sábado, 30 de mayo de 2015

HABLEN MENOS Y COJAN MAS

ASÍ SE FOLLA, SEGÚN ALI ADLER

Así funciona la sexualidad de la mujer: tres trucos para sacarle partido

La guionista Ali Adler ha publicado un libro en el que explica a los hombres cómo deberían comportarse con sus parejas si quieren que les vaya bien. Y sabe lo que dice: a ella también le gustan las mujeres
Foto: No hace falta postrarse a los pies de nadie para conseguir un poco de sexo, tranquilo. (iStock)
No hace falta postrarse a los pies de nadie para conseguir un poco de sexo, tranquilo. (iStock)
En España el nombre de Ali Adler (o Allison Adler) probablemente suene a chino a la mayor parte de lectores, pero en Estados Unidos es una figura de culto en el mundo del espectáculo gracias a su trabajo como guionista en series como Family Guy, Glee, The New Normal o, más recientemente, Supergirl, de la que es productora ejecutiva. Su ascensión en el mundo televisivo masculino ha ido acompañada de una valiente actitud a la hora de hablar de su vida personal: entre 2002 y 2011 vivió una larga relación con la actriz Sara Gilbert (The Big Bang Theory), con la que tiene dos hijos.
Al mismo tiempo que trabajaba en la serie de la superheroína, Adler ha escrito y publicado How to F*ck a Woman (es decir, “cómo f*llarse a una mujer”) que, editado por Weinstein Books, intenta ser una divertida guía para hombres sobre el verdadero funcionamiento de las mujeres, iluminada con las ilustraciones de Liza Donnelly. Al fin y al cabo, como la propia autora reconoce, ¿qué mejor que una mujer a la que le gustan las mujeres para enseñar a los hombres a tratar a las mujeres? “Incluso después de años de amistad, trabajar juntos, salir, follar, amarse o casarse, los hombres no parecen entender las cosas más básicas sobre las mujeres”, se lamenta en el libro.

¿El hándicap? Que lo más sencillo, que es preguntar a la mujer para saber qué quiere de verdad está descartado, no vaya a ser que piensen que somos unos incompetentes. Un fragmento del libro publicado en Salon da buena idea del estilo humorístico y irónico de la autora. En él, Adler relata cómo explicó a un grupo de compañeros cómo dar verdadero placer a sus mujeres después de que uno de ellos alardease de haber “follado fuertemente” a su pareja y haber “jugado con su clítoris” mientras hacía un gesto como si estuviese apagando y encendiendo un interruptor de la luz. Apenas dos semanas después de su lección, las novias de sus compañeros se le acercaron para darle las gracias por haber mejorado su vida.

Ellas tienen tetas. Tú, orejas

“El primer paso en tu cruzada para follarte una mujer es intentar entenderla”, explica la autora en un capítulo llamado “Trueque: cómo cambiar la atención por sexo”. A continuación ironiza con la visión habitual que muchos hombres tienen sobre las mujeres como seres “irracionales, hormonales e inconsistentes” pero que, a cambio, “huelen bien y tienen tetas”. “Para conseguir algo, tienes que dar”, recuerda. En definitiva, es necesario tratar a los demás como uno desearía que le tratasen o, mejor dicho, tratar a los demás como ellos querrían que tú los tratases. Una obvia máxima cristiana que, en momentos de ligoteo, suele traducirse en “comportarse como un macho alfa”, lo cual quiere decir “quedar en ridículo”.
Básicamente, recuerda Adler, el hombre que quiera tener éxito debe ir en contra de sus instintos naturales. Eso se traduce en hacer todo lo contrario que uno querría hacer, que es básicamente no escucharla. “Piensa en su necesidad de relacionarse”, explica la autora con ironía. “Sus emisiones verbales son una forma de eyaculación verbal”. Adler cree que el verdadero preliminar que excita a las mujeres es poder hablar de su día y de sus frustraciones, sin ser interrumpida. “Ya sé que es doloroso, y que te gustaría pasar de puntillas. Pero sé generoso ahora para que luego puedas ser egoísta”.
En lugar de las soluciones a nuestros problemas queremos tu empatía, y saber que nos escuchas
“Sí, a nosotras también nos gusta el sexo, pero si nos sentimos mal, no conseguirás sexo”. Ser escuchadas es una parte importante de su vida, de igual manera que para el hombre puede serlo “sentarte con la cabeza en blanco a ver la tele o pasar horas y horas en el retrete”. Muy importante: se trata de escuchar, asentir y mostrar empatías, no de proporcionar soluciones mágicas, por mucho que su condición parezca empujar al hombre a ello. “Tus soluciones nos molestan”, explica la autora. “Sentimos lo mismo con tus oídos que tú con nuestras tetas. En lugar de las soluciones a nuestros problemas queremos tu empatía, y saber que nos escuchas”. Así que apaga el ordenador, el móvil, la televisión, mira a tu pareja a los ojos, asiente a veces, pregunta por los detalles y todo irá bastante mejor. Para los dos.

Lo que el sexo significa para las mujeres

Las enseñanzas de Adler no se agotan en lo meramente emocional. Aunque muchas no estarán de acuerdo, la autora considera que, al contrario de lo que ocurre con los hombres, “para las mujeres el sexo es un medio, no un fin. Claro, para un orgasmo, pero también para conectar emocionalmente”. La guionista considera que el sexo sin ataduras es, para las mujeres, un mito tan grande como Blancanieves y los Siete Enanitos. Es evidente: ¿en qué estaban pensando siete pequeños hombres al llevarse a su casa a una chica inconsciente? ¿Acaso tiene algún sentido que un príncipe maravilloso fuese a preocuparse por una chica muerta en mitad del bosque?
“Las mujeres tienen una mala reputación por sus expectativas poco realistas”, señala la autora, “Pero a los hombres les pasa lo mismo”. En el caso masculino, lo que ocurre es que sueñan con encontrar a alguien que satisfará todas sus necesidades sexuales y emocionales sin tener que entenderlas o explicarlas. “Comieron perdices y fueron felices para siempre sin tener que levantar la vista de la pantalla del móvil, del sándwich o del porno”, resume.
La autora, además, advierte a los hombres contra el "efecto de la vagina" (The Vagina Effect), que impide a los hombres tomar decisiones cabales ante la visión de la mujer en la que están interesados. Un síndrome que suele acabar con muchas relaciones, y que generalmente se suele justificar a posteriori a través de una larga lista de razones (“es que ya no era lo mismo…”). “En la fase inicial, cuando estás borracho de coño (pussy-drunk), en la que tu fisiología llega a cambiar por la adrenalina, no puedes ver nada con claridad”, advierte la autora. Eso no funciona únicamente con las personas en una relación, sino con cualquiera que quiera tener algún éxito con el sexo femenino, advierte la autora. Y el que avisa no es traidor.