sábado, 24 de marzo de 2018

EL TRAGO TE VUELVE LOCO

Trastornos causados por el consumo de alcohol y riesgo de demencia
La demencia afecta al 5–7% de las personas de 60 años o más y es una causa importante de discapacidad en todo el mundo. En este trabajo se analizó una cohorte retrospectiva de todos los pacientes adultos hospitalizados entre 2008 y 2013 en Francia
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Autor: Schwarzinger M, Pollock BG, Hasan OSM, Dufouil C, Rehm J The Lancet February 2018


Introducción
La demencia es causada por daño cerebral y se caracteriza por deterioro progresivo de la capacidad cognitiva y de la capacidad para vivir y funcionar de manera independiente.1 Afecta al 5–7% de las personas de 60 y más años en todo el mundo2 y es la principal causa de discapacidad en este grupo etario.3 Existen varios tipos de demencia; la enfermedad de Alzheimer es la más frecuente, seguida por la demencia vascular y otros tipos más raros, aunque a menudo coexisten tipos mixtos de demencia.
El consumo de alcohol se asocia con cambios en la salud cognitiva y demencia. Las relaciones entre consumo de alcohol y salud cognitiva en general y demencia  en particular son complejas.4 La mayoría de las revisiones señalan un posible efecto beneficioso del consumo de alcohol de leve a moderado sobre la salud cognitiva. Sin embargo, este se asoció con efectos perjudiciales sobre la estructura cerebral. 5,6 Casi todas las reseñas mencionan problemas metodológicos de los estudios, como la falta de uniformidad en la medición del consumo de alcohol o de la demencia o ambos y el control insuficiente de los posibles factores de confusión.
En cambio, el consumo excesivo de alcohol parece asociado con el riesgo de demencia de cualquier tipo. (1) El etanol y su metabolito acetaldehido tienen efecto neurotóxico directo, que conduce a daño cerebral estructural y funcional permanente. (2) El consumo excesivo de alcohol se asocia con deficiencia de tiamina y lleva al síndrome de Wernicke–Korsakoff. (3) Beber en exceso es un factor de riesgo para otros trastornos que también pueden dañar el cerebro, como la epilepsia, el traumatismo de cráneo y la encefalopatía hepática en  pacientes con cirrosis. (4)
Beber en exceso se asocia indirectamente con demencia vascular debido a las asociaciones del consumo excesivo de alcohol con factores de riesgo vascular como la hipertensión, el accidente cerebrovascular (ACV) hemorrágico, la fibrilación auricular y la insuficiencia cardíaca. Por último, el consumo excesivo de alcohol se asocia con tabaquismo, depresión y logros educativos escasos, que son posibles factores de riesgo de demencia.
Esta evidencia combinada llevó a una discusión acerca de establecer un diagnóstico específico de demencia relacionada con el alcohol;7–9 pero sin embargo el consumo de alcohol no se incluyó en el modelo de factores de riesgo para demencia durante el curso de vida en la reciente Comisión del Lancet sobre prevención de la demencia, intervención y atención médica.1
Este estudio explora los efectos de los trastornos causados por el consumo de alcohol sobre el inicio de la demencia en Francia. 10 La prevalencia de estos trastornos en Francia es cercana a la media de la Unión Europea y mucho mayor que las medias mundiales.11 Se examinaron los efectos del consumo de alcohol según el sexo sobre la demencia de comienzo temprano (<65 a="" os="" sup="">9,12
 y se investigó la posible modificación del efecto según el tipo de demencia.
Métodos
• Diseño
La fuente para este estudio fue la base de datos de las altas hospitalarias de Francia. Se analizó una cohorte nacional retrospectiva de todos los pacientes adultos (>20 años) ingresados al hospital entre 2008 y 2013. El resumen del alta incluyó el sexo, la edad al ingreso, los códigos del diagnóstico principal y el diagnóstico asociado al alta, los procedimientos médicos recibidos, la duración de la hospitalización y los modos de alta (incluida la muerte en el hospital).13
• Procedimientos
Los factores principales fueron los trastornos debidos al consumo de alcohol y el criterio principal de valoración fue la demencia.14,15
El inicio de la demencia se define por la edad al efectuarse el primer diagnóstico de demencia registrado entre 2008 y 2013; los diagnósticos efectuados antes de los 65 años se clasificaron como demencia de inicio temprano.
El inicio de la demencia se separó en tres clases: daño cerebral relacionado con el alcohol; demencia vascular y otras demencias, incluida la enfermedad de Alzheimer. Se consideró como demencia vascular cualquier registro de demencia vascular, demencia mixta o leucoencefalopatía vascular progresiva, así como cualquier demencia con antecedentes de ACV o de accidente isquémico transitorio.16
Los trastornos debidos al consumo de alcohol se identificaron por dos clases de códigos diagnósticos al alta:
1) trastornos mentales y conductuales debidos a consumo crónico perjudicial de alcohol anterior o actual, incluida la abstinencia de alcohol
2) enfermedades crónicas atribuibles a trastornos por el consumo de alcohol.10
Los trastornos relacionados con el alcohol fueron la enfermedad de Wernicke-Korsakoff, la enfermedad hepática terminal y otras formas de cirrosis hepática, la epilepsia y el traumatismo de cráneo.
Los factores de riesgo vascular fueron tabaquismo, obesidad, hipertensión, hiperlipidemia y diabetes.1 Las enfermedades cerebrovasculares fueron ACV hemorrágico, ACV isquémico, antecedentes de ACV, antecedentes de accidente isquémico transitorio y toras enfermedades cerebrovasculares, todas evaluadas antes del ACV. Otras enfermedades cardiovasculares fueron la cardiopatía isquémica, la enfermedad arterial periférica, la fibrilación auricular y la insuficiencia cardíaca.
Otros factores de riesgo para demencia fueron la depresión y la hipoacusia.1 Se controlaron además otros factores de riesgo, entre ellos la disminución de la agudeza visual que podría ser producto de retinopatía o glaucoma,1 la apnea del sueño1 y otras enfermedades que podrían conducir a tipos raros de demencia (nefropatía crónica, hipotiroidismo y enfermedades infecciosas del sistema nervioso central).
Resultados
Se encontró una gran asociación entre los trastornos por consumo de alcohol y todos los tipos de demencia
Entre 2008 y 2013 se dieron de alta de los hospitales franceses,31.624.156 adultos. De estos, 1.109.343 tenían diagnóstico de demencia y se incluyeron en el estudio.
De los 57.353 (5,2%) casos de demencia de inicio temprano la mayoría estaban relacionados con el alcohol o tenían el diagnostico agregado de trastornos por consumo de alcohol.
Se registró  daño cerebral relacionado con el alcohol en 35.034 casos de demencia y otros trastornos por consumo de alcohol en 52.625. Ambos fueron más frecuentes en varones.
De 8 295 081 hombres dados de alta entre 2011 y 2013, 181.255 (2,2%) habían recibido el diagnóstico de demencia a una mediana de edad de 82 años.
Se registraron trastornos por consumo de alcohol en el 6,2% de los hombres y en el 16,5% de los hombres con demencia. Los trastornos por consumo de alcohol se asociaron con aumento del riesgo del inicio de demencia entre los hombres y fueron el factor de riesgo modificable más fuerte para el inicio de demencia en hombres.
En cuanto al tipo de demencia, 12.435 (6,9%) de 181.255 hombres con diagnóstico reciente de demencia sufrieron daño cerebral relacionado con el alcohol  a una mediana de edad de 60 años. La asociación más fuerte con daño cerebral relacionado con el alcohol fue con enfermedad hepática terminal, seguida por cirrosis. Varios factores de riesgo contribuyeron independientemente al daño cerebral relacionado con el alcohol y con el tabaquismo.
En relación con el daño cerebral relacionado con el alcohol, el inicio de la demencia fue significativamente posterior en otros tipos de demencia. De 181.255 hombres con diagnóstico reciente de demencia, 69.700 sufrían demencia vascular (38%, mediana de edad 82 años) y 99.120 (54,7%; 83 años) sufrían otras demencias. Los trastornos por consumo de alcohol fueron más frecuentes en la demencia vascular (11,2%) que en otras (9%). En análisis multifactoriales de Cox, los trastornos por consumo de alcohol continuaron asociados con aumento del riesgo para cada tipo de demencia.
De 11.474.359 mujeres dadas de alta entre 2011 y 2013, 322.261 (2,8%) tuvieron diagnóstico reciente de demencia. La incidencia de la misma fue inferior en mujeres que en hombres hasta los 80 años. La mediana de edad al inicio de la demencia fue significativamente mayor en mujeres que en hombres (85 años), con informes de daño cerebral relacionado con el alcohol (4281 [1.3%] y 12.435 [6,8%], respectivamente) y de demencia vascular (104,113 [32,3%] y 69.700 [38,5%], respectivamente, significativamente menores
Los trastornos por consumo de alcohol en las mujeres se asociaron de la misma manera que en los hombres, con mayor riesgo para el inicio de la demencia y fueron el factor de riesgo modificable más fuerte para el inicio de la demencia en mujeres (figura 2).
Los mismos factores de riesgo independientes para el inicio de la demencia se identificaron para ambos sexos: todos los trastornos relacionados con el alcohol; el tabaquismo, la hipertensión y la diabetes entre los factores de riesgo vascular; el ACV hemorrágico, el ACV isquémico, los antecedentes de ACV, las arteriopatías periféricas (en hombres), la fibrilación auricular y la insuficiencia cardíaca entre las enfermedades cardiovasculares; y la zona de residencia de los pacientes con menor educación, la depresión, la hipoacusia, la insuficiencia renal crónica, el hipotiroidismo y las enfermedades infecciosas del SNC entre otros factores de riesgo.
Salvo por la depresión y el hipotiroidismo, los trastornos por consumo de alcohol y todos los otros factores de riesgo independientes para demencia fueron significativamente menos frecuentes en mujeres que en hombres. Además, salvo por los trastornos por consumo de alcohol, la fibrilación auricular, la menor educación y el hipotiroidismo, la fuerza de la asociación de los factores de riesgo con el inicio de la demencia fue significativamente diferente entre los sexos: mayor en hombres con trastornos relacionados con el alcohol, el ACV, la insuficiencia cardíaca, la depresión, la hipoacusia y las enfermedades infecciosas del SNC; y mayor en mujeres para los factores de riesgo vascular y la insuficiencia renal crónica.
Discusión
La carga de demencia atribuible al alcohol es mucho mayor de lo que se pensaba
En este estudio de carácter nacional se halló una gran asociación entre los trastornos por consumo de alcohol y todos los tipos de demencia.1 El índice de riesgo global para el inicio de todos los tipos de demencia fue mayor de 3,3 y para la demencia vascular y otras fue mayor de 2,3 para ambos sexos.
La asociación con trastornos por consumo de alcohol fue especialmente importante en aquellos con demencia de inicio temprano, donde la mayoría de los pacientes sufrían de daño cerebral relacionado con el alcohol o el diagnóstico de trastornos por consumo de alcohol. Este dato corrobora otros resultados, que sugirieron que el alcohol es un factor de riesgo para la demencia de comienzo temprano en hombres.12
El sistema de salud francés proporciona acceso universal y con gastos mínimos. Por consiguiente, más del 80% de los franceses mayores de 65 años fueron hospitalizados durante los 6 años del estudio, por lo cual los datos de este estudio se pueden generalizar a toda la población francesa 18 así como a poblaciones con exposición similar a los factores de riesgo en general y a los trastornos por el consumo de alcohol en particular.11
Se deben reconocer algunas limitaciones de este estudio, entre ellas variables mal clasificadas y otras que faltan, debido a la forma de registrar los datos administrativos.
Una limitación se relaciona con la evaluación de la demencia global y según el tipo. Debido al objetivo del estudio, los autores priorizaron el daño cerebral relacionado con el alcohol y la demencia vascular sobre la enfermedad de Alzheimer.
La segunda limitación se relaciona con la identificación de los trastornos debidos al  consumo de alcohol y otros factores de riesgo de demencia. Aunque estos trastornos fueron identificados por varias fuentes de información médica, los trastornos debidos al  consumo de alcohol probablemente fueron subestimados en relación con las estimaciones de prevalencia para Francia (16,7% para los hombres y 5,4% para lals mujeres).11
Los trastornos debidos al  consumo de alcohol  son muy estigmatizados, 24 con tasas de tratamiento de solo alrededor del 10% en Europa; 25 Es así probable que solo los casos más graves con dependencia del alcohol hayan sido registrados en el hospital.
Los datos obtenidos de este estudio efectuado en todo el país sugieren que la carga de demencia atribuible al alcohol es mucho mayor de lo que se pensaba. En análisis multifactoriales, los trastornos debidos al  consumo de alcohol fueron el mayor factor de riesgo modificable para el inicio de demencia. Además, aunque la abstinencia de alcohol se asoció con menor riesgo de muerte en relación con los trastornos debidos al  consumo de alcohol no mejorados, los datos de este estudio muestran que el riesgo de inicio de la demencia no cambiaba tras la abstinencia.
Este dato corrobora los resultados recientes que muestran que el consumo de alcohol provoca directamente daño cerebral durante toda la vida.5,6
Por último, los trastornos debidos al  consumo de alcohol se asociaron con todos los otros factores de riesgo independientes para el inicio de demencia, lo que sugiere que ellos contribuyen de muchas maneras al riesgo de demencia.
En resumen, los datos de este estudio avalan que los trastornos debidos al consumo de alcohol se deben reconocer como uno de los principales factores de riesgo para todos los tipos de demencia. La demencia relacionada con el alcohol-se debe reconocer como una de las principales causas de demencia de inicio temprano.7–9 Además, los médicos deben ser más conscientes de la importancia de los trastornos debidos al consumo de alcohol para el desarrollo de la demencia durante todo el curso de vida , que parece ser un factor de riesgo omitido a menudo.1
La detección temprana, las intervenciones breves (entrevistas motivadoras estructuradas, cortas, que apoyen a las personas para cambiar su conducta en relación con el alcohol) y tratamiento para la dependencia del alcohol o trastornos menos graves del consumo de alcohol son medidas eficaces en la atención primaria.29 Políticas preventivas con respecto al alcohol, con reducción de su disponibilidad, aumento de los impuestos al alcohol y prohibición de la publicidad y comercialización del mismo, también son medidas eficaces. 30 Si se implementaran todas estas acciones no solo disminuiría la incidencia de demencia o se retrasaría su inicio, sino que también disminuiría la morbimortalidad atribuible al alcohol.25

SI EL TRABAJO ES SALUD,QUE TRABAJEN LOS ENFERMOS


El trabajo mata y mata mucho

El Salto

En un mundo donde lo único que importa es el dinero, nuestras vidas —las de las trabajadoras— son supeditadas al beneficio económico.

 
Un trabajador en la construcción de la estación de metro de Sol. OLMO CALVO
En 2017, según los datos provisionales del Ministerio de Trabajo, 618 personas murieron en accidente laboral y 4.510 sufrieron un accidente laboral grave que les dejará alguna secuela permanente. De mantenerse la tasa de incidencia actual, en una vida laboral de 37 años —la que se nos exige para disfrutar del total de nuestra pensión—, de cada 107 trabajadoras una sufrirá secuelas permanentes por un accidente laboral y de cada mil, una morirá.
Los datos de enero de 2018 nos presentan un panorama aún más lúgubre: 52 personas murieron en accidente laboral, lo que supone un muy preocupante aumento del 23,8 % respecto a los datos de enero de 2017. Los accidentes graves también se han incrementado un 12.5 % en este periodo.
Por si estos datos no fueran suficientemente alarmantes, hay que tener en cuenta que estas son las cifras “oficiales”, que reflejan solo aquellos accidentes que la ley reconoce como laborales. No están incluidas en esta lista personas que, trabajando sin contrato, temen denunciar a su empleador tras sufrir el accidente —caso frecuente en el servicio doméstico— ni quienes, estando jubiladas, se ven forzadas a trabajar si quieren comer todos los días —no es difícil encontrar noticias en periódicos locales sobre muertes provocadas por maquinaria agrícola donde la víctima tiene más de 70 años—.
Tampoco recogen los sufridos por el 80% de los 3 millones de autónomos, cuyos ingresos no les permiten cotizar las cuotas por accidente de trabajo, muchos de ellos trabajando en los tres sectores de mayor siniestralidad laboral: el agrícola, la construcción y el transporte. Y, por supuesto, mucho menos se recogen los datos de muertes como la sufrida recientemente en Lavapiés por Mame Mbaye, fallecido a consecuencia de algo que forma parte del día a día del trabajo de un mantero: huir de la policía para preservar su medio de subsistencia.
Es también alarmante que se pretenda subir la edad de jubilación a los 70 años, cuando el riesgo de morir en accidente laboral mortal aumenta conforme aumenta nuestra edad —una persona que tiene más de 60 años corre un riesgo un 400% más alto de morir trabajando que una de 50 años—. Otro motivo que nos parece de peso para rechazar la ampliación de la edad de jubilación.
Es importante también reseñar que tampoco están incluidas las enfermedades profesionales. Si en el caso de la siniestralidad laboral hemos visto que la estadística oficial está lejos de la realidad, en el caso de las enfermedades laborales el subregistro de los datos oficiales es escandaloso. Los datos del observatorio de enfermedades profesionales recogen 20.600 nuevos partes, de los cuales 717 ocasionaron lesiones permanentes. En el resumen no se indica la existencia de muertes, pero dentro
del informe encontramos que han sido reconocidos cinco fallecimientos en 2016 —consecuencia de enfermedades profesionales iniciadas a partir del 1 de enero de 2007— y que han muerto 337 pensionistas de incapacidad permanente derivada de la enfermedad profesional, sin que se especifique si la muerte ha sido causada o no por la enfermedad profesional que padecían.
Los datos que maneja la OIT sobre muertes ocasionadas por el trabajo son de 2 millones de muertes anuales en el mundo, de las cuales 360.000 serían por accidente laboral y el resto por enfermedad profesional, lo que supone que, por cada persona que muere en accidente de trabajo, mueren cinco por enfermedad laboral —en nuestro país se reconocieron 0,008 muertes por enfermedad laboral respecto a las reconocidas por accidente—. Creemos que la comparativa no requiere de más explicaciones.
De nuevo tenemos que hacer hincapié en el silenciamiento de las muertes ocasionadas por el trabajo. La OIT informa de 2 millones de muertes anuales relacionadas con el trabajo, y para saberlo hay que realizar una intensa revisión de noticias. Aún más doloroso, el mismo informe estima en 12.000 las niñas que mueren cada año por accidente laboral. ¿Alguien ha oído hablar de ellas? ¿cuánta gente sabe que el 28 de abril es el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo y también el Día Internacional en Memoria de los Trabajadores Fallecidos y Heridos?
Indigna también que, en los artículos sobre muertes relacionadas con el trabajo de los organismos supranacionales, los datos vayan siempre acompañados de su coste económico. Desgraciadamente, en un mundo donde lo único que importa es el dinero, nuestras vidas —las de las trabajadoras— son supeditadas al beneficio económico, lo que implica que las políticas de prevención no vayan encaminadas a alcanzar una siniestralidad 0, sino una siniestralidad asumible.
Muestra de esto es la clara vinculación entre precariedad y muertes por accidente laboral en nuestro país. Las estadísticas muestran que, desde 2013 —año en que se aprobó la última y drástica reforma laboral—, las muertes en el trabajo suben de año en año. El incremento de accidentes laborales desde 2013 es de un 12,72%, mientras que las horas trabajadas solo han aumentado unas décimas por encima del 6%. La subcontratación es también causa directa de siniestralidad.
Si nuestro Estado pretendiera reducir a cero las muertes causadas en el trabajo, lo primero que tendría que hacer es terminar con la precariedad laboral y con la subcontratación. De nada sirven políticas y normativas de prevención si quienes trabajamos nos vemos obligadas a elegir entre nuestra seguridad y la miseria a causa de un mercado laboral cada vez mas asfixiante.
Es importante mencionar la altísima incidencia de enfermedades provocadas por causas psico-sociales. Son varias las enfermedades mentales vinculadas con el trabajo. La ansiedad y el estrés son las más frecuentes, quizás esto explique que la primera causa de muerte por accidente laboral, por delante de los accidentes de tráfico —aun incluyendo los ocurridos in itinere— son infartos y derrames cerebrales. Pese a ello, las enfermedades psíquicas no están incluidas en el cuadro de enfermedades profesionales del Estado español. Otro claro indicador de que la precariedad, la inseguridad laboral y el exceso de carga de trabajo son causas directas de las muertes en el trabajo.
¿Veremos alguna vez que los grandes medios se ocupen de tratar este asunto? ¿Se ocupará algún gobierno de proteger nuestras vidas eliminando la inseguridad laboral? Como no creemos que esto vaya a ocurrir, a las trabajadoras no nos queda más remedio que tomar conciencia de que, cada mañana, cuando nos levantamos para ir a trabajar, nos estamos jugando la vida y tener presentes los riesgos que corremos para poder evitarlos.