miércoles, 28 de enero de 2015

MAS QUE PRIMOS,SOMOS HERMANOS

Aquí se cruzaron los neandertales con los primeros humanos modernos


Un cráneo descubierto en Israel es la evidencia más antigua de que cohabitamos y nos cruzamos con la otra especie humana inteligente hace 55.000 años

Israel Hershkovitz, Ofer Marder & Omry Barzilai
Nature
El cráneo de Manot
Se sabe desde hace tiempo que los europeos hemos heredado cerca del 4% de nuestros genes de los neandertales, la otra especie humana inteligente que reinaba en el Viejo continente cuando los primeros hombres modernos llegaron a Europa. Y eso significa que ambas especies tuvieron por fuerza que cruzarse en algún momento. ¿Pero dónde y cuando? Esa es la cuestión.
Ahora, una nueva investigación revela que las características de un cráneo parcial descubierto recientemente en la cueva Manot, en Israel, muestran la evidencia más antigua que tenemos de que los humanos modernos, nuestros antepasados directos, cohabitaron en esa zona con los neandertales y se cruzaron con ellos hace 55.000 años.
El hallazgo, que desafía la hipótesis según la cual las dos especies pudieron cruzarse hace 45.000 años en algún lugar de Europa, se publica esta semana en Nature. "Se sospechaba que los humanos modernos y los neandertales estuvieron en el mismo lugar y al mismo tiempo, pero no existían evidencias físicas de tales encuentros -afirma Bruce Latimer, paleontólogo de la Case Western Reserve University y uno de los firmantes del artículo-. Ahora, con este nuevo cráneo fósil, las tenemos".
Descubrir que los neandertales vivieron en otros lugares del Mediterráneo Oriental, además de los ya conocidos, sitúa a las dos especies en la misma área y más o menos al mismo tiempo. La cueva Manot se encuentra en una región que los neandertales ocupaban de forma periódica, quizá cuando el hielo que cubría Europa les forzaba a emigrar hacia áreas más cálidas, como ésta.
Manot es una cueva prehistórica que contiene una secuencia arqueológica impresionante y depósitos y cavidades espectaculares. Hasta ahora se han realizado en su interior cinco campañas de excavación entre 2010 y 2014. La cueva, además, se encuentra justo en medio de la única ruta terrestre practicable para que los antiguos humanos salieran de África hacia Oriente Medio, Asia y Europa. "Los humanos modernos y los neandertales -afirma Latimer- probablemente se encontraron mientras buscaban alimento".
El fragmento de cráneo, que apareció recubierto por una pátina de minerales producidos por la humedad del interior de la cueva, permitió a los investigadores Miryam Bar-Matthews , Avner Ayalon y Gal Yas'ur, del Servicio Geológico israelí, utilizar para su datación la técnica del uranio-torio y determinar que el fósil tenía una antiguedad comprendida entre los 50.000 y los 60.000 años.
Según Latimer, el cráneo contenía un cerebro relativamente pequeño (cerca de 1.100 cm. cúbicos) con respecto a la media de los humanos modernos, que se sitúa en los 1.400 cm. cúbicos.

«Moño occipital»

Pero lo más interesante es que varios rasgos del cráneo se parecen extraordinariamente a los de los hombres modernos. En particular, los investigadores quedaron intrigados por la ausencia del "moño occipital", una formación ósea situada en la parte posterior del cráneo y muy común entre los neandertales.
El propósito de este abultamiento craneal, cuya forma recuerda a la del bollo de pan de un perrito caliente, pero con una ranura en el centro, es completamente desconocido. Y resultaba muy significativo que en el fósil de Manot, igual que en la mayoría de los humanos modernos, esa estructura estuviera ausente.
Se desconoce si el cráneo perteneció a un hombre o a una mujer, ya que el arco superciliar, uno de los rasgos que permite diferenciar el sexo de los fósiles, no ha aparecido. Lo que sí está claro es que perteneció a un adulto, y que el fósil no está relacionado con otros huesos y dientes de ejemplares jóvenes que también se han encontrado en la misma cueva.
En palabras de Mark G. Hans, otro de los firmantes del trabajo de Nature, "todo esto nos lleva a pensar que hay probablemente más fósiles en la cueva, y que sería posible encontrar allí otros huesos asociados al cráneo".
El cráneo fue descubierto en 2008 por un grupo de espeleólogos que exploraban una zona inédita de la cueva que había permanecido sellada por lo menos durante 30.000 años. El fósil pasó después a manos de Israel Hershkovitz, profesor de anatomía y antropología de la Universidad de Tel Aviv y primer firmante del artículo. Y desde 2012 la Case Western Reserve University trabaja en la cueva gracias a un acuerdo de diez años con las autoridades israelíes.

Los psicópatas son incapaces de aprender del castigo

Una investigación encuentra anomalías en la parte del cerebro de estos delincuentes relacionada con la empatía, la vergüenza y el razonamiento moral

Son muchas las ocasiones en las que la sociedad no entiende por qué algunos malhechores son incapaces de rehabilitarse tras pasar por la cárcel. Sin embargo, un nuevo estudio realizado por la Universidad de Montreal (en Canadá) puede haber dado, finalmente, con la respuesta. Y es que, según afirman Sheilagh Hodgins y Nigel Blackwood (los autores de la investigación) la red cerebral de los delincuentes que son además psicópatas y violentos cuenta con una organización que les impide aprender de los castigos.
«Uno de cada cinco delincuentes violentos es un psicópata. Tienen mayores tasas de reincidencia y no se benefician de los programas de rehabilitación. Nuestra investigación revela por qué es y se espera que puedan mejorar las intervenciones de la infancia para prevenir la violencia y las terapias de comportamiento para reducir la reincidencia», explica la profesora Hodgins (de la Universidad de Montreal y el Instituto Universitario en Salud Mental de Montreal).
«Hemos encontrado anormalidades estructurales tanto en la materia gris como en tramos de fibras de la sustancia blanca específicos entre los delincuentes violentos con la psicopatía», explica Hodgins. La materia gris está principalmente involucrada en el procesamiento de información y la cognición, mientras que la materia blanca coordina el flujo de información entre las diferentes partes del cerebro.
Así pues, la investigación determina que los actuales métodos de rehabilitación son inútiles en estos delincuentes y sería necesario buscar nuevas formas de modificar su comportamiento para poder reinsertarles satisfactoriamente en la sociedad. Una tarea ardua, pero de vital importancia en el sistema penal si se pretende erradicar la reincidencia.
En este sentido, el estudio de resonancia magnética también afirma que esta anomalía ha sido encontrada de momento en aquellos delincuentes que presentan un comportamiento violento y son, a su vez, psicópatas. Con todo, los investigadores están recabando información para saber si se puede extender a los criminales habituales y determinar a qué edad puede ser perceptible.
«Los delincuentes psicopáticos son diferentes de los delincuentes habituales de muchas maneras. Los criminales regulares son hipersensibles a la amenaza, irascibles y agresivos, mientras que los psicópatas tienen una respuesta muy baja a las amenazas, son fríos y su agresividad es premeditada», detalla Nigel Blackwood, afiliado al 'Kings College London', en Reino Unido.

El estudio

Para llevar a cabo este estudio, los investigadores analizaron las reacciones de 12 delincuentes violentos con trastorno antisocial de la personalidad y psicopatía. 20 delincuentes violentos con trastorno de personalidad antisocial, pero no psicopatía, y 18 no delincuentes sanos. Entre otros delitos, habían sido condenados por asesinato, violación, intento de homicidio y lesiones.
El experimento consistió en introducir a estas personas en un escáner cerebral y hacer que completaran una tarea que evaluara su capacidad para ajustar su comportamiento cuando las consecuencias de sus respuestas cambiaran de positivas a negativas. Esta era, concretamente, un juego de combinación de imágenes en el que, dependiendo de si se completaba de forma errónea o de forma acertada, percibían un castigo.
Las conclusiones fueron impresionantes. Y es que, cuando los delincuentes violentos realizaron las tareas, no pudieron aprender de las señales de castigo para cambiar su comportamiento y tomaron decisiones de menor calidad a pesar de contar con periodos de deliberación más largos. Dicha cracterística tenía explicación a nivel cerebral. «Hemos observado reducciones en los volúmenes de materia gris bilateral en la corteza prefrontal rostral anterior», detalla Hodgins. Estas regiones del cerebro están involucradas en la empatía, el procesamiento de las emociones prosociales como la culpa y la vergüenza y el razonamiento moral.
«También se detectaron anomalías en tractos de fibras de la materia blanca en el cíngulo dorsal, que une la corteza cingulada posterior a la corteza prefrontal medial que se asocia específicamente con la falta de empatía que es típica de la psicopatía», agrega Blackwood. Estas mismas regiones participan en el aprendizaje de recompensas y castigos.

No entienden el castigo

Los investigadores también examinaron la actividad en el cerebro durante la realización de la tarea. «Encontramos que los delincuentes violentos con psicopatía, en comparación con los delincuentes violentos sin psicopatía y los no delincuentes, exhiben una respuesta anormal al castigo dentro de la corteza cingulada posterior y la ínsula cuando una respuesta previamente recompensada fue castigada», añade.
En este sentido, este experto resume que estos resultados sugieren que los delincuentes violentos la psicopatía se caracterizan por una organización distintiva de la red cerebral que se utiliza para aprender de los castigos y las recompensas. «Los delincuentes con psicopatía sólo podrán considerar las posibles consecuencias positivas y no tener en cuenta las posibles consecuencias negativas. En consecuencia, su comportamiento, a menudo, conduce a un castigo en lugar de recompensa como habían esperado», añade Hodgins.
«El castigo señala la necesidad de cambiar el comportamiento. Claramente, en ciertas situaciones, los delincuentes tienen dificultades para aprender del castigo impuesto para cambiar su comportamiento», advierte. «Los resultados de nuestros estudios están proporcionando conocimientos sobre los mecanismos neuronales que caracterizan a los delincuentes violentos adultos que pueden utilizarse, junto con otros hallazgos, en el diseño de programas para reducir la reincidencia. También proporcionan hipótesis sobre el desarrollo anormal de los delincuentes violentos que se probarán en estudios de niños», añade.