Kinesio taping, las vendas de colores que sirven para casi todo sin demostrar casi nada
Los vendajes neuromusculares que se popularizaron en los Juegos
Olímpicos de 2008 siguen triunfando aunque no cuentan con respaldo
científico
Un nuevo estudio realizado en España con futbolistas de élite vuelve a negar sus capacidades
Un nuevo estudio realizado en España con futbolistas de élite vuelve a negar sus capacidades
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Una jugadora de voley playa luce en su hombro uno de estos vendajes neuromusculares / Foto: London 2012
Pocos momentos son más propicios para lanzar un producto que durante los Juegos Olímpicos.
Con cientos de millones de personas delante del televisor, cualquier
cosa que resalte puede propiciar el chispazo del éxito. Sin embargo,
colarse en las pantallas de más de medio mundo no es tan sencillo. Hace
falta un esfuerzo económico descomunal, como el que realizan los patrocinadores oficiales,
y apoyo de los atletas. Al fin y al cabo, la foto de una estrella del
deporte luciendo una prenda o consumiendo cualquier invento puede
marcar la diferencia. Para conseguirlo, en los juegos de 2008 la
empresa Kinesio Holding Corporation regaló a los deportistas de 58 delegaciones 50.000 rollos de venda elástica de colores.
Los espectaculares cuerpos de las jugadoras de voley playa, los
venerados gemelos de Cristiano Ronaldo, ese escaparate humano llamado
David Beckham. Un trabajo de marketing deportivo
de primera clase consiguió colocar estas vendas, con todo tipo de
supuestas propiedades beneficiosas, en todos los campos, canchas e
incluso piscinas del planeta. Un éxito comercial con pies de barro, si
acaso el volumen de ventas dependiera de la verdad científica que
respalda los reclamos. “Alivia el dolor. Efecto antiinflamatorio,
tónico y relajante. Normalización de la función del músculo. Mejora la
circulación de la sangre y de la linfa. Recupera los desajustes de las
articulaciones y mejora la propiocepción“, asegura en la versión más comedida y oficial.
Se trata de un vendaje elástico, que se estira hasta un 140% de su
longitud original, que funciona al elevar la piel. Básicamente, habría
que pegarlo a la piel con el músculo estirado para que al relajarlo la
venda genere unos pliegues cutáneos que “aumentan el espacio celular
subcutáneo”, “disminuyendo la presión sobre la dermis”, “abriendo los
vasos sanguíneos y mejorando la evacuación linfática”, todo según los
conceptos usados en los estudios que respaldan sus propiedades. Los
primeros, a finales de la década de 1990, y firmados por su inventor:
Kenzo Kase, el gurú de los vendajes de colores. Aunque su propia leyenda
cuenta que los inventó en la década de 1970, lo cierto es que se puso
las pilas con su hallazgo a finales del siglo pasado, blindando en la oficina de patentes de EEUU las características de su venda.
Ha sido después del estallido de popularidad, entre 2008 y 2012,
cuando han surgido mayor número de estudios para comprobar si es cierto
que mejora el rendimiento deportivo y hace desaparecer dolores en las
articulaciones. Como explican en la mayoría de ellos, por ver si merece
la pena o si conviene dejar de hacerle perder el tiempo a los
fisioterapeutas. La mayoría son poco concluyentes y, aunque algunos
reseñan determinadas ventajas puntuales o mínimos beneficios, lo cierto
es que cuanto más severo es el estudio más lejos está de probarse un
provecho real de su uso. Y es realmente complicado de hacer un
diagnóstico global, porque se trata de unas vendas que podrían servir en
cualquier músculo, inflamación, tendón o ligamento del cuerpo humano.
Con futbolistas tampoco funciona
El último trabajo
que desacredita su utilidad tiene firma española, como gran parte de la
literatura médica que se ha interesado por estas vendas, y se ha
realizado con deportistas de élite: el equipo de juveniles del Sevilla
FC, campeón de España
de su categoría. “No tiene sentido usarlo, lo probamos con los
jugadores y no sirve, no mejoraban en nada a pesar de que probamos
muchas facetas distintas del rendimiento”, resume Moisés de Hoyo,
profesor de la Universidad de Sevilla y fisio del equipo andaluz.
“Echo de menos conocer el mecanismo fisiológico subyacente que
explicaría sus propiedades”, afirma De Hoyo, al recordar que no cuenta
ni con evidencia ni con una explicación convincente.
Un repaso sencillo por cualquier buscador de estudios médicos devuelve frases como estas:
“No se ha podido demostrar que incremente la flexión del tronco”, “ni
disminuye ni aumenta la fuerza muscular en atletas no lesionados”, “no
vale la pena su uso para pacientes con dolor de espalda crónico, en el
mejor de los casos estaba por debajo del efecto mínimo clínicamente
válido”, “ nuestros datos muestran una reducción en la respuesta refleja
ante los desequilibrios”, “no se recomienda su uso en patologías del
hombro”, “Kinesio taping puede tener un efecto placebo sobre el dolor”.
En los últimos meses se han realizado un par de metaestudios, un repaso serio sobre todo lo publicado. Uno, publicado en Sports Medicine,
concluye que hay “pruebas de poca calidad para apoyar su uso sobre
otros tipos de vendaje elástico en el tratamiento o la prevención de las
lesiones deportivas”. Otro, realizado por investigadores de la Universidad de Extremadura,
resuelve que ”en la práctica clínica se han obtenido efectos
beneficiosos, pero desde el punto de vista de la evidencia científica,
no existen estudios de revisión concluyentes”.
Aunque su eficacia es dudosa, no son un timo evidente como aquellas pulseras milagro que llegaron a ser perseguidas por las autoridades de medio mundo, incluida España.
Al fin y al cabo, las cintas de kinesio taping son vendas. Y las
vendas sí son útiles para múltiples funciones en medicina deportiva. Y
no hay que olvidar un factor importante: el efecto placebo es
especialmente notable en el ámbito deportivo, con atletas hiperexigidos
dispuestos a agarrar cualquier pluma con su trompa, como Dumbo, para
convencerse de que son capaces de volar. Lo mismo se ponen las medias
del revés, entran a la cancha con el pie derecho, besan una medallita o
se ponen un esparadrapo chillón: a ellos les sirve.
Hasta con animales

El doctor Kenzo Kase coloca una de sus vendas en un caballo / Foto: Kinesiotaping.com
Por algo Kenzo Kase (y sus imitadores) cobran por sus vendas hasta diez veces más
que una venda elástica convencional. Además, los distintos colores de
las tiras se inspiran en la cromoterapia o colorterapia, y según la
tonalidad ayuda con un enfoque curativo distinto. Y no sólo se gana
dinero con las vendas: también con los manuales y vídeos para aprender a
usarlas. También con los cursos homologados que dan profesores
acreditados por la propia compañía, entre los que está un fisio del Real Madrid.
Así se puede argumentar que no se está usando correctamente cuando
aparecen resultados negativos más allá de los muros de la compañía.
El problema se agrava cuando, además de no probarse, se exageran sus capacidades, reivindicando que cura desde el dolor de cabeza hasta
fascitis plantar. Y no sólo sana a humanos, también cura animales. “En
1987, mi chihuahua fue atacado por un perro más grande. Fue horrible,
pero le puse la venda y en tres o cuatro días ya estaba dando saltos
por ahí”, contaba el doctor Kase al prestigioso rotativo británico The Observer en
2011. En esa plácida entrevista también contaba que habían usado sus
vendas con un flamenco y que, como son resistentes al agua, también
servirían en peces: “El único animal al que no ayudaré es a una
cucaracha”. La entrevista fue duramente afeada por el defensor del lector debido al escaso espíritu crítico de su autor pero Kase comercializa ahora vendajes para caballos sin el menor pudor.
Las tiritas nasales que también triunfaron sin base científica
Antes de las vendas de kinesio taping y las ridículas Power Balance, triunfó otro producto que mezclaba marketing y supuestas propiedades beneficiosas para el rendimiento deportivo. Eran las tiritas nasales, que afirmaban ayudar a respirar mejor y a recuperar más oxígeno sin esfuerzo. Su primer éxito fue en la SuperBowl de 1994 pero estalló globalmente, y no por casualidad, en 1996: coincidían la Eurocopa de Inglaterra y los Juegos Olímpicos de Atlanta. Todos los deportistas, de todas las disciplinas, las usaban. Se agotaron en todas las farmacias y tiendas autorizadas. CNS, la compañía que lanzó el producto original, una tirita con alambres que abre las aletas nasales, facturó 86 millones de dólares ese año.Varios estudios señalaron que, si servían para algo, desde luego no era para mejorar el rendimiento de deportistas de élite que, en muchos casos, respiran por la boca. “Los resultados a los que llegan la mayoría de las investigaciones pueden haber estado influenciados por el efecto placebo”, concluía un estudio español, que negaba su valor para los atletas y acaso lo recomendaba para personas asmáticas. Parecidas conclusiones se obtuvieron en todo el mundo. Aun así, importantes deportistas, como Neymar, siguen luciéndolas. En 2006, la farmaceútica GlaxoSmithKline pagó 566 millones de dólares por CNS y sus tiritas Breathe Right.