lunes, 16 de agosto de 2010

El tercer mundo muere de cáncer


Un médico atiende a una mujer en Pakistán.| Reuters | Tim Wimborne

Un médico atiende a una mujer en Pakistán.| Reuters | Tim Wimborne

  • Los tumores son ya la primera causa de muerte en los países pobres

El mundo al revés. Así podría definirse lo que está ocurriendo con el cáncer en todo el mundo sin que apenas nadie parezca darse cuenta. Tal vez al lector le sorprenda saber que los tumores son la primera causa de muerte en los países de bajos ingresos, un escenario en el que se registran dos tercios de todas las muertes por esta enfermedad en el mundo. Las recetas contra esta epidemia podrían estar al alcance de la mano, según un buen número de especialistas.

Esta semana, la revista 'The Lancet' ha reunido a un destacado elenco de firmas para llamar la atención sobre esta situación y reclamar medidas urgentes. Entre los autores de un comentario especial sobre el cáncer en los países en desarrollo destacan el ciclista Lance Armstrong (a través de la fundación contra el cáncer que lleva su nombre); el ex ministro mexicano de Sanidad, Julio Frenk; o el antiguo director ejecutivo de Onusida, Peter Piot.

Todos ellos recuerdan la paradoja del 80/5, unas cifras que recuerdan que los países pobres soportan el 80% de la carga oncológica en el mundo, mientras que sólo reciben el 5% de los recursos. Y eso a pesar de que en los últimos años la situación ha ido tornándose cada vez más preocupante: "En 1975, sólo el 15% de los nuevos diagnósticos se registraban en estas regiones pobres; frente al 56% del año 2008 o el 70% que se espera para 2030".

Remedios asequibles

Lo peor, indican, es que existen estrategias sencillas que podrían ayudar a combatir esta situación, pero que no se están implementando. Ni siquiera son recetas muy caras, recalcan, porque bastaría con luchar contra el tabaquismo en estos países (nuevo foco de negocio de la industria tabaquera), educar a la población sobre ciertos hábitos saludables y emplear fármacos ya sin patente para ahorrar costes.

John Seffrin, director de la Sociedad Americana del Cáncer (ASCO), principal firmante del texto, recuerda que el cáncer debería levantar la misma oleada de solidaridad internacional con los países menos privilegiados que se vivió con el sida hace unos años. Un movimiento de este tipo permitiría, por ejemplo, lograr que se abarate el coste de ciertas vacunas que podrían evitar un buen número de tumores causados por virus. Como el de cérvix relacionado con la infección por papilomavirus (cuya vacuna sigue siendo demasiado cara para los países con menos ingresos) o el de la hepatitis B implicado en tumores hepáticos.