaces de traspasar la barrera humana sin que nadie se dé cuenta. El termómetro de medio mundo sigue en alerta máxima, y tiemblan de miedo al pensar que pueden contagiarse de una gripe que ha matado a 86 personas. Esos mismos huéspedes del hemisferio norte no saben (o no les interesa saber) que en la otra mitad del mundo se siguen muriendo al día de hambre 24.000 personas, 3.000 de malaria, 3.500 de tuberculosis y casi 7.000 se infectan de sida. “Es bien reconocida la labor de la OMS en la prevención y control de enfermedades infecciosas de este tipo”, dice José Mª Martín Moreno, asesor de la OMS. Por mucho que la OMS lance mensajes de prevención y concienciación, consiga vacunas o facilite preservativos, los datos reflejan su incapacidad para atajar el número de fallecidos que, en demasiados casos, son niños. “Se ha reducido significativamente el número de mortalidad infantil”, afirma el doctor Martín. Es cierto que entre 1990 y 2005 el número de muertes en niños menores de 5 años ha descendido de los 12 a los 7 millones. Pero siguen siendo siete millones los menores que mueren, casi siempre, por malnutrición o diarrea: un problema demasiado fácil de prevenir si se dedicara un mínimo esfuerzo.



También cuenta el doctor Martín Moreno que los archivos que se resisten a cerrarse en los despachos de la OMS son el sida, la tuberculosis y el paludismo, aunque otras enfermedades nuevas han llegado para quitarle el sueño, como la epidemia de la obesidad o las enfermedades crónicas. No se le va de la mente cómo atajar el número de muertes en accidentes de tráfico (que acaban con 1,2 millones de vidas al año) a la vez que intenta crear herramientas para mejorar la salud mental (un problema que representa el 11% de las enfermedades de todo el mundo).



Por desgracia, la desigualdad sigue siendo el común denominador que engloba al mundo entero. Atender primero una enfermedad u otra depende de varios factores. "De la magnitud (incidencia, prevalencia y mortalidad), de la trascendencia (en términos de años potenciales de vida perdidos y otros indicadores), de la vulnerabilidad (posibilidad de resolverlo o el desconocimiento sobre la solución) y del coste asociado (no sólo en términos económicos directos, sino también en sufrimiento, preocupación social y costes indirectos", explica el asesor de la OMS.



Pendiente también tiene el organismo sanitario de Naciones Unidas conseguir que la industria siga invirtiendo en I+D de soluciones “asequibles para todos, sin desigualdades de acceso”. Aunque no es un problema que deba resolverse únicamente a través de las farmacéuticas. “Es como si el hambre fuera un problema de la falta de generosidad de los centros comerciales o de la industria de la alimentación”, compara el doctor Martín.



En general, la OMS se dedica a perseguir virus, parásitos o mosquitos, negociar leyes que favorezcan la salud, formar personal sanitario y ofrecer asistencia técnica. También acuerda protocolos de tratamiento, normas o acuerdos preventivos y hace recomendaciones globales de actuación común ante alguna amenaza para la salud. Nació hace 61 años para ser el corazón que bombee un cuerpo humano global. Ayer le reconocieron su labor otorgándole el Príncipe de Asturias para la Cooperación Internacional. Aunque le ha costado lo suyo hacerse respetar en el mundo, debe permanecer con los pies bien pegados en la tierra si quiere sanear las cuentas que todavía tiene que saldar.



Sin ayudas, la OMS sabe que no hace nada. Y el dinero que los ricos destinan para el beneficio de los pobres sigue siendo irrisorio. Aunque parezca mentira, en el mundo se vive en una gran paradoja: “Se tienen más posibilidades que nunca para luchar contra problemas de desigualdad, de hambre, de enfermedades o de carencias de educación. Sin embargo, las oportunidades se destinan a aumentar la distancia entre ricos y pobres”, comenta el doctor Martín. Y es que aunque queramos omitirlo, vivimos en una aldea global donde el estornudo de América constipa a Asia. Si no se lo cree, cuente el tiempo que tardó la Gripe A en cruzar el Atlántico e infectar a todo el mundo. Parece ser que esta premisa, el “me va a tocar a mí”, es la única manera de concienciar para luchar contra las enfermedades y promocionar que la salud beneficiará no sólo a los pobres, sino que "también repercutirá positivamente entre los ricos", recuerda el doctor Martín.



La OMS y su Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 2009 hacen más grande la idea de que una colaboración mundial para la salud es básica y necesaria. Cada país y cada comunidad deben concienciarse de que esta inversión global es la única alternativa para erradicar las desigualdades entre humanos. A pesar de que no todos los sistemas sanitarios estén o quieran estar en condiciones de dar una respuesta, “la solidaridad internacional es esencial”. Salud para todos es todavía una utopía por la que se debe seguir trabajando. Aunque tal vez algún día se haga realidad aquello de que "como no sabían que era imposible, lo hicieron".