domingo, 12 de junio de 2011

LOS ATEOS FOLLAMOS MEJOR


Sociólogo Darrel Ray estudio la presencia y ausencia de Dios o Alá en la cama


.

El sentimiento de culpa seria el obstáculo principal que enfrentan quienes tienen un credo, explica desde Estados Unidos el experto que hizo la investigación.

Mónica Nanjari

Darse con una piedra en el pecho seria parte del ritual de alguna religión después de tener relaciones sexuales. Y la conciencia los mosquearía hasta por tener fantasías. Estas son algunas de las conclusiones que se desprenden de la investigación “sexo y secularismo”, realizada a principios de este año por el sociólogo estadounidense Darrel Ray. Partió como una simple encuesta pero a los días se convirtió en algo de más envergadura por la cantidad de información que obtuvo.

“Nos sorprendió mucho cuánta gente se tomó el tiempo para escribir comentarios e historias sobre como la religión impacto en su vida sexual. Recibimos miles de comentarios, personas que solo querían contar sus historias como una medida de sanación. Ellos estaban emocionalmente heridos por la formación religiosa que seguían y sentían la necesidad de contar su historia”, dice Darrel desde la Universidad de Kansas, en Estados Unidos.


-¿A qué se debe que los ateos tengan mejor sexo que los creyentes?

-Quiero ser muy claro en este punto: Los medios han dicho algo que nosotros nunca dijimos, que es que los ateos efectivamente tienen mejor sexo. Lo que ocurre es que nuestra investigación aparece como soporte a esa conclusión.


-¿Entonces?

-Lo que señalamos es que los ateos sienten menos culpa sobre el sexo, son capaces de compartir sus fantasías y obtienen más satisfacción sexual, pero nuestra investigación no fue diseñada para probar que los ateos tienen mejor sexo. De todas formas es la culpa que sienten las personas religiosas lo que disminuye su satisfacción, así lo han demostrado otras investigaciones que señalan que la religiosidad es correlativa con pocos orgasmos y pocos encuentros sexuales. Nosotros comprobamos que dejar a Jesús o Alá fuera del cuarto parece liberar a las personas y los vuelve más abiertos y creativos con sus parejas.


-Eso quiere decir que meter a Dios en la cama es mal negocio

-Creer en Jesús o Ala y meterlo a la cama es una interferencia con el disfrute total y la conexión de humano con humano. Dios en tu cerebro actuara como detractor del disfrute. Siempre te preguntaras “¿aprobaría Dios esto o aquello?”. En ese contexto, me pregunto cómo alguien se va a relajar y a disfrutar si siempre está preocupado de conseguir la aprobación de Dios.


-Pero los creyentes encontraran la manera de pasarlo bien ¿o no?

-Mmmmm, quizás, pero lo que puedo decirle es que sorprendentemente la culpa religiosa desaparece una vez que las personas abandonan su religión. Es que sentir culpa por el sexo no es normal. Las sociedades gozaron de toda clase de relaciones sexuales durante miles de años antes de que el Islam y el cristianismo aparecieran.


-Con todo esto imagino que los creyentes y los curas no lo deben querer mucho.

-Ya perdí la cuenta del número de veces que me han asegurado que iré directamente al infierno, no estoy seguro a que infierno iré, si al musulmán, al católico o algún otro infierno, pero dicen que para allá iré.


Mujeres, las más afectadas.

Según los datos recogidos por el sociólogo Darrel Ray, las mujeres creyentes son el grupo que más aumenta su satisfacción sexual al dejar la religión. “En nuestra investigación, los hombres que abandonan sus creencias religiosas mejoraron su vida sexual en un 26,9%, mientras que en el caso de las mujeres, la mejoría alcanzo el 38,6%. Esto explica porque los más religiosos ponen más restricciones y culpa sobre las mujeres.

¿Quién respondió?

14mil 500 personas participaron en el estudio, contestando un cuestionario vía internet en enero de este año

25 a 30 años de edad promedio de quienes participaron en mayor cantidad en el estudio.

35% de quienes contestaron la encuesta declararon estar casados al momento de participar.

Mormones ganan

Ranking de credos culposos.

Dentro de los resultados de este estudio se puede establecer una especie de ranking de credos que sienten más o menos culpas en cuanto al sexo. Así, según Darrel, se puede ver que “los católicos están perdiendo sus culpas, porque ellos no están practicando el catolicismo de sus padres o sus abuelos, sino una evolución y mutación religiosa que no los hace seguir al pie de la letra lo que predica el Papa”.

De manera simplificada, en el ranking los católicos aparecen en el lugar número 11 de un total de 24. ¿El top 3 de culposos? Ganan los mormones, seguidos por los testigos de Jehová y Pentecostales.

.

¿Que diría Carl Jung del 2011?

.

¿Se ha planteado en alguna ocasión si usted es introvertido o extrovertido? ¿Se ha sometido a pruebas de personalidad? ¿Se ha cuestionado qué se esconde en el lado más oscuro de su carácter? Agradézcaselo a Carl Jung.

El psicólogo suizo ideó una serie de tipos de personalidad. Acuñó la palabra introvertido para alguien que necesita bastante tiempo para sí mismo y extrovertido (aunque Jung lo concibió como "extravertido") para la persona que nunca se siente mejor que cuando está rodeada de gente. Tests de personalidad como los indicadores Myers-Briggs, vienen directamente de estos conceptos.

Vida de Carl Jung

  • Nació en Suiza en 1875
  • Estudió ciencia y medicina en la Universidad de Basilea, graduándose en 1900
  • Trabajo en el hospital psiquiátrico de Zurich Burgholzli
  • Conoció a Sigmun Freud en 1907. Se dice que su primera conversación duró 13 horas.
  • Declaró sus diferencias científicas con Freud en 1912 y 1913
  • El Libro Rojo, también conocido como Liver Novas, fue publicado en 2009
  • Murió el 6 de junio de 1961

El lado oscuro del carácter es aquella parte de uno mismo que normalmente está escondida, pero en ocasiones sale a la superficie y nos sorprende. ¿Por qué las personas más calmadas maldicen e insultan cuando conducen? ¿Por qué ciudadanos modelo cometen, a veces, crímenes pasionales? Jung tenía una respuesta: Todos tenemos sombras.

Fue él también quien puso a su cultura y su era "en el diván"... o más bien en una silla, pues fue el primer psicoterapeuta en sentarse en frente de sus pacientes, como si fuera un consejero. E intentó comprender las terribles energías colectivas que impulsaron los dos grandes eventos de su vida: la Primera y Segunda Guerra Mundial.

Pero, ¿qué diría Jung de nuestro estado psicológico de hoy día?

Un paso para adelante

Vería señales de progreso. Fíjese en el modo en el que cuidamos a los niños. En los últimos 50 años, las actitudes sobre la crianza de los hijos han cambiado considerablemente. Los psicólogos en general reconocen que los niños crecen mejor cuando reciben una atención dedicada de su madre u otra persona a cargo en edades tempranas.

En los últimos 50 años ha habido cambios a la hora de tratar las enfermedades mentales

En los últimos 50 años ha habido cambios a la hora de tratar las enfermedades mentales

Esto tiene mucho que ver con el trabajo de los psicoterapeutas británicos como John Bowlby. Pero la "teoría del apego" de Bowlby fue anticipada por Jung. Mientras Freud hablaba de las pasiones incestuosas en su conocido complejo de Edipo, Jung tenía un punto de vista muy diferente.

Como señala Anthony Stevens en "Jung: una muy corta introducción", fue Jung quien primero teorizó que un niño se apega a su madre porque es quien le da cariño y cuidados.

Y otro más

Algo más que Jung aplaudiría son los intentos de eliminar la discriminación de los ancianos y de cuidar a los empleados de más edad.

"Los 40 años son el mediodía de la vida, es el periodo cuando estamos en pleno poder de nuestras facultades, pero también cuando empezamos a ser conscientes de que nuestro sol personal entra a un nuevo meridiano. No podemos vivir el atardecer de la vida como si fuera un amanecer, pues lo que fue grandioso en la mañana, será insignificante en la tarde; y lo que fue verdad en la mañana, será mentira en la tarde"

Carl Jung

"El atardecer de la vida debe ser significativo por sí mismo y no puede ser simplemente un miserable apéndice de su amanecer", escribió. Para una cultura con una alta población envejecida, Jung ofrece una visión de las ventajas de hacerse mayor, viéndola como un camino de sabiduría antes que un decaimiento hacia la senilidad.

No deberíamos desesperarnos ante nuestra crisis de la mediana edad, pensó, hay que aprovecharla como una oportunidad de buscar una nueva visión y diferentes propósitos.

Por otro lado, la neurociencia moderna ha apoyado lo que Jung entendía por el inconsciente. Confirma que la inteligencia emocional, al igual que la razón, es vital a la hora de tomar decisiones.

Yendo más lejos, de la misma manera que uno no es consciente de que el corazón late o los pulmones respiran, Jung señaló que la mente inconsciente está siempre trabajando para nosotros. El desarrollo de la personalidad, pensó, tiene mucho que ver con que prestemos más atención a la manera en la que nos afecta nuestra vida interior, un proceso llamado "individuación".

Deberíamos estar en pos de una personalidad integrada. Lo que amamos de nuestra sabia abuela es su carácter equilibrado.

Y otros para atrás

Sin embargo, Jung también estaría contrariado por el camino que esta siguiendo la vida. Por ejemplo, el vivió en un periodo "lleno de imágenes apocalípticas de una destrucción universal", como observó, pensando en la Guerra Fría y la bomba nuclear.

Estos horrores particulares han cesado. Pero es chocante como tan rápidamente han sido reemplazados por otras amenazas. La más obvia es la devastación anticipada como resultado del cambio climático, pero hay otras como el llamado terrorismo y muchas más.

Parece que tenemos una fascinación con la ruina total que se extiende por encima de lo posible, probable o puramente imaginado. Fíjese como el final del mundo provee un irresistible guión en películas. O recuerde como las predicciones extasiadas del predicador cristiano evangélico Harold Camping (clic que predice el fin del mundo) se extendieron como el fuego a través de internet el mes pasado.

Teorías claves y conceptos

  • La idea de que los tipos de personalidades pueden ser introvertidos o extrovertidos
  • La teoría de los tipos psicológicos, que forman las bases de Myers-Briggs
  • La creencia de que los sueños revelan más de lo que ocultan; pionero en el análisis del campo de los sueños.
  • La existencia de la inconsciencia colectiva
  • La teoría de que ciertas imágenes e historias arquetípicas se repiten a través de la historia colectiva del ser humano.

Jung también habría notado los altos niveles de enfermedad mental en la sociedad moderna, marcados por el "boom" de los antidepresivos y otras drogas años después de su muerte. Vería que incluso los políticos y economistas están empezando a preocuparse porque a pesar de que la riqueza material de una sociedad puede crecer de forma inexorable, parece que no trae la verdadera felicidad.

Hay muchos factores que contribuyen a estas tendencias. A Jung le interesaban aquellos que eran psicológicos y razonó que, de forma consciente o inconsciente, esas tendencias se extienden, en gran parte, cuando nos desconectamos de nuestro lado espiritual.

Señaló que mientras la ciencia moderna ha dado paso a un conocimiento sin igual sobre la especie humana, también ha resultado -paradójicamente- en una concepción más estrecha de lo que significa ser un humano individual.

Esto, presumiblemente, explica por qué las terapias complementarias están floreciendo en el siglo XXI. Intentan tratar toda la persona, no solamente a la enfermedad. O explicaría por qué los estilos de vida verdes atraen a más gente, ya que intentan reconectarnos con el valor intrínseco del mundo natural.

En resumen, la vida de la psiquis es crucial. Jung creyó que está alimentada no sólo de psicología, sino también por las grandes tradiciones espirituales de nuestra cultura, con sus sutiles historias, rituales y sueños inspiradores. El agnóstico occidente se ha separado de esas fuentes.

Es como si la gente estuviera sufriendo una "pérdida del alma". Muchas veces el mundo no parece estar a favor nuestro sino en nuestra contra.

A medida que se acercaba el final de su vida, Jung reflexionó que muchas -quizá casi todas- las personas que fueron a verle no estaban mentalmente enfermas. Estaban en busca de sentido.

Es una tarea dura. "No hay consciencia sin dolor", escribió. Pero es vital: sin ello, el ser humano pierde su camino.

Mark Vernon es un filósofo y escritor, autor de "Cómo ser agnóstico".

ORGASMEANDO


12 fogonazos de bella agonía

El orgasmo ilumina el rostro y nos deja desnudos sin que podamos hacer gran cosa por disimular el momento. Dos artistas han fotografiado caras anónimas en su instante más íntimo. Y los lectores, a través de las redes sociales, han aportado sus originales y más personales definiciones.

Es un día lluvioso y gris en 1890, en Chelsea, y el ama de llaves abre la puerta de la lujosa mansión londinense para recibir al médico. Su señora está en el dormitorio, aquejada de su habitual ataque de histeria: no puede dormir, discute con su esposo, está nerviosa, tiene "fantasías eróticas" y pesadez en el abdomen. El doctor trae a su ayudante, quien carga con un artefacto de sesenta kilos, que consta de un eje, una pesada batería, brazos especiales y extremos vibratorios. Ella espera sentada como una criatura victoriana pura y virtuosa, y se tumba en el sofá. El médico aplica los electrodos a su sexo. Los gemidos de placer dan fe de que el tratamiento es fantástico, mejor aún que los masajes que el propio galeno le venía propinando con sus manos.

"Es un falso mito que el orgasmo de las mujeres sea mucho más prolongado que el de los hombres"

"La electricidad traería una revolución sexual que luego tendría su explosión en los años sesenta"

"La frecuencia de problemas cardiacos es mayor en aquellos que no disfrutan de sus relaciones sexuales"

"Las caras se iluminan, las bocas se abren, los ojos se cierran, el ceño se arruga y se aprietan los dientes"

"Los médicos pensaban que la histeria era una enfermedad nerviosa causada por el útero y que había que prestarle atención mediante masaje", dice a El País Semanal la investigadora Rachel Maines, de la Escuela de Ingeniería y Computación de la Universidad de Cornell, en Nueva York. "De esta forma, ellos provocaban en ellas el paroxismo histérico, pero no pensaban que fuera un orgasmo, sino como si tuvieras la fiebre: rompes a sudar y te sientes mejor". Maines ha investigado en su obra La tecnología del orgasmo (editorial Milrazones) el uso de los primeros vibradores. "El masaje continuaba hasta lograr que el rostro se iluminase. Los médicos creían que era el mal haciendo crisis, algo nada sexual. Con los vibradores eléctricos realizaban el masaje más rápido. Se quejaban de que si usaban las manos untadas de aceite y perfume, los masajes duraban una hora. No puedes atender a muchos pacientes de esta forma. Pero con el vibrador puedes hacer el trabajo en cuatro minutos. Y por el mismo precio".

El orgasmo humano es universal, pero la percepción del placer es cultural. Las esposas victorianas, idealizadas por el poeta inglés Coventry Patmore en El ángel del hogar, eran castas y angelicales. Los médicos tomaron entonces el poder sexual femenino, y recetaban quizá sin saberlo bien un orgasmo como medicina. Cobraban entre dos y cinco dólares -una cantidad accesible a las clases altas- para evocar un placer inalcanzable. Sus maridos, en cambio, estaban autorizados para disfrutar con prostitutas. Ellas les demandaban algo que no obtenían en la cama, en tiempos en los que se pensaba que la penetración era lo único que definía un acto sexual con una mujer. "Hoy día no sería posible convencer a una mujer de que un tratamiento así no tiene nada que ver con el sexo", dice Maines. La electricidad traería una revolución sexual -los primeros vibradores costaban el equivalente a doscientos dólares, como una casa pequeña en la época- que luego tendría su explosión en los años sesenta del pasado siglo.

El orgasmo ha sido casi siempre sinónimo de prohibición. Pero, en una breve ojeada a las culturas y la forma en la que se han enfrentado al placer, hay recomendaciones sorprendentes, dicen los investigadores Beverly Whipple y Sara Nasserzdeh en una obra conjunta con otros expertos, The orgasm answer guide (John Hopkins University Press). Martin Lutero, el fundador del protestantismo, recomendaba dos orgasmos a la semana. El Corán, uno. Zaratustra, líder religioso de Persia, uno cada nueve días. El hinduismo, entre tres y seis veces al mes. Y el Talmud rabínico, entre una vez al día y una vez por semana, dependiendo de la ocupación del hombre (si uno es marinero o mercader, o si viene a casa después del trabajo). Con una salvedad importante: las recomendaciones estaban dirigidas siempre a los hombres, no a las mujeres. En su obra, Whipple y compañía destruyen mitos que aún hoy nos rondan: como que en las mujeres el orgasmo es mucho más prolongado que en los hombres. Los estudios más recientes dicen que la media en las mujeres es de 18 segundos (en casos extremos, quizá dos minutos), y en los hombres, de 22 segundos. Y no hay consenso. Un ensayo clásico de los sexólogos Master y Johnson publicado en 1966 dice que el orgasmo femenino oscila entre tres y quince segundos, y que los orgasmos masculinos son aún más cortos.

Aparte del tiempo, ¿que tipo de sensaciones experimentan unas y otros? En otro ensayo realizado en 1976, los investigadores Ellen Vance y Nathaniel Wagner, de la Universidad de Washington, en Seattle, comprobaron que un grupo imparcial de ginecólogos y ginecólogas no distinguían el sexo de los participantes en base a la descripción de sus orgasmos.

Hay aproximadamente un millón de webs que tratan sobre el orgasmo. Un océano caótico de desinformación. Los bulos se hinchan, sobre todo por culpa de la pornografía. Por ejemplo, es falso que la longitud del pene facilite el orgasmo femenino, algo que los estudios científicos no han demostrado (aunque algunos sugieren que la circunferencia del pene sí podría ejercer alguna influencia). O que el orgasmo es una manera efectiva de quemar calorías, cuando el momento del coito supone dos o tres calorías quemadas, y el acto de hacer el amor, no más de cincuenta.

Hay, en cambio, otras asociaciones estadísticas chocantes. Parece que existe un cierto efecto protector del semen en la mujer en relación al riesgo de sufrir un cáncer de mama -un tema no aclarado-, y otro estudio, según afirma el equipo de Whipple en su obra, sugiere que cuanto mayor sea el número de compañeros sexuales de ella, menor sería ese riesgo, algo que ningún oncólogo recomendaría.

En otros casos, el riesgo de sufrir un ataque al corazón durante el coito resulta más bajo de lo que se piensa, de uno entre un millón de individuos sanos. En cualquiera de los casos, los orgasmos resultan muy saludables. En un estudio de 918 individuos de entre cuarenta y cincuenta años, presentado en una reunión de la Federación de Paternidad Americana, se hizo un seguimiento durante una década: aquellos que tenían más de ocho orgasmos mensuales tenían una probabilidad doble de estar vivos con respecto a los que solo tenían uno al mes. Y otro realizado en mujeres hospitalizadas mostró que la frecuencia de problemas cardiacos era mayor en aquellas que no disfrutaban de sus relaciones sexuales.

En pleno siglo XXI, el orgasmo sigue siendo un misterio. Los investigadores están usando los mejores escáneres para observar qué se enciende o se apaga en el cerebro de uno cuando es masturbado por su pareja. Hay una zona, llamada núcleo accumbens, en la parte más frontal del sistema límbico -el cerebro del mamífero- que se enciende en ellos y en ellas durante el coito. Las zonas productoras del miedo se apagan en esos intensos segundos.

Se dice que el orgasmo es una cuestión más cerebral que genital, pero la geografía del placer es aún un mapa tan inexplorado y misterioso como complejo. Como ejemplo, mire las imágenes de este reportaje. ¿Qué tienen en común todas las expresiones faciales, tanto de ellos como de ellas, durante el coito? En el momento más intenso, las caras se iluminan, las bocas se abren, los ojos se cierran, el ceño se arruga, se aprietan los dientes. Ellos y ellas adoptan una expresión que en muchos casos es calcada al dolor. ¿Por qué? Una expresión muy similar quedó inmortalizada en una maravillosa estatua de Santa Teresa del genio Giovanni Lorenzo Bernini llamada El éxtasis de Santa Teresa, en la que la santa entra en un trance que algunos han querido ver como un estado orgásmico. Según el equipo de Whipple, el orgasmo y el dolor están comandados por estructuras nerviosas que se superponen. Las mujeres, durante un orgasmo por estimulación de la vagina, se hacen más insensibles al dolor.

En otros casos, los médicos han comprobado que en los pacientes de dolor crónico a los que se les han bloqueado mediante fármacos ciertas rutas neuronales a lo largo de la médula espinal son incapaces de experimentar orgasmos. ¿Cómo se relacionan ambas cosas? "Los científicos no lo saben", dice Rachel Maines. "Uno de los aspectos más interesantes de la excitación sexual es que inhibe muchos de los receptores del dolor real que se apagan en cualquier parte del cuerpo". El orgasmo también es algo que ahora está bien visto, es aceptado. Incluso se nos empuja a creer, de forma equivocada, que una vida sin orgasmos nos hará infelices. La parte positiva, según esta experta, es que ahora no hay impedimentos para animar a las parejas de todas las edades a que hablen y compartan entre sí y de forma abierta su sexualidad. "Una de las partes más destructivas de la sexualidad del pasado milenio fue que se daba por supuesto que las mujeres no podían mostrar a los hombres cómo provocarles un orgasmo. Se creía que ellos nacían con ese conocimiento".