viernes, 12 de mayo de 2017

Se han duplicado en una década | 

Pensamientos suicidas y autolesiones en adolescentes

Un nuevo estudio de EE. UU. coincide con las preocupaciones respecto al tema por la serie "13 Reasons Why" de Netflix
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Una nueva y controversial serie de Netflix, "13 Reasons Why", ha renovado el enfoque del público en la tragedia que es el suicidio adolescente, y un nuevo estudio sugiere que su estreno es oportuno.
El informe encuentra que la cantidad de niños estadounidenses que son admitidos en hospitales pediátricos por pensamientos suicidas o autolesiones aumentó en más del doble en la última década.
Los diagnósticos de pensamientos suicidas o intentos de autolesión aumentaron de un 0.67 por ciento de todos los niños tratados en 2008 a un 1.79 por ciento en 2015, según datos de 32 hospitales pediátricos a lo largo de Estados Unidos.
Los pensamientos o intentos suicidas de los niños parecen fluctuar con el calendario escolar: alcanzan sus niveles más bajos en verano y se disparan en otoño y primavera, dijo el investigador líder, el Dr. Gregory Plemmons, profesor asociado de pediatría en la Universidad de Vanderbilt en Nashville, Tennessee.
"Claramente, la escuela puede impulsar" el suicidio adolescente, comentó Plemmons, aunque añadió que los motivos de esta asociación no están claros.
"No se puede señalar nada en concreto", dijo Plemmons. "En algunos niños, se reporta que el rendimiento académico y el estrés son desencadenantes. En otros, quizá sea el ciberacoso a través de los medios sociales y otras cosas que no son tan comunes en verano como durante el año escolar".
A los psicólogos y educadores les preocupa que "13 Reasons Why", adaptada de una novela para jóvenes adultos que es un éxito de ventas, haga que el suicidio parezca glamoroso. Como resultado, Netflix anunció el lunes que añadirá advertencias para los televidentes en el inicio del programa, para disuadir de la conducta de imitación.
La serie se centra en el suicidio de una chica adolescente que deja 13 cintas grabadas, cada una dirigida a una persona que afirma que tuvo un rol en su decisión de suicidarse.
El suicidio adolescente "ha estado en los medios" por la nueva serie, que "muchos adolescentes lo han estado viendo", dijo Plemmons.
"Hay que aumentar la concienciación", apuntó. "No deseamos minimizar los problemas muy reales a los que se enfrentan los adolescentes, con la depresión y el suicidio. Y para nada queremos hacer que el suicidio parezca glamoroso, pero mientras más podamos reducir el estigma asociado con la enfermedad mental y la depresión, mejor será la prevención, con algo de suerte".
En el estudio, Plemmons y sus colaboradores encontraron más de 118,000 encuentros en el hospital entre 2008 y 2015 en que un niño o adolescente fue diagnosticado con pensamientos suicidas o autolesiones. Los hallazgos se presentarán el 7 de mayo en la reunión anual de las Sociedades Pediátricas Académicas (Pediatric Academic Societies), en San Francisco. Las investigaciones presentadas en las reuniones se consideran preliminares hasta que se publican en una revista revisada por profesionales.
Poco más de la mitad de los pacientes con pensamientos o acciones suicidas tenían entre 15 y 17 años de edad, y otro tercio tenía de 12 a 14. Un 13 por ciento adicional de los pacientes tenían entre 5 y 11, según los hallazgos.
Se encontraron aumentos significativos en todos los grupos de edad, pero tendían a ser más marcados en los niños mayores. Los adolescentes de 15 a 17 años tuvieron el mayor aumento, seguidos por los de 12 a 14 años.
El Dr. Victor Schwartz, director médico de la JED Foundation en la ciudad de Nueva York, considera que la presión académica tiene un rol importante en el estrés infantil, sobre todo tras la crisis financiera de 2008. La JED Foundation es una organización nacional sin fines de lucro para la prevención del suicidio.
"Los niños sienten una tremenda incertidumbre sobre sus futuros laborales y económicos. Si uno no sobresale y no pertenece a ese grupo de ganadores, la situación no será buena", dijo Schwartz. "Para muchos de esos niños, siempre parece que sea una situación de alto riesgo. No hay espacio para los errores, ni para que las cosas salgan mal o sacar una B o una C en alguna clase".
El mayor aumento pareció ser entre las chicas adolescentes, una observación que encaja con otros estudios, comentó Plemmons.
"Sabemos sin duda que la pubertad impulsa al suicidio", señaló Plemmons. "La edad promedio en la que las chicas llegan a la pubertad ha cambiado en las últimas décadas. Ahora, las chicas llegan a la pubertad antes, y eso es algo a tener en cuenta".
Pero esas cifras también podrían haber aumentado porque los profesionales de la atención de la salud se están haciendo más expertos en la detección de los niños en riesgo, añadió Plemmons.
"Ojalá estemos haciendo más pruebas de detección, y si se hacen más pruebas se detectarán más niños con estos pensamientos", dijo.
Un segundo estudio presentado en la reunión ilustró los desafíos en la detección de los adolescentes que podrían estar en riesgo de suicidio.
Los investigadores encontraron que pocos adolescentes en realidad utilizan la palabra "deprimido" para describir las emociones negativas que los acosan.
Los padres, los educadores y los médicos deben apoyarse más bien en otras pistas que indican depresión, planteó la coautora del estudio, Daniela DeFrino, profesora asistente de investigación en el Colegio de Medicina y el Colegio de Enfermería de la Universidad de Illinois.
Los adolescentes que sufren de depresión son más propensos a decir que están "estresados", "ansiosos" o "tristes", comentó DeFrino.
"Encontramos que quizá sea fácil pasar por alto otras formas en que los adolescentes hablan sobre lo que sienten", dijo DeFrino.
Otras pistas comunes de la depresión adolescente incluían:
  • Un aumento en la ira y la irritabilidad.
  • Una pérdida de interés en actividades que antes disfrutaban.
  • Unos patrones de sueño alterados, lo que incluye insomnio o dormir en exceso.
  • Dos tercios de los adolescentes también habían visitado al médico por enfermedades físicas, como úlceras, migrañas, dolores de estómago y fatiga.
Los investigadores sacaron esas pistas de entrevistas realizadas con 369 adolescentes de 13 a 19 años en riesgo de depresión que participaron en un ensayo clínico con fondos federales.
Los adolescentes anotaron con frecuencia las presiones en la escuela, los problemas familiares y la muerte de personas cercanas a ellos como fuentes de estrés o dificultades.
Schwartz dijo que tiene sentido que esos niños quizá no usen las mismas palabas que los adultos para expresar tristeza o depresión.
"No es obvio que los niños pequeños y los adolescentes siempre cuenten con el lenguaje para hablar sobre sus experiencias emocionales", planteó Schwartz.