miércoles, 21 de noviembre de 2012

TELEFONOS Y MICRONDAS ASESINO

Peligros de la tecnología doméstica


bannerproyectocensuradoNoticia Censurada número XV
Una investigación reciente despierta inquietudes respecto a dos tecnologías corrientemente usadas: los teléfonos móviles y hornos de microondas. La exposición a largo plazo a la radiación del teléfono celular aumenta con certeza riesgos de varios tipos de cáncer, incluyendo leucemia, y en los varones afecta la producción de esperma. La exposición prenatal a la radiación del teléfono celular ha mostrado que produce hematomas encefálicos y daños en el cerebro, hígado y ojos.
La radiación microonda que calienta la comida también genera radicales libres que pueden llegar a ser carcinógenos, mientras el consumo de comida “micro-ondeada” se asocia a disminución de glóbulos blancos a corto plazo. La Administración de Alimentos y Drogas (FDA, sigla en inglés) todavía tiene que reconocer los estudios indicadores de alteraciones estructurales producidas en los alimentos por los hornos microondas. Y al igual que en los peligros del uso del teléfono celular, de hecho la mayoría de los estudios patrocinados por la industria indican inexistencia de riesgos o riesgo mínimo.
LOS CELULARES
Esta es una noticia típicamente ignorada por los grandes medios, que reciben generosa publicidad de los fabricantes de teléfonos celulares y tecnología hogareña. Incluso la aparición de un nuevo modelo de teléfono celular la convierten en una “noticia” que aparece en los programas informativos de TV de todo el mundo. Sin embargo, unos cuantos medios independientes, científicos o alternativos le prestaron atención, como Devra Davis, del Huffington Post, bajo el título “Radiación de teléfonos celulares: ¿es peligrosa?” (1 de marzo 2011). El Proyecto Censurado rescató esta información, validada el 9 de abril por la Fundación Internacional Libertad de los Medios, bajo el titular “Investigación aclara peligro del teléfono celular”:
El uso del móvil es tan común que la mayoría de nosotros no considera que sea un riesgo, a menos que provoque distracción en la conducción de un vehículo. Sin embargo, estudios recientes sugieren otra cosa, especialmente para los más vulnerables: los niños aún no natos.
Se ha demostrado que la exposición prenatal a la radiación del teléfono celular produce permeabilidad en la barrera hemato-encefálica y daño en el cerebro, hígado y ojos. Puede estar relacionada con trastornos neuro-conductuales cada vez más prevalentes, como el TDAH (perturbación del comportamiento frecuente en niños).
La radiación del teléfono celular también genera alteraciones en la morfología del esperma, su motilidad, viabilidad y recuento. Incluso, para sujetos que no son particularmente vulnerables, la exposición crónica resulta arriesgada. Los estudios demuestran que el riesgo se multiplica en ciertos tipos de cáncer, incluyendo leucemia, para usuarios de celulares de más de diez años, a una tasa diaria intensa. Los estudios han llegado a mostrar el desarrollo de tumores en la glándula salival del cerebro que significativamente se producen con frecuencia mayor en el lado de la cabeza en que predominantemente se usa el teléfono celular.
Por el contrario, una serie de estudios financiados en gran parte por la industria, sugieren que estas “coincidencias” no son concluyentes. Sin embargo, muchos de esos estudios no se sostienen con una observación más estrecha, que muestra graves fallas en el cálculo de riesgos. Empero, son la base de la afirmación de que los teléfonos celulares son seguros, discurso que protege a la industria de un examen más detenido y costosos procesos de rediseño de sus productos. Una mayor preocupación pública debería impulsar la innovación en la industria para elaborar artículos más seguros y mejores.
¿Qué hacer? Las formas más efectivas de minimizar el riesgo recomiendan: (1) mantener una cierta distancia entre el teléfono celular y la cabeza mediante el uso de un auricular, altavoz del teléfono o mensaje de texto, (2) guardar el teléfono en algún lugar distinto a los bolsillos de la ropa, como una mochila o bolso, para proteger la función del órgano y la salud reproductiva, y (3) limitar su uso en situaciones de baja señal, ya que la radiación aumenta cuando la señal es débil o está bloqueada.
EL INVENTO NAZI DEL MICROONDAS
Respecto al horno de microondas, elemento común del hogar por más de 40 años, las noticias independientes revelan que al recalentar los alimentos también se genera gran cantidad de conocidas sustancias cancerígenas. Por ejemplo, la radiación de longitud de microonda a una velocidad de hasta 2,45 GHz interactúa con las moléculas de los alimentos.Las ondas agitan las moléculas para producir fricción, que a su vez calienta el alimento. Con esta fricción y el calor aparece la producción de radicales libres, o células que pueden crecer y propagarse como carcinógenos. Varios estudios encontraron riesgo en la conveniencia de recalentamiento rápido. Los aminoácidos y alcaloides en productos naturales, como la leche y vegetales crudos, en presencia de la fricción molecular se convierten en carcinógenos.
Además, el estudio mostró una reducción a corto plazo de los linfocitos (células blancas de la sangre) después de la ingesta de alimentos cocinados en microondas. La FDA todavía tiene que reconocer los estudios que sugieren que los hornos microondas alteran el maquillaje nutricional de los alimentos. En su lugar, los criterios de la agencia sólo tienen en cuenta efectos específicos, el peligro de quemaduras o cataratas provocadas por exposición corporal directa a las microondas.
El horno microondas, que es una invención nazi, se encuentra presente en la mayoría de los hogares del mundo moderno, pero los medios corporativos rara vez plantean la cuestión de si los consumidores realmente los necesitan absolutamente. Además, crece la evidencia de que este electrodoméstico común no es tan seguro como les gustaría a sus fabricantes que el público lo crea.
(Tomado de Argenpress.info)

LOS POLITICOS ARRUINAN LA SANIDAD PUBLICA

'En Sanidad se han tomado decisiones temerarias'

Juan Oliva en la Universidad de Toledo. | El MundoJuan Oliva en la Universidad de Toledo. | El Mundo
  • El presidente de la Asociación de Economía de la Salud habla sobre Sanidad
  • Entre otros asuntos, critica la falta de transparencia del sistema
  • Y que medidas como el euro por receta se han hecho sin consultar a expertos
Pregunta: Algunas sociedades científicas han lamentado estos días no haber sido consultadas por el Ministerio de Sanidad, o por la consejería, en el caso de la Comunidad de Madrid, respecto a las medidas que se están tomando respecto a la sanidad. ¿Es ese el caso también de la Asociación Española de Economía de la Salud?
Respuesta: Efectivamente, mi sociedad no ha sido consultada; y no digo que tenga que serlo, pero es sorprendente que algunas sociedades se enteren por la prensa de lo que está ocurriendo, por ejemplo en Madrid. Uno esperaría un contraste de opiniones, mayor implicación de los profesionales; al menos que se conozca nuestro punto de vista para reducir las bolsas de ineficiencia que tiene todo sistema de salud. Por muy eficaz que sea, todo sistema de salud tiene esos puntos débiles, y el nuestro no es una excepción.
P: ¿Cuáles son nuestras mayores debilidades?
'Es un sistema brillante en muchos aspectos y no especialmente caro'
R: Nuestro sistema se ha caracterizado siempre por la brillantez de sus profesionales, y por una calidad muy elevada. Es un sistema brillante en muchos aspectos y no especialmente caro, gastamos lo que nos corresponde en función del PIB. El problema es que a menudo se han tomado decisiones de gestión temerarias, basadas en la rentabilidad a corto plazo. Las buenas prácticas pasan por ser más transparentes y rendir más cuentas.
P: Uno de los argumentos que a veces se esgrime, sobre todo en la Comunidad de Madrid, que se han construido demasiados hospitales. ¿Qué opina?
R: Es difícil saber si existen demasiados hospitales, precisamente por esa falta de transparencia. Sólo una comunidad, Cataluña, hizo públicos en julio de 2012 sus datos sobre resultados de calidad por centros; en qué hospitales los tiempos de espera son más reducidos, cuál tiene mayor tasa de cesáreas o de infecciones, menor riesgo de reingreso... Pero eso es una excepción. Todas las comunidades tienen los datos, pero si no los hacen públicos es por una cuestión política. Y conocerlos no es una cuestión baladí. Algunos países, por ejemplo, aplican unas normas muy explícitas para que un hospital deba tener un volumen mínimo de cirugías cardiacas para poder tener ese servicio, por ejemplo; es una cuestión de economía de escalas, porque los equipos que operan mucho tienen mejores resultados.
P: Pero a veces es la propia población la que demanda tener un hospital con todos los servicios cerca de casa...
R: Pero ante las demandas ciudadanas hay que ser sensatos y explicar que un servicio con poco volumen, por ejemplo, puede estar poniendo en riesgo la salud de la población.
P: Estos días que se habla tanto de privatizar la gestión de los hospitales... ¿existen datos que indiquen si un hospital privado es más barato que uno público?
R: En los últimos 15 años, España ha sido un laboratorio de pruebas de todos los modelos de gestión posibles; se han ensayado todo tipo de fórmulas de gestión: empresas públicas, concesiones privadas, modelos de colaboración público-privadas... Pero no hemos evaluado nada, de manera que toda la experiencia disponible no sirve de nada. Si recurrimos a la literatura internacional sobre este tema podemos concluir que no hay ninguna prueba científica de que la gestión privada sea mejor que la pública, ni lo contrario. Porque no sólo depende de quién paga, sino de la calidad, de que el control de la gestión sea exquisito.
'Un copago reducido (como el euro por receta) no tiene efecto en la población sana'
P: ¿Qué opina del copago farmacéutico?
R: Aquí de nuevo vemos el problema de una medida que se pone en marcha sin consultar a los expertos ni atender las enseñanzas de otros países. Lo que nos ha mostrado la experiencia internacional es que un copago reducido (como puede ser el euro por receta) no tiene efecto en la población sana, que simplemente hace menos visitas. Sin embargo, el problema es que sí afecta a los enfermos crónicos, que son quienes más van al médico. Por eso, en lugar de pensar en un sistema lineal, o basado en la renta, deberíamos pensar en algún sistema que proteja a los enfermos con patologías crónicas; de manera que reduzcas el consumo sanitario sin afectar a la salud.
P: ¿Usted es partidario de un organismo similar al NICE británico, que evalúa la eficacia de los medicamentos y la tecnología sanitaria antes de decidir si debe o no ser financiado con dinero público?
R: Los especialistas en economía de la salud somos partidarios de que la eficiencia sea una cuestión relevante en la toma de decisiones; porque por una ganancia marginal no podemos estar pagando seis o 10 veces más. Hablo de situacions donde hay muchas alternativas de tratamiento, porque donde hay un solo tratamiento disposible tenemos que pagar lo que sea necesatio, pero si hay alternativas hay que decidir si destinar esos recursos a otras áreas. El NICE británico es una posibilidad, pero países como Holanda, Suecia o Alemania tienen otroas instituciones que también son usadas para decidir sobre la financiación pública de los tratamientos. En cualquier caso sí soy partidario de algún tipo de agencia autónoma que rinda cuentas ante el parlamento, independiente y transparente.
P: Igual que ocurre en economía, en sanidad parece que el ahorro únicamente puede obtenerse por la vía de la austeridad; pero, ¿no hay inversiones capaces de ahorrar costes al sistema?
'En nuestro país hay muchas medidas de salud pública paralizadas desde el año 2008'
R: Claro que sí, hay muchas inversiones capaces de ahorrar a corto y largo plazo; y en nuestro país hay muchas medidas de salud pública paralizadas desde el año 2008. Reducir la sal en las comidas envasadas no cuesta nada y puede tener un efecto en la hipertensión superior a muchas otras estrategias. Educar en hábitos de salud sólo tiene el coste de adecuar los planes de estudio; mejorar la coordinación entre los sistemas sanitarios y de atención a la dependencia puede tener un coste inicial, pero un gran ahorro potencial. Éste es un buen momento para hacer algunas reformas estructurales en nuestro sistema sanitario.
P: ¿Cuáles serían esas reformas en su opinión?
R: Como le decía, incorporar la eficiencia; que la financiación sea por resultados y no sólo por actividad, de manera que premiemos que las intervenciones se realicen allí donde se hacen mejor...
P: ¿Pero eso no puede generar inequidades sociales, dejar a algunos territorios sin ciertos servicios...?
R: Existen mecanismos de compensación para evitar la inequidad; pero desde luego lo que es una desigualdad es que haya diferencias en los resultados. El principal cambio que requiere nuestro sistema de todos modos es cultural, el más complejo y necesario de todos: establecer buenas normas de gobierno, poner énfasis en la transparencia y en la necesidad de rendir cuentas...