lunes, 8 de enero de 2018

Cómo el porno distorsiona el sexo entre adolescentes


ILUSTRACIÓN: ULISES

Ahora el despertar sexual se produce en internet: España ocupa el puesto número 13 en la lista de consumidores de contenido pornográfico y los menores no escapan de la tendencia
"No conocen su cuerpo pero lo exhiben", advierten los psicólogos, preocupados por una sexualidad infanto-juvenil que "cree que el sexo es como en los vídeos"
Es el acto más íntimo, también bello y poderoso, que pueden hacer juntas dos personas. Algo que, al menos hasta hace un par de décadas, se vivía en el espacio que sólo los cuerpos generan y que, aún en estos tiempos, algunos disfrutan a oscuras. Otros, por contra, desarrollan su actividad sexual también hacia afuera: se graban, lo comparten, lo enseñan, se jactan. Mientras quienes así juegan sean adultos y su relación consensuada no habría problema pero, cuando quien graba, comparte, enseña o se jacta es un menor, los asuntos a considerar son bastantes. ¿De qué manera influye en los niños y adolescentes crecer en una época en la que el acceso a cualquier tipo de contenido sexual es más sencillo que nunca?
"No conocen su cuerpo pero lo exhiben", advierte la psicóloga infanto-juvenil Patricia Díaz Seoane, "debido al acceso libre a la pornografía, sin tener asimilados los conceptos básicos, y sin hablar en casa, viven una sexualidad que no es real", amplía esta profesional que confiesa a Papel su preocupación por la "hipersexualización" de los niños españoles porque "se educan sexualmente a través de la Red y de contenidos pornográficos".
"La primera experiencia sexual no suele ser la mejor, pero ahora los jóvenes tienen encuentros sexuales que no son graduales, no conocen los previos ni saben elegir el sitio ni que el sexo no es como aparece en un vídeo. No tiene por qué haber dominancia, para empezar. Lo que sí es normal es que tengan interés por el sexo o sientan el despertar sexual", reflexiona.
Consternados como ella están, desde hace tiempo, distintos equipos de investigación alrededor del mundo. En 2016, The Journal of Sex Research dedicó un número especial a revisar todos los estudios realizados en las dos décadas anteriores sobre adolescentes y pornografía. Sus autores, Jochen Peter y Patti M. Valkenburg, concluían que "el trabajo realizado permitía afirmar que existen fuertes evidencias de que el uso de la pornografía por parte de los adolescentes condiciona sus actitudes sexuales". Advertían de una mayor "permisividad sexual", de la "tendencia a no usar preservativos y a practicar sexting -mandarse mensajes sexuales-, así como a enviar imágenes sugerentes o sexuales de uno mismo".
En España, el proyecto ciudadano Dale una vuelta, donde convergen distintos tipos de profesionales, desde psicólogos hasta educadores, preocupados por la deriva sexual de nuestros jóvenes advierte de que "las consecuencias de que los niños tengan una educación sexual basada en la pornografía serán directamente proporcionales a los modelos de sexualidad que vean en las pantallas: dominación, machismo, desprecio de la mujer e incapacidad para vivir una sexualidad que garantice el respeto y el amor".
En su web, Dale una vuelta, cuyo lema es Stop porn, start sex (deja el porno, empieza el sexo), recoge datos como que España ocupa el puesto número 13 en la lista de consumidores de pornografía, según el portal Pornhub; que la edad media para iniciarse en el consumo de pornografía es 11 años y que las búsquedas en Google del término teen porn (sexo adolescente) se han multiplicado por tres entre 2004 y 2014. "La pornografía tiene un profundo impacto en la sociedad, pero poca gente lo habla, no está en ninguna agenda, nosotros queremos que sea un tema de debate, como ocurre en otros países", explican a este periódico desde la plataforma.
Otra revisión académica, realizada en 2012, da la razón a esta iniciativa ciudadana. Según la investigación El impacto de la pornografía en internet en los adolescentes, realizada por las universidades de California, de Duquesne y West Chester -todas en Estados Unidos-, "la exposición a material pornográfico en la Red" en edades tempranas "es causa y consecuencia de la creencia de que la mujer es un objeto sexual (...), distorsiona la realidad de lo que es el sexo y, en varones con tendencia a la agresividad sexual, ésta se ve multiplicada por cuatro".
El informe llega a afirmar que "aquellos adolescentes que, intencionadamente, consuman pornografía de contenido sexual violento tienen seis veces más probabilidades de ser agresivos sexualmente". Además, incide en la autoestima. Así, "las chicas se sienten físicamente inferiores a las mujeres que ven en los vídeos y los chicos dudan de su virilidad".
"Hay que dirigirles hacia la intimidad", resuelve Patricia Díaz Seoane cuando se le pregunta cómo revertir la situación. "Lo sano, en la adolescencia, es que haya un repunte del pudor", apunta esta psicóloga.