La Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid ha reconocido este miércoles que el bebé que estuvo ingresado con malaria en el Hospital de Móstoles la contrajo "por contagio con otro paciente" con el que compartió planta durante su estancia en el centro médico. El informe realizado tras el incidente, sin embargo, "no ha podido determinar el mecanismo ni el momento exacto de la transmisión".
De momento, lo único que se ha descartado es que el origen fuera por una transfusión de sangre o por una picadura de mosquito. Tanto la niña de tres meses como la otra persona -de la que no se han facilitado datos- se encuentran "restablecidos y con curación completa".
"El Servicio Madrileño de Salud asume la responsabilidad de este excepcional incidente e informó ayer a la familia de los resultados del informe, poniéndose a su disposición", ha explicado Sanidad a través de una nota de prensa. El paciente que contagió al bebé había contraído a su vez la enfermedad "en otro país", por lo que se considera un "caso importado".
En el Gobierno regional han transmitido un "mensaje de tranquilidad a la población" porque, insisten, se trata de "un incidente puntual". No obstante, señalan que en los próximos meses se van a "reforzar" en todos los hospitales los protocolos de precauciones ante las enfermedades transmisibles.
Además, está previsto que este año se publique la primera normativa de la Comunidad de Madrid sobre seguridad del paciente. Este documento incrementará "los mecanismos de prevención" tanto de pacientes como de profesionales.
Mosquito Anopheles
La bebé infectada de malaria nunca había viajado a países en los que la enfermedad es endémica, por lo que ha sido preciso investigar dónde y cómo se había producido el misterioso contagio. El 'responsable' es un parásito del género 'Plasmodium' que se transmite por la picadura de un mosquito del género Anopheles.
Según Justo Menéndez, responsable de la Unidad de Medicina del Viajero y Enfermedades Tropicales del Hospital Universitario HM Sanchinarro de Madrid, "no puede haber transmisión de persona a persona como en otras enfermedades". Sin embargo, según este experto, sí es posible que la enfermedad se transmita sin la intervención del mosquito en determinadas circunstancias.
Una de ellas es la transfusión de sangre contaminada por el parásito. También puede producirse por el trasplante de un órgano 'contaminado' o por el uso de agujas o jeringuillas que antes hubieran estado en contacto con sangre de pacientes afectados, un extremo que no ha sido aclarado por la Consejería de Sanidad.
Entrevista a Stephen Hawking. (Imagen: CARLOS GARCÍA POZO / Edición: NACHO MORENO)
El astrofísico británico explica a EL MUNDO su postura ante las creencia religiosas
Esta semana presentará su visión del Cosmos en el Festival Starmus de Tenerife
Stephen Hawking (Oxford, 1942) ya no puede mover ni un dedo. La devastadora enfermedad que empezó a corroer su sistema nervioso, cuando sólo tenía 21 años, ni siquiera le permite manejar el ratón que usaba antes para seleccionar palabras en su ordenador y transmitirlas a través de un sintetizador de voz. Los músculos de su rostro se han convertido en las últimas herramientas corporales que le quedan para comunicarse, activando con la mejilla derecha un sensor acoplado sobre sus gafas.
Gracias a esta impresionante tecnología diseñada especialmente para él, Hawking logra mover un cursor en una pantalla y activar así la legendaria voz robótica que habla en su nombre con acento americano. Pero pese al esfuerzo titánico que debe afrontar para compartir sus ideas, ha concedido una entrevista exclusiva para los lectores de EL MUNDO.
Cuando aparece sobre su silla de ruedas en el hotel de Tenerife donde tiene lugar nuestro encuentro, nos conquista nada más llegar, esbozando una entrañable sonrisa con esos pocos músculos de la cara que todavía le sirven para expresar pensamientos y emociones. Como los médicos ya no le permiten volar, Hawking ha viajado hasta la isla canaria en un crucero de seis días para presentar esta semana su visión del cosmos en el Festival Starmus, un congreso concebido para divulgar los hallazgos de la astronomía a toda la sociedad.
De repente, me encuentro ante uno de los cerebros más brillantes del último siglo, a punto de realizar la entrevista con la que siempre he soñado. Pero cuando llega el momento de la verdad, me quedo tan impactado que no sé muy bien ni cómo debo saludarle. Una de sus cinco enfermeras, Nikky O'Brien, se da cuenta de mis titubeos y resuelve mis dudas de inmediato, cogiendo la mano de Hawking y acercándola a la mía, para que pueda estrechársela.
Un 'gourmet' en Canarias
Tras agradecerle al científico más famoso y admirado del planeta el inmenso privilegio de habernos concedido una entrevista exclusiva, le enseño el maravilloso retrato de Ricardo Martínez que le hemos traído como regalo, y también el espectacular set que hemos preparado para hacerle fotos, ante un lienzo de constelaciones y galaxias pintado por otro de nuestros dibujantes, Ulises Culebro.
«Espero que le guste. Si le parece bien, nos gustaría en primer lugar fotografiarle con este fondo cósmico», le explico. Su respuesta afirmativa, que tarda aproximadamente medio minuto llegar, es la primera palabra que nos transmite a través de los movimientos de sus mejillas: «Yes». La enfermera O'Brien, permanentemente pendiente de cada mínimo gesto de Hawking, empieza a peinarle con ímpetu y nos confirma la aprobación del astrofísico: «Adelante, no hay problema, le ha gustado mucho todo lo que habéis montado».
Mientras Hawking posa como un profesional para la sesión de fotos, levantando los ojos para mirar a la cámara y regalándonos sus mejores sonrisas, le pregunto a Nikky O' Brien si el profesor está disfrutando de su visita a Canarias. «¡Desde luego! Incluso ya ha probado las papas con mojo picón y le encantan», me asegura. A pesar de que su movilidad es cada vez más reducida, Hawking todavía puede masticar bien la comida y es un auténtico gourmet.
Teniendo en cuenta la importancia crucial del sofisticado sistema informático que utiliza el astrofísico para comunicarse, le pregunto a la enfermera de Hawking si entre su equipo de cuidadores hay alguien con conocimientos de informática, por si surge algún problema con su ordenador o el sintetizador de voz. «Pues la verdad es que no, y el ordenador se queda colgado de vez en cuando», me confiesa O'Brien. Sin embargo, si se produce una incidencia importante, la enfermera nos explica que un informático de Cambridge siempre puede entrar en el ordenador de Hawking mediante una conexión remota y resolver cualquier problema.
Tres palabras por minuto
Con el sofisticado mecanismo que activa mediante el movimiento de sus mejillas, Hawking logra escribir una media de tres palabras por minuto. Por eso, para entrevistar al astrofísico británico, es una condición imprescindible enviarle las preguntas con antelación. De lo contrario, el diálogo se extendería durante muchas horas, e incluso días. En nuestro caso, le enviamos por correo electrónico un cuestionario de 10 preguntas a finales de agosto, tres semanas antes de que nos reuniéramos con él en Tenerife el pasado jueves.
Cuando termina la sesión de fotos, que Hawking ha soportado sin una sola queja, me acerco a él y le pregunto si podemos empezar nuestro diálogo. De inmediato, empieza a mover el cursor en la pantalla de su ordenador a través del sensor acoplado a sus gafas, y veo que lo coloca sobre un documento de Word en su escritorio que ha llamado «EL MONDO». Me hace gracia la pequeña errata en el nombre de nuestro periódico, y sobre todo me emociona la idea de que el infatigable explorador del cosmos haya dedicado unas cuantas horas de su tiempo a contestar a las preguntas que le hicimos llegar por e-mail.
Le pregunto en primer lugar si sigue creyendo, como dijo en el libro que le hizo mundialmente famoso, Historia del Tiempo, que algún día lograremos una «Teoría del Todo» para comprender las leyes que gobiernan el Universo, o si hay aspectos de la realidad en las que nunca podrá penetrar la mente humana. Su respuesta refleja una inquebrantable fe en el poder de la ciencia para desentrañar los misterios del cosmos: «Creo que sí conseguiremos entender el origen y la estructura del Universo. De hecho, ahora mismo ya estamos cerca de lograr este objetivo. En mi opinión, no hay ningún aspecto de la realidad fuera del alcance de la mente humana».
Ciencia 'versus' religión
En mi segunda pregunta, le pido que me aclare su postura sobre Dios y la religión, que ha generado un intenso debate entre sus lectores. Por un lado, al final de Historia del Tiempo, escribió que si algún día lográramos esa «Teoría del Todo», conoceríamos «la mente de Dios». Pero posteriormente en su polémico libro El gran diseño, afirmó que el Universo puede crearse «de la nada, por generación espontánea», y que la idea de de Dios «no es necesaria» para explicar su origen. Le pregunto, ante esta aparente contradicción, si cambió su opinión en este terreno, y si se considera agnóstico o ateo.
Su rotunda respuesta deja muy claro que aunque muchos han llegado a calificar como «un milagro» el hecho de que Hawking siga vivo, medio siglo después de que se le diagnosticara una enfermedad cuya esperanza de vida suele ser de un par de años, el astrofísico rechaza de plano todas las creencias religiosas: «En el pasado, antes de que entendiéramos la ciencia, era lógico creer que Dios creó el Universo. Pero ahora la ciencia ofrece una explicación más convincente. Lo que quise decir cuando dije que conoceríamos 'la mente de Dios' era que comprenderíamos todo lo que Dios sería capaz de comprender si acaso existiera. Pero no hay ningún Dios. Soy ateo. La religión cree en los milagros, pero éstos no son compatibles con la ciencia».
Antes de poder responder a cada pregunta, Hawking va seleccionando frases del archivo donde ha dejado preparadas sus respuestas y las vuelca en un programa llamado Speaker, que convierte textos escritos en frases que emite su sintetizador. El software que produce la famosa voz de Hawking es de los años 80, la época de la traqueotomía a la que tuvo que someterse, que le dejó definitivamente sin habla. En realidad, hoy existen programas más avanzados que suenan mucho menos robóticos, pero Hawking lleva ya tantos años utilizando esta voz, que se identifica plenamente con ella y no tiene ninguna intención de cambiarla.
En una ocasión incluso le preguntaron si no preferiría instalarse un sintetizador con un acento british, que se parecería mucho más a la voz original de un nativo de Oxford como él. Pero Hawking respondió con su inconfundible sentido del humor, que sin duda le ha ayudado a soportar tantos años una enfermedad tan cruel: «con el acento americano, tengo mucho más éxito con las mujeres».
La conquista de otros planetas
Tras dialogar sobre la religión, pasamos de lo divino a lo humano y le pregunto si cree que sigue mereciendo la pena invertir millones en enviar misiones con astronautas al espacio, o si le parece un despilfarro, como opinan muchos de sus colegas científicos. El astrofísico tiene muy claro que la conquista del cosmos debe continuar, no sólo porque «la exploración espacial ha impulsado y continuará impulsando grandes avances científicos y tecnológicos», sino porque puede representar un seguro de vida para la futura supervivencia de nuestra especie: «Podría evitar la desaparición de la Humanidad gracias a la colonización de otros planetas».
Tampoco puedo desaprovechar la incomparable oportunidad de poder dialogar en España con Hawking, para preguntarle sobre los recortes que ha sufrido el campo de la investigación científica en nuestro país en los últimos años. «¿Qué mensaje le mandaría al presidente del Gobierno español si le tuviera delante, sobre la importancia de invertir en ciencia?». El astrofísico, una vez más, demuestra que no se anda con medias tintas. Éste es su recado para Mariano Rajoy y toda la clase política de nuestro país: «España necesita licenciados con formación científica para garantizar su desarrollo económico. No se puede animar a los jóvenes a estudiar carreras científicas con recortes en el campo de la investigación».
El tiempo se nos acaba y la enfermera O'Brien empieza a hacerme la señal de la guillotina, pero veo en la pantalla de Hawking que aún tiene una respuesta más a una pregunta que le hice sobre cómo le gustaría que le recordaran las futuras generaciones. «Espero que se me recuerde por mi trabajo en el campo de la cosmología y los agujeros negros», me contesta antes de que empiecen a llevárselo sus enfermeras.
Me llama la atención que no dice absolutamente nada sobre el extraordinario ejemplo que ha dado con su vida, al demostrar hasta dónde puede llegar la capacidad de superación del ser humano ante la adversidad más cruel. Y mientras desaparece por los pasillos del hotel, me acuerdo de una de sus sentencias más inolvidables: «La Humanidad es tan insignificante si la comparamos con el Universo, que el hecho de ser un minusválido no tiene mucha importancia cósmica».
CIENCIA La erupción del supervolcán Toba, como se habría visto desde el espacio - Wikipedia
Los humanos que sobrevivieron al supervolcán Toba mientras el mundo agonizaba
Algunos grupos prosperaron al encontrar refugio en la costa de Sudáfrica, donde pudieron alimentarse de los nutrientes del marisco
MadridActualizado:
El verano no llegó en seis años. El cielo estaba gris durante el día y rojo por la noche. Las plantas dejaron de florecer y los árboles morían en lo más duro del invierno. Los grandes mamíferos como el antílope, cada vez peor alimentados, morían de hambre o adelgazaban tanto que proporcionaban muy poca grasa a los depredadores que dependían de ellos para sobrevivir, incluidos los primeros humanos modernos. Este panorama desolador describe la vida en la Tierra después de la erupción del supervolcán Toba en Sumatra, Indonesia, hace unos 74.000 años. Pero mientras el mundo agonizaba y nuestra propia especie corría el riesgo de desaparecer,algunos de nuestros antepasados consiguieron sobrellevar los malos tiempos incluso con prosperidad en la costa de Sudáfrica. Allí encontraron un refugio, explica un nuevo estudio publicado en la revista Nature, gracias al valor nutritivo de lo que hoy se considera un artículo de lujo: el marisco.
El monte Toba eyectó a la atmósfera una cantidad ingente de cenizas -unos 800 km cúbicos, según otros estudios- y dejó un cráter de 100 km de largo por 35 km de ancho, lo que hoy es el mayor lago volcánico del mundo. Cenizas procedentes de esa gigantesca erupción han sido encontradas a miles de km de distancia en la India, el Océano Índico, la Bahía de Bengala y el Mar del Sur de China.
La ceniza lanzada por el volcán y la gran cantidad de gases de azufre emitidos bloquearon los rayos solares, con estimaciones que oscilan entre un 25% y un 90% de reducción de la luz. Bajo estas condiciones, la muerte de la vegetación es predectible, y hay evidencia de sequías significativas, incendios forestales y cambios en las plantas en el este de África justo después de la erupción.
Los investigadores creen que una erupción cien veces más pequeña que el monte Toba, la del Tambora, también en Indonesia, en 1815, fue responsable de un año sin verano en 1816. El impacto en la población humana fue nefasto: estropeó las cosechas en Eurasia y América del Norte, hubo hambre y migraciones masivas. El efecto del Toba, un supervolcán que empequeñece incluso las masivas erupciones de Yellowstone del pasado más profundo, habrían tenido un impacto mucho más grande y prolongado en las comunidades humanas de todo el mundo.
Si Tambora creó tal devastación durante un año completo, los científicos creen que Toba provocó una catástrofe mundial que llevó a la vida al borde de la extinción. En Indonesia, la fuente de la destrucción habría sido evidente para los testigos aterrorizados, justo antes de morir. Sin embargo, una familia de cazadores-recolectores en África hace 74.000 años no habría tenido idea de la razón del repentino y devastador cambio en el clima. El hambre se instalaría entre ellos y los niños y ancianos morirían. Sus grupos sociales quedaron seguramente devastados, y su sociedad se situaría también al borde del colapso.
Salvados por el marisco
Sin embargo, los científicos creen que el efecto de la erupción habría afectado a algunos ecosistemas más que a otros, posiblemente creando áreas refugio, en las que algunos grupos humanos consiguieron llevar mejor las «vacas flacas». La clave, dicen, está en los recursos costeros, como los mariscos, que son altamente nutritivos y menos susceptibles a ser dañados por la erupción que las plantas y los animales de las áreas del interior.
Cuando la columna de fuego, humo y escombros explotó en la cima del Monte Toba, escupió rocas, gases y diminutas piezas microscópicas (criptofra) de vidrio que, bajo el microscopio, tienen una característica forma de gancho producida cuando el vidrio se fractura en una burbuja. Estos fragmentos invisibles penetraron en la atmósfera y se extendieron por todo el mundo.
Los fragmentos de vidrio en Pinnacle Point se llevaron a casi 9.000 km de la fuente en Indonesia-Erich Fisher
Encerrado en ese fragmento de vidrio volcánico hay una firma química distintiva, una huella digital que los científicos pueden usar para rastrear la erupción asesina. Los investigadores encontraron fragmentos en el refugio rocoso Pinnacle Point, en la costa sur de Sudáfrica, cerca de la ciudad de Mossel Bay, donde la gente vivía, comía, trabajaba y dormía, y en un yacimiento al aire libre a unos 10 kilómetros de distancia llamado Vleesbaai. Allí un grupo de personas, posiblemente miembros de la misma comunidad que los de Pinnacle Point, se sentaba en un pequeño círculo y creaba herramientas de piedra. Los sedimentos de ambos sitios datan de hace unos 74.000 años y son de origen volcánico.
«Muchos estudios previos han intentado probar la hipótesis de que Toba devastó las poblaciones humanas», señala Curtis W. Marean, director de proyecto de las excavaciones de Pinnacle Point y director asociado del Instituto de Orígenes Humanos en la Universidad Estatal de Arizona. «Pero han fracasado porque no han podido presentar pruebas definitivas que vinculen una ocupación humana con el momento exacto del evento», añade.
Una vida normal
En el nuevo estudio, los científicos han utilizado técnicas de vanguardia para recolectar y analizar muestras arqueológicas como artefactos de piedra, huesos y otros restos culturales que utilizaron los antiguos habitantes para ver cómo impactó en sus vidas la erupción.
«Estos modelos nos dicen mucho sobre cómo vivían las personas en el lugar y cómo sus actividades cambiaron con el tiempo», dice Erich Fisher, investigador científico del Institute of Human Origins. «Lo que descubrimos fue que durante y después del momento de la erupción de Toba, la gente vivía allí sin interrupción y no había evidencia de que afectara a sus vidas cotidianas».
El estudio muestra que a pesar de la erupción del monte Toba, la más poderosa en los últimos dos millones de años, los humanos prosperaron a lo largo de la costa del sur de África, tal vez debido al régimen de alimentos excepcionalmente rico del lugar. Los investigadores creen que otros equipos pueden utilizar sus métodos para aplicarlos a yacimientos en otras partes de África para comprobar si más poblaciones sobrevivieron a esos tiempos devastadores.