lunes, 25 de enero de 2016

Los brazos marcan la diferencia en los homínidos de Atapuerca


Los grupos de investigación de Paleofisiología y Paleoecología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), en colaboración con investigadores de la Universidad Internacional Isabel I de Castilla, liderados por la Dra. Ana Mateos, han publicado un trabajo en la revista Quaternary International en el que se lleva a cabo un estudio de energética experimental, desarrollado en el Laboratorio de Bioenergía del CENIEH y en la Sierra de Atapuerca, uno de cuyos resultados es que los brazos más cortos representan un menor coste energético durante la actividad de aprovisionamiento de materias primas.
Los autores han medido experimentalmente en una muestra de 20 humanos actuales el coste energético de la actividad de recoger y transportar cantos de cuarcita desde la fuente de materia prima hasta el yacimiento.
Este estudio se ha realizado en la Sierra de Atapuerca ya que se conoce bien la posición de las terrazas fluviales del río en el Pleistoceno medio, hace unos 500.000 años, donde los humanos se aprovisionarían de cantos para confeccionar sus herramientas.
En muchas especies, un mayor tamaño corporal conlleva un mayor gasto metabólico 
"Energéticamente hablando, es bien conocido que, en muchas especies, un mayor tamaño corporal conlleva un mayor gasto metabólico y, de igual manera, unas piernas más largas resultan energéticamente más eficientes durante la locomoción. Esto nos ha dado pie a evaluar la estrecha relación entre los distintos segmentos del cuerpo humano y la mayor o menor eficacia energética y biomecánica", afirma la investigadora Ana Mateos.
Los resultados muestran que la longitud de los brazos tiene una influencia significativa cuando se transportan objetos en las manos, en este caso, materia prima para elaborar herramientas líticas. De este modo, "brazos más cortos suponen un menor coste energético durante la actividad del transporte", aseguran los investigadores.
En este trabajo, además de cuantificar energéticamente el transporte de materia prima, se han ajustado unas ecuaciones predictivas que han sido aplicadas a los humanos de la Sima de los Huesos y a Australopithecus afarensis para establecer sus requerimientos energéticos en función de su morfología corporal, distinta a la de nuestra especie.