viernes, 25 de marzo de 2016

Crean en laboratorio el ser vivo con

 el mínimo de genes necesario para la

 vida

El equipo de Craig Venter diseña una bacteria sintética con el ADN 
indispensable
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«Venter juega a ser Dios». La frase se ha convertido en un latiguillo entre los críticos de Craig Venter, el científico metido a empresario que fue uno de los padres del genoma humano. Pero, al margen de críticas, lo cierto es que, técnicamente, es el hombre que está más cerca de crear vida. Si hace ocho años sorprendió al mundo con la creación del primer genoma sintético y hace seis con la obtención de la primera célula artificial surgida de un laboratorio, ahora ha completado el círculo: ha logrado sintetizar la célula mínima, aquella que reúne el conjunto indispensable de genes para la vida. O, lo que es lo mismo, para la producción de energía, supervivencia y reproducción.
Alcanzar el genoma mínimo es como una especie de Santo Grial para la biología sintética, el molde a partir del cual se pueden diseñar de forma más sencilla microorganismos a la carta con las propiedades que se desean en cada caso. Solamente habría que cambiar las características de los genes para lograr el objetivo requerido. Es una hazaña que permitirá la creación de células personalizadas para fabricar medicamentos o combustibles más eficaces y no contaminantes, aunque el abanico de posibilidades que se abre es enorme. Y esto es, precisamente, lo que ha anunciado Craig Venter y su equipo, entre los que se encuentra el Nobel Hamilton Smith, en un trabajo publicado en Science.
La nueva criatura se denomina JCVI-syn3.0 y con apenas 473 genes es el genoma más pequeño conocido hasta la fecha capaz de replicar de forma autónoma cualquier célula. A diferencia de la célula sintética creada en el 2010, en el que el equipo de Venter copió un genoma bacteriano existente, lo reconstruyó in vivo en laboratorio y lo trasplantó a la célula de otra bacteria a la que se le había extraído el núcleo, en esta ocasión diseñaron un genoma desde cero. Para ello unieron segmentos de ADN sintetizados químicamente, una hazaña tecnológica.
El esfuerzo realizado tiene como objetivo ayudar a los especialistas a comprender la función de cada gen esencial en una célula. Sin embargo, los investigadores aún no han sido capaces de determinar las funciones de 149 de los 473 genes descritos, un tercio del total, muchos de los cuales se encuentran en otras formas de vida, incluidos los seres humanos. «No sabemos aún el funcionamiento de un tercio de la vida esencial y ahora estamos tratando de resolver el problema», confesó el propio Venter a Science.
Quedan misterios por resolver
Quedan aún misterios por resolver, pero las aplicaciones médicas de este hallazgo son incontables, ya que abre la posibilidad de crear nuevos «productos químicos o farmacéuticos» a medio o largo plazo, según explicó el microbiólogo Clyde Hutchison, uno de los miembros del equipo.
«Esperamos ser capaces de diseñar células nuevas que nunca antes se han producido, podremos construir todo aquello que queramos», añadió Hutchison, profesor emérito de la Universidad de Carolina del Norte. Por ahora, los científicos se centran en «aprender a diseñar los genomas en sí mismos», y las aplicaciones vendrán más adelante.
Todavía les queda mucho por comprender de la criatura que han creado. Incluso el propio Venter reconoce que el genoma de Syn3.0 fue diseñado siguiendo la metodología de ensayo y error, en vez de basarse en una comprensión fundamental que guiase el camino. El hallazgo podría superar la repercusión de la técnica genómica CRISPRs. «Si quieres hacer cambios, son una gran herramienta, pero si tratas de diseñar vida, de hacer algo nuevo, no lo es», asegura Venter.