El padre de Simon Jack se suicidó cuando tenía 44 años.
El
suicidio se lleva por delante una cifra preocupante de vidas y, en
países como Reino Unido, los hombres sufren un riesgo mucho mayor que
las mujeres. Simon Jack, cuyo padre se suicidó, intentó averiguar el
porqué.
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Los 44 son una edad poco destacable para la mayoría, pero para mí es una edad que siempre ha tenido un significado especial.
Es la edad en que mi padre se quitó la vida, hace 25 años, por razones que todavía no tengo claras.
Como
resultado de esto, siempre he sido sensible a las historias sobre
suicidio que aparecen en las noticias. Y me he dado cuenta de lo
frecuente que es que los protagonistas sean hombres.
Lo que no sabía, hasta hace poco, es que el suicidio es la principal causa de muerte para los hombres de menos de 50 años.
Quise saber por qué. ¿Qué característica de ser hombre te hace más susceptible y qué se puede hacer al respecto?
Mi propio padre, en la década de los 40, estaba dentro del grupo de edad más vulnerable.
La incidencia del suicidio alcanza su cima entre los hombres en esa década.
Las
razones se pueden intuir: tu mujer se va con los niños, pierdes el
trabajo a una edad en la que es difícil encontrar otro. Esto puede
aumentar el estrés entre los hombres que sienten la presión de ser los
sustentadores de sus familias.
En realidad, nada de esto
explicaría el caso de mi padre. Era un hombre popular, gregario y
talentoso con una mujer que le quería y cuatro hijos, de los cuales yo
era el mayor.
Enfermedad mental
También
me ha sorprendido mucho que tantas familias tengan tantos problemas
para explicar por qué alguno de estos factores puede llevar al suicidio.
El
profesor Rory O'Connor dirige uno de los principales centros de
investigación sobre el suicidio, en la Universidad de Glasgow, y lleva a
cabo experimentos sobre la psicología del comportamiento suicida.
Simon quiso entender por qué se suicidó su padre.
La enfermedad mental forma parte con frecuencia del problema, pero no es suficiente como única explicación, dice O'Connor.
"Pensamos
que la mayoría de la gente que muere a causa del suicidio tiene una
enfermedad mental, pero menos del 5% de personas que tienen una
enfermedad mental acaban suicidándose".
Yo necesitaba saber más
sobre lo que estaba pasando en la vida de mi padre cuando decidió
suicidarse, lo cual implicaba una larga conversación pendiente con mi
madre.
Se trataba de una perspectiva abrumadora, porque casi nunca habíamos tratado el tema a lo largo de los años.
Esto,
en sí mismo, es una parte clave del problema para muchas familias. A
mis hermanos y a mí hablar del tema nos ponía muy tristes y nos llevaba
al borde de un incómodo llanto o provocaba discusiones familiares.
A
pesar de las reservas que tenía, y la profunda duda de mis tres
hermanos, mi madre tuvo coraje y aceptó que grabase en video nuestra
conversación.
"Amable, inteligente y con confianza en sí mismo"
En
esa sesión, me enteré de las aventuras amorosas que tuvo mi padre, la
mayoría de las cuales, al igual que los problemas financieros, solo
salieron a la luz tras su muerte y nunca se hablaron antes.
El hijo de Stephen Habgood se suicidó cuando tenía 25 años.
Este tipo de problemas pueden
ayudar a explicar la elevada tasa de suicidios de los hombres
cuarentones, pero el suicido también es la principal causa de muerte
para aquellos entre los 20 y los 34, suponiendo casi un cuarto de todas
las muertes.
Hablé con Stephen Habgood, cuyo hijo murió cuando
tenía 25 años. Era también un hombre extrovertido y popular, por lo que
su muerte supuso una total conmoción para su padre y su madrastra.
"Era tan amable, tenía buen aspecto, se veía inteligente, elocuente, parecía tener mucha confianza en sí mismo", dice Stephen.
Pero por muy elocuente que fuera, Chris nunca discutió su estado con su familia.
Hay un experimento mental útil que puede ilustrar esto, dice Joe Ferns, director ejecutivo de políticas de Samaritans.
"Imagina
que llegas a trabajar el lunes por la mañana y te encuentras a alguien
triste en la oficina, que está llorando por algo que le ha pasado el fin
de semana. Te digo que si es una mujer, lo que pasaría es que alguien
la ayudaría a ir al lavabo, tendrían una conversación y volverían luego a
trabajar. Seguramente nadie pensaría demasiado en ello".
Rory O'Connor dirige un centro de invesitgación sobre el suicidio en la Universidad de Glasgow.
"Si pasa lo mismo con un hombre
que llora en su mesa, sospecho que la reacción de la gente alrededor
sería mucho más dramática. La gente asume que algo muy malo debe haber
pasado".
Hay una diferencia en la forma en que reaccionamos a los hombres y a las mujeres cuando expresan cómo se sienten.
¿Puede el hablar, simplemente, salvar vidas? Matt fue una de las personas que conocí que pensó en quitarse la vida y no lo hizo.
Se sentía desesperado porque no encajaba con las ideas de lo que significaba ser un hombre en su comunidad.
"Siempre he sido una persona muy expresiva, siempre me ha gustado el arte y creo que he sido bastante afeminado, quizás".
"Esto
no encajaba muy bien con mi grupo de amigos así que siempre me sentí
como un extraño. Era difícil, porque cuando estás creciendo, nadie
quiere ser el excluido, ¿no?".
Debilidad
Habiendo
decidido que se iba a suicidar, Matt pasó por la sede de los
Samaritanos en Oxford Road, en Manchester, pensó que no tenía nada que
perder y entró.
Ahora se da cuenta de que esa decisión le salvo la vida. Siempre había postergado entrar.
"La
razón principal que me llevaba a no hablar con nadie era esta idea de
la debilidad. Si no podías solucionar los problemas por ti mismo,
entonces eras una persona débil".
Los hombres se enfrentan a una barrerar a la hora de expresar momentos de debilidad.
Esta percepción es clave para
entender por qué los hombres se quitan la vida en cifras tan chocantes,
dices Jane Powell, directora de la Campaña contra una Vida Miserable
(CALM, por sus siglas en inglés).
Si buscas imágenes de el prototipo de macho, el rugby las tiene en abundancia.
Y aun así, en un un mundo en el que no me lo esperaba, vi muchos intentos de actuar contra estos estereotipos.
Ian
Knott era un exitoso jugador profesional de los Warrington Wolves
cuando sufrió una lesión en la espalda que le obligó a acabar su carrera
y le provoca un constante dolor físico.
Su incapacidad para
cumplir con muchos de los roles que él consideraba inherentes a ser
jugador, padre y marido, le llevaron a intentar quitarse la vida.
"El
dolor llegó hasta tal punto que pensé: ¿qué razón tiene estar aquí?. Mi
mujer y mis hijos seguían a mi lado, pero yo ya no quería formar parte
de ello".
"Estoy orgulloso de mi mismo porque ahora puedo hablar
de mis experiencias, y quizás ayudar a otra gente, sobre todo a otros
hombres".
"Es el principal problema con los hombres. No se abren. Y no tienen nada de qué avergonzarse", concluye.