sábado, 4 de agosto de 2018

"Nos gustamos tanto que creemos que la evolución con nosotros ha alcanzado ya la perfección"


La directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos, María Martinón
 La directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos, María Martinón

La directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos, María Martinón, ha asegurado que "nos gustamos tanto a nosotros mismos que creemos que la evolución con nosotros ha alcanzado ya la perfección" e "incluso hay mucha gente que cree que la evolución se ha detenido", pero "eso no es cierto".
Así se ha expresado en una entrevista concedida a Europa Press con motivo de su presencia esta semana en los Cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en Santander, donde ha impartido el curso magistral 'Evolución humana. Claves del pasado para comprender el presente'.
Durante la conversación, ha aclarado que “no va a suceder” la idea de la ciencia ficción de que "vamos a evolucionar a un homínido de cabeza grande” porque los cambios a los que la especie humana se verá sometida en el futuro "no son grandes cambios anatómicos", sino "a nivel microscópico, cambios en los sistemas de inmunidad", en lo relativo a las resistencias y adaptaciones a las nuevas infecciones.
Así, Martinón ha señalado que existen “muchísimos ejemplos de que seguimos evolucionando", como la capacidad humana de digerir la leche siendo adultos, mientras que el resto de los mamíferos "una vez que supera el periodo de lactancia, pierde la capacidad de metabolizar y de digerir la leche".
En la entrevista también apunta que el ser humano sigue cambiando, mutando y adaptándose debido a que "la cultura, de alguna manera, está promoviendo cambios en nuestra biología", como el mencionado consumo de leche como adultos o cambios en el color y pigmentación de la piel. "Son evidencias clarísimas de que seguimos evolucionando", ha zanjado.

Y es que “como especie social”, e
l mejor adaptado y el más fuerte “el que tiene mejores conexiones sociales”. “El que tiene amigos más poderosos o tiene mejores relaciones. Somos una especie en la que la fuerza no nos la da el individuo, sino que nos la da el grupo. La evolución sigue sucediendo, pero sobre todo ahora lo que tenemos es mayormente un peso sobre la selección tecnológica", ha indicado.Sin embargo, ha insistido en que "probablemente" no va haber una evolución con "grandes cambios anatómicos que nos conviertan en casi monstruitos o en extraterrestres", porque la tecnología y la cultura humanas"nos han protegido un poco de esa evolución biológica directa", de forma que cuando actualmente se habla de que sobrevive el mejor adaptado "no estamos precisamente hablando de que sea necesariamente el más fuerte a nivel biológico, o el más rápido".
Es decir, que según Martinón, "la selección social, la presión social, probablemente sea mayor que la selección natural" porque es "la cultura y nuestra aceptación por parte del grupo la que va a dirigir nuestro destino".
EL DIMORFISMO SEXUAL "HA DISMINUIDO MUCHÍSIMO"
En cuanto a cómo ha evolucionado nuestra especie desde la separación de los linajes del chimpancé y del humano, Martinón ha explicado que el dimorfismo sexual -las diferencias que existen en tamaño, forma y capacidades entre hombres y mujeres-, "ha disminuido muchísimo".
El motivo es que en los Australopithecus y los primeros representantes del género Homo "había muchas más diferencias" relacionadas con la estructura, la organización social e "incluso" el tipo de relación sexual y la competición entre machos y hembras.
"A día de hoy somos una especie que tiene un dimorfismo sexual muy bajo, apenas hay grandes diferencias significativas entre los hombres y las mujeres de nuestra especie. Eso ha cambiado a lo largo del tiempo. Sin embargo, ese dimorfismo sexual en el pasado era mucho más marcado", ha dicho.
EXPERIMENTACIÓN CON NEUROMÁRKETING Y ARQUEOLOGÍA EXPERIMENTAL

Por ejemplo, ha mencionado la experimentación con el neuromárketing o la arqueología experimental. "Es muy importante cómo las poblaciones actuales, las que están vivas, nos pueden servir, precisamente, para hacer diferencias sobre el pasado", ha indicado.
Preguntada por las herramientas tecnológicas que en el futuro ayudarán a mejorar el conocimiento sobre la evolución humana, ha señalado que aunque "evidentemente" los fósiles siguen siendo una herramienta "fundamental", los estudios que se realizan del pasado "se están llevando a cabo con las técnicas del futuro".
A este respecto, Martinón ha explicado que como este centro es una Instalación Científico-Técnica Singular (ICTS), usa los equipamientos "más punteros, más modernos y más sofisticado que existen para reconstruir el pasado".
Además, ha destacado que la antropología virtual es un campo "completamente nuevo" que permite estudiar el interior de los fósiles de manera "no destructiva" y "reproducir tridimensionalmente un fósil, manipularlo sin atentar contra su integridad".
CONOCIMIENTO "EXTRAORDINARIO" DEL PÚBLICO SOBRE TEMAS EVOLUTIVOS
En otro orden de cosas, ha destacado la "importante" inversión que se ha hecho para comunicar a la sociedad española los hallazgos, la cual ha tenido como consecuencia que las personas tengan "muchísimo interés" en este ámbito, algo que personalmente encuentra "muy reconfortante y muy estimulante".
"El conocimiento general del público sobre temas evolutivos es extraordinario, nada que envidiar a ningún otro país", ha explicado, lo que en su opinión demuestra "que merece la pena hacer un esfuerzo por divulgar".
Martinón considera que si se hace una "buena divulgación" y la información es "comprensible", los ciudadanos lo devuelven "con apoyo y con interés, y para que haya inversión en ciencia pues muchas veces hace falta esa presión social de que la gente haga explícito que le interesa que se investigue porque le interesa que sigamos progresando en el conocimiento".
Además, en cuanto a lo que se tiene que hacer desde la política para progresar en la investigación de la evolución humana, la directora del CENIEH ha defendido que España tiene un "patrimonio de talento extraordinario" y que, por lo tanto, hay que hacer en los próximos años un "esfuerzo importante en retener el talento, buscar que la carrera científica sea estable y, en la medida en que sea posible", atraer "de nuevo" a quienes se han marchado.

A LA BUENA Y CALENTITA LECHE DE TETA

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La dura sequía que propició el ocaso del Imperio Maya


El yeso depositado en un lago ha desvelado el secreto

La Gran acrópolis, con el Edificio de los Cinco Pisos en Edzná, México. NICK EVANS


Coincidiendo con un eclipse solar, durante la película la oscuridad también se cierne sobre esta fastuosa civilización que ha suscitado cientos de mitos a su alrededor, alimentados por su ciencia asombrosamente avanzada y sus proezas arquitectónicas que han perdurado hasta nuestros días.En Apocalypto, el controvertido director Mel Gibson plasmó el colapso del Imperio Maya -que se asentó en los actuales México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice-. En la película, el protagonista es llevado a una gran ciudad maya para servir como víctima de uno de los sacrificios con los que pretendían acabar con la gran hambruna que les asolaba. La verdadera culpable fue la severa sequía que estaba ahogando sus cultivos, afectando sobre todo a su principal sustento, el maíz. Un estudio publicado este jueves en Science demuestra esta teoría, aportando algo de luz a los desencadenantes del declive de una de las civilizaciones antiguas más prolíficas.
Aunque no se especifica fecha, Apocalypto parece evocar el período Posclásico, transcurrido tras el gran colapso de la civilización durante el siglo IX en el período Clásico terminal. Como muchas otras civilizaciones antiguas, el modelo socioeconómico y político de la cultura maya era complejo, así como su relación con el medio natural, por lo que no podría señalarse a una sola causa como la culpable de su colapso y posterior desaparición.
"Las épocas de sequías extremas pudieron haber reducido de forma drástica las reservas de agua potable en la Península de Yucatán y haber mermado las cosechas", aclara Fernando Gázquez Sánchez, coautor del estudio e investigador español de la Universidad de St. Andrews de Reino Unido.


"Durante el período conocido como Clásico terminal (800-1000 d.C), el clima en la península estuvo caracterizado por ciclos de sequías continuadas", añade. Las reconstrucciones paleoclimáticas obtenidas a partir de los sedimentos de la laguna demuestran que hubo un descenso en la cantidad de lluvia anual (en torno al 40-55%), con picos de hasta el 70%, comparado con las condiciones actuales. "Las sequías acontecidas durante esta época fueron, sin duda, de las más severas -en términos de intensidad y duración- de los últimos 10.000 años", puntualiza el coautor del estudio.
Varios factores favorecieron el hundimiento de la civilización maya, pero todo indica que la sucesión de sequías fue uno de los más importantes. Sin embargo, como recalca Gázquez, "desconocemos la capacidad de adaptación que pudieron tener los mayas ante eventos bruscos y extremos como este". Teniendo en cuenta que durante los terremotos que asolaron México en septiembre del año pasado, las estructuras prehispánicas permanecieron impertérritas, sin apenas daños, como los que sí habían sufrido las edificaciones más modernas; la capacidad de adaptación de esta cultura parece admirable.

Un secreto escondido en el yeso

Para cuantificar la gravedad de este período de escasas precipitaciones durante el colapso maya, investigadores de la Universidad de Cambridge y de la Universidad de Florida desarrollaron un método para medir los diferentes isótopos del agua atrapada en el yeso de la laguna Chichancanab, en la Península de Yucatán. Este mineral se forma en tiempos de sequía -años con lluvias inferiores al 50%-, cuando desciende el nivel del agua de lagos y cuencas cerradas. "Para que el yeso aparezca en el lago se necesitan al menos 4 años seguidos con escasas precipitaciones y cada muestra que hemos analizado representa aproximadamente entre 10 y 15 años", explica el investigador.
"La ventaja de nuestro método es que puede ser aplicado a otros depósitos de yeso, abundantes en decenas de lagos, sedimentos marinos e incluso cuevas", subraya Gázquez. Además, este método también funcionaría fuera del planeta. Recientemente se han descubierto importantes depósitos de yeso en la superficie de Marte que podrían analizarse con el mismo procedimiento para desvelar cómo era el clima del planeta en el pasado.
Como 'línea de base' para comparar los datos obtenidos del yeso se utilizó la franja temporal comprendida entre 1994 y 2010. Después, los investigadores analizaron las precipitaciones y el agua de varios lagos de la Península de Yucatán. Con estos datos evaluaron el comportamiento de la laguna ante distintas situaciones climáticas más actuales (años secos o años más húmedos) para, posteriormente, compararlo con los resultados del yeso, correspondientes al período maya.
La datación de las muestras de yeso se produjo gracias a un descubrimiento fortuito, una semilla había quedado atrapada en el yeso y tras datarla con carbono-14, los científicos pudieron aseverar que la muestra era de entre el 780 y el 990 d.C. Período que coincide perfectamente con el declive de la civilización, constatado a partir de restos arqueológicos como la disminución del número de estructuras civiles y templos construidos.
La resolución temporal de las dataciones con carbono-14 no sirven para evaluar los cambios climáticos a pequeña escala (de décadas). Sin embargo, el conjunto presentado en el estudio indica que prevaleció un clima relativamente seco entre el 600 y el 1100 años d.C., "con condiciones de aridez que variaron en intensidad, pero que fueron máximas durante el período Clásico terminal de esta civilización", indica Gázquez.