viernes, 8 de marzo de 2013

El sacrificio de caballos crece de manera espectacular en España

Ejemplares de pura raza, cuyo precio superaba los 20.000 euros, acaban en carne de matadero


El escándalo tras descubrir trazas de caballo en carnes que deberían ser de ternera no solo ha puesto sobre la mesa el debate sobre su trazabilidad sino también del aumento exponencial del sacrificio de equinos en España en los últimos años. Si en 2008 hubo 6.303 muertes de caballos en mataderos, la cifra escaló hasta los 73.473 el ejercicio pasado, según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Expertos coinciden en que los números no se explican por un posible aumento del consumo de este tipo de carne en territorio español, donde hay poca costumbre de comer caballo, y lo atribuyen a otras causas.
“Los sitios de España donde más se consume son las zonas cercanas a la frontera francesa”, explica el presidente de la Asociación Nacional de Criadores de Pura Raza Española (ANCCE), Javier Conde. Pero, ¿adónde va el resto de la carne? “Se exporta a países como Francia e Italia”, responde. Concordia Márquez, la presidenta del albergue CYD Santa María, ubicado en la provincia de Málaga y que acoge en la actualidad unos 90 ejemplares, considera que uno de los motivos es que “a raíz de la crisis muchos de los que tenían caballos se están deshaciendo de ellos” porque no pueden mantenerlos. “El caballo de pura raza española experimentó un boom en el período de bonanza en que se criaron muchos”, comenta el director de la Unión de Criadores de Caballos Españoles (UCCE), Rafael González.
Pero, ¿quién los compraba? “La mayoría eran nuevos criadores y aficionados (…) que comenzaron a adquirir tierras y caballos para hacer negocio o como hobby, todo lo que se criaba se vendía, lo que conllevó un incremento enorme de producción”. Había demanda externa e interna y, además, según González, se pecó de “falta de rigor a la hora de aceptar nuevos reproductores”. Y lo atribuye al hecho de que en el 2007 hubo un cambio en la gestión del libro genealógico del pura raza española, que pasó de estar en manos del Ministerio de Defensa "a una única asociación de ganaderos privada”, lo que, a su juicio, contradice la normativa comunitaria europea al no haber "competencia".
El presidente de ANCCE, asociación a la que se refiere González, reconoce que durante el boom económico creció el número de ejemplares de pura raza y sitúa el punto álgido de inscripciones en el 2008, cuando se registraron 20.000 potros –el año pasado la cifra mundial se situó en 15.000-. “Muchos ganaderos se introdujeron en la cría de caballo de pura raza en régimen intensivo, en explotaciones de pocas hectáreas donde el mantenimiento se hace a través de la compra y suministro de pienso”, que en los últimos dos años ha subido mucho de precio y ha encarecido el coste de mantener a los animales. El número de inscripciones en España en el libro genealógico habría caído un 60%, según los datos extraoficiales que posee UCCE.
Disminución de los pura raza española
Y aunque, evidentemente, no todos los caballos de esta especie que se llevan al matadero tienen pedigrí, González reconoce que ha habido “una reducción drástica” de la cabaña de pura raza española como consecuencia de la crisis, algo “que se hubiera podido evitar”. Esto, ligado al contexto económico, ha provocado que el precio haya caído en picado. Y es que, según González, años atrás un pura raza costaba entre 10.000 y 300.000 euros, mientras que ahora es posible encontrar uno por 1.000 euros.
Por su parte, Javier Conde, menciona otra tendencia del mercado: “Ganaderos que tenían caballos cruzados los están sustituyendo por animales que son de raza”. En este sentido afirma que “el porcentaje de sacrificio de equinos de raza que ha habido es mínimo”, aunque también admite que “antes no se sacrificaba nada” y recuerda que el caballo también “es una especie de abasto” para el consumo humano.
Un gran incremento también de abandonos
“He visto a gente llorar llevando a su caballo al matadero porque no había sitio en los albergues”, lamenta Concordia Márquez, que desde que empezó la crisis el número de abandonos no ha parado de crecer de manera alarmante. “Antes recogíamos a uno o dos caballos, ahora nos llaman para que vayamos a rescatar a cabañas enteras”, se queja. También denuncia el incumplimiento “completo e impune” de la ley de protección animal por parte de los ayuntamientos porque, asegura, que las administraciones locales son las responsables “de acoger, albergar, dar en adopción o sacrificar” a los que se han quedado sin propietario.
La responsable del albergue relata también situaciones de crueldad extrema contra caballos. Por ejemplo, cuando el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA) les pidió recientemente ayuda para rescatar a tres caballos cuyo propietario había encerrado indefinidamente en una cuadra sin agua ni comida. “Cuando entramos, estaban todos muertos, descompuestos, excepto uno que encontramos con los dientes destrozados porque había intentado comerse la pared”, dice Márquez. Otro de los maltratos más común en caballos, según la asociación, son los propietarios que, antes de abandonar al animal, "le arrancan el microchip -es obligatorio ponerlo- a navajazos".
Por otro lado, las mismas fuentes indican que en Internet proliferan los anuncios de “compro carne de caballo”, por lo que aluden a “un posible tráfico” de este tipo de carne. También consideran que los únicos caballos aptos para el consumo humano deberían ser “los de cebaderos oficiales” para garantizar una correcta trazabilidad del producto. En este punto diverge el presidente de ANCCE. Javier Conde recuerda que “es legal que se mate a un caballo de compañía en el matadero y luego se venda la carne” si unos meses antes se le han dejado de suministrar medicamentos. Y plantea: “Cuando no los absorbe el mercado, ¿qué hacemos con ellos?”, y concluye: “Se está dramatizando mucho” puesto que la cantidad de carne de equino que se produce “es irrisoria” en comparación con otras especies.

CUIDARSE CON LOS EMBUTIDOS

Confirman el riesgo del consumo abundante de embutidos

Es porque la sal y las sustancias químicas que contienen perjudican la salud.
Tentaciones. Según el estudio, dos salchichas y una rodaja de panceta diarias son un exceso. G. rodriguez adami
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El consumo abundante de salchichas, jamón, panceta y otras carnes procesadas incrementa el riesgo de morir antes, según un estudio publicado ayer en la revista científica BMC Medicine.
Tras realizar una investigación entre más de un millón de personas de diez países europeos, el grupo de expertos halló una relación entre las dietas ricas en carnes procesadas y las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y las muertes tempranas. Pero no se encontró relación con carnes rojas no procesadas y el pollo.
Según los investigadores, la sal y las sustancias químicas que se emplean para conservar los embutidos perjudican la salud. El estudio mostró que existen mayores probabilidades de que las personas que consumen mucha carne procesada diariamente sean fumadoras, obesas y tengan otros comportamientos nocivos para la salud.
Los científicos observaron cómo los porcentajes de muerte prematura aumentaron de acuerdo con la cantidad de carne procesada consumida. Detectaron que la probabilidad de que las personas que tomaron más de 160 gramos de carne procesada al día –unas dos salchichas y una rodaja de panceta– murieran en un plazo medio de 13 años fue un 44 por ciento mayor que la de aquellos que consumieron 20 gramos.
El informe reveló que una alta ingesta de ese tipo de carne elevó en un 72 por ciento el riesgo de morir de una enfermedad coronaria y en un 11 por ciento del riesgo de fallecer de cáncer. La profesora Sabine Rohrmann, de la Universidad de Zurich, Suiza, responsable de la investigación, afirmó que “los riesgos de morir antes a causa del cáncer y de enfermedades cardiovasculares también aumentaron con la cantidad de carne procesada consumida”. Rohrmann estimó que “un 3% de muertes prematuras anuales se podrían evitar si las personas comieran menos de 20 gramos de carne procesada al día”.El Gobierno británico recomienda no comer más de 70 gramos de carne procesada al día, lo que equivale a dos rodajas de panceta, si bien consumir un poco de carne, incluso aunque sea procesada, tuvo efectos beneficiosos en algunos participantes del estudio.
Rohrmann indicó que los vegetarianos que eliminaron la carne y no alteraron otros aspectos de su dieta pueden tener carencias de hierro. Rachel Thompson, de la Fundación Mundial de Investigación del Cáncer, dijo que el estudio se suma a la evidencia científica que subraya los riesgos para la salud asociados al consumo de carne procesada.
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