lunes, 5 de agosto de 2013

QUE TE DEN POR C... QUE NO DEBE SER TAN FEO

El sexo anal y otras creencias

La actriz Isabelle Stoffel presenta su atrevido monólogo ‘La rendición’ en el festival de Edimburgo

La obra adapta las memorias de la neoyorquina Toni Bentley

Isabelle Stoffel, retratada en Madrid. / Luis Sevillano
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Uno cuenta, recuenta y observa muchas maneras de rendirse. Desde el tópico a las luces y sombras con las que cada cual se enfrenta a la vida existen múltiples opciones: para bien y para mal. La rendición por acción, por omisión, por circunstancias, por decaimiento, involuntariamente, por propia voluntad, a los encantos, a la seducción, al savoir faire,a las evidencias, por hartazgo, por cansancio, en los juegos de mesa…
Pero la que cada día encuentra durante este mes en el escenario del festival de Edimburgo Isabelle Stoffel es bien fuerte. La misma, por otra parte, que ha alzado a esta descomunal y bellísima actriz suiza desde los escenarios off del Madrid crujiente de tablas al Centro Dramático Nacional y ahora al gran escaparate del teatro universal que es el que se monta cada verano en la ciudad escocesa. Allí se ha presentado Stoffel con 8.000 condones que reparte por la calle y un corsé para que la gente entre al teatro.
Por el sexo anal hacia Dios, podría decir uno después de admirar su valiente monólogo. La rendición, se titula. Y no se trata de otra cosa que de una encendida glosa al poder de ciertas prácticas, según ella, “todavía encerradas en grandes tabús”. Así es como en la conjugación de esta serie veraniega titulada Presente histórico entra este caso dentro de la primera como anillo al dedo.
Entre la física y la mística encara Stoffel la revelación de la penetración anal. Lo defiende en esta versión que no deja de triunfar desde hace dos años en España y que sale de las memorias adaptadas por ella —con la dirección escénica de Sigfried Monleón— que, a modo de turbia, espontánea y cristalina confesión escribió la neoyorquina Toni Bentley.
La intérprete suiza, políglota, aterrizó
en España hace ocho años
Stoffel la adaptó primero al castellano y después lo ha hecho al inglés —muy fiel al original— y al alemán, su lengua madre. Una y trina. Actriz en tres lenguas. Y sin despistarse, echando mano de su vertiente políglota. Cuando la representa en español, asombra en Stoffel la concentración en los ceceos. No muy práctica, porque apenas un 5% de los hispanoparlantes la aplican a su vida diaria. Pero lo que demuestra es su rigor de mecanismo relojero suizo para el teatro. “No puedo pasar por encima de las palabras para así poder soltarlas luego con ligereza y naturalidad”.
Aunque para las frases que se escuchan en La rendición, lo mismo se requiere una espartana concentración que una desenfadada aceptación a entrar invitados desinhibidamente en lo que plantea el texto. “En el culo, la verdad siempre sale a la luz. Una polla en un culo es como la aguja de un detector de mentiras. El culo no puede mentir: si mientes, duele…”, te suelta Stoffel sin despeinarse, deslizándose por el escenario como una divina gata de goma y terciopelo.
En cambio, delante, uno debe guardarse de las mentiras por una mera cuestión física: “El coño está concebido para engañar a los hombres con sus aguas incitadoras, su predisposición a abrirse y sus dueñas airadas”.
Eso en escena, porque tomando un café a media mañana en el centro de Madrid, la actriz guarda las formas. Aunque no las cargas de profundidad: “El sexo es un motor en la vida, pero me resulta tremendamente difícil ponerle palabras al poder que transmite. Puede ser tan grave como la muerte, así que si no se le aplica ironía resulta un tema pesado. En La rendición encontré ese equilibrio”.
En el culo, la verdad siempre sale a la luz”, dice en el escenario
El equilibrio entre lo trascendente y lo ligero, entre lo ignoto y el sentido común, entre la rebeldía y la resignación que desprende esta pieza. Pero para pronunciar lo que Stoffel pronuncia en el escenario, además de sentido del humor, se requieren agallas para una actriz que aterrizó hace ocho años en España y que nunca ha dejado de trabajar tanto en cine como en teatro.
Existe una búsqueda de la trascendencia a través de lo físico. “Bentley confía en eso como su camino de perfección, a lo santa Teresa”, asegura quien ha nombrado a su compañía escénica Traspasada. “Es por ella —por la de Ávila—, no por querernos convertir en una agencia inmobiliaria”, comenta.
“En la sodomía, la confianza lo es todo. Si te resistes, pueden hacerte daño de verdad. Pero una vez superado ese miedo, una vez traspasado literalmente, ¡qué placer tan grande encuentras al otro lado de las convenciones! Dejándome dar por el culo he aprendido mucho, pero sobre todo una cosa: he aprendido a rendirme…”. Ahí queda eso.
En escena, insistimos. Porque recién salida de la cama, con la cara lavada y con el descaro que te pueden dar los churros y el zumo de naranja que cada mañana desayuna Stoffel, desvía un tanto sus experiencias personales. “Para interpretar hay que experimentar…”, comenta. Y ella se ha rendido al amor incondicional al menos un par de veces.
Espera que sean más. Puede que le llegue esa entrega durante el trimestre que le espera después de su paso por Edimburgo. Recalará en Barcelona (Sala Montaner), Buenos Aires y México DF. Allí también espera desatar esa risa floja que a veces le entra al público cuando escucha según qué confesiones: “Soy atea, por herencia. Llegué a conocer a Dios por medio de la experiencia, dejándome follar por el culo, una y otra vez, y otra vez más. Aprendo despacio, y soy de un hedonismo voraz”.
El sexo es un motor en la vida, pero es difícil poner su poder en palabras
Por no hablar de la inspiración lírica que prende en cada penetración. “Para mí el sexo anal es un acontecimiento literario. Las primeras palabras empezaron a fluir cuando él estaba en lo más hondo de mí. Su pluma en mi papel. Su rotulador en mi secante. Su cohete en mi luna. Es curioso de dónde saca una la inspiración. O cómo recibe una el mensaje”.
Lo haga en inglés, alemán o castellano, observarla rendirse, inquieta. Stoffel hace brotar la serena sonrisa de la ironía no exenta de perversión y el más puro instinto sólido de la seducción. “Pretendo provocar una sacudida física, es necesario crear un personaje cercano, elegante, aunque en cada suspiro, en cada movimiento haga saltar los instintos. En eso me ha ayudado mucho la dirección escénica de Sigfrid Monleón”, asegura.
Movimiento físico, movimiento anímico, movimiento trascendental, el alma aristotélica era eso: movimiento. Santa Teresa, en su quietud mística, implora movimiento, escape, huida; Toni Bentley en su sincera transfiguración hija de estos tiempos y con las aceras de Manhattan como testigos, nos trata de convencer de que sin el movimiento y el removimiento de las convenciones cotidianas quizás nos congelemos. Stoffel está aquí para provocar con este insólito e intrépido monólogo ni más ni menos que el deshielo.


Salvo que saques el bicho con acompañamiento y te comas literal y realmente un marron...

ESOS LUNES DE MIERDA...

La fobia a los lunes ya pega en el cuerpo

Por Alejandro Gorenstein

Crece 35% la demanda de atención médica y es cuando se registra el mayor ausentismo laboral. El 72% de las personas, además, sienten mayor desgano.


Son personas que se encuentran muy demandadas en el ámbito laboral. Tienen cargos importantes y sufren presiones acordes a esos puestos. Pero también están los desempleados que luchan por incorporarse al mundo del trabajo, y también los que están en actividad y se sienten amenazados de perder el empleo. Muchos de estos hombres y mujeres tienen un denominador común: sufren de deuterofobia, que significa temor al lunes (“deustera” quiere decir lunes en griego).
Los síntomas que presentan estos individuos suelen aparecer el domingo a la noche. Los más usuales: pesadillas, dificultades para levantarse a la mañana, decaimiento y ansiedad sobre si van a recibir un reto o una valoración negativa al llegar al trabajo. También pueden padecer taquicardia, sudoración y otras somatizaciones como dolor de estómago y, en algunos casos, enfermedades crónicas. Según un estudio realizado en Argentina por la consultora Bayton, el 72% de las personas tiene mayor desgano los lunes. Y el día también figura al tope del ausentismo laboral.
“En los países más pobres, las jornadas laborales alcanzan proporciones de vasallaje medieval. Son largas, incluyen traslados en transporte público deficiente o francamente peligroso, hay precarización laboral, y además, tener trabajo no asegura cubrir las necesidades básicas familiares. Enfrentarse con un lunes en ese contexto alcanza entonces proporciones épicas”, explica la Adriana Yankelevich, supervisora del Servicio de Salud Mental del Hospital Tornú y Miembro de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA). Y advierte que el problema no se enmarca “sólo en la pobreza y la exclusión social: la precarización laboral y la falta de vínculos emocionales fuertes con el entorno laboral pueden darse en todas las clases sociales”.
En este sentido, Luis Hornstein, presidente de la Fundación de estudios Psicoanalíticos (FUNDEP) y Konex de platino por la trayectoria en psicoanálisis entre 1996 y 2006, agrega que “en las personas desocupadas, sub-ocupadas o aquellas que aceptan un trabajo cueste lo que cueste, estas variables se convierten en fuente de angustia o depresión. Pero por otro lado, los triunfadores buscan la gloria de modo implacable y corren peligro de ser consumidos por el burn-out (sentirse quemados mentalmente por el trabajo) o de recaer en un anonimato mediocre. Los perdedores tampoco la pasan muy bien, chapoteando en el charquito”.
Según la empresa Emergencias Sociedad Anónima, que realiza visitas médicas domiciliarias entre otras atenciones, los lunes reciben un 35% más de llamados, en comparación con la media diaria. “También notamos un incremento los domingos con respecto al sábado de un 15%, que se da en especial a la noche. Los principales motivos de llamado son afecciones en las vías aéreas (angina, faringitis), gastroenterocolitis digestiva, síndrome gripal y lumbalgia”, explica Pablo Montes de Oca, gerente de Servicios y Operaciones de Emergencias Sociedad Anónima.
Sobre el total de llamados telefónicos que recibió la línea Telesalud de la Fundación para la Salud Mental, en lo que va del año 2013, las consultas por ansiedad y fobias representaron el 38% de las preguntas, mientras que la depresión alcanza el 18%. Y, otra vez, el día de la semana resulta clave: los lunes los pedidos de ayuda aumentan, en este caso, un 30%.
“Gran parte de la fobia a los lunes tiene que ver con las exigencias y el estrés laboral, por lo que los departamentos de Recursos Humanos pueden realizar programas de incentivo (remunerar especialmente el presentismo de los días lunes) o generar espacios para que los empleados puedan distenderse y así mantener el buen ánimo desde el principio y durante toda la semana. Hoy muchas empresas diseñan y aplican programas para reducir el ausentismo especialmente de los días lunes”, comenta Graciela Peyrú, psiquiatra y presidenta de la Fundación para la Salud Mental.
Para poder salir adelante y superar con éxito esta fobia es fundamental reconocer el problema, explicitarlo y buscar ayuda en el entorno más cercano, como así también en los compañeros de trabajo que muchas veces pueden ser testigos privilegiados de esos padecimientos.
“Recomiendo que ante síntomas o dificultades para retomar la actividad semanal, los lunes se planteen la posibilidad de hacer una consulta terapéutica para poder aprovechar este aviso codificado que la mente y el cuerpo envían de que algo no anda bien en la existencia, para revisar, con ayuda terapéutica, la situación en la que viven”, sugiere Yankelevich.
“Una buena autoestima permite dar curso a lo que se piensa, a lo que se desea, enfrentar dificultades, no ser demasiado influenciable por la mirada de los otros, tener sentido del humor y sobrevivir a los fracasos. Permite pedir ayuda, cambiar de opinión, aprender de la experiencia y tener expectativas a futuro”, concluye Hornstein.