domingo, 17 de junio de 2018

Europa. 2018. Egoismo ante la inmigración. José Mújica ex presidente de ...

EN ESPAÑA HAY MUCHA REPRESIÓN CATÓLICA...Y AHORA VIENEN LOS MUSULMANES Y PROTESTANTES

Hablemos de follar


<p><em>Shunga</em> de Katsushika Hokusai (1815).</p>

Shunga de Katsushika Hokusai (1815).

Querida suscriptora, querido suscriptor,
Escribo esta carta después de haberme enfadado y preocupado mucho. CTXT tiene tres años y medio de vida, 173 números, 8.400 artículos, y nunca hemos recibido tantos ataques como cuando hemos sometido el acto de follar –“practicar el coito”, según la cuarta acepción del DRAE– a un debate desde una perspectiva feminista. Escribo para entender qué ha pasado, por si en la revisión de artículos, tuits y mails encuentro una respuesta. También para animaros a participar en la discusión, para que me ayudéis a comprender y me hagáis dudar. 
El movimiento #MeToo, la sentencia de La Manada –que todas y todos lloramos–, el 8M… han revelado que la nueva revolución feminista tiene mucho que ver con la violencia sexual. Entre 2008 y 2015, 2.484 mujeres, casi una al día, han sufrido acoso sexual laboral en España, según datos de la Inspección de Trabajo. Miles de mujeres son violadas cada año en nuestro país; según los datos de Interior, se denuncia de media una violación cada ocho horas desde 2009. Una de cada cinco españolas sufre acoso en las redes sociales, según Amnistía Internacional. Casi mil mujeres –y también sus hijos, hermanas, amigas...– han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en los últimos 15 años en España. El sexo es una de las formas de sometimiento machista y por eso tenemos que repensarlo. Entre todas. Entre todos. 
Vamos a los hechos. 
 En el número 170 de la revista publicamos una tribuna de Beatriz Gimeno con el título Sexo y empatía. Las bases éticas del follarLa autora, firma habitual de nuestro medio, defendía grosso modo –los resúmenes impiden matices– la necesidad de introducir la empatía en el sexo, es decir, “preocuparse por el otro o la otra, por su bienestar”. “El sexo casual, el sexo con muchas o muchos, el sexo con desconocidas/os… el sexo como sea, siempre que se sepa que ahí, al otro lado, hay un ser humano, una mujer, con su propio deseo y con el mismo derecho a que dicho deseo sea atendido y respetado”. Gimeno, además, celebraba la oportunidad que tenía el feminismo de hablar más de sexo: “El elefante blanco que está en una habitación y nadie parece ver”.
Dos semanas más tarde, salió en CTXT el artículo Follar con empatía: otra lección puritana que se disfraza de feminismo, firmado por Loola Pérez. La tribuna iba más allá de la réplica a Gimeno, pero es evidente que también lo era: “Lejos de abdicar aquí, las vacas sagradas del –ismo de moda echan más leña al fuego...”. Pérez criticaba que se hablara de “sexo patriarcal para criminalizar aquellas situaciones donde el varón tiene la iniciativa sexual o donde el deseo no es correspondido”. A su juicio, ese es un “intento muy feo de condenar, por un lado, al hombre como eterno enemigo y crear, por otro, la idea de que el sexo es territorio hostil para las mujeres”. 
Antes de seguir con los hechos hago un receso explicativo, el mismo que me vi obligada a difundir en Twitter. Ambos artículos se publicaron en CTXT como tribunas de opinión, dentro de la sección de Feminismos y con un espacio similar en portada. La línea editorial de un medio se plasma en sus editoriales. Los artículos de opinión responden a las tesis de sus autoras. Y los debates consisten en confrontar distintas visiones y argumentos. 
El artículo de Gimeno suscitó polémica, pero no más que cuando hemos debatido sobre prostitución. La tribuna de Pérez, sin embargo, prendió una mecha que derivó en ataques feroces a su autora y a CTXT. Dos días después de la publicación del artículo, nuestra cuenta de Twitter se inundó de comentarios y menciones contra las tesis de Pérez. Las críticas a los autores y sus argumentos no son nuevos para nosotros, llevamos mucho tiempo debatiendo, pero sí lo era la brutalidad de esos ataques. Por primera vez, además, se acusaba a CTXT por publicar un artículo. No estaban yendo contra una opinión, estaban yendo contra un medio por publicarla. Era una embestida contra nuestra/vuestra/la libertad de expresión.
Aquella mañana hablé con las dos mujeres a las que recurro en estos casos: Nuria Alabao y Adriana Mora. Las dos son especialistas en feminismo, valientes y excepcionalmente formadas. Ambas coincidían en la pertinencia del debate. Después me llamó alertado Gerardo Tecé, responsable de nuestras redes sociales. Optamos por abrir un hilo en Twitter explicando el contexto del artículo. No sé si fue una decisión correcta. ¡Estábamos justificando la publicación de una tribuna de opinión! Os dejo aquí los cuatro tuits:
“Buenos días. Estamos percibiendo que el artículo publicado el pasado miércoles ha generado bastante polémica dentro del feminismo. Abrimos un hilo para contaros la intrahistoria y explicar un par de cosas sobre el papel de la prensa”.
“Tras la publicación de una pieza de @BeatrizGimeno1 (la enlazada abajo), dimos con unos comentarios en redes sociales criticando este artículo con un prisma que nos pareció interesante. Así que le ofrecimos la tribuna de CTXT para confrontar opiniones”.
“Es precisamente lo que debe hacer un medio de comunicación. Poner sobre la mesa debates necesarios y afrontarlos con valentía. Y el debate del feminismo no solo es necesario: es fundamental e inmenso”.

“En CTXT seguiremos trabajando del mismo modo. Cuando abrimos un debate, decidimos hacerlo con todas las consecuencias. Aportando distintos puntos de vista. Quienes critican hoy esta pieza, tienen las puertas de CTXT abiertas para contestar. Para debatir”. 
Personalmente, comparto algunos argumentos de las dos autoras. Pero mi opinión vale tanto como la de cualquiera. Lo que sí defiendo sin ambages es la publicación de los dos artículos. Nos han hecho avanzar y debatir mucho [Lionel S. Delgado se ha sumado a la polémica esta semana: Follamos para ser hombres. Los límites de la empatía como puerta de la virilidad]. Pero, sobre todo, no encuentro ninguna razón contundente para censurar ninguno de ellos. Lo siento, pero me niego a asumir como machista a quien dentro del feminismo no piensa como yo. 
Al final, la sorpresa viene porque los ataques han salido de la izquierda. Entenderán que el resto no entre a valorar si el follar tiene límites éticos, si la empatía es necesaria o si podemos caer en el puritanismo. Una parte de la izquierda ha optado por cuestionar nuestra honestidad, nuestro rigor y la libertad de expresión [recuerdo el artículo 19 de la Declaración de Derechos Humanos:  “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”] por una tribuna de opinión que no comparte. Y no, no vale el argumento de que también publicaríais un artículo  a favor de la pena de muerte –para confrontar uno en contra– o una defensa del supremacismo. Saben que no. Hay cuestiones que no admiten discusión. El feminismo sí; hubo otras lectoras, menos combativas en las redes, que aplaudieron el debate. 
En CTXT las editoras somos dos mujeres: mi compañera Mónica Andrade y yo, que además ejercemos como directoras adjuntas. Tenemos un consejo editorial paritario lleno de mujeres fabulosas; decenas de colaboradoras; muchas firmas femeninas. A principios de este año firmamos un compromiso feminista que nos obliga a revisarnos constantemente. Intentamos aprender para equivocarnos menos. Pero además de mujeres feministas somos periodistas, y compartimos la tarea de sacar adelante un medio de comunicación. CTXT no es un un órgano de partido. No tiene mochilas ni favores. Por eso lo hicimos. Para eso lo hicimos. Las líneas rojas son los derechos humanos, la defensa de nuestro oficio y la libertad.
Hablemos de follar y de todo. Seamos mejores. 
Os dejo mi correo (jimenez@ctxt.es). 
Gracias por leerme. Compartir estas líneas con vosotros es una medicina.
Vanesa
Nubia Muñoz, impulsora de la vacuna contra el papiloma

“Los antivacunas no quieren aceptar la evidencia científica”


Es colombiana, pudo ganar un Premio Nobel y descubrió las claves para crear la vacuna contra el virus del papiloma humano. Nubia Muñoz ha sorteado todos los obstáculos para prevenir el cáncer de útero menos uno: la desinformación. En la era de las fake news y los bulos en redes sociales, esta epidemióloga busca la fórmula para que la gente vuelva a confiar en la ciencia y poder así salvar muchas vidas.

<p>Nubia Muñoz ha sido galardonada con el premio BBVA Fronteras del Conocimiento en Cooperación al Desarrollo. / Fundación BBVA</p>
Nubia Muñoz ha sido galardonada con el premio BBVA Fronteras del Conocimiento en Cooperación al Desarrollo. / Fundación BBVA
Nubia Muñoz (Cali, Colombia, 1940) es una mujer de ciencia. Ha sido galardonada con el premio BBVA Fronteras del Conocimiento en Cooperación al Desarrollo pero declina protagonismos excesivos sobre su persona.

En cualquier caso, la hija menor de la familia sacó su carrera de medicina becada y salió de Colombia para formarse en Estados Unidos y desarrollar una meteórica carrera en la 
Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC), en París.No tarda en desmentir la romántica historia de que a los seis años decidió consagrar su vida a sanar a los demás tras la pérdida de su padre –granjero– por difteria. “Es un cuento”, zanja en una entrevista con Sinc. “Nunca tuve esto en cuenta de forma consciente para hacer medicina”. El mito lo creó un periodista de The Lancet.
Nubia Muñoz cuenta con nostalgia que siempre quiso volver a su tierra. No fueron las guerrillas ni los cárteles de la droga los que la mantuvieron en Francia, sino la concatenación de contratos de investigación que dieron su fruto en la vacuna para prevenir uno de los tres cánceres más mortíferos para las mujeres en Latinoamérica: el de cuello de útero.
Despues de más de treinta años de investigación, su equipo demostró que la infección por VPH es la causa principal y necesaria para el cáncer de cérvix. Descubrieron más de cien tipos de papiloma y que son treinta los que infectan el tracto genital. 
“Realizamos estudios en pacientes con cáncer en cuarenta países para crear un mapa de los tipos virales que predominan aquí y allá. Descubrimos que los siete tipos más frecuentes de papiloma causan cerca del 90% de los cánceres de cuello de útero”. 
Gracias a estos hallazgos estuvo a punto de conseguir un Premio Nobel en 2008, pero su trabajo fue eclipsado por Harald Zur Hausen –líder de otro de los equipos involucrado en el estudio del VPH– que recibió un tercio del premio Nobel de Fisiología en 2008 sin reconocer que las aportaciones de Muñoz habían sido esenciales. 

“Sentí la satisfacción más grande cuando el presidente de Colombia me llamó para decirme que iban a inaugurar el programa contra el papiloma y querían que participase en el lanzamiento. Además, el ministro de salud me invita periódicamente y a través de mi consejo han modificado el programa, primero de tres dosis a dos dosis”.
Aquello ya es historia. Muñoz reconoce que su mayor recompensa fue contribuir a la prevención contra el VPH en su Colombia natal. La investigadora explica a Sinc que más del 90% de las niñas llegaron a ser vacunadas, hasta que la inmunización dejó de ser obligatoria en 2017.
En la actualidad hay tres tipos de vacuna contra el VPH: una comercializada en 2006, otra en 2007 y la última hace un par de años.

El virus de la desinformación humana  

El programa de prevención en Colombia se inició en el año 2012 y marchaba bien hasta que en el municipio de El Carmen de Bolívar cerca de un centenar de niñas a las que se les había suministrado la vacuna sufrieron desmayos.
“Lo de El Carmen de Bolívar es un ejemplo de una reacción psicogénica masiva, que inicialmente se interpretó como una intoxicación alimentaria y luego se relacionó con que las niñas habían sido también vacunadas”, dice Muñoz.

Tras toda esta polémica, la Corte Constitucional de Colombia 
sentenció en 2017 que el Estado “no puede obligar a la población colombiana a vacunarse contra el virus del papiloma humano, por cuanto la facultad del paciente de tomar decisiones relativas a su salud ha sido considerada un derecho de carácter fundamental por la jurisprudencia constitucional”.“Fue un golpe muy duro. Sentí mucha rabia al ver cómo la ignorancia y los rumores acabaron con un programa a la altura de los mejores del mundo”, lamenta Muñoz. “A raíz de estos hechos se constituyó una asociación de víctimas, se organizaron grandes demandas y la vacunación en Colombia se volvió opcional”.
Ya en 2016, apenas se vacunó un 16% de las niñas que cumplían los requisitos, como confirma Muñoz. “En Colombia cada año se diagnostican más de 5.600 mujeres con cáncer de cérvix y más de 2.500 mueren por esta causa. Es una tragedia y hubiéramos podido haber evitado muchos cánceres en unas décadas”, explica.
Una vacuna segura y eficaz con mala prensa
La epidemóloga critica los movimientos de colectivos que desprestigian la inmunización: “Los antivacunas no se fijan en la evidencia científica o no la quieren aceptar. Dicen que hay intereses comerciales de por medio, que estos estudios han sido pagados por las compañías farmacéuticas o están sesgados”.
Sin embargo, recientemente, la prestigiosa biblioteca Cochrane publicó un metaanálisis de 27 estudios previos sobre la primera y segunda vacuna en más de 70.000 mujeres, ratificando que la vacuna contra el VPH es segura y especialmente eficaz en mujeres jóvenes.

Muñoz explica que los
 efectos secundarios confirmados son dolor en el lugar de la inyección, rubor o fiebre moderada, que desaparecen al cabo de unos días. Las niñas también pueden sufrir una lipotimia y por eso se recomienda que estén sentadas unos quince minutos tras ser vacunadas.“Cada país tiene sus propios comités de supervisión y el Comité de Seguridad de Vacunas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), formado por expertos sin ningún interés comercial, se reúne una o dos veces al año para revisar toda la evidencia científica que hay sobre cada vacuna y siempre llegan a la conclusión de que esta es eficaz y es segura”, señala la experta.
“Hasta el momento no hay ninguna evidencia científica para decir que enfermedades autoinmunes como el síndrome de Guillain-Barré o la esclerosis múltiple puedan ser más frecuentes en las niñas que recibieron vacunas”, aclara.

¿Hay alternativas a la vacuna del VPH?

Los antivacunas defienden que la vacuna contra el VPH no es la única manera de prevenir el cáncer de cérvix y sostienen que la citología vaginal es una buena alternativa, como se expone en el documental 'Papiloma: las mujeres tenemos que decidir'.
En él se hace referencia a un informe del Ministerio de Sanidad de España del año 2005 en el que se desaconseja la vacunación masiva. El documento es anterior a la comercialización de la primera vacuna y contabiliza solo tres muertes al año por cáncer de cérvix en España.

La citología vaginal se basa en la coordinación de revisiones periódicas. En este caso, para Muñoz es mejor prevenir que curar: “Es cierto que el cribado y la citología han reducido el cáncer de cérvix en los países en los que estos programas funcionan bien. Pero necesitas tener un registro de mujeres, llamarlas periódicamente todos los años, una buena calidad de la citología...”, enumera.
“España no ha tenido las tasas de incidencia del cáncer de cuello uterino que hemos tenido en América Latina y que ahora hay en África. Pero están aumentando los registros de cáncer, por ejemplo en Pamplona o Zaragoza, que son de los más antiguos”.
“En el caso de América Latina se ha gastado mucho dinero en programas de cribado con poco impacto, porque necesitas seguir a las mujeres y luego, una vez que se diagnostican las lesiones precancerosas, debes tratarlas, y esto no se hace. Son programas caros, difíciles y poco realistaspara regiones como Latinoamérica o África”.
Pero la vacuna también es cara. Por este motivo se estudia cuántas dosis son necesarias para combatir el virus. “Inicialmente eran tres dosis. En Australia se ha hecho un estudio comparado que ha permitido saber que hasta los 14 años con dos dosis es suficiente. Ahora se está llevando a cabo un estudio en Costa Rica para ver si con una dosis bastaría”.

La desinformación da alas al cáncer

En países como Colombia y España los ciudadanos pueden elegir si quieren vacunar o no a sus hijas –también se ha propuesto empezar a vacunar niños para propiciar el efecto rebaño– pero, como señala la científica, una mala decisión basada en la desinformación puede costar la vida.

En este momento Nubia Muñoz está diseñando un curso virtual para educar a los médicos y el personal sanitario de Colombia sobre la vacuna, su eficacia y la seguridad y desmentir el evento de El Carmen de Bolívar.
“Damos muchas ruedas de prensa, pero la información no llega a la población si no se hace de una forma más emotiva, más directa”, se queja. “Necesitamos que los médicos e investigadores cuenten con expertos en comunicación que combatan la mala información y los rumores”.
Su última batalla con el cáncer de cérvix es contra el virus de la desinformación.