lunes, 17 de septiembre de 2018

SE ACABO LA MAFIA DE LAS REVISTAS MEDICAS DE LOS LABORATORIOS TRINCONES




Nunca subestimen el poder de una persona decidida. Primero fue Edward Snowden, con el sistema de seguridad estatal; luego la periodista británica Carole Cadwalladr, con sus investigaciones sobre el Big Data y Facebook; y ahora Alexandra Elbakyan, la joven científica kazaja que ha puesto patas arriba a una industria devenida en multimillonaria gracias a las barreras de pago para el conocimiento.
Sci-Hub, el rastreador web que Elbakyan fundó en 2011 para publicar artículos de acceso restringido, ha hecho más que ningún gobierno para enfrentar una de las mayores estafas de la era moderna: la que convierte en beneficios privados las investigaciones públicas que nos pertenecen a todos.
Todas las personas deberían tener la libertad de aprender y el conocimiento debería ser difundido de la forma más amplia posible. A nadie se le ocurriría decir que está en desacuerdo con estas afirmaciones. Sin embargo, los gobiernos y las universidades han permitido que las grandes editoriales académicas nieguen esos derechos. Tal vez la edición académica parezca un asunto oscuro y antiguo, pero su modelo de negocio está entre los más despiadados y rentables de todos.
El famoso timador Robert Maxwell fue uno de sus pioneros. Cuando vio que los científicos necesitaban estar informados sobre todos los desarrollos significativos que se dieran en su campo, entendió que las revistas que publicaban los artículos académicos con esos avances podían volverse monopólicas, cobrando tarifas exorbitantes por la transmisión del conocimiento. A su hallazgo lo llamó la "máquina de financiación perpetua".
Maxwell también se dio cuenta que podía apropiarse del trabajo y los recursos de otras personas a cambio de nada. Los gobiernos financiaban la investigación que Pergamon, su compañía, publicaba; y los científicos escribían, revisaban y editaban las revistas sin cobrar. Su modelo de negocio se basaba en poner una barrera a los recursos públicos y de todos. O para usar el término técnico, un robo a plena luz del día.
Cuando sus otros emprendimientos empezaron a tener problemas, Maxwell vendió Pergamon al gigante editorial holandés Elsevier. Como todos sus grandes rivales, Elsevier ha mantenido hasta la fecha el modelo de negocio, con beneficios que siguen siendo espectaculares.
Cinco empresas publican la mitad de toda la investigación que se hace en el mundo: Reed Elsevier, Springer, Taylor & Francis, Wiley-Blackwell y la American Chemical Society. Para tener acceso a sus paquetes de revistas, las bibliotecas desembolsan fortunas. A los que no pertenecen al sistema universitario se les exige un pago de 20, 30 y a veces hasta 50 dólares por la lectura de un solo artículo.
Aunque las revistas de acceso abierto han crecido mucho, los investigadores siguen necesitando los artículos de pago de las revistas comerciales. A muchos no les queda otra alternativa que publicar sus investigaciones con estas empresas porque las personas que financian, recompensan o promocionan su trabajo los evalúan por el alcance de las revistas en las que se leen sus papers. Toda una estafa sobre la que ningún ministro de Ciencia ha dicho una sola palabra.
Este año  me diagnosticaron cáncer y tuve que elegir entre varios tratamientos alternativos. Antes de tomar una decisión quise documentarme. Es decir, leer artículos científicos. De no ser por el material pirateado que encontré en Sci-Hub, habría tenido que gastar miles de libras. Pero igual que la mayoría de la gente, no tengo ese dinero, así que me habría dado por vencido antes de adquirir la información necesaria. Solo puedo especular con lo que habría ocurrido de no tener acceso a esos papers que influyeron en mi decisión, pero es posible que Elbakyan, a la que no conozco, me haya salvado la vida.
Como muchos científicos de países con programas de investigación poco dotados, Elbakyan se dio cuenta de que no podría terminar su investigación en neurociencia sin artículos pirateados. Indignada por la barrera en los conocimientos que levantaban las revistas, utilizó sus habilidades como hackerpara compartir los papers con la comunidad. Sci-Hub permite el acceso libre a 70 millones de papers que, de otra manera, estarían bloqueados detrás de las barreras de pago.
En el año 2015, la demandó Elsevier y ganó 15 millones de dólares por los daños y perjuicios causados con la infracción de los derechos de autor. En 2017, y por una demanda de la American Chemical Society, le pusieron  una multa de 4,8 millonesde dólares.
Los dos fueron casos civiles, relativos a asuntos civiles. Los tribunales estadounidenses consideran que las acciones de Elbakyan constituyen una violación a los derechos de autor y un robo de información, pero para mí su trabajo es una forma de devolver al dominio público cosas que nos pertenecen y por las que hemos pagado.
En la gran mayoría de los casos, las investigaciones denunciadas como pirateadas han sido pagadas por los contribuyentes. La mayor parte del trabajo de redacción, revisión y edición se desarrolla en universidades y con fondos estatales. Pero este bien público es capturado, empaquetado y vendido de nuevo a los contribuyentes por unas tarifas desproporcionadas.
Las bibliotecas públicas son las que más pagan por ellos. Los contribuyentes desembolsan dos veces: primero para financiar la investigación y luego para leer el trabajo que han patrocinado. Tal vez haya justificaciones legales para esta práctica. Justificaciones éticas no hay ninguna.
Alexandra Elbakyan vive ocultándose. Lejos de la jurisdicción de los tribunales estadounidenses, va cambiando de dominio a Sci-Hub a medida que hacen caer la página.
No es la única persona que ha desafiado a las grandes editoriales. La Biblioteca Pública de Ciencia ( Public Library of Science) fue fundada por investigadores que se oponían a la forma en que la industria impide el acceso público al conocimiento. También protestaban por la lentitud, la torpeza y la antigüedad de un proceso de publicación que frena la investigación científica. Han demostrado que no hace falta pagar para tener revistas excelentes, con defensores como Stevan Harnad, Björn Brembs, Peter Suber y Michael Eisen cambiando la percepción del público sobre el tema.
Aaron Swartz, el brillante innovador de Internet, intentó compartir en el dominio público 5 millones de artículos científicos.  Se quitó la vida cuando se vio ante la posibilidad de pasar décadas encerrado en una prisión federal estadounidense por aquel acto desinteresado.
Las bibliotecas ahora se sienten capaces de enfrentarse a las grandes editoriales. Pueden negarse a renovar los contratos porque saben que sus usuarios tienen alternativas para evitar la barrera de pago. Ahora que el sistema comienza a chirriar, los organismos de financiación estatal encuentran por fin el valor de hacer lo que deberían haber hecho hace décadas: exigir la democratización del conocimiento.
Un consorcio europeo de estos organismos (entre ellos, las principales agencias de investigación del Reino Unido, Francia, los Países Bajos e Italia) publicó la semana pasada su Plan S. A partir de 2020, insisten, la investigación que ya haya sido pagada con impuestos dejará de estar bloqueada. Todos los investigadores que se financien con estos organismos deberán publicar su trabajo exclusivamente en revistas de acceso libre.
Las editoriales están enfurecidas. Springer Nature ha argumentado que el plan "podría socavar todo el sistema de publicación de investigaciones". Sí, esa es la idea. Los  editores de la serie Science sostienen que "interrumpiría las comunicaciones académicas, perjudicaría a los investigadores y tendría un efecto negativo sobre la libertad académica". "Si crees que la información no debería costar nada, usa Wikipedia", dice Elsevier recordándonos, sin darse cuenta, lo que ocurrió con las enciclopedias comerciales.
El Plan S no es perfecto, pero debería ser el principio del fin del escandaloso legado de Maxwell. Mientras tanto, y como una cuestión de principios, no pagué ni un céntimo por leer un artículo académico. La elección ética es leer el material robado que publica Sci-Hub.


.
Un grupo de botánicos, microbiólogos y bioquímicos ha revelado que las plantas sienten el dolor de cualquier daño y lo propagan y comparten con otras plantas.
Cuando una planta es mordida por una oruga o un insecto, reacciona al daño de la misma manera en la que lo haría un animal, usando las mismas moléculas, a pesar de que las plantas no tienen un sistema nervioso. Esa reacción tiene como función activar un sistema de “defensa”, además de propagar y compartir el “dolor” con otras plantas.
El grupo de experto desveló esta importante información tras estudiar las reacciones de la Arabidopsis thaliana, una pequeña planta crucífera nativa de Eurasia y el norte de África, según recogió el viernes la revista Science.
“Las plantas son estacionarias y no pueden escapar de los herbívoros, de manera que deben responder con defensas químicas para disuadirlos y reparar el tejido dañado”, se lee en el resumen del ensayo escrito por dos biólogas de la Universidad de Wake Forest (Carolina del Norte, EE.UU.).
Las plantas son estacionarias y no pueden escapar de los herbívoros, de manera que deben responder con defensas químicas para disuadirlos y reparar el tejido dañado”, se lee en el resumen del ensayo escrito por dos biólogas de la Universidad de Wake Forest (Carolina del Norte, EE.UU.).


  • Revelan datos sobre un laboratorio biológico estadounidense en Georgia.
.
Washington podría haber usado un centro médico que creó en Georgia para realizar experimentos “prohibidos” en EE.UU., advierte un exministro georgiano.
Aunque el Gobierno georgiano desmiente la información, el exministro de seguridad Igor Giorgadze (1993-1995) asegura que ha conseguido 100 000 páginas de datos clasificados que desvelan “oscuros secretos” en relación al Centro de Investigaciones de Salud Pública Richard Lugar, en las afueras de Tiflis, capital de Georgia.
Los documentos —el  exministro dice que los publicará gradualmente— incluyen experimentos realizados con seres humanos, que en algunos casos han causado su muerte. Otra parte revela investigaciones militares y el desarrollo de armas biológicas, según destaca la cadena rusa RT, citando a Giorgadze.
El laboratorio fundado en 2011 por Estados Unidos “a unos 17 kilómetros de Tiflis (…) nunca se destinó a centro médico ni parecía un hospital (…) El centro podría estar realizando experimentos que están prohibidos en el suelo estadounidense”, indicó el domingo Giorgadze a RT.
La fuente añadió que para la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa (DTRA, por sus siglas en inglés) el centro es “una agencia de apoyo” militar del Departamento de Defensa estadounidense (el Pentágono), que se ocupa de desarrollar armas de destrucción masiva.
El laboratorio fundado en 2011 por Estados Unidos “a unos 17 kilómetros de Tiflis (…) nunca se destinó a centro médico ni parecía un hospital (…) El centro podría estar realizando experimentos que están prohibidos en el suelo estadounidense”, informó el domingo el exministro georgiano de seguridad Igor Giorgadze.

Citando documentos desclasificados, Giorgadze precisa que EE.UU. ha desarrollado, entre otros dispositivos, aviones teledirigidos para lanzar moscas y “toxinas letales y no letales”, usadas “para llevar a cabo operaciones de sabotaje”.
El exministro georgiano subraya que el inicio de las actividades del laboratorio coincidió con el creciente brote de ciertas enfermedades. Los residentes que viven cerca del centro se quejan de “frecuentes dolores de cabeza, enfermedades” y de un persistente “olor extraño”, añade.
En 2014, el Centro Richard Lugar, en Georgia, fue equipado con instalaciones para experimentar con insectos y lanzó un proyecto llamado “Expandiendo el conocimiento sobre el cifrado de las moscas pequeñas en Georgia y el Cáucaso”, aunque el plan cubría un área geográfica mayor que la mencionada.
El Ministerio ruso de Defensa ha reaccionado ante esta información, señalando que “los documentos publicados contienen indicios de serias infracciones de la Convención sobre Armas Biológicas (1972) por parte de Estados Unidos”

4 mitos del virus del papiloma humano, la enfermedad de transmisión sexual que afecta el 80% de las personas

Cuello uterinoDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl virus del papiloma humano es la principal causa del cáncer de cuello uterino.
Altos niveles de vergüenza y desconocimiento están asociados con el virus del papiloma humano (VPH), que se transmite por vía sexual y afecta al 80% de la población.
Así lo revela una encuesta de percepción, que pone al descubierto el estigma que existe en torno al virus.
Realizado por la Fundación Jo para la Prevención del Cáncer Uterino en Reino Unido, el sondeo determinó que a pesar de ser la infección de transmisión sexual más común que existe, persisten muchas imprecisiones que pueden tener consecuencias más serias que el mismo VPH.
Una de las conclusiones de la encuesta más preocupantes es que las mujeres no se realizan los exámenes de diagnóstico debido al estigma que hay en torno a la enfermedad y al virus que la causa.
La encuesta, en la que tomaron parte 2.000 mujeres, encontró que la mitad de ellas se sentían avergonzadas y perdían interés en el sexo por haber contraído el virus.Saltar las recomendacione
Las respuestas también determinaron que el 35% de las encuestadas respondió que no tenía la menor idea sobre el VPH, mientras que cerca del 60% señaló que pensaba que era equivalente a tener cáncer.
Laura FlahertyDerechos de autor de la imagenLAURA FLAHERTY
Image caption"Pensé que mi novio me estaba engañando cuando me dijeron que tenía el virus del papiloma humano", le dijo Laura Flaherty a la BBC.
"Cuando recibí una carta con los resultados que diagnosticaban que tenía el VPH, no sabía qué era. Entonces lo busqué en internet y descubrí que era una enfermedad de transmisión sexual, por eso pensé de inmediato que mi pareja me había engañado", dijo Laura Flaherty, de 31 años, cuya historia es muy parecida a la de muchas entrevistadas.
"No sabía nada del asunto. Me sentí sucia. Me demoré en comprender que el virus puede estar inactivo durante mucho tiempo y que es bastante común. Nadie cercano a mí lo sabía", agregó Flaherty, quien fue diagnosticada con cáncer de cuello uterino en 2016.
El estudio demostró que sigue existiendo una apremiante necesidad de divulgar información clara sobre el virus del papiloma humano pues el conocimiento salva vidas.

Derribando los mitos sobre el VPH

Mito 1: "El VPH solo se transmite sexualmente"
Hecho: el VPH usualmente se transmite sexualmente, pero también puede transmitirse por el contacto de la piel en las áreas genitales y de la boca.
Mito 2: "El VPH es una señal de promiscuidad"
Hecho: el 80% de los seres humanos va a contraer el virus en algún momento de su vida. Es muy fácil de contraer y de transmitir y puedes contagiarte desde la primera vez que tienes cualquier tipo de contacto sexual.
Mito 3: "El VPH significa que tengo cáncer"
Hecho: hay por lo menos 200 tipos de VPH. Cerca de 40 de ellos afectan el área genital, lo que sólo significa que residen en esa zona. Unos pocos de esos 40 causan algunas sensaciones molestas pero inofensivas, como verrugas genitales. Unos 13 tipos de alto riesgo pueden causar cáncer de cuello uterino y otros cánceres genitales, así como cáncer de boca y garganta, pero eso es raro.
Mito 4: "Si tienes el VPH lo sabrás solo"
Hecho: el VPH no presenta síntomas y en la mayoría de los casos el sistema inmunológico liberará al cuerpo de la infección. Los exámenes de cuello uterino identifican cualquier célula anormal.

Una de las razones de la iniciativa es cambiar la mentalidad sobre el tema. Y sobre todo, como señala la Fundación Jo, que las mujeres hablen más sobre el tema.
El VPHDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl VPH no solo se transmite por vía sexual, sino también por el contacto con la piel en las áreas genitales y de la boca.
"Examinarse para saber si tienes VPH es la manera más efectiva de identificar si tienes más riesgo de padecer de cáncer de cuello uterino", dijo Robert Music, presidente de la Fundación para la Prevención del Cáncer de Cuello Uterino en Reino Unido.
"Sin embargo, el VPH puede resultar confuso, así que tenemos que encontrar la manera de normalizar el concepto, para que las personas no se sientan avergonzadas por decir que tienen el virus".

Reducción

Desde 2008, la OMS aprobó la vacuna contra el VPH -que no ha estado exenta de polémica- y algunos registros muestran un rápido declive del contagio y la enfermedad en algunas partes del mundo.
Según la OMS, la vacuna reduce en un 70% las probabilidades de sufrir cáncer de cuello uterino si se aplica en jóvenes entre los 12 y los 26 años, antes de que tengan su primera relación sexual.
vacunaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn 2008 la OMS aprobó la vacuna para el VPH, que de acuerdo a la organización reduciría en un 70% las infecciones que causan el cáncer de cuello uterino.
Y en algunas zonas donde se han administrado las vacunas, el beneficio es evidente.
Por ejemplo, un estudio del Royal Womens Hospital de Australia señaló que se había presentado una merma en las infecciones por el VPH del 86% en jóvenes de 18-24 años que habían recibido tres dosis de la vacuna, y de un 76% en aquellos casos que solo habían recibido una dosis.
En Reino Unido, los números son similares. Las infecciones han bajado en menores de entre 12 y 18 años.
En América Latina, los datos son disímiles. A pesar de la rápida implementación de la vacuna en sus primeros años, los números de cobertura se redujeron debido a algunas anomalías que se adjudicaron a su aplicación.
"Los doctores y profesionales de la salud están teniendo más conversaciones con sus pacientes sobre el VPH cuando ellos vienen a recoger el resultado de los exámenes que se realizan", le dijo a la BBC la doctora británica Philippa Kaye.
"Entender cómo se transmite el virus y los riesgos que tiene va a ayudar a derribar el estigma que hay a su alrededor", añadió.