lunes, 27 de mayo de 2013

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Alfredo Moles

PRIMERA ESTADISTICA FIABLE SOBRE MALTRATO FEMENINO EN ESPAÑA

El primer registro de víctimas de violencia de género incluye a más de 30.000 mujeres

  • Durante 2011, fueron maltratadas 32.242 mujeres y se produjeron 7.744 casos de violencia doméstica.
  • Más de la mitad de las víctimas tenían entre 25 y 39 años y dos de cada tres son de nacionalidad española

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    El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado por primera vez los resultados de la Estadística de Violencia Doméstica y Violencia de Género 2011, elaborada por el INE en virtud del acuerdo de colaboración con el Ministerio de Justicia para la explotación estadística del Registro central para la protección de las víctimas de la violencia doméstica y de género. Toda la información recopilada corresponde con la fase de instrucción del proceso penal (procedimientos incoados) y está referida a los asuntos, con medidas cautelares dictadas, inscritos en el Registro a lo largo del año 2011.
    El total de personas registradas como víctimas de violencia de género o de violencia doméstica en 2011 fue de 40.362. De éstas, 37.292 eran mujeres y 3.070 hombres. Por grupos de edad, más de la mitad de las víctimas de violencia de género (el 50,8%) tenían entre 25 y 39 años. Las tasas de víctimas en relación con la población total de mujeres alcanzaron su máximo en el tramo de edad de 20 a 24 años (320,3 víctimas por cada 100.000 mujeres de 14 y más años), seguido del intervalo entre 25 y 29 años (314,8).
    Por lugar de nacimiento de la víctima, casi dos de cada tres víctimas habían nacido en España (el 64,2% del total). No obstante, la tasa de víctimas por cada 100.000 mujeres de 14 y más años fue el triple para las nacidas en el extranjero (381,6) que para las nacidas en España (117,1). Dentro de las víctimas nacidas en el extranjero, las de África y América presentaron las tasas más elevadas, mientras que las de Asia y Oceanía registraron las más bajas.
    Las comunidades autónomas en las que se registró un mayor número de víctimas de violencia de género fueron Andalucía (7.780), Comunidad Valenciana (4.438), Comunidad de Madrid (4.095) y Cataluña (3.552). En términos relativos, Andalucía (214,3 víctimas por cada 100.000 mujeres de 14 y más años), Región de Murcia (211,1) y Comunidad Valenciana (199,3) presentaron las tasas más altas. Por el contrario, País Vasco (67,4) y Galicia (105,3) fueron las comunidades con menores tasas de víctimas.
    Atendiendo al tipo de relación existente entre la víctima y el denunciado, en el 28,4% de los casos la víctima y el denunciado eran cónyuges, y en el 7,2% ex cónyuges. En el 24,0% mantenían una relación de pareja de hecho, en el 20,7% eran ex pareja de hecho, en el 7,1% la víctima era novia del denunciado y en el 10,7% de los casos ex novia. El 1,9% restante correspondía a parejas en proceso de separación.
    En el año 2011 hubo 32.142 hombres denunciados por violencia de género en los asuntos con medidas cautelares dictadas inscritos en el Registro a lo largo del año. El 63,8% de los denunciados se concentraron en las edades de 25 a 44 años. En términos relativos (tasas por cada 100.000 hombres de 14 y más años) las tasas más altas de denunciados correspondieron a esos mismos grupos de edad.
    Casi dos de cada tres denunciados (65,1%) habían nacido en España. La tasa de denunciados por cada 100.000 hombres de 14 y más años fue superior entre los nacidos en el extranjero (356,7) que entre los nacidos en España (124,9). Dentro de los nacidos en el extranjero, las tasas más elevadas de denunciados correspondieron a los nacidos en América y África. Las más bajas se dieron entre los nacidos en Asia y Oceanía.
    Las comunidades autónomas en las que se registró un mayor número de denunciados por violencia de género fueron Andalucía (7.724), Comunidad Valenciana (4.433), Comunidad de Madrid (4.072) y Cataluña (3.549). En términos relativos, Andalucía (220,2 denunciados por cada 100.000 hombres de 14 y más años), Región de Murcia (209,9) y Comunidad Valenciana (204,0) presentaron las tasas más altas. Por el contrario, País Vasco (72,4) y Cataluña (112,1) y Galicia (114,8) fueron las comunidades con menores tasas de denunciados.

    Infracciones penales

    En 2011 se registraron 38.219 infracciones penales imputadas a los denunciados de asuntos de violencia de género inscritos durante ese año. El número medio de infracciones penales por denunciado fue de 1,2. Del total de infracciones penales imputadas se contabilizaron 35.061 delitos y 3.158 faltas. Los delitos más frecuentes fueron los relativos a Lesiones (51,8% de los delitos), Amenazas (21,9%) y torturas y otros delitos contra la integridad moral (15,0%).
    El total de medidas cautelares dictadas e inscritas en el Registro en asuntos de violencia de género durante 2011 fue de 98.159. Atendiendo a la naturaleza de las medidas, el 75,8% fueron de carácter penal y el 24,2% de carácter civil. Las medidas cautelares penales más frecuentes fueron la prohibición de aproximarse a determinadas personas (35,3% del total de medidas penales), la prohibición de comunicarse con (32,0%) y la libertad provisional (14,9%). Entre las medidas cautelares civiles, las más frecuentes fueron la determinación del régimen de custodia (26,4% del total de medidas civiles), la determinación del régimen de prestación de alimentos (26,1%) y la determinación del régimen de visitas (23,8%).

    Víctimas de violencia doméstica

    De las 7.744 víctimas en asuntos de violencia doméstica, el 63,0% fueron mujeres y el 37,0% hombres. Además un total de 376 personas figuran como denunciadas y víctimas a la vez. El número total de víctimas de violencia doméstica fue mayor que el de personas denunciadas, con una relación de 1,4 víctimas por cada persona denunciada. A diferencia de la violencia de género, la violencia doméstica afectó de manera más uniforme a todas las edades.
    El 82,5% de las mujeres víctimas de violencia doméstica y el 87,0% de los hombres eran nacidos en España. Sin embargo, en términos relativos (tasas por 100.000 habitantes) se observa que los asuntos de violencia doméstica fueron más frecuentes entre las mujeres extranjeras (26,0) que entre las españolas (19,5). En el caso de las víctimas masculinas, los nacidos en el extranjero presentaron tasas (10,9) ligeramente inferiores a los nacidos en España (12,5). Las tasas más elevadas de víctimas fueron las de América en el caso de los hombres y las de África en las mujeres.
    Las comunidades autónomas en las que se registraron las mayores tasas de víctimas (por cada 100.000 habitantes) de violencia doméstica fueron, en el caso de los hombres Cantabria (18,6), Principado de Asturias (15,4) y Andalucía (15,3). En el caso de las mujeres, las mayores tasas se dieron en la ciudad autónoma de Melilla (34,0), Andalucía (26,8) y Cantabria (26,1). Por el contrario, Islas Baleares (7,2) y Melilla (7,5) fueron las comunidades con menores tasas de víctimas en el caso de los hombres, y Aragón (11,6) y Islas Baleares (14,2), en el caso de las mujeres.
    Atendiendo a las relaciones de las víctimas con las personas denunciadas, en el 36,8% de los casos las víctimas eran el padre o la madre de la persona denunciada, y en el 23,2% de los casos el hijo/a de la persona denunciada.

    Personas denunciadas por violencia doméstica

    Del total de 5.632 personas denunciadas en asuntos de violencia doméstica, el 76,2% fueron hombres y el 23,8% mujeres. Por edad, tres de cada cuatro personas denunciadas tenían menos de 45 años. Analizando las tasas por cada 100.000 personas, se observa que el mayor número de personas denunciadas se concentró en las edades de 18 a 24 años para los hombres y de 20 a 44 años para las mujeres.
    El 72,7% de las mujeres y el 82,8% de los hombres denunciados en casos de violencia doméstica habían nacido en España. Si se observa la tasa por cada 100.000 personas de 14 y más años, la de mujeres nacidas extranjeras (12,1) fue más del doble que la de las denunciadas nacidas en España (5,5). En el caso de los hombres, la tasa para los nacidos en el extranjero (23,4) fue superior a la de los nacidos en España (21,2). Las tasas más elevadas de personas denunciadas fueron las de África, tanto en el caso de hombres (31,2), como de mujeres (21,1).
    El número de infracciones penales imputadas a las personas denunciadas por violencia doméstica se elevó a 6.750 en el año 2011. El número de infracciones penales por persona denunciada fue de 1,1. Del total de infracciones penales, 6.002 fueron delitos y 748 faltas. Los delitos más frecuentes fueron los relativos a Lesiones (44,9% de los delitos), Amenazas (25,2%) y Torturas y otros delitos contra la integridad moral (14,7%).

    Asimismo, se dictaron 12.231 medidas cautelares en los asuntos de violencia doméstica inscritos durante el año 2011. El 76,6% recayeron sobre hombres y el 23,4% sobre mujeres. Atendiendo a la naturaleza de las medidas, el 95,9% fueron medidas cautelares penales, y el 4,1% medidas cautelares civiles. Las medidas cautelares penales más frecuentes fueron la prohibición de aproximarse a determinadas personas (36,3% del total de penales), la prohibición de comunicarse con determinadas personas (27,4%) y la de libertad provisional (15,1%). Por su parte, las medidas cautelares civiles más frecuentes fueron la determinación del régimen de custodia (28,5% del total de civiles), la determinación del régimen de visitas (18,8%) y la determinación del régimen de prestación de alimentos (14,8%).

    LA SALÚ E LO QUE IMPORTA

    Sanidad presenta la campaña “Me duele más a mí que a ti”

    VARIOS ANUNCIOS MUESTRAN CON CRUDEZA EL ESTRÉS DE ANA MATO
    El brutal recorte de la financiación sanitaria en España, y la consiguiente degradación de la calidad asistencial, han obligado al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad a activar una campaña para mejorar su imagen pública y “despertar la empatía del ciudadano”.
    Las protestas aumentan los problemas cardiovasculares de Ana Mato
    La acción publicitaria, que ha costado 286.524 euros, muestra imágenes reales de empleados de la sanidad pública protestando frente al Ministerio mientras una voz en off explica que “aguantar diariamente vuestros gritos y vuestros pitidos nos provoca estrés, ansiedad y problemas cardiovasculares”.
    Con el lema “Me duele más a mí que a ti”, la campaña se centra en la propia ministra Ana Mato, que aparece en imágenes en blanco y negro tapándose los oídos y visiblemente alterada por el estruendo de las protestas que llega hasta su despacho.
    “Carmen, por favor, tráeme una aspirina o algo, no aguanto más”, dice la ministra a su secretaria personal, que responde “va usted a enfermar, señora”.
    Ana Mato se niega a abandonar el ministerio pese a su malestar, insistiendo en que “la solución a todo esto está en mis manos, pero ellos no me dejan pensar con claridad. ¿Viene ese Gelocatil, Carmen?”.
    El anuncio termina con una durísima escena en casa de la ministra: uno de sus tres hijos le pregunta “Mami, ¿por qué te odian?”, y la madre, sintiéndose acorralada, abraza fuertemente al crío en su sofá de estilo Chesterfield mientras la imagen funde a negro.

    LOS BIPOLARES

    La plaga que sufre un millón de españoles y nadie conoce

    La plaga que sufre un millón de españoles y nadie conoce
    Los picos de hiperactividad son frecuentes en las personas que sufren este trastorno. (Corbis)
     
    Patricia Matey.
     
    Mozart, Charles Dickens, Albert Einstein, Isaac Newton o Charles Darwin también fueron sus víctimas, como lo es actualmente un millón de españoles. Pero el verdadero drama es que buena parte de ellos lo desconoce o tarda años en tener un diagnóstico certero.
    Le pasó a Rafaela Perea, de 49 años y residente en Granada. “Con 16 años empecé a tener depresiones, pero nadie me decía nada sobre mi diagnóstico y los médicos no acertaban con mi tratamiento. No fue hasta los 24 años cuando por fin me dijeron que sufría trastorno bipolar (TB)”.
    Se trata de una patología crónica y recurrente que altera los estados depresivos con los de euforia, de la que existen tres tipos. La TB-1 (los afectados han tenido al menos un episodio completo de manía con períodos de depresión grave), la TB-2 (nunca han experimentado un episodio maníaco completo. En su lugar padecen períodos de niveles elevados de energía e impulsividad que no son tan extremos como la manía, llamado hipomanía, que se alteran con depresión) y la forma leve de la enfermedad que se llama ciclotimia y que implica fluctuaciones en el estado de ánimo menos intensas. Las personas con esta forma alternan entre hipomanía y depresión leve.
    No afecta a la inteligencia pero sí a la regulación de las emociones, aunque suele cursar con problemas cognitivos. El problema es que su verdadero impacto y magnitud pasan desapercibidos por la sociedad a pesar de que afecta al 2,4% de la población mundial y a pesar, también, de que provoca más años perdidos por discapacidad que todos los tipos de cáncer juntos o de las patologías neurológicas, como la epilepsia o el alzhéimer.
    Vivir con la enfermedad
    “Yo soy de Granada, pero a los 21 años me fui a vivir a Barcelona porque me salió un trabajo. Entonces sucedió algo anormal. Empecé a encontrarme como nunca. Hiperactiva, dormía poco, hablaba mucho y lograba relacionarme con los demás con suma facilidad, algo que hasta ese momento no había conseguido. Yo no le di importancia, aunque realmente sabía que no era normal, que algo raro pasaba. Me creía la reina en todos los sitios a los que iba y empecé a gastar mucho dinero. En un momento dado creí que me había curado de mis depresiones”, relata Rafaela.
    Fue la mujer de un amigo suyo, afectado también de la enfermedad, quien la alertó de que esa euforia que sentía era “propia del trastorno bipolar” y que debía consultar con un psiquiatra. “Por fin, después de tantos años, obtuve el diagnóstico y me pusieron el tratamiento que necesitaba. Además de no fallar con el tratamiento médico también asisto a psicoeducación en Granabip, una asociación para familiares y pacientes diagnosticados de esta enfermedad donde aprenden a conocer más aspectos del trastorno a la vez que reciben apoyo social y se reduce su estigma”.Provoca más años perdidos por discapacidad que todos los tipos de cáncer juntos
    Confiesa también que ha pensado muchas veces en su familia. “Mi padre, mi abuela y algunas primas hermanas han tenido depresión toda su vida, lo mismo era TB y no lo supieron nunca. Sé que los hijos de las personas con la enfermedad tienen más riesgo de padecerla que los de aquéllas que no la tienen (el riesgo es de entre un 10% a un 20%) pero no estoy preocupada por mi hija de 16 años, la veo bien. No he podido evitar pensar en ello muchas veces, pero no puedes vivir con esa cruz, hay que ser optimista porque las probabilidades de que no la desarrolle son mayores”.
    Eduard Vieta, director del Programa de Trastornos Bipolares del Hospital Clínic de la Universidad de Barcelona y coordinador del grupo de TB en el CIBERSAM,  defiende: “Hemos logrado reducir la demora diagnóstica de 7 a 5 años, pero sigue siendo inaceptable que se tarden cinco o más en conseguir un dictamen correcto. Sabemos además que, actualmente, se estima que un 49% de los que la padecen está sin diagnosticar”.
    Y eso, a pesar de que “se trata de una enfermedad que ha existido siempre, como la diabetes. El problema es que como en muchas patologías mentales no tenemos una prueba de laboratorio que certifique su existencia y los síntomas suelen confundirse con la depresión. De hecho, como los inicios de la enfermedad se manifiestan en forma de síntomas depresivos, la vía de entrada al sistema sanitario de estos pacientes suele ser Atención Primaria y es allí donde se les diagnostica y se les trata de depresión. No sucede lo mismo con otras enfermedades como la esquizofrenia, cuyos síntomas son más conocidos y más evidentes y su vía directa de entrada son los servicios de Psiquiatría”.
    Por este motivo y porque tratar a un enfermo bipolar como un afectado de depresión agrava claramente su enfermedad y su calidad de vida (cerca de un 31% de los que la sufren ha recibido un tratamiento equivocado de depresión mayor), “se ha hecho un esfuerzo enorme para formar a los médicos de Atención Primaria en su detección. Precisamente, en Cataluña, hemos elaborado una guía que les orienta hacia su correcto diagnóstico y tratamiento”. Un esfuerzo que se suma a los elaborados por otros colectivos como la difundida por el Ministerio de Sanidad o la de la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares de Personas con Enfermedad Mental (FEAFES).
    Errores de diagnóstico
    Pero, en palabras del doctor Vieta, “aún es insuficiente”. Un hecho que confirma Luis Gutiérrez, psiquiatra del Hospital Clínico Universitario San Cecilio de Granada. “Estamos ante una enfermedad compleja que, además, suele debutar en la adolescencia en un gran porcentaje de casos y que comparte síntomas como la irritabilidad, la dificultad para prestar atención o el exceso de actividad con otras patologías como la hiperactividad y la esquizofrenia, de ahí que resulte complicada su detección sobre todo en los más jóvenes”.
    Celso Arango, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid que cuenta con el Programa Piensa (un programa asistencial que promueve el tratamiento de las fases iniciales de las psicosis de inicio en la adolescencia así como la investigación de la eficacia de terapias psicológicas en esta población) asevera: “En un 35% de los casos, la medida de edad de inicio de la enfermedad está entre los 17 y los 18 años, aunque no es hasta entre los 21 y los 24 cuando obtienen un diagnóstico".
    Este especialista insiste en que a pesar de que varios estudios publicados en los últimos años han reflejado un aumento vertiginoso del diagnóstico de TB en menores, “creo que se han producido muchos dictámenes erróneos”. Precisamente, este especialista hace referencia a un estudio reciente de la doctora Carmen Moreno, del Servicio de psiquiatría del Niño del Gregorio Marañón, en colaboración con investigadores de la Universidad de Columbia y el Instituto de Psiquiatría de Nueva York (EEUU), publicado en el ‘Archives of General Psychiatry’ que hace referencia a este tema.Un 49% de los que la padecen esta enfermedad están sin diagnosticar
    En este se compararon los diagnósticos de TB en menores de 19 años y mayores de 20 entre 1994 y 1995, con los dictámenes llevados a cabo en los mismos grupos de edad entre 2002 y 2003. Los datos revelan que los casos habían aumentado de 20.000 en 1994 a 80.000, en 2002. Es decir, 40 veces más.
    Este ha sido uno de los motivos por los que la esperada revisión (la primera en dos decenios) del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Desórdenes Mentales (la ‘biblia’ de la psiquiatría) prevista para el 2013 que acaba de ver la luz (El DSM-V) alberga un cambio significativo como es la inclusión de un desorden infantil llamado ‘trastorno de desregulación del temperamento con disforia’. Según los expertos que la han elaborado, las investigaciones recientes han constatado que muchos niños agresivos e irritables, diagnosticados como bipolares, en realidad no lo eran.
    Celso Arango cree que esta “fórmula de crear nuevos trastornos, porque en un país como EEUU algunos grupos hayan estado haciendo mala praxis a la hora de dictaminar si un menor tiene o no TB, no es el camino. Creo que el problema es que no se puede establecer la enfermedad en un solo día. Los diagnósticos deben hacerse con cautela y tiempo, los síntomas que los menores afectados expresan dependen del momento del desarrollo de su cerebro, además los niños suelen tener síntomas más inestables y más reactivos. Estos, incluso, pueden obedecer a cambios que se producen en un solo día, como que el niño esté triste o irritable porque no ha conseguido la ‘play’, por poner un ejemplo”.
    Otros cambios en relación al trastorno bipolar y el DSM-V los apunta el investigador Vieta. “En la edición anterior, el DSM-IV, la enfermedad se situaba dentro de los trastornos del ánimo como un subtipo. Sin embargo, en el último adquiere entidad propia. A este hecho se suman cambios en la definición de las fases mixtas del trastorno. Es decir, ahora se permite que en una fase maníaca pueda haber síntomas depresivos y que en una depresiva, pueda haber síntomas maníacos, un hecho experimentado por el 64% de los pacientes con TB tipo I, lo que supone que más de dos tercios de los enfermos TB-1 padecen este tipo de estados, lo que sorprende es que aunque es algo que se conoce, no se diagnostica de forma tan frecuente”.
    Pese a que todas estas transformaciones resultan ventajosas para los pacientes y a pesar de que han surgido avances importantes en los tratamientos, tanto los afectados, como sus familiares y sus médicos, reconocen que aún queda la barrera más difícil de sobrepasar: el estigma.
    La discriminación de los afectados
    Así lo siente también Rafaela: “La gente e incluso la familia no entiende la enfermedad. En mi caso no han tenido que sufrirla porque me fui muy joven a Barcelona, hace diez años que volví a Granada porque me divorcié. La que la conoce bien es mi hija que convive conmigo. Las personas están acostumbradas a comprender lo que ven. Se empatiza con una persona que va en silla de ruedas o que es ciega, pero no con las que sufren una enfermedad mental. Lo mismo sucede con los medios de comunicación que no ayudan. Si una persona comete un delito y tiene una enfermedad mental lo dicen, pero no comentan si tiene diabetes o una patología del corazón”.Se empatiza con una persona que va en silla de ruedas, pero con quien sufre una enfermedad mental no
    Como Rafaela, hasta un 45% de los afectados reconoce haber sufrido discriminación por su condición, tal y como recoge el estudio IMPACT, presentado el mes pasado en Madrid. Se trata de un trabajo elaborado por la compañía Phoenix Healthcare International de Reino Unido a petición de la farmacéutica Lundbeck, que recoge las respuestas de 700 personas de Australia, Canadá, Italia, Francia Alemania, Reino Unido y España, de edades comprendidas entre 18 y 65 años y con un diagnóstico de TB-1.
    En él se refleja que, también como le ha pasado a Rafaela, el 50% de los pacientes españoles con trastorno bipolar aseguran haber perdido su puesto de trabajo debido a la enfermedad y el 23% de los españoles con TB se ha separado o divorciado. “Yo tengo la baja definitiva y hace 15 años que me divorcié”, reconoce la granadina que afirma que cuando inicia una relación “me pienso mucho si comentarlo o no porque no sabes si te van a aceptar o no”.
    Los expertos creen que aumentando la concienciación de la sociedad sobre la existencia de la enfermedad, formando a los médicos en su correcta identificación, motivando a los pacientes a cumplir con su tratamiento y asistir a psicoeducación y creando  una buena red comunitaria de salud mental con unidades especializadas, se podría hacer mucho por los pacientes y sus familiares.