sábado, 5 de mayo de 2018

¿Y SI LOS ÁRBOLES SE COMUNICASEN ENTRE ELLOS?

La teoría sobre la conexión entre los árboles que no te dejará indiferente

Algo que nunca te habrías imaginado sobre los bosques.

¿Redes sociales en los bosques? Sí, así lo propone Peter Wohlleben en su libro ¨La vida secreta de los árboles", que volvió a poner a los árboles en el centro de atención hace poco tiempo. El autor de este libro creció en las décadas de los 60 y los 70 en la ciudad de Bonn, Alemania, pasando una gran cantidad de tiempo al aire libre. Tras realizar sus estudios en silvicultura, empezó a trabajar para el estado alemán en tareas de pulverización y eliminación de árboles viejos en la zona de Colonia. Esta actitud destructiva hacia los bosques le hizo replantearse su perspectiva sobre los mismos.
Con el tiempo, empezó a observar los comportamientos de los árboles y halló interesantes características. Se dió cuenta de que los árboles funcionan mucho más como entes sociales que como agentes individuales: los árboles trabajan en redes y comparten recursos para así aumentar su resistencia. Basado en sus propias observaciones y en investigaciones científicas conocidas desde hace tiempo por los biólogos, Wohlleben afirma que los árboles son seres sociales capaces de contar, aprender y recordar. Son también capaces de cuidar de árboles vecinos enfermos, así como alertar de peligros através de una red fúngica ("red de micorrizas") conocida como ¨Wood Wide Web".

En las plantaciones artificales de Alemania, tradicionalmente se deja espacio entre los árboles cuando se plantan para asegurar así que obtengan la cantidad adecuada de luz y crezcan más rápido. Se ha visto, sin embargo, que separarlos demasiado puede desconectarlos de sus redes comunales, disminuyendo así ciertos mecanismos innatos de resiliencia. Este hecho llamó la atención de Wohlleben y le hizo interesarse por aproximaciones alternativas a la silvicultura. Esto le llevó a montar proyectos alternativos para el mantenimiento de los bosques, principalmente para reducir la tala descontrolada, y propuso iniciativas cómo cambiar maquinarias pesadas de tala por caballos para no dañar el suelo de los bosques.
Por razones aún desconocidas, también son capaces de mantener vivos durante siglso los restos de árboles ya caídos, alimentándolos a través de las raíces con una solución de azúcar.
Cuando la municipalidad le concedió el permiso para llevar al cabo sus proyectos, Wohlleben empezó a dejar crecer el bosque de una manera más salvaje, parando la utilización de insecticidas e introduciendo caballos para la tala. Esto se tradujo pronto en ganancias, debido a la disminución del coste que suponía la maquinaria y los pesticidas sustituidos.


Todas estas experiencias le llevaron a la publicación de su libro, cuyas afirmaciones han sido puestas en duda por algunos biólogos. Su claro lenguaje antropomórfico crea confusiones, por ejemplo decidir que los árboles "hablan" en vez de comunicarse, o decir que ¨amamantan a sus hijos", hace pensar que los árboles tienen emociones casi humanas. Aunque son seres increíblemente complejos, cómo asegura el doctor Richard Fortey, no son Ents.

Broma a doctora elver galarga

LA FORMA DE CORTARLO O PREPARARLO LO CAMBIA TODO

Miles de años después, los científicos no saben por qué el ajo es bueno para la salud

Si se corta libera unas sustancias, pero si se frota o se macera en alcohol libera otras: los científicos solo saben que es beneficioso para la salud, pero no saben por qué motivo

Foto: Festival del ajo en Gilroy, California (EFE / EPA)
Festival del ajo en Gilroy, California (EFE / EPA)

Problemas respiratorios, infecciones, enfermedades del corazón, mala digestión, diabetes tipo 2, ciertos tipos de cáncer... para todo parece ser beneficioso el ajo. Hace miles de años que Hipócrates y otros galenos prescriben este bulbo milagroso, pero a decir verdad, ni ellos ni los científicos actuales han entendido nunca del todo cómo hace realmente este condimento para mejorar nuestra salud.
En un estudio recientemente publicado en 'Trends in Pharmacological Sciences', investigadores británicos analizan precisamente por qué es tan complicado entender las propiedades beneficiosas del ajo.
"No creo que haya una sola especie de planta que sea una panacea, pero ciertamente hay especies de plantas que están fuertemente asociadas con la reducción del riesgo de enfermedades en humanos", explica Peter Rose, bioquímico en la Universidad de Nottingham y autor principal del trabajo.
El secreto del ajo está, en realidad, en el azufre. Lo que hacen las plantas de la familia 'allium' es absorber sulfato del suelo y almacenarlo en aminoácidos y moléculas. Cuando usted muerde un trozo de ajo, estas moléculas se descomponen en unos 50 compuestos diferentes. "Estas moléculas les dan a las plantas una ventaja ecológica cuando crecen en la naturaleza", añade Rose, "y sucede que también son biológicamente activas dentro de células y tejidos de mamíferos".
Mujeres procesan ajos en una cooperativa de Uiseong, Corea del Sur (Reuters)
Mujeres procesan ajos en una cooperativa de Uiseong, Corea del Sur (Reuters)
Todos estos compuestos están muy bien estudiados en el laboratorio, ¿pero por qué acaban siendo buenos para la salud? Eso no está nada claro. En parte porque dependen muchísimo del modo de preparación. Por ejemplo, una tostada con trocitos de ajo cortado y una tostada con ajo frotado en el pan contiene distintos compuestos a base de azufre.
"Cada una de estas formas de preparación podría tener un efecto diferentepara los mamíferos", explica el bioquímico, "y eso es lo que hace que esta investigación sea tan compleja, porque realmente no entendemos cómo se metabolizan estos compuestos en humanos y es muy difícil identificar mecanismos comunes de acción para estas moléculas".

Del laboratorio a la cocina

El gran problema para comprender bien los beneficios del ajo se produce cuando se pasa de las probetas a las sartenes. En resumen, mientras a algunas personas el ajo les mejora mucho la tensión arterial, a otros les pasa con los niveles de azúcar en sangre, o con ninguna de las dos cosas.
"Cuando se trata de estudios de intervención humana, ha habido una gran disparidad", explica Rose. "A veces, el consumo y la exposición a estos compuestos tiene efectos biológicos, y otras veces no hace nada". Esto se debe, no sólo a la gran complejidad o diversidad de estos compuestos , sino por la distribución que hay de ellos entre los diferentes alimentos que contienen ajo.
Pero tranquilos, estos investigadores no están tan perdidos como creemos. Aunque el modus operandi del ajo no es transparente aún, todas las pistas señalan hacia la interacción entre compuestos como el sulfuro de hidrógeno y las llamadas moléculas gaseosas de señalización. Éstas desempeñan un papel clave en la comunicación entre células y mantienen la homeostasis, esto es, la regulación interna del cuerpo.
Vendedores de ajos en Damasco (Reuters)
Vendedores de ajos en Damasco (Reuters)
En presencia de una enfermedad, los niveles de estas moléculas aparecen alterados y estudios recientes muestran una relación entre los compuestos de azufre presentes en el ajo y una mayor producción de estas moléculas de señalización. A partir de aquí, Rose y su equipo están centrados en encontrar otras plantas o alimentos que, como el ajo, estimulen la producción de estos gases.
"Hay muchas posibilidades de encontrar nuevos enfoques que podrían reducir el riesgo de enfermedades y mejorar la salud humana", explica el investigador británico, aunque reconoce que hasta que no sepa qué ocurre cuando los metabolizamos, la incógnita seguirá ahí. "Hay un espectro completo de trabajos que aún deben realizarse para explorar más a fondo algunos de los extraños y maravillosos compuestos de azufre que encontramos en nuestras dietas".